Cumplió con lo que dijo, ya que me depiló entero tanto por delante como por detrás, cuando terminó, en una caricia recorrió todo mi cuerpo admirando su trabajo, yo por mi parte, la cogí por la cintura y la subí a la cama y la puse a mi lado, tal vez ese era el momento idóneo para aclarar mis sentimientos hacia ella, Jennifer se encontraba su cabeza sobre mi pecho y me dijo:
- ¿Sabes?, me ha dado mucho corte desnudarme delante tuya, pero, ahora me siento a gusto así, puedo sentir la calidez de tu cuerpo.
Yo acariciaba su pelo, inspiré hondo, sabía que había llegado el momento de preguntar:
- ¿Sabes Jennifer?, he estado pensando y tengo que decirte algo.
- ¿De qué se trata?.
- Verás, he estado pensando mucho sobre esto y estaba buscando el momento idóneo para decírtelo.
Ella me miraba con cara extrañada:
- Lo que tengo que decir es…- tragué saliva-…que me gustas.
- A decir verdad, es que tú también me gustas, por eso he hecho todo esto, solo porque me gustas.
Ambos nos acercamos y nos besamos en los labios, fue una buena experiencia, me gustó bastante, la abracé fuerte contra mí y nos dormimos, esta vez podíamos notar el calor el uno del otro, esa había sido una de las mejores noches de mi vida, la noche pasó muy rápido, demasiado para mi gusto, desperté y miré el reloj, eran las nueve y media, al contrario que ayer, hoy me quedé en la cama por más tiempo, estaba demasiado a gusto como para levantarme, así que me volví a dar la vuelta, abracé a Jennifer y me volví a dormir, cuando desperté por segunda vez, ya Jennifer no estaba entre mis brazos, me vestí y bajé, ella estaba desayunando en la cocina:
- Buenos días dormilón, ¿qué tal has despertado?.
- Yo bien, ¿Y tú?.
- De maravilla.
Me hice el desayuno y me senté a su lado, desayunamos tranquilos y ella me preguntó:
- ¿Crees que se habrán dado cuenta de que hemos faltado ayer?.
- Bueno, por un día, tampoco es tan grave.
- Creo que tienes razón, por cierto, ¿cuándo me vas a enseñar a cocinar?.
- Aprovecharemos este día para ese propósito, pero, has de estar dispuesta a dar lo mejor de ti, ¿estás dispuesta?.
- ¡Si!.
- Ese es el espíritu.
En eso invertimos el día, le enseñé todo lo que sabía acerca de la cocina, a la noche, como era de esperar, ella estaba rendida, recuerdo que mis primeros días eran así, algunas noches acababa rendido, el aprendizaje era algo cansado, yo recogí la cocina mientras ella descansaba un poco en el sofá, la verdad que para haber sido solo en un día, ha aprendido bastante, todavía me quedaba algunas cosillas por enseñarle, pero, ya bastante que había hecho, iba a darle una recompensa por ello, así que subí a la habitación y preparé el lugar, miré dentro de los baños a ver si encontraba algo de utilidad, al parecer si conseguí algo, lo dejé sobre la mesa del cuarto de Jennifer y fui a buscarla, estaba sentada en el sofá, al parecer se estaba empezando a quedar medio dormida, me puse a su lado y le dije:
- Jennifer, estoy orgulloso de ti, has trabajado muy duro, ahora me gustaría darte una recompensa.
- ¿Recompensa?.
- Si.
La cogí en brazos y la llevé a la habitación, ella puso sus manos por detrás de mi cuello y me preguntó:
- ¿De qué es la sorpresa?.
- Es algo que no te había comentado en todo este tiempo, me gusta los masajes y sé bien como hacerlos, como recompensa a tu arduo trabajo hoy, te voy a dar uno.
- Gracias.
- Con lo cansada que estas, 10 minutos serán más que bastantes.
Llegamos a la habitación y la senté sobre la cama, ella miró a su alrededor y dijo:
- ¿Cómo es que hay tan poca luz?.
- Para un masaje es bueno que haya poca luz o una luz que no moleste ni al que da el masaje ni a quien lo recibe.
- Entiendo.
- Ahora, necesito que tu espalda quede libre de nada para poder darle el masaje.
- Está bien.
Ella se quitó la camisa, como no llevaba sujetador pues no hizo falta que se quitara nada más, sus pechos quedaron solo rodeados de aire, me gustaba ese panorama, pero tenía que centrarme en el masaje:
- Túmbate boca abajo.
Ella, siguió lo que le dije y se puso boca abajo, para terminar dije:
- Por último, quiero que cierres los ojos y te relajes.
Yo cogí el aceite que encontré en uno de los baños y lo unté en mis manos, luego pasé mis manos suavemente por su espalda, estuve masajeando la espalda durante diez minutos, cuando miré a la cara de Jennifer, efectivamente, estaba dormida, yo le di un beso en la mejilla y la tapé, yo me fui a la habitación contigua, sabía que mañana sus padres vendrían, así que no me convenía que me cogieran durmiendo con ella, me acosté en la cama, yo también estaba un poco cansado, así que no tardé mucho en quedarme dormido, esa noche se me pasó más larga en comparación con la noche anterior, eran las 7 cuando desperté, me levanté y fui a mirar como estaba Jennifer, entré en la habitación y como estaba más que seguro, seguía dormida, me acerqué lentamente y le di la vuelta, tenía una cara de dormida (algo más que lógico dado el caso), acerqué mis labios a los suyos y la besé, ella puso sus brazos alrededor de mi espalda y me empujó suavemente hacia ella, yo al poco me tuve que separar (muy a mi pesar sinceramente), ella abrió sus ojos poco a poco:
- Buenos días- decía con una voz baja.
- Buenos días, ¿cómo has dormido?.
- Bien, pero me faltaba mi osito- decía abrazándome.
- No dormí contigo por si tus padres aparecían temprano.
- No pasa nada, cuando se lo contemos ya no hará falta.
- ¿Contárselo?.
- Si.
- A tu padre no creo que le haga mucha gracia.
- ¿Por qué lo dices?.
- Bueno, tu padre cree que vine, para hacer el amor contigo y me toma por algo que no soy, yo le explique que ninguna de esas eran mis intenciones, parece que lo había entendido, pero, no sé, creo que todavía tiene desconfianza conmigo.
