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Lupita la cincuentona re descubre el placer (3)

Lupita la cincuentona re descubre el placer (3)



Resumen:



Lupita se divorcia a los 50 años y tiene sexo con un chiquillo de apenas 19 años, compañero en la universidad. El chico le enseña el cunnilingus, del cual ella se prende y posteriormente le enseña la felación, de la cual se prende también.



+++++++++



La vez anterior Juanito me clavó su cabeza en mi sexo y se puso a mamarme, hasta que me hizo vaciarme en su cara, ¡y a mí me gustó!. Luego de eso, tuvimos relaciones sexuales, ¡altamente satisfactorias!, y…, luego de eso…



+++++++++



Luego de aquel coito y aquellos orgasmos, nos hicimos algunas bromas y nos pusimos a besar en la boca; nada cachondo, pero sí significativo y con mucha ternura.



Juanito se rodó al lado izquierdo mío y me abrazó con su brazo derecho; me acariciaba la cara, me besaba las mejillas, el cabello, ¡mi cuello!. Yo le recargaba mi cabeza en su hombro y le pasaba mi mano derecha por encima de su pecho, completamente imberbe.



            = ¿Sabes Lupita…?, ¡me gustó mucho hacerlo contigo…!, desde la primera vez…,



               sólo que esta vez fue mejor…, pues ya no te lastimé…, y tú…, como que te



               sentiste con más confianza y te dejaste ir…, dejaste salir todo lo que tenías



               guardado y reprimido…, ¡empezaste a ser tú…!, y me gustaste muchísimo más



               que nunca antes…



            + ¡Juanito…!,



Le dije, apretando mi abrazo y dándole un beso en su pecho, desnudo.



            = ¿Tenías mucho tiempo de no hacerlo…?.



            + ¡Sí…!,



le dije, apenada, cohibida por esa pregunta, tan sencilla pero…, tan difícil de contestar, para mí…



            = ¿Y no te hacía falta…, tener relaciones sexuales…, un hombre…, con quién



                darle salida a…, esa necesidad…?. ¿Cómo cuanto tiempo tenías sin hacerlo?.



Levanté mi carita hacia él, como interrogándolo a ver qué me había querido decir, y luego traté de darle una adecuada contestación:



            + ¡Ay Juanito…, no se…, el tiempo se pasa y…, al menos 4 o 5 meses…!,



               ¡quizás más…!.



            = ¿Tanto tiempo…?



Me dijo Juanito, no se si asombrado o…, pero…, yo no estaba segura de eso, ni de qué fuera correcto o que no lo fuera.



            + Pues…, no se si es mucho o es poco, pero…, con mi esposo lo hacíamos muy



               de vez en cuando…, muy poco…, ya no me acuerdo ni cada cuanto lo



               hacíamos…, ¡ya casi nunca lo hacíamos…!.



            = ¿Y…, de veras…, nunca te habían mamado tu sexo…?.



¡Me sorprendió esa pregunta…, me sorprendió que no me creyera…!.



Voltié de nuevo mi cara a mirarlo y le dije:



            + ¡De veras Juanito…!, ¿a poco crees que te engaño…?, ¿con qué motivo lo



               haría…?. ¡No tiene caso engañarte…!.



            = ¿Te gustó…, te gustó lo que te hice…, lo sentiste sabroso…?.



+ ¡Sí…!,



le respondí, apenada otra vez, cohibida nuevamente por esa pregunta, ¡tan intima …!.



            = ¡Sí qué …, cuéntame…, cuéntame qué sentiste…, lo quiero saber…!.



            + ¡Ay Juanito…, me da mucha pena…, es un sitio tan…, tan…, tan sucio…,



                y estaba yo toda…, sucia…, no se cómo se te ocurrió colocar tu cabeza en ese



                lugar…!.



            = Pero…, no me haz contestado…, ¿te gustó lo que te hice…, lo sentiste



                sabroso…?.



            + ¡Juan…!,



Le dije por su nombre de pila, un tanto…, presionada por su asedio para que le contestara



            + ¡Cómo se te ocurre preguntarme esas cosas…!.



            = Pues así nada más…, espontaneo…, quiero saber lo que sientes…,



me dijo, y volvió a preguntarme de nuevo:



            = ¿Te gustó…, te gustó lo que te hice…, lo sentiste sabroso…?.



