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~Ella solo quería que alguien se fijara en ella a pesar de su incontinencia, y así paso los años esperando, sus veranos fueron pasando y no llego aquel día en que pudiera encontrar con quien sentirse realmente cómoda y en total confianza, guardaba las amarguras de su soledad para sí misma, y sabia sacarle una sonrisa de vez en cuando a su vida, odiaba la rutina pero nunca terminaba de decidirse por probar algo diferente.
Hasta que el destino de la vida nos cruzó, la casualidad más extraña hizo posible lo imposible. Y fue así que nuestra relación comenzó, ella acudía a su pantalla todas las noches para dejarse ver y conversar conmigo. Y cuando el calor de nuestra conversación subía nos dejábamos llevar y nada se interponía en la búsqueda de nuestro placer, ni siquiera su incontinencia que para mí ya había pasado a ser algo normal entre los dos.
Y entonces cuando se bajaba la ropa interior ahí estaba ese pañal de adulto que utilizaba y ella procedía a quitárselo ya sin ninguna vergüenza, y yo me quedaba mirándola sin ningún asombro, al ver su sexo yo me excitaba, era una mujer de caderas amplias y un pubis que parecía un nido hecho de vellos oscuros que se sobreponían sobre su piel blanca, era una piel delicada que me producía ternura, ella tenía manos adorables y al tocarse me parecían aún más adorables, al acariciarse sus dedos se perdían en el denso pelo de su pubis, y el nido se deshacía, ella jugaba con sus dedos tocándose, traía hasta mis ojos esa piel rojiza que se ocultaba debajo de ese nido de vellos.
Sus fluidos vaginales salían formando una baba blanca que se adhería a sus pelitos, juntándolos en pequeños montones como diminutos nidos en los cuales permanecía la secreción blanca, pero sólo hasta que ella volviera a pasar por ahí sus dedos extendidos, entonces esos pequeños montones de pelo se deshacían y el flujo blanco desaparecía en su mano, toda esa masturbación me parecía maravillosa, esa forma en que frotaba vigorosamente su vagina con sus dedos extendidos como una peineta llevando esos vellos hacía abajo y al volver hacia adelante, devolviendo todos esos pelitos más los gruesos, carnosos y deseables bordes de sus labios vaginales.
Y al frotar esa su vagina entre sus dedos salían unos chorros a veces grueso y a veces delgados casi imperceptibles de su pis, sus dedos se mojaban, los vellos también lo hacían, pero ni aún así ella paraba esa masturbación maravillosa, y cuando los chorros fluían sin descanso ella se estremecía y dejaba su boca entreabierta para dejar salir verdaderos gemidos de placer, con los ojos cerrados, motivada por su excitación, jadeaba y se tocaba con más intensidad, no para de hacerlo, se mostraba cual tal era, con su vagina húmeda de meos y fluidos, con su excitación a flor de piel y unos gritos incontenibles.
Luego agachaba la cabeza, trataba de calmar su excitación un poco, se mostraba agitada, rápidamente levantaba la cabeza y me miraba sonriendo, dichosa y llena de ternura, entonces de entre ese matorral de vellos desordenados ella con sus dos manos desentrañaba su vagina, acomodaba sus muslos de tal manera que el interior de su vagina que generalmente se guardaba entre sus piernas saliera un poco hacia adelante, y despejando sus pelitos asacaba a relucir su preciosa vagina, esa piel tan gruesa, rojiza y lustrosa a la vez. Después de haber recibido tantas humedades, de inmediato su clítoris se dejaba ver vigoroso y encendido, lleno de placer endurecido, sus labios vaginales bien extendidos hacia los costados por la acción de sus manos y ahí abajo su entrada vaginal que aunque no podría abrirse del todo, se dejaba ver, ese orificio que tanto me encantaba ver, que era tan divino ante mis ojos y que me encendía los ojos.
Al instante ella liberaba una de sus manos tratando de contener que se cerraran sus labios vaginales extendiéndolos con los dedos de su otra mano, y con la mano libre procedía a tocarse en medio, entonces la masturbación de su sexo continuaba, ella frotaba un par de dedos muy cerca de su entrada vaginal, esos dedos se deslizaban con facilidad por la piel lisa y húmeda, esos dedos entraban hasta muy debajo de sus piernas y salían para darle especial atención a sus entrada vaginal.
