~Nuestros cuerpos y mentes se han relajado y propician que el sexo sea recurrente en cualquier momento del día.
Ella acude al trabajo todos los días y allí recibe ración de sus compas que le susurran flores y algún rebuzno y vuelve por ello a casa , fresca y caliente.
Fresca porque es una fresca y caliente por el ardor que le viene.
Al terminar la tarde le sorprendo algún día en la ducha y por la puerta entreabierta mis ojos y mi pene acogen de forma calurosa la magna visión.
Como una reina en todo su esplendor ella se acaricia sus melones y yo mi plátano.
Sus dedos entran en su vagina para sacar todo el moco acumulado del día.
Está en una época que no sé si es de celo pero deja las bragas todas verdes.
Después de frotarnos nuestros cuerpos damos rienda suelta al sexo.
Una vez limpia busco en las profundidades ese olor con aroma excitante que me devuelve al cerebro las feromonas que propaga.
Sus jugos saben a néctar y mis pituitarias y mi lengua aprecian la reserva que se esconde en la cueva.
Me pongo bien tiesa la cola y golpeo en sus labios frotando su clítoris.
A veces pierde el sentido.
Estimulo la parte del perineo y busco su entrada a través de algín resbalón que me lleve al interior profundo.
Se desliza por él de una forma algo viscosa y musical, parece que llevara una ventosa en mi miembro.
Al esconderse mi pllla en tamaño cubierto , horada una y otra vez aquella tan ansiada cloaca de placer.
Con un repique acompasado una y otra vez asciendo a la gloria y pentro en los infiernos .
No sé si en el otro habrá tanto calor.
El frenesí ha calado hondo en nuestros cuerpos y nos entregamos al placer.
En el entreacto olisqueo de nuevo y miro sus hermosas bragas de un maravilloso color verde que desprenden ese olor y sabor a coño.
El coño es un nombre precioso.
Una vez cenados ella mira alguna peli y con la mirada fija en ella y mi mano acariciando mi polla
nos miramos con complicidad y nos hacemos un solitario a la salud de alguien.
Sus ojos se cierran y su boca se abre con placer.
Es entonces cuando su jadeo se escucha impenitente y mi mano adquiere otro ritmo.
Nuestros rtmos se acompasan y al sobrevenir el climax , ambos explotamos y nos rendimos a nuestro cuerpo.
Es un buen momento para ir a la cama.
Nuestros cuerpos están relajados y aún nos complacemos un poco enredando nuestros pezones.
Si acaso la calentura no ha sido suficiente en mitad de la noche tocamos al otro y si responde no existen impedimentos , directamente al grano.
Hasta la bola como en los toros.
Y así esto que no cuesta nada nos compensa los malos ratos del día.