+ ¡Ay Juan…, ya te dije que sí…!.



¡Me daba pena reconocer que sí me había gustado ese acto, el cunnilingus, y que había sentido bonito, ¿pero que describiera lo que sentí…?, eso me ponía en problemas, se me hacía muy difícil describir esos “sentimientos”, y por eso mi molestia ante su pregunta, tan insistente:



            = ¿Cuéntame lo que sentiste…?,



Me dijo, poniendo su mano en mi sexo, desnudo, y comenzando a jalar, con cariño, los pelos de mi monte de Venus:



            = ¡Cuéntameee…, o te arranco los pelos…!.



Nos reímos de su ocurrencia y, Juanito volvió a preguntarme:



            = ¡Ándale Lupita…, no seas…, cuéntame lo que tú sentiste cuando te lo estaba



               mamando…, ándale…, por favor…!.



Voltié a verlo y entonces, tratando de ordenar mis ideas, comencé a decirle:



            + bueno…, pues sentía yo mucha pena que me metieras ahí tu cabeza y tu boca,



   ya te lo había dicho, se me hacia sucio que me lo hicieras, pero como te metiste



   casi a la fuerza…



            = ¡no me digas…!, ¡protesto…!, eso sería casi una violación, y para nada fue así…,



               ¡fue todo una relación consentida…, jaja…!.



+ ¡Bueno…, me dejas continuar o ya no te cuento…!.



= ¡Uy que genio…, ya cásate…!, ¡pero conmigo!, jaja…, ¡síguele!.



+ Bueno…, pues…, cuando sentí por “ahí” tu cara…, me puse muy tensa…,



   como si te fueras a echar un clavado a la alberca…, te lanzas y estás todo



   tenso…, pero se quita en cuanto entras al agua…, ¡y así me pasó!. ¡En cuanto



   sentí yo tu lengua en mi sexo…, me sentí relajada, pero en ese mismo momento,



me puse tensa de nuevo, y me estremecí por completo, al sentir cómo me lo recorrías con tu lengua, de arriba p’abajo, de abajo p’arriba, cómo lengüeteabas mi clítoris. ¡Sentía el calor y la humedad de tu lengua y…, ¡sentía un cosquilleo a lo largo y a lo ancho de todo mi cuerpo, me ponía toda tensa, me jalaba de las sábanas, sentía que me resbalaba, que me deslizaba…, ¡tenía ganas de que te metieras por completo en mi sexo, no solamente tu lengua, sino tu cara, tu cabeza y todo tu ser!.



= ¡Aaaahhh…, fue en ese momento que me jalaste los pelos…, por poco y me



    dejas calvo del jalón que me diste…, que bárbara…, me los jalaste re-duro…!.



   ¡Eres una salvaje, mi vida…, jaja…!.



+ ¡Oh entonces…, ya no te cuento nada…!,



= ¡No te enojes mi linda…, yo nomas estaba bromeando…, pero es que sí…,



    me jalaste re-duro los pelos…, palabra…!.



+ ¡sentía yo también que mi sexo…, comenzaba a fluir…, y me dio mucha pena



    que le siguieras, porque te iba a llenar de…, mis fluidos…, y eso me da mucha



    pena…, que estuvieras ahí…, con la cara metida en mi sexo…, mientras que yo



    “terminaba”…!.



Me quedé callada un instante, y después continué:



+ Ese apretón que me diste en mis senos…, fue como si hubieras abierto la llave



   de mi…, sexo…, ¡con ese apretón que me diste hiciste   que…, se me salieran



   mis…, fluidos…!. ¡Me dio mucha pena…, no podía detenerme…, y tú ahí…, con



   tu cara en mi sexo…!.



= Pues…, no podía ser de otro modo, si me tenías atenazado con tus piernas



   contra tu sexo…, no podía yo librarme de “eso”, jaja…!.



+ ¡Ya no te cuento nada…, nomas te burlas de mí…!,



le dije, con un enojo fingido.



            = ¡No te enojes Lupita…, te ves rete linda con tu trompita parada…!,



Y tomándome de la nuca, me plantó un besotote muy grande, y comenzamos a rodar en la cama, de un lado p’al otro, abrazados, entre-piernados, con nuestros sexos unidos, pero sin penetración, hasta que pasó ese momento, en donde nos detuvimos, él encima de mí:



            + ¡Te quiero mucho Lupita…, no importa que me llenes la cara de…, fluidos…,



                de todas maneras te quiero…!.