- No te preocupes, me has ayudado mucho en este fin de semana, verás como se acaban convenciendo, mi madre ha sido más comprensiva.
- ¿Cómo que más comprensiva?.
Me enseñó una sonrisa y metió la mano en un cajón:
- Si, fue más comprensiva porque me dio esto.
Y sacó una caja de condones:
- Me lo dio por si nos acabara haciendo falta, pero, si mi padre se entera, pone el grito en el cielo, oye- dijo mirándome de forma pícara- ¿y si gastáramos uno ahora?.
- No lo veo conveniente, recuerda que hoy tenemos instituto.
- Bueno, diremos que estaba mala y que tú me estabas cuidando.
- Hmm.
- Al menos, entremos un ratito más tarde entonces.
- Pero…
No pude terminar la frase porque sus labios estaban pegados a los míos, cuando separó sus labios le dije:
- Está bien, pero solo un polvo.
- Sabía que acabarías cediendo.
Me abracé a ella y pensé en poner en práctica lo que aprendí con Helena, empecé besándole el cuello, luego fui bajando besando cada poco de su piel hasta que llegue a sus pechos, suaves y cálidos, chupé suavemente los pezones, ella era más sensible a los estímulos que Helena, la oía gemir y eso me gustaba, una vez Helena fue mi maestra y yo su aprendiz, ahora soy el maestro y Jennifer, mi aprendiz, mientras me entretenía con un pecho, con mi mano libre masajeaba el otro, su respiración se entrecortaba e iba más rápida, como era virgen, tenía que hacer que su vagina estuviese húmeda, seguí bajando a besos por su estómago y tanto su pantalón como sus bragas me impedían llegar a mi objetivo, metí suavemente mis dedos por dentro del pantalón y las bragas, las fui bajando poco a poco para deleitarme con ese paisaje, al bajar lo suficiente pude ver su pubis, con el pelo que había allí formaba una curiosa forma:
- ¿Un corazón?.
- Si, ¿te gusta?.
- Es bonito, ¿cómo te lo hiciste?.
- En realidad, no fui, fue mi madre.
- ¿Tu madre?.
- Si, ella es peluquera, con mucha mano hábil y paciencia me hizo esto.
- La verdad es que si tuvo que tener bastante paciencia para hacerlo.
Mis dedos se rozaban con la entrada de su vagina, haciendo que sus jugos fueron saliendo al exterior, dejando la entrada lubricada, puse mi cara frente a su vulva, ella, sonrojada, tapó instintivamente la entrada, yo mordí suavemente uno de sus dedos y aparté la mano de allí, así que me puse a lamer aquel lugar, era un sabor que no podía describir, pero me gustaba, ella gemía con fuerza, volví a su boca y la besé, yo me desnudé y me puse un condón, puse mi pene en la entrada de la vagina, dije:
- Abrázame y si te duele, avísame, ¿vale?.
Ella asintió con la cabeza, yo empujé lentamente dentro de ella, estaba estrecho ahí dentro, al poco de entrar, noté como su barrera se rompió, ella clavó sus uñas en mi espalda e hizo una mueca de dolor, paré el avance para ver como estaba:
- ¿Estás bien?.
- No te preocupes, tú sigue.
Mis movimientos, eran lentos, me sentía muy bien dentro de ella, al cabo de unos minutos, Jennifer había cambiado aquella cara de dolor por una cara de placer, ahora ambos estábamos disfrutando, varios minutos más tarde, ninguno de los dos aguantamos más y nos corrimos, nuestros cuerpos temblaron por causa del orgasmo, en cuestión de segundos, me desplomé sobre el cuerpo de Jennifer, me quité el condón y lo tiré a la basura, ella me abrazó y me dio un beso en la boca:
- Ha sido algo realmente maravilloso, Mike.
- Sí, bueno, ahora hay que vestirse para ir al instituto.
Cuando intenté levantarme, ella me abrazó y me atrajo hacía su cuerpo:
- ¿Por qué no nos quedamos a dormir ahora?, esto es algo extenuante, además, por un día que faltemos, tampoco pasará nada.
- Entonces, me mentiste.
- Solo fue una mentira piadosa, anda, no te enfades conmigo.
Por un lado, me sentía mal porque me había mentido, pero por otro lado, mientras contemplaba aquellos ojos, comprendí que no me podía enfadar con ella por algo tan insignificante:
- Está bien, no iremos al instituto, pero a ver como haces para justificar la falta.
- No te preocupes de eso ahora- me dijo mientras me dio un beso.
Apenas tardamos en quedarnos dormidos, el calor corporal es mejor que cualquier manta, cuando desperté, eran las doce, Jennifer seguía sin levantarse tampoco, estaba dormida, hubo algo que me llamó la atención, antes de dormir juraría que la puerta estaba abierta, sin embargo, ahora estaba cerrada, tuvo que haber sido ella, miré su cara y empezaba a despertarse, soltó un gran bostezo y dijo:
- Buenos días.
- Buenos días, cerraste la puerta al poco de dormirnos, ¿verdad?.
- Pues no, ¿por qué?.
Esto resultaba bastante confuso, yo podía decir sin temor a equivocarme que yo no había sido, si ella tampoco, eso quería decir que sus padres estaban de vuelta, aún así, ¿cómo es que no se ha formado un escándalo al habernos visto así?, porque para cerrar estoy seguro de que nos tuvieron que haber visto, Jennifer dijo algo que me sacó de mis pensamientos:
- Seguramente habrá sido mi madre.
- ¿Tu madre?.
- Si, mis padres ya estarán aquí, seguro.
- Tendremos problemas si nos encuentran aquí juntos.
- Bah, el único problema sería mi padre, pero mi madre no es ningún problema, vistámonos y vayamos a ver.
Ambos nos vestimos, luego Jennifer fue la primera en salir del cuarto para asegurarse que su padre no estaba por los alrededores, bajamos hasta la cocina, allí la madre estaba mirando el periódico mientras tomaba algo de una taza:
- Buenos días mamá.
- Vaya, aquí están los bellos durmientes de la casa, ¿qué tal os lo habéis pasado el fin de semana?, veo que apenas habéis cogido de la comida que hice.
- Bueno, es que el sábado Mike preparó algo y luego el domingo si recurrimos a eso porque él me estaba enseñando a cocinar.
- ¿Has enseñado a cocinar a mi hija, Mike?.
