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Mejor acompañado que solo

Mejor acompañado que solo.

Hola. Soy Diego, de Chile. A continuación comenzaré mi segundo relato. El anterior pueden buscarlo bajo el título “Los Comienzos. Una Experiencia ‘PG-13’”.

Esta experiencia pasó cuando tenía 14 años. Ya hacía un año que había descubierto la masturbación, lo que para algunos es algo tarde, pero de todas formas lo hacía como dos veces por semana. No era tan adicto. Claro que al tiempo después me hice mejor amigo de la Manuela Palma jeje.

Breve descripción mía: 173cm de alto (ahora mido 177), delgado, pelo castaño laceo, ojos café, piel blanca.

Breve descripción de Klaus: 167cm de alto, un poco más macizo que yo, pelo rubio laceo, ojos azules, piel blanca.

Mis padres habían planeado un viaje al norte para pasar el verano y me ofrecieron invitar un amigo para no aburrirme. Decidí invitar a Klaus, ya que si bien no éramos mejores amigos, sí éramos buenos compañeros de curso. Él aceptó encantado, fue toda una sorpresa para él, así que su madre no tardó en venir a mi casa a hablar con la mía. Finalmente le dieron permiso y nos fuimos al norte.

Antes de llegar a La Serena, nuestro destino final, hicimos una parada en otra ciudad en casa de unos tíos. Esa noche dormimos en sacos de dormir en el living y nos pasamos toda la noche conversando de nuestras familias y nuestras vidas y logramos conocernos mejor. Me di cuenta que tenía una imagen errada de él y que era mucho más parecido a mí de lo que yo creía. A la mañana siguiente me despertó porque todos, excepto mi tía, habían salido a comprar el desayuno y debíamos estar listos para cuando regresaran. Me dijo “vamos a ducharnos” y le dije “vale, yo primero” pero él me dijo “no, entremos juntos así ahorramos más tiempo”, y así lo hicimos, mientras yo me duchaba él se afeitaba.

A esa edad ambos nos afeitábamos lo poco y nada de vello facial que teníamos jeje. Recuerdo que abrí la cortina para salir de la ducha y vi como Klaus fijó su mirada en mi pene. Dijo “ya sale, me toca a mí” y se empelotó y entró a la ducha. Yo amarré la toalla a mi cintura y comencé a afeitarme. Mientras tanto conversábamos puras pendejadas como siempre. Demoré un poco más de lo normal porque sentía curiosidad por verle el pene de nuevo, así que cuando apagó la ducha me volteé a verlo. Hice lo mismo que había hecho él, fijé mi mirada en su pene. Su prepucio estaba retraído y su glande se veía súper rojo debido al agua caliente supongo. Me dijo “siempre se me corre solo cuando me ducho”, “qué cosa?” le pregunté “el forro!” me contestó “así veo” le dije. Era interesante ver como se comportaba su pene, la verdad.

Avancemos hasta la parte en que llegamos a La Serena. Mis padres habían arrendado una casa no muy grande pero de dos pisos. En el segundo piso estaban los dos dormitorios pero Klaus propuso que mejor usábamos los sacos de dormir y así nos quedábamos con todo el primer piso. Era una buena idea ya que podíamos fumar a escondidas. Esa primera noche acomodamos unos cojines enormes en el living y en vez de meternos dentro del saco de dormir, los estiramos como cobijas. Nos tiramos ahí y empezamos a hablar de nuestras compañeritas de curso y otras chicas de otros colegios y así derivó al tema del sexo. Klaus me preguntó si yo me pajeaba y le respondí que sí

Y tú? –le pregunté

También. Y tú como lo haces?

Igual que tú no más

Pero cómo –insistió el

Así –y le enseñé alzando mi mano al aire el típico movimiento del sube y baja.

Pero muestra pues! –me desafió

Quieres que te muestre como me pajeo?

Sí, por qué no –respondió

Vale –le dije después de titubear un momento– pero yo te muestro y tú me muestras.

Klaus aceptó. Tiré el saco de dormir hasta mis rodillas y le mostré

Huevón, no se ve nada, no tenemos luz acá. Mejor vamos al baño para ver mejor

OK OK, vamos –le respondí un poco molesto por tanto alboroto.