Me dijo, bromeando, y yo tan sólo le dije un



            = ¡baboso…!,



bromeando, también, y comenzó a besarme mi oreja y mi cuello, a mordérmelo nuevamente. ¡No se bien a bien de qué manera lo hacía, pero me hacia ponerme toda “chinita”, con la “carne de gallina” y sentía como unos “calambres”, como una descarga eléctrica, como unos “toques” eléctricos que llenaban mi cuerpo, haciéndome vibrar de emoción y haciéndome sentir “cosquillas” en mi “cosita”, en la mitad de mis piernas, sentir cómo se me iba aglomerando la sangre, cómo se me calentaban los labios de mi vagina, cómo se levantaba mi clítoris y como empezaban a escurrirme los fluidos y secreciones:



            = ¿La quieres Lupita…?,



+ ¿De nuevo Juanito…?,



= ¡De nuevo Lupita…!, ¿la quieres…?.



+ ¡Juanito…!,



Le dije, diciéndole que sí, sin decírselo abiertamente, y entonces el muchacho, tremendamente excitado, me dijo:



= ¿Sabes Lupita...?, ¡te la quiero meter de nuevo…, hasta adentro...!,



   ¡te la quiero meter..., a rabiar...!; pero primero quiero que me eches una



    mamadita...!.



Me decía emocionado el muchacho…, ansiando lo complaciera pero…, ¡yo nunca había hecho una felación…, nunca en mi vida había hecho “eso”…, y así se lo dije:



            + ¡No Juan…, eso no…!. ¡Eso lo hacían las…, pirujas, las prostitutas, pero no las



                mujeres “de bien”.



¡Era la primera vez que me lo pedían!. Mi marido nunca fue de esas prácticas, pero Juanito se inconformó:



            = ¡No digas esas cosas, Lupita…, esto se hace porque nos gusta, y si las prostis lo



               hacen es porque a sus clientes les gusta…!, y no tienen ellas nada que ver…,



               ahora somos tu y yo…, y te pido me lo hagas…, tengo muchas ganas de que



               me lo hagas ¿Me lo haces…?. ¡Házmelo, por favor…, para que se me ponga



               muy dura de nuevo...!.



Me quedé pensativa y sin moverme por unos instantes:



            = ¡mámala!,



gritó desesperado Juanito, y entonces, saliendo de mi letargo, le contesté:



+ ¡no puedes pedirme eso, Juanito!, es indigno, es sucio, cochino; tu pene está



   sucio...!,



            = ¡No le hace Lupita..., mámamelo…!, yo también te mamé tu sexo hace rato,



                que también estaba sucio..., pero de nosotros...!. ¡ándale…, mámamelo…!,



               vas a ver cómo la vas a gozar tú también…, igual que hace rato…!.



Me dijo Juanito, impaciente, nervioso, algo desesperado y ansioso, jalándome de la cabeza, echándomela hacia abajo, hacia donde estaba su pene.



Lo vi…, lo miré…, lo tomé con una de mis manos: ¡lo tenía muy erecto!. ¡Lo sentí todo lleno de secreciones, de las mías y de las de él…!.



= ¡mámamelo Lupita…, mámamelo…, chúpamelo…!,



me repetía el muchachito, todo emocionado y desesperado. ¡Quizás también era para él la primera vez que iban a chuparle su pene!.



Empecé a jugarlo con una mano y luego con las dos,  viéndolo, fascinada, ¡lo erecto que estaba!. ¡Me dio mucho gusto!. Me sentí realizada, seductora, ¡feliz…!, hasta  que sentí que me empujaba mi cabeza hacia el pene y…, ¡nuevamente me salieron mis atavismos!:



            + ¡No Juanito…, no puedo…, se me hace cochino…, sucio…, indecente…!.



            = ¡Ándale Lupita…, no hay que ser…, trata de complacerme…, yo también



               te lo hice hace rato…, ahora te toca a ti…!.



            + ¡Es que me da..., no se qué metérmela en mi boca...!, siento…, algo así como…,



               ¡repulsión…!, ¡entiéndeme Juan…!,



le dije, quitándole el diminutivo de su nombre.