- Más bien, le he enseñado lo básico para defenderse en la cocina.
- Que bien.
- Por cierto mamá, una pregunta.
- Dime.
- ¿Tú cerraste la puerta de mi cuarto?.
- Pues si, se os veía muy bien los dos abrazaditos.
Ambos no pudimos evitar sonrojarnos por ese comentario:
- Es más, me atrevería a decir que ya has hecho uso de los condones, ¿estoy en lo cierto, pequeña pillina?.
- Pues sí- dijo con una voz débil.
- Lo sabía, seguro que me has gastado toda la caja ya.
- ¡Mamá!, ¿por quien me has tomado?, solo hemos usado uno.
- Esta mañana, ¿cierto?.
- Si.
- Y por eso no habéis ido al instituto, ¿verdad?.
- Si- dijo Jennifer bajando la cabeza.
- Está bien, os haré un justificante para que no os pongan falta a ninguno de los dos, pero no quiero que esto vuelva a pasar, la próxima vez, o lo hacéis por la noche o el fin de semana, pero por la mañana nunca más, nunca más tan a menudo claro, porque sino tantos justificantes van a hacer sospechar a los profesores- dijo guiñándonos un ojo a los dos.
- ¡Gracias mamá!- dijo abrazándose a su madre.
- Por cierto, tu tío me llamó el sábado, aprobaste el examen teórico del carné de conducir.
- ¿Has oído Mike?, ¡aprobé!- dicho esto, me abrazó fuertemente, pude comprobar que al menos consiguió aprobar el examen tras todo un día entero estudiando valió la pena.
La tarde cayó y tenía que ir a por mis cosas para ir a la clase de gimnasia rítmica, al entrar en casa, mi madre se encontraba en la cocina, pero, misteriosamente supo que era yo y salió al pasillo a recibirme:
- ¡Mi niño!, ¿qué tal has estado en casa de tu amiguita?.
- Pues bien, le he enseñado a cocinar y el sábado hice una muestra de mis cualidades culinarias.
- ¿Qué tal te salió?.
- Pues bastante bien, para ser el primer plato que hago.
- ¿Y qué más ha pasado?, porque un chico y una chica jóvenes en una casa solos pues no sé, suele pasar algo más…
- Mamá, ¿qué insinúas?.
- Yo, nada.
Si llegaba a decirle que hice el amor con Jennifer, no sé como reaccionaría, sometiéndome a infinidad de preguntas, seguro, en fin, tal vez debiera decir parte de lo que sus oídos querían oír:
- Veo que no te lo podré ocultar más tiempo, la chica que viste el viernes, es…mi novia.
- ¡Lo sabía!, si es que se os veía muy unidos, ¿sabes?, estoy orgullosa de ti, se ve que es una buena chica, un día tienes que venir aquí para presentármela.
- Vas muy rápido, mamá, te la presentaré, pero de momento, mejor no.
- Pero, ¿por qué?, tengo curiosidad por conocer a mi nuera.
- Todo a su tiempo, mamá.
- Está bien.
- De todas formas, ella vendrá después para ir a la clase de gimnasia rítmica, tal vez tengas la ocasión de hablar un rato con ella, pero, no la atosigues con preguntas ni nada de eso, ¿vale?.
- Vale.
Subí a por mis cosas y llamé a Jennifer para que se pasara por aquí un poco antes (al menos para que mi madre me deje en paz un rato), Jennifer, al cabo de un rato vino y mi madre la recibió con los brazos abiertos, fueron al salón y hablaron un rato, sabía que ella no se iría de la lengua sobre lo que decir, ella certificó que era mi novia y habló sobre lo bien que nos lo pasamos el fin de semana entre otras cosas, finalmente había llegado la hora de ponernos en marcha, Jennifer se despidió de mi madre y nos pusimos en marcha:
- ¿Sabes, Mike?, tu madre es una mujer muy simpática.
- Si, la verdad es que insistió en conocerte.
- Bueno, habrá que hacer que mi padre se entere que estamos juntos.
- Para tu padre mejor buscar un momento bastante específico, parece que no le caigo muy bien.
- No seas tonto, claro que le caes bien, pero es que desconfía de los chicos, compréndele, es el afán de protección de un padre a su hija.
- Supongo que tienes razón.
- De nada que vea que eres un buen chico, verás como no te tomas en desconfianza más.
- Entiendo.
Mientras íbamos de camino a la clase, ella me agarró la mano e hizo que fuéramos cogidos de la mano, quería hacer ver que éramos novios, llegamos a la clase y nos cambiamos, en mitad de la clase, Helena dejó a las chicas practicando y me llamó, estábamos apartados de la clase, cuando me dijo:
- ¿Por qué ni tú ni Jennifer vinisteis a clase el sábado?.
- El sábado estábamos muy ocupados y no pudimos venir.
- ¿Y qué era eso que os tenía tan ocupados?.
- Estábamos los dos solos y tuve que cocinar, además de limpiar la casa, como ves, he seguido tus enseñanzas.
- Por un lado me siento orgullosa, pero, no podéis faltar a mis clases, ¿entendido?.
- Si.
- Bien, volvamos a la clase.
Pasó un mes, todo volvía a la normalidad, los sábados volvíamos a clases, con ayuda de Jennifer hice nuevos amigos, lejos de aquellos pesados que tenía, todo iba como la seda salvo una cosa: el padre de Jennifer, había que buscar el momento de decirle que ella y yo éramos novios, pero la cuestión era cuando, un día nos encontrábamos en la cocina junto con su madre y empezamos a conversar:
- Chicos, lleváis un mes siendo novios, ¿cuándo tienes pensado decírselo a tu padre, querida?.
- Es que mamá, decirle eso a papá no es simple, tú sabes mejor que nadie como es.
- No te preocupes, por cierto Mike, ¿tu madre ya lo sabe?.
- Si, fue la segunda en enterarse.
- Ya veo, ¿y tú padre?.
- Mi padre todavía no sabe nada, creo, está de viaje de negocios, a no ser que mi madre se lo haya comentado por teléfono.
En ese momento, me sonó el móvil, así que contesté:
- ¿Diga?.
- ¡OH MI PEQUEÑO CASANOVA!, ¿cómo estas?.
Esa euforia solo pertenecía a una persona indiscutible, mi padre:
- Hola papá.
- Hay que ver, en cuanto me doy la espalda ya estás con novia, desde luego eres un machote, ¡se nota que has salido a mí!.