Después de tanto ir y venir esos dedos se los apuntaba hacia su entrada y empezaba la incursión hacia su interior, cortos chorros de su pis se venían encima, pero sus dedos a medida que se frotaban ganaban más espacio al interior de su vagina, ella volvía a conmocionarse de placer, a momentos se dejaba escapar un chorro grueso de pis y empezaba a gemir, a ponerse agitada, sus dedos ya habían logrado ganar el interior de su sexo completamente y ahora frotaba su vagina por dentro, sus dedos se deslizaban ahí dentro excitándola hasta mas no poder, sus ojos se volvían a cerrar, su boca volvía a quedar entreabierta los gemidos escapaban entre esas respiración agitada, su cuerpo se dejaba envolver por tanto placer, sus fuerzas la abandonaban, sus muslos temblaban, y sus dedos eran el centro de mi atención.
Con impresionante fuerza y vitalidad sus dedos se sumergían al interior de su vagina, salían llenos de una humedad viscosa y volvían a internarse profundamente. Salían y entraban esos dedos, no daban tregua, no paraban de proporcionarle todo ese placer que se expresaba en gemidos, en sus muslos temblando, en su vientre contrayéndose, en ese poderoso orgasmo que se venía encima.
Con todo eso, sus chorros ya habían inundado la ropa que quedaba entre sus piernas, poco importaba, ella para seguir con su masturbación majestuosa, despejo su abdomen de su ropa, la subió toda hasta arriba con cierta torpeza y rapidez que apenas podía sostener la ropa sobre sus redondos pechos, los mismos que quedaron cubiertos únicamente por su sostén.
Con una mano contuvo la ropa ahí arriba y con la otra mano por debajo de sus pechos agarro el borde de ese sostén para llevárselo hacia arriba dejando descubiertos esos gruesos senos, de inmediato con el peso de su redondez cayeron del sostén hacia abajo y sus pezones oscuros despuntaron, para mí era una maravilla poder verlos, eran unos senos tan naturales que me producían una mezcla de ternura y excitación. Cuando ya tuvo liberados sus senos y el sostén había ido a dar arriba al igual que el resto de su ropa, con una mano se los comenzó a tocar. Con una mano ya que la otra suspendía la ropa para que no cayera cubriendo otra vez los pechos.
Tocaba con una mano sus senos uno a uno, su mano se extendía por uno de sus gruesos pechos, sus dedos ejercían una cierta presión que hacia despuntar más su pezón, se tocaba maravillosamente esa piel tan manejable como una masa y de toque en toque sus dedos se iban acercando a su pezón, donde sus dedos finalmente se cerraban para sacar más hacia afuera ese pezón ya endurecido.
Y de igual modo, con la misma mano procedía a hacer iguales toques en su otro pecho. Ambos senos se mostraban voluminosos saliendo hacia afuera, yo me quede contemplándolos porque ella me dejo hacerlo dejándolos libres, fue muy agradable recorrer esa piel suave y voluminosa de sus pechos con mis ojos. Cuando acabe de hacerlo, ella ya estaba más calmada, menos excitada y muy sonriente me miraba fijamente, con su cuerpo descubierto. Entonces con toda amabilidad y dulzura me dijo que ya tenía que ir a cambiarse, que ya era momento de irse.
Así fue que calmamos juntos nuestra excitación, y después de quedar para el día siguiente nuestra próxima cita, dimos por concluido nuestro excitante encuentro virtual en el que únicamente para los dos quedaba escrito todo el placer y satisfacción que sentíamos los dos a pesar de su meos.
Porque ella era una mujer adorable y fascinante a pesar de su incontinencia, y si ella había buscado quien se fijara en ella a pesar de su incontinencia, yo lo había hecho porque era una mujer que tenía mucho que dar.
A quienes les haya gustado este relato o hayan tenido una experiencia similar pueden escribirme a mi correo: ellibrodegonzo@gmail.com
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