            = ¡Entiéndeme tú Lupita…, trata de complacerme…, yo también te lo hice hace



               rato…, ahora te toca a ti…!. ¡Ándale…!.



Tomé “aire”, como si fuera a zambullirme debajo del agua y entonces, saqué un poquito mi lengua, para chupetearla, un poquito, pero de inmediato me eché yo p’atrás. ¡Me daba pena y asco…!; ¡nunca había hecho esta cosa...!. ¡Estaba muy roja de la vergüenza!.



            = ¡Chúpala…, como si fuera paleta…, métetela en la boca…, no solo le des



               chupetones…!.



¡Ni siquiera le daba de chupetones!, lo miraba de lejos…, con mucho recelo. Lo miraba parado, le miraba sus testículos, muy grandotes, peludos, morenos, al igual que ese pene, de cabeza morada.



Lo estaba mirando, yo absorta en su contemplación, de ese pene, que me había cambiado la vida, que me había hecho re-encontrar mi sexualidad y…, de repente me llegó de nuevo su aroma, el aroma a sexo, el aroma a coito, el aroma a pene y…, ¡de nuevo me metió en la espiral de deseo!.



            = ¡Ándale Lupita…, mámamela…, no hay que ser…!.



Algo obscuro, algo animal, algo salvaje se apoderó de mi ser y…, me recuerdo como en cámara lenta estirando mi mano y tomando ese pene en mi mano, acercándomelo a mi cara, a mi boca, lo comencé a lengüetear, me lo comencé a introducir, y comencé yo a bombearlo, aunque con algunos problemas de práctica:



            = ¡Ayyy…, Lupita…, cuidado con tus dientes…, que ya me perforaste mi pene…,



                se va a desinflar…, jajaja…!,



Me dijo Juanito, bromeando, de la casi mordida que le acababa de dar a su pene.



Procedí con más cuidado a mamarla, como pude, con errores y “casi mordidas”, atragantándome, casi asfixiándome, sin saber cómo respirar. 



Me lo introducía en mi boca y observaba que, aunque ya estaba parado, ese pene parecía tener vida propia: palpitaba y a aumentaba aun más de tamaño y volumen. ¡Era impresionante!. Estaba muy roja de la vergüenza; ¡nunca había hecho esta cosa...!, pero…, ¡me estaba gustando…!. ¡Qué pena…, qué vergüenza…, qué desvergüenza la mía…!, ¡no tenía nombre lo que estaba yo haciendo…!, ¡y me estaba gustando…, me estaba gustando…!. ¡Era de verdad increíble…, me estaba gustando…!.



            = ¡Lupita…, lo siento…, lo siento…, muy rico…, me lo estás haciendo…, muy rico!,



               ¡Lupita…, siempre se me ha antojado tu boquita..., Lupita...!. ¡Siempre soñé que



    me lo mamabas, Lupita…, síguele…, síguele…, así…, síguele…!.



Mientras se lo  mamaba,  el chico me estaba jugando  mi clítoris, sintiendo como  se endurecía bajo sus dedos. Ya  no  podía contener  la  ola de  placer que  me sumergía.  ¡Me había calentado muchísimo el estarle mamando su pene!.  Me  sentía  totalmente confusa, aprisionada  entre  la  vergüenza y el deseo; vibraba yo de placer...,  ¡era  más fuerte que yo!. Mis piernas se abrían por completo; ¡me le estaba ofreciendo a su lengua!.



            + ¡Aaaaggghhh, agh…, agh…, agzmelo tú… tú también…, házmelo…, por favor...!.



Y el chico comenzó a complacerme, clavando su cara en mi sexo, clavando su boca en mi rajadita, clavando su lengua en mi clítoris.



            + ¡Aaaaggghhh…, Juanitooo…, qué ricooo…, Juanitooo…!.



¡No pude soportarlo!. Dejé de mamarle su pene y solté un gran aullido, de puritito placer:



+ ¡Juauuunito…, me viene…, Juauuunitooo…!,



y terminé en la boca de Juan…



Unos deliciosos espasmos recorrieron mi vientre y gemía y me venía entre suspiros de placer, de un nuevo placer…, recién descubierto por mí… ¡Nunca,  nunca,  nunca, con anterioridad, había conocido esto...!, ¡y lo sentía delicioso…!. ¡Era la segunda vez en mi vida…, la segunda de aquella mañana!.