En realidad mi padre conoció a mi madre que fue su primer amor, pero de todas formas se cree un casanova, en fin, dejémosle que se lo crea:
- Te lo ha contado mamá, ¿verdad?.
- ¡Claro que si!, algo tan importante como la primera novia de mi hijo no es algo que deba pasar desapercibido.
Tenía que dejar el móvil sobre la mesa, porque si me lo ponía, podía acabar sordo, en otras palabras, tanto Jennifer como su madre se enteraban de la conversación:
- Papá, ¿es necesario que vayas gritando cada vez que hablas?, es que tengo el móvil sobre la mesa y te están oyendo también mi novia y su madre.
- Pues vaya, que se ponga la novia, que tengo curiosidad de hablar con ella.
- Vale, pero baja el volumen de ese pito que tienes de voz, ¿vale?.
- Seguro.
Yo le pasé el móvil a Jennifer y ella habló con naturalidad:
- ¿Hola?.
- Hola, ¿eres la novia de mi hijo?.
Como siempre, su discreción era algo que a mi juicio, no tenía:
- Si.
- Encantado de conocerte, soy “casanova” Jack Michael.
“Casanova”, mi padre se echaba demasiadas flores siempre que podía, por suerte, no salí a él, tenía que cortarle la chulería rápido:
- Papá, deja las flores a un lado.
- No son flores, hijo mío, es una cualidad innata que me dio la naturaleza.
- Ya, cualidad innata…seguro.
- Como ves, señorita novia, mi hijo es muy terco a veces.
- ¡Papá!.
- ¿Ves?, se molesta cuando le dices la verdad.
Realmente, mi padre le gustaba hacerme sentirme ridículo, pero sabía que no lo hacía en serio, era algo para fastidiarnos de forma cariñosa a los dos, mi padre volvió a hablar:
- ¿Cómo te llamas señorita?, me interesa saber el nombre de mi nuera.
- Mi nombre es Jennifer, señor.
- Precioso nombre.
- Papá, ¿cuándo vuelves?.
- Pues, para serte sincero, todavía no lo sé.
- Pero, si llevas más de un mes fuera.
- Lo sé, yo también os hecho de menos a tu madre y a ti, pero bueno, el trabajo es así, en fin, solo te llamaba para felicitarte por tu conquista, ya nos veremos las caras.
- Gracias papá, cuídate mucho.
- Tú también, señorita Jennifer, mucho gusto en conocerla.
- Igualmente.
Mi padre colgó, ahora estaba visto, mi padre también lo sabía, quedaba el padre de Jennifer:
- En fin, chicos, solo queda papá, Jennifer.
- ¿Cómo lo haremos, mamá?.
- Yo intentaré introducir el tema, pero el final lo tendréis que decirlo vosotros, ¿entendido?.
- Si- respondimos los dos, nos agarramos las manos fuertemente, aquí se iba a poner a prueba, la confianza mutua para que ninguno de los dos se echara atrás en el último momento.
La madre de Jennifer nos reunió a todos en el salón, tanto Jennifer como yo estábamos nerviosos, su padre estaba al lado de la madre y nosotros enfrente:
- Bueno, Harry, los chicos tienen algo que contarte.
¿Esa era la introducción?, a ambos nos cogió por sorpresa, pero, decidí yo dar el primer paso, tal vez así para ella fuera más fácil:
- Verá, señor, Jennifer y yo hemos estado pensando esto detenidamente antes de decirlo y ya estamos dispuestos para asumir las consecuencias de esta decisión.
- ¿De qué se trata?- preguntaba el padre algo intrigado.
- Papá, lo que Mike quiere decir, es que él y yo somos…novios.
Su mirada tras esta última palabra, era una mirada la cual no podía describir, se formó un incómodo silencio, de repente, el padre parecía que iba a decir algo:
- Bueno, es algo que no me esperaba y lo único que se me ocurre decir es…
Todos contuvimos la respiración a la espera de algún tipo de respuesta negativa por su parte y siguió hablando para terminar la frase:
- …que seáis muy felices los dos.
Eso último si que ninguno de los dos lo esperaba:
- ¿De verdad le aceptas como mi novio?.
- Claro que si, tu madre me ha contado que ha ayudado mucho en este fin de semana, se ve que es un buen chico.
Jennifer, totalmente emocionada, se lanzó a los brazos de su padre, con lágrimas en los ojos y solo diciendo todo el tiempo “gracias”, por mí parte estreché su mano y me dijo:
- Espero que la hagas feliz, porque si no es así, te verás las caras conmigo.
- Tranquilo señor, no le decepcionaré.
Ya podíamos respirar tranquilos, ahora ambas familias lo sabían y ya no había que temer, así que allí mismo, delante de los propios padres, me dio un beso en la boca, era algo que me daba corte, pero ella quería que vieran que íbamos en serio (o tal vez por una emoción descontrolada), yo la abracé por la cintura y también la estuve besando, su madre nos aplaudía y su padre al cabo de un rato dijo:
- Como sigáis así, os vais a asfixiar.
- Harry, no seas aguafiestas.
Aquel había sido uno de mis mejores días de mi vida, pero, tal vez el día culminante de mi vida hasta el presente llegaría en un par de meses más, con respecto a mis viajes a “aquel” lugar (aquel extraño sueño que al parecer narra una historia), no había tenido más desde que vi a Karen (la chica de ese lugar) llorando mientras que al lado tenía algo, lo último que recuerdo de ese sueño fue que me agarró la muñeca y desperté, desde entonces no he tenido más, al menos, no hasta la noche unos días antes de mi gran día y la noche anterior a lo que sería, mi mayor reto, durante los meses siguientes lo único que puedo comentar es que cada día que pasaba me mentalizaba sobre cuando usaría final el leotardo, tuve que alternar los fines de semana entre Helena y Jennifer, los fines de semana que me tocaba con Jennifer, solíamos ir a la playa con unos amigos, realmente mi cuerpo necesitaba un buen bronceado, con respecto a Helena, le dije que Jennifer y yo éramos novios, así que por lo cual no tuve más relaciones sexuales con ella de ahí en adelante, Jennifer había cumplido con lo que me dijo y presento su primo a Helena, ambos al principio parecían tener mucha desconfianza, pero hoy día, ya son novios, pero lo presente tiene su cabida al final de la historia, sigamos, un día, ya pasado esos meses, nos encontrábamos en la clase de gimnasia rítmica cuando Helena apareció:
- Chicas, tengo algo muy importante que deciros.
