Ha pasado muy poco tiempo desde mi último relato y ya tuve otra aventura sexual. Muy corta, pero deliciosa.
Tengo unas diez sobrinas.
Una de ellas tiene 18 años. Nació cuando yo tenía 6 años. Es muy alta, morena, con un cuerpo espectacular, un culo bien formado y unas tetas demasiado desarrolladas.
Ella vive sola porque se peleó con sus padres.
Un día, su madre me pidió que le llevara un libro que tenía que leer para la escuela, ya que a ella no la quería volver a ver.
Llegué a su casa y me la encontré vestida como una zorra: con jeans muy ajustados, camisa pequeña y de color dorado, tenía el cabello negro suelto y sus tetas resaltaban con su camisa.
- Hola, tío - me saludó -. ¿Qué quieres?
- Tu mamá te manda esto - le dije, entregándole el libro -. Sólo vine a eso, hasta luego, sobrina.
- Espera, tío - me dijo -. Entra un momento, tengo que consultar algo contigo.
Era obvio porque soy licenciado en Letras Clásicas.
Entre al cuarto y me llevó a su habitación que era toda de color rosa. Se sentó en la cama y leyó la parte de atrás, yo, sin embargo, no le prestaba atención, porque había cruzado las piernas y se veía cada vez más provocativa.
- Tío - dijo de repente, y yo la voltee a ver -. Mi novio terminó conmigo y nunca quise. cogerme - dijo esto último en voz baja y muy cerca de mi oído.
- Hija, por Dios - dije yo.
- Necesito un hombre - dijo ella.
Acto seguido, se quitó la camiseta y me empujó contra sus tetas. Mandé los escrúpulos al diablo y se las empece a lamer sin miramientos.
Un rato después, ella me bajó los pantalones y se puso a lamerme la verga. Su lengua recorría cada pedazo de mi miembro. Escupió varias veces y me miró con burla.
Tiempo después, ella se puso de a perrito y se la metí con mucho entusiasmo. Era tanto que se la metí muy rápido, por lo que no tardó en empezar a gemir como perra.
- Dime puta, dime puta - me pidió -. Humíllame, dime cosas, así cojo mejor.
Desde luego, yo quería ver eso, y empecé a decirle cosas:
- Zorra asquerosa, oh, qué deliciosa está tu concha, qué sabroso culo, oh que delicioso pedazo de puta.
Ella no quiso que cogiéramos en otra posición, lo que me enfadó mucho.
Ella me la volvió a mamar y después le eché mi corrida en su cara. Ella se la tragó.
- Gracias, tío - me dijo -. Por el libro. Ahora voy a bañarme.
La zorrita de mi sobrina dio media vuelta y me incitó a ir con un dedo.
La seguí, y, en el baño, mojados por las gotas, seguimos cogiendo. Volvi a casa hasta las diez de la noche porque pasé un día increíble con mi sobrina.
Hasta otro relato.