            + ¡Juan…, agh…, Juanito…, agh…, chiquito…, agh…, ven…, ven aquí…!,



comencé yo a pedirle, mientras recuperaba el aliento, y el chico me complació, se reincorporó y fue a recostarse a mi lado, en donde de inmediato comencé yo a besarlo, en la boca. ¡Estaba impregnado de mí…!. ¡Tenía el sabor de mi sexo en su boca…!.



¡Era un sabor… a ocre…, sabor a…, algo…, sabor a…, sexo!, ¡era embriagador…!, ¡al igual que el olor que se despedía…!, ¡era un olor a sexo…, un olor a coito…, un olor a macho y hembra en plena copulación…!.



No se qué sucedió, pero la bestia humana se apoderó de mi ser y me oí diciéndole entre murmullos:



            + ¿Quieres que te lo siga mamando…, Juanito…?,



Y Juanito simplemente se acomodó sobre de mi tórax; me puso su pene en la mitad de mis senos, en el canalillo que tenemos ahí, y se puso a frotarse su pene, a masturbarse con mis dos senos, mientras se jalaba de mis cabellos, tomándolo con sus dos manos, jalándome mi cabeza, mi cara, mi boca, hacia adonde estaba su pene, pero sin poder alcanzarlo:



            = ¿Quieres mamarme mi pene, mamita…?.



            + ¡Sí Juanito…, quiero mamarte tu pene, chiquito…!.



            = ¡Entonces…, mámamelo…!,



me dijo Juanito, zafándose de mis senos y acercándome su pene, tremendamente erecto e inflamado, hasta que rozó con mis labios. ¡En ese momento me apoderé de su pene; lo tomé con mis manos y labios, y me puse a mamarlo!. ¡Juanito con sus manos en mis cabello, me indicaba el ritmo de la mamada, moviéndome la cabeza sobre de su virilidad dilatada!. ¡Era una delicia su pene!.



Comenzó el movimiento de mete y saca, de entra y sale, primero con movimientos cortos y lentos, luego con mayor velocidad, sincronizando los movimientos de sus manos – y mi cabeza – con los de su pelvis y pene, entrando y saliendo en mi boca, usándola como si fuera vagina, penetrándola con su pene, que poco a poco también me fue penetrando más hasta el fondo, de manera más profunda, llegándome casi hasta mi garganta, repicando en mi campanilla:



            + ¡Aaaaggghhh…, no…, no…!,



Le quería decir que parara, pero no me salían las palabras. ¡No se cuanto tiempo llevábamos en esa posición, pero ya me dolían las mandíbulas!.



En un momento dado, sentí que ese pene se hinchaba todavía más y se me metía más adentro de mi garganta y…, ¡comenzó a inundarme de semen…!. ¡Me quise zafar de Juanito, pero nomas no lo pude hacer…, Juanito me detuvo mi cabeza y comenzó a inundarme mi boca de semen…!:



            + ¡Aaaaggghhh…, noooggghhh…, mogohhh…, mogohhh, mogooohhh…!,



¡trataba de decirle que me ahogaba, pero Juanito estaba en el éxtasis, vaciando su pene en mi boca, como si fuera vagina…, alcanzando el placer en mi boca!, hasta que terminó.



¡Me tuve que tragar una buena dosis de su simiente, pero lo último que quedaba, me los recogió ese muchacho, al besarme con pasión en la boca…!.



            = ¡Lupita…, qué rico…, Lupita…!,



¡y nos besamos con mucha pasión, y antes de perder su erección, el chico se desenchufó de mi boca y fue a conectarse en mi pucha, que ya estaba mojada…, ya estaba venida, de tan solo mamarlo, me había calentado yo tanto que me había venido muy rico!.



            = ¡Lupita…, te quiero…, te quiero…, Lupita…!,



y me besaba en la boca, con muchísima pasión y lujuria, hundiéndome su pene en mi chocho, metiéndolo con mucha velocidad y premura:



            + ¡Juanito…, Juanito…, qué rico…, Juanito…, no pares…, no pares…, Juanito…!.



Y no paró, hasta que se paró…, simplemente dejó de moverse, y se aferró fuertemente a mi cuerpo, empujando su pelvis contra mi pelvis, pegando su boca a mi boca y su tórax fuertemente contra del mío.



Nos seguimos besando, hasta que nos quedamos dormidos.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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