- ¿De qué se trata?- preguntó una de las chicas.
- Bueno, me han mandado una carta para decirnos…¡que estamos dentro del torneo nacional de gimnasia rítmica!.
- ¡Bien!- gritamos todos.
- Lo mejor es que todo lo pagan ellos, han reservado plaza en el hotel y bueno, solo que estoy orgullosa de todas por el trabajo que habéis hecho entrenando todos estos meses, tendréis que poner todas vuestras ganas, es una competición dura, pero estoy segura de que lo haréis muy bien.
- Helena- pregunté- ¿cuándo saldremos?.
- En fin, tenéis hasta el sábado por la noche, el sábado os daré más instrucciones.
El resto de la semana estuvimos entrenando duro ya que ese torneo solo se celebra una vez al año, ese viernes noche estaba en la casa de Helena, tras tanto tiempo después de que me contó la historia de la técnica de la lluvia de rosas, creo que había sido hora de saber el final de la historia:
- Helena.
- ¿Dime?.
- Quiero saber como acaba la historia de aquella chica que hizo la lluvia de rosas.
- Realmente no tiene importancia saberlo.
- Me estás ocultando algo.
- ¿De qué hablas?.
- Me llamó la atención que aquella vez no contaras la historia entera y ahora rehúsas de contármelo, hay algo que no quieres contarme, ¿verdad?.
- Es que es algo trágico y no quiero que lo sepas.
- Helena, quiero saberlo.
- Está bien- expiró resignada- ¿puedes decirme donde me quedé cuando te conté esa historia?.
- Te quedaste cuando te pregunté que había sido de ella y si nadie más conocía esa técnica.
- Bueno, para ser sinceros, nadie supo nunca como lo hizo ya que la técnica en sí no se llegó a terminar.
- ¿Qué pasó?.
- Ella…murió en mitad de la técnica.
Yo me quedé perplejo, jamás había oído algo semejante:
- Con respecto a la escuela de gimnasia que pertenecía, los profesores negaron enseñarle esos movimientos.
- ¿Se los inventó?.
- Nadie sabe, lo único que es seguro es que se llevo el secreto de ese movimiento a la tumba.
- ¿Cuál era su nombre?.
- Prefirieron no dar nombres, solo usaron el nombre que hacía referencia ella muchas veces.
- ¿Cuál?.
- Gaia.
- Que nombre más raro.
- En fin, son cosas que pasan, ahora cambiando de tema, quiero hacerte un regalo.
- ¿Un regalo?.
- Si, es algo a lo que le tengo mucho cariño, cuando acabé las clases de gimnasia rítmica, mi maestra me la dio, y ahora, serás tú quien la tenga.
- ¿Qué es?.
- Sígueme.
La seguí hasta el cuarto, de lo alto del armario cogió una caja marrón, parecía grande, cuando la bajó me la dio:
- Toma.
Yo la cogí, pesaba un poco, me preguntaba que contenía, ella me dijo:
- Ábrela.
Puse la caja sobre la cama y la abrí, era una cinta de gimnasia rítmica:
- ¿Una cinta de gimnasia rítmica?.
Ella sonrió y dijo:
- Cógela por el mango y ve sacándola.
Hice eso y para mi sorpresa, era más grande de las que había manejado, cuando estaba toda fuera, mi impresión era grande, no podía creer que esto fuera una de esas cintas gigantes:
- ¿Esta es una de esas cintas de 5 metros?.
- Si, es para ti por todo lo que has trabajado en este tiempo.
- Vaya, muchas gracias.
Le di un fuerte abrazo, era un buen regalo, era una cinta inmensa, me pregunto si mi habilidad daría suficiente para manejar esto:
- Aunque una cosa Mike, esto es un regalo, pero a la hora de la verdad, ni siquiera yo estoy capacitada para usarla en condiciones, prométeme que no la usarás.
- ¿Por qué?.
- Porque no estas capacitado para usarla todavía, en realidad, no conozco a nadie, salvo a Gaia.
- Entiendo.
- Cambiando de tema, yo seré quien distribuya la gente en el hotel donde nos alojaremos durante los días del torneo, ¿quieres que te deje con tu novia?.
- Prefiero estar contigo.
- Vaya, ¿ya vas a empezar a ponerle los cuernos a tu novia?.
- ¿De qué hablas?.
- Es broma- dijo riéndose- pero, ¿por qué quieres estar conmigo en vez de estar con ella?.
- Te conozco bien y sé que cuando quieras descansar por la noche, te gusta descansar cómoda y sé que con una persona que no fuera yo o a no ser que estuvieras sola, no te podrías poner “cómoda”, ¿cierto o no?.
- Como se nota que me conoces- me sonrió- entonces, ¿tú y yo en el mismo cuarto, no?.
- Si.
- Vale, ahora tengo que ponerme a hacer la lista, tú haz lo que quieras mientras.
- Está bien.
Me fui a la habitación de entrenamiento y me puse a entrenar un rato, esa noche volví a “aquel” lugar, en esta ocasión me encontraba en una habitación, pero, estaba seguro que no era la habitación de Karen, sin embargo, ella estaba en una de las camas, la podía ver a pesar de la tenue luz, se encontraba sobre la cama, su cara por la poca luz que había me atrevía a decir que no se encontraba bien, parecía rabiosa por algo, me acerqué sigilosamente y vi como hacia unos dibujos sobre un papel, también murmuraba algo:
- Me haré conocer, al precio que sea, lo siento papá, mamá, siento haberme ido, pero esta es mi oportunidad para hacerme conocer y demostrar que valgo, he tenido un sueño para hacer algo tan espectacular que haré que todos se queden a mis pies de la impresión, ahora estaréis avergonzados de mí, pero cuando sea famosa como la mejor gimnasta del mundo, estaréis orgullosos de mi.
Intenté acercarme más para ver que escribía, pero entonces me miró (o eso pareció) y dijo:
- ¡Jamás lo leerás!.