Nos fuimos al baño tal como estábamos acostados, con polera y calzoncillos tipo zunga. “Ya, muestra” me dijo Klaus. Saqué mi verga que ya estaba erecta y le enseñé. En ese tiempo media unos 15cms. Me pajeé un poco y le dije ahora tú. Sacó su verga erecta también. Era levemente mas grande que la mía. Tenía toda la cabeza afuera. Me dijo “ya que estamos aquí sigamos pajeándonos” y así lo hicimos. Me dijo que me corriera el prepucio hacia atrás, le dije que al hacerlo me dolía, que tal vez tenía fimosis, me dijo “hazte la circuncisión entonces, así podrás correrte la paja mucho mejor”, le dije que ya lo estaba pensando. En eso se quitó la polera y la zunga y yo hice lo mismo y nos pajeamos con fuerza mirándonos nuestras vergas hasta que me vine en el WC. Me salió mucha leche. Al segundo se vino Klaus también. “Estuvo bacán” me dijo, nos reímos y nos lavamos los penes en el lavamanos.

Al día siguiente sentimos que mis padres se habían levantado así que nos metimos al baño para ducharnos. Esta vez se duchó Klaus primero y cuando salió de la ducha me dijo “mira, se me paró” y me mostró la verga. La tenía durísima. La mía comenzaba a despertar así que entré rápido a la ducha. Cuando salí hice lo mismo que él. “Mira, me contagiaste” le dije mostrándole mi verga que apuntaba al techo. Hagámonos una paja entonces. Y nos pajeamos nuevamente hasta acabar en el WC. Ese ritual lo hicimos durante todo el viaje. Así nos hicimos socios-de-paja jeje.

Ese año, de vuelta al colegio ya éramos mejores amigos y Klaus se quedaba a dormir en mi casa muy seguido, así siempre que no teníamos chica, nos pajeábamos juntos. Eso nos entretenía más que hacerlo por separado al parecer. En una de esas sesiones pajísticas estábamos en el baño de mis padres (solos en casa) cuando de pronto Klaus me dice “lo estás haciendo mal”, le pregunté por qué lo decía y me dijo “prueba así”, entonces me agarró la verga y le dio un sube y baja y la soltó. Casi me vengo en seguida. Era la primera vez que una mano ajena a la mía me pajeaba. No sé qué cara puse porque al parecer me delató y me preguntó que qué me había pasado.

Le dije “esto me pasó” y agarré su verga y le hice lo mismo. La sentí tan suave y además pude correrle todo el forro hacia atrás. Se sintió extraño tener una verga ajena en mi mano. Era como lo mismo que tener la mía pero distinto. Difícil de explicar. “Huevón, casi suelto el lechazo!” exclamó. Nos reímos y me dijo “ya ya ya, sigamos así, al mismo tiempo”, cagados de la risa seguimos pero más despacio para no venirnos tan luego. “OK, ahora dale tu a mí que quiero acabar, luego te ayudo a acabar yo” me dijo Klaus. Nos acercamos al WC y soltó chorros y chorros de leche. Yo podía sentir el recorrido interno de su semen en mi mano. Fue increíble. Luego él tomó mi verga y empezó a pajearme fuerte y rápido. Era una mezcla de dolor y placer muy buena, sentía por sus movimientos que lo único que quería era correrme la paja hasta atrás como lo hacía él. Y así me vine. Salpiqué por todas partes, incluso en su mano, lo que hizo que me reclamara un poco pero igual nos cagamos de la risa.

Ahí comenzó un nuevo ritual. El de las pajas mutuas. Poco tiempo pasó hasta que me hice la circuncisión y entonces mi verga quedó igual a la de él ya que recurrí al mismo doctor que lo había circuncidado a él. El cambio fue muy positivo, ahora sí podía correrme todo el prepucio hasta atrás sin dolor. Lo de las pajas lo hicimos durante toda la secundaria cuando estábamos sin novias y andábamos calientes. Siempre igual, de pie frente al WC. Nunca se nos ocurrió ponernos más cómodos, pero eso bastaba para hacer más entretenidas las pajas.

Datos del Relato
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