El flash que me devolvía a la realidad puso fin de momento a mi viaje, en ese momento las cosas empezaban a encajar, o al menos, eso creía, en esa tarde nos encontramos todos:
- Bien, chicas, salimos esta noche, espero que hayáis preparado las maletas, en caso de no ser así, os recomiendo que vayáis a vuestras casas y prepararlas cuanto antes, de todas formas, los que estamos preparados, nos quedaremos aquí, a las ocho saldremos de aquí al aeropuerto, un grupo vendrá conmigo y el otro grupo irá en un taxi, pagado por mi, claro, así que ya sabéis chicas, a moverse las que no hayan hecho las maletas, el resto os podéis quedar aquí.
Algunas se fueron y el resto, nos quedamos aquí, Jennifer se me acercó y dijo:
- Te traigo algo.
- ¿Ah si?.
- Mira.
Sacó de una bolsa algo que sabía que tarde o temprano tendría que ponerme, un leotardo, era de color blanco y era bonito:
- ¿Qué te parece?.
- Es bonito, pero no tenías por qué haberte molestado.
- ¿Qué no?, si decíamos al poco de depilarte que te pondrías un leotardo y ha pasado un buen tiempo desde entonces.
- Si, sabía que algún día tendría que llevarlo.
- Además, cada poquito te depilo y además, estas bronceado, no tienes excusa para que te dé corte llevarlo.
- Ya.
- ¿Te lo podrías probar ahora?, hazlo por mí, ¿vale?.
Me tuve que resignar ante los deseos de ella, cogí el leotardo y me fui al baño para probármelo, a la hora de ponérmelo no había demasiada diferencia con las mayas, salvo que echaba de menos la parte de abajo que poseía las mayas, volví a la sala donde entrenábamos, me puse frente a Jennifer y pregunté:
- ¿Qué tal me veo?.
- Muy bien, te ves incluso, sexy.
Ese comentario me sacó los colores, la palabra sexy no es algo que asociara conmigo, de pronto noté como unos brazos me abrazaban por detrás:
- Es verdad, te ves muy sexy con eso puesto.
Helena también opinaba igual que Jennifer, ambas lo que realmente querían era que me sonrojara y lo consiguieron:
- Pero en serio, te ves muy bien, el día del torneo prométenos que lo usarás.
- Si, lo haré.
- Eso es.
Finalmente cogimos el avión y en pocas horas llegamos al aeropuerto y de allí, al hotel, la lista ya estaba hecha, Helena y yo nos fuimos a la habitación, una vez en la habitación, ella cerró con llave y sin dudarlo, se empezó a poner “cómoda”, para aquellos que no entiendan, se desnudó, ella a eso lo llama “ponerse cómoda”, se tumbó sobre la cama así:
- ¿Sabes Mike?, me gusta estar así, me gusta notar el tacto de mi cuerpo con las sábanas de esta cama, es una pena que ya tengas novia, te hubieras esperado a que yo hubiera tenido novio, porque ahora, ¿quién me va a dar cariñitos especiales de vez en cuando?, deberías haber esperado un poco más antes de haberte echado novia.
- Bueno, ella me dijo que si de vez en cuando (no muy a menudo), pues necesitabas algún tipo de cariño “especial”, pues que haría la vista gorda, pero, que no te acostumbraras.
- ¿Tu novia te deja que le pongas los cuernos conmigo?.
- Bueno, tómalo como un favor.
- ¿Y por qué no hacerlo ahora para comparar quien de las dos es mejor en la cama?.
- Yo no lo veo como una competición.
- En realidad no es una competición, es solo una comparativa para saber cual de las dos es mejor, en tu opinión, en la cama.
- No sé, una comparativa no sé si seria buena.
- Bueno, con decirme que lo has pasado bien, me conformo, así que ven a mis brazos, hermanito.
Me fui a sus brazos y me dejé abrazar, ella me besó en la boca y estuvimos así durante un rato, luego nos separamos y ella me desvistió, luego besó mi pecho, sus labios eran cálidos y eso me gustaba, sus labios bajaban hasta mi estómago para luego volver a subir a mis labios, sentir su cuerpo junto al mío de nuevo me hacía sentirme bien, en aquel momento tenía la necesidad de volver a poseerla como la primera vez, era raro que Jennifer hubiera dicho eso, por otro lado supongo que será hasta que consiga haber química entre Helena y el primo de Jennifer, besaba suavemente su cuello, con el perfume que llevaba puesto me daban ganas de besarle el cuello todo el rato, pero decidí seguir bajando hasta sus pechos, primero hice un masaje a ambos y luego puse ambos pezones en mi boca y los mordisqueé suavemente, ella eso le gustaba mucho, ella gemía suavemente, casi no se oía, yo volvía a sus dulces labios mientras con mis manos pellizcaba aquellos suaves pezones, pero conocía un lugar el cual, de seguro me estaba echando de menos, baje con mis labios por aquel dulce cuerpo hasta llegar a la entrada de su vagina, su olor me incitaba a lamer aquel lugar, parece que solo su cuerpo no era lo único que anhelaba aquellas suaves caricias, Helena intentaba no gemir muy alto, aquí se nos podría oír fácilmente y eso llegaba a ser un inconveniente, pero a su vez la excitación a ser descubiertos, ella acariciaba mi cabeza y empujaba suavemente para que lamiera un poco más adentro, estaba visto que ella echaba de menos mis caricias “especiales”, estuvo lamiendo aquel lugar durante un largo rato, de allí volví subiendo hasta su cuello, mientras ella estiró el brazo para alcanzar un paquete de condones, yo me separe un poco de ella y dije:
- ¿Siempre los llevas contigo?.
- No exactamente, sabía que me harías algún favor de este tipo.
- Vaya intuición.
- Venga, póntelo.
Me puse en condón sobre mi pene y estaba dispuesto a hacerla sentir bien aquella noche, así de paso, conseguiría dormir de un tirón, entré dentro de ella y se sentía tan apretada como la primera vez, cosa que me trajo un buen recuerdo de mi primera vez, salía y entraba dentro de ella de forma rítmica, ambos teníamos la respiración agitada e intentábamos no gemir muy alto por si éramos descubiertos, teníamos que estarnos besando a cada poco para evitar que salieran gemidos fuertes, esta vez nos lo tomamos con más calma que otras veces, esta seguramente sería la última vez que ambos nos entregáramos el uno al otro, así que queríamos que esto durase tanto como se pudiera, mientras duraba la penetración, ambos tocábamos el cuerpo del otro con desesperación, sabiendo que a partir de ese momento ambos seríamos algo prohibido para el otro y deseábamos que esto nunca acabara, que este placer jamás terminara, el momento final se estaba acercando, yo lo atrasaba todo lo que podía, pero llegó un momento en el que el final había llegado, sin poder gritar algo que dijera que me venía, una mueca de mi cara mostró que el final había llegado, solo unos pocos segundos nos bastó para caer rendidos, esta vez, ella encima mía, tiré el condón a la basura y no tardamos ni un minuto en caer dormidos, abrazados, sabiendo que mañana ya este sueño acabaría y que ya nuestros acciones sexuales se paraban aquí, ella antes de finalmente dormirse me dijo:
- Te echaré de menos en esta faceta de la vida.
Una lágrima rebelde se le escapó del ojo, me daba pena, pero parar tranquilizarla dije:
- Puede ser, pero siempre estaré contigo aquí, para un beso, un abrazo o una caricia, siempre tendrás mi cariño como amigo, pero ya no más como “hermano”.
- Lo sé.
Dicho esto, cerró sus ojos, yo también me dormí, era una pena, pero esto tenía que terminar así, el día siguiente fue atareado, además, el torneo se presentaba duro, las chicas dieron lo mejor de sí mismas, cerca de la noche que cayó habíamos estado en aquel lugar, decidiendo cuales eran las mejores escuelas, para el día siguiente era la semifinal y la final, esa noche, me encontraba durmiendo, y volví a “aquel” lugar, vi a Karen, pero me impresionó, era el mismo lugar donde se estaba celebrando el torneo, ella la veía de espaldas, con un leotardo puesto, estaba de cara al escenario, se dio la vuelta para ver a sus compañeras (¿o me estaba viendo a mi?), hizo el símbolo de la victoria y sacó una gran sonrisa, llevaba una cinta en la frente y una gran cinta en la mano, ¿no será la qué…?, salió al escenario, no oía ruidos, pero veía a la gente aclamando, ella empezó a moverse con gran soltura, a pesar de lo grande que era esa cinta, sin embargo, oía un sonido que parecía venir de todos lados, pero no veía la procedencia, a medida que ella se movía con más soltura, ese sonido iba más rápido, ¿qué demonios era?, de repente dio un gran salto al aíre y dijo:
- ¡Lluvia de rosas!.
¡No podía ser!, era ella, ella era Gaia, movía la cinta alrededor de su cuerpo, como formando una especie de barrera alrededor de su cuerpo, la cinta empezaba a tomar un color más rosado, un rosado más fuerte, empezaba a ver como caían pétalos de rosa, era algo increíble, un espectáculo nada comparable con lo que haya visto antes, los pétalos, con un color rosa precioso iban cayendo lentamente, por otro lado, ese sonido estaba muy alto, además iba demasiado rápido, de repente, la cinta se volvió negra, los pétalos, en cuestión de pocos segundos, se marchitaron, y ella se cayó de pleno en el pavimento, el sonido había parado, había gente alrededor de Karen, no se levantaba, finalmente, por la cara de alguien que de ojo parecía ser médico, movió la cabeza, negando me supongo, que no se podía hacer nada, todos los que veía a su alrededor vi como bajaban la cabeza, ella había muerto, estaba atónito sobre lo sucedido, de repente, alguien me tocó el hombro, me di la vuelta, temeroso por lo que iba a encontrar, ¡era ella!, ahora podía asegurar que si me estaba mirando a mí y me empezó a hablar:
- Tú, has visto mis recuerdos, has vivido parte de mi vida y ahora me has visto morir, esto ha sido hace 30 años, en el mismo torneo que estás tú ahora, lo único que necesito para irme de este lugar es acabar lo que empecé, tú debes hacer la lluvia de rosas y salir vivo, para eso, te he brindado toda mi experiencia con el manejo de la cinta, una vez que me vaya, mi experiencia seguirá contigo.
- Pero, ¿qué te pasó?.
- Me encontraba mala del corazón, mis padres dijeron que lo dejara, pero quería ser recordada y estaba dispuesta a correr el riesgo que hiciera falta, creé esta técnica a partir de un sueño que tuve, lo importante de esta técnica, es que requiere de tu fuerza vital, por eso, cuando me morí, los pétalos se marchitaron, mi corazón me falló y caí, solo te pido, que termines esto, además, esa técnica te brindará la victoria, porque nadie la sabe hacer, toma- se quitó la cinta que llevaba en la cabeza y me dijo- como último favor, lleva esto puesto cuando vayas a hacer tú la actuación.
Antes de cogerla, pregunté:
- ¿Cómo sabré hacer esa técnica?.
- Tú confía en mi, coge la cinta.
- Cuando agarré la cinta, un flash me brindó la sabiduría sobre la lluvia de rosas, me sabía cada movimiento, cada gesto, todo, desde el principio hasta el final, desperté, esta vez estaba normal, algo raro siendo que cada vez que despertaba tras estar allí, amanecía sudado, miré mi mano y ahí estaba, la cinta que llevaba ella en la frente, lo que me hacia dudar sobre si era un sueño o que era, demasiado real para ser un sueño, pero demasiado ilógico para ser verdad, entonces, ¿qué podía ser?, lo único que sabía es que la final la tenía que disputar yo, era el último deseo de un difunto y eso es sagrado, Helena estaba delante de un espejo de la habitación peinándose, me levanté y le dije a ella:
- Helena, quiero disputar la final.
- ¿La final?.
- Si.
- Que estemos en semifinales, no significa que lleguemos a la final.
- Óyeme una cosa, si llegamos a la final y me dejas salir, te aseguro y pondré mi vida en ello, que ganaremos, tienes mi palabra.
- Está bien, si llegamos a la final, te dejaré participar, además, no has hecho nada, así que esperemos que el espectáculo valga la pena.
- Estoy seguro de ello.
Esa mañana había sido tensa, estábamos cerca de la final y había que dar lo mejor de nosotros, las chicas que habían participado en las rondas de la semifinal, estaban muy cansadas, pero, gracias a ellas habíamos llegado a la final, el comentarista de este acontecimiento dijo unas palabras antes de empezar la final:
- Señoras y señores, antes de empezar la gran final de este año del torneo anual de gimnasia rítmica nacional, pido por favor, un minuto de silencio ya que hoy hace 30 años que la joven Gaia (como la gustaba que la llamaran) falleció en este mismo lugar.
Yo estaba dispuesto a que Gaia (o Karen) no desapareciese en el olvido y que su recuerdo fuera presente en este torneo, primero, la escuela rival, el colegio de San Martín, la chica de esa escuela no lo había hecho mal, pero iba a quedar a la altura del betún comparado con lo que iba a hacer dentro de poco, cuando había terminado su turno me tocaba a mí, me puse la cinta en la frente y saqué de la caja, la cinta que Helena me había dado días atrás, Helena se me acercó y me dijo:
- Suerte y no nos decepciones.
Jennifer también se me acercó y me dijo:
- Suerte.
Seguido de un beso corto en la boca, salí al escenario y plantándome en mitad del escenario dije:
- Esto va por ti, Gaia.
Todos murmuraban sobre lo que había dicho, no me importaba, había comprendido que aquella vez que había cerrado los ojos en la clase de gimnasia rítmica no había sido yo, había sido Karen la que dominaba mis movimientos, así que, con la cinta que llevaba en la cabeza, me tapé los ojos y acto seguido, solté la cinta agarrando solo el mango, aquella extensa cinta hizo que todos se sorprendieran por el uso de semejante instrumento, pero era lo que Gaia quería y estaba dispuesto a hacerlo, por último dije mentalmente:
- Adelante Gaia, muéstrate.
Me sentía como aquella vez, me sentía como un títere inmóvil que alguien movía con unos cables, sentía moverme de un lado a otro, luego di un gran salto, el momento más importante estaba a punto de llegar, notaba como la cinta me cubría y una voz que no era la mía dijo:
- Yo soy Gaia, ¡lluvia de rosas!.
Sentía una cálida aura, lo que podía oír de la gente eran continuos “oh”, mi corazón trabajaba muy fuerte, mis pulsaciones estaban altas, no sabía si podría aguantar, pero, debía hacerlo, por ella y por la escuela de Santa Mónica, podía oír a Gaia hablándome:
- Aguanta solo un poco más.
- Está bien.
- Ojala lo pudieras ver, caen pétalos de un rosa muy claro por todos lados, la gente está totalmente impresionada, tienes mucha energía, veo que te estás quedando si fuerzas, con esto a tu escuela le darán el premio, te lo puedo asegurar.
Entonces, noté como me caía desde el lugar del que estaba, y caí contra el suelo, aún el suelo era acolchado, me dolió bastante, pero entonces, en ese estado casi inconsciente, podía ver a Karen, la cual se la veía feliz, yo por mi parte también lo estaba, gracias a este espectáculo el premio era nuestro, así que dije:
- Gracias Gaia.
- No, gracias a ti por hacer mi sueño realidad, ahora seré recordada y he visto completado la lluvia de rosas, todo te lo debo a ti, sigue entrenando duro y llegaras muy lejos, ahora me voy, cuídate mucho, te estaré observando desde el cielo para guiarte siempre que te haga falta.
- Está bien, feliz viaje.
- Gracias, ahora levanta y demuestra tu fortaleza.
Haciendo un gran esfuerzo, me levanté, pero me costaba un poco, me dolía bastante un costado, creía que me había partido alguna costilla, me quité la cinta de los ojos para ver como todos aplaudían, Jennifer y Helena me acompañaron hasta donde se encontraba mi grupo, a mis espaldas veía el lugar llenos de pétalos de rosa, lo había conseguido, me sentía satisfecho, que si al menos no hubiéramos ganado, alguien está en el cielo de todas formas, cuando me sentaron, 10 minutos era el descanso hasta que se decidiera cual de los dos colegios debía ganar, Helena me echó una bronca por haber roto la promesa que le había hecho:
- Mike, me prometiste que no la usarías.
- No he hecho el ridículo como has podido ver, hice la técnica que habían hablado la gente que 30 años antes Gaia hizo aquí mismo, además, la última voluntad de un muerto, es más importante que cualquier promesa.
- Pero, ¿no te has dado cuenta que tu vida ha estado de terminar por culpa de eso?.
Entonces, Jennifer intervino poniéndose delante de mí:
- Helena, no debes culparle, porque estoy segura que gracias a eso que hizo, nos dará la victoria.
- ¿Tú crees?.
- Seguro.
Entonces, el comentarista dijo por el micro:
- Ya tenemos el resultado de la elección.
Todos estábamos atentos a aquel resultado:
- Y la escuela ganadora ha sido- abrió el sobre y cuando lo miró dijo- ¡la escuela de Santa Mónica!.
Todos saltábamos de alegría, por desgracia, yo no podía mucho, me dolía el costado cuando me movía, gracias a eso conseguimos el titulo de campeones nacionales, la verdad es que ninguno se lo creía, ni siquiera yo me lo llegaba a creérmelo, Jennifer me acompañó al hospital para que me ayudasen con esto, mientras el resto se quedaba a celebrarlo y efectivamente, tenía dos costillas rotas, estuve un tiempo en el hospital hasta que logré recuperarme, cuando me sentía recuperado y volvimos a casa, mi padre ya había vuelto y junto con Jennifer y su familia, los seis celebramos nuestra victoria en el torneo, además de que los padres de ambas familias se conocieran, con respecto a las clases de gimnasia rítmica, ya las chicas me veían como uno más, incluso podía entrar a los vestuarios sin que me dijeran nada, ahora si me sentía como uno más, las chicas sabían que Jennifer era mi novia y que ninguna me intentara hacer nada porque sino se las vería con ella.
Este es el fin de mi relato, lo que viene ahora es un prologo de lo que ha pasado tres años después:
Jennifer y yo seguimos juntos, lo que ahora tenemos un piso y vivimos los dos solos allí, los fines de semana salimos las dos familias a comer por ahí, estamos todos muy felices, Helena y el primo de Jennifer se llevaron muy bien, tanto que hasta se hicieron novios, ya Helena no tenía por qué quejarse de sentirse sola, ya que él vive con ella ahora, las clases de gimnasia rítmica van con entrenamientos duros y suprimimos las clases de los sábados, con esto, cierro este episodio de mi vida el cuál ha sido, hasta el momento, el más interesante de mi vida, es de noche y dejo ya esto, Jennifer me espera para dormir y es una chica que no le gusta esperar mucho.
FIN.
es muy interesante tu historia descartando las relaciones que has tenido es muy bello el final y tienes razon es mas importante la obra de un difunto q una promesa chao cuidate saludos a jennifer y a ti