La pendeja me empezó a bailar moviendo el culo enorme al ritmo de la música tropical, yo sentado comencé a pajearme mirando ese jeans apretado, donde todo culmino en lo que debía ser, un verdadero polvazo.
Ya en cuatro, con sus pies desnudos y moviendo su culo, comencé a chupárselo desaforadamente, ese agujero era bien mojado por mi lengua, ya listo para mi verga se la introduje como un verdadero toro, profundo hasta los huevos, bien clavado ese culo enorme.
La espalda de la puta pendeja sí que me la ponía dura, más aun todo lo que me decía mirando hacia atrás. La zorra me gritaba, macho pijudo sí que esa verga enorme me tenía ganas, que bien me coges papito, las tenés tan grande y la usas tan bien.
La tome de los pelos, la hice abrirse bien completa y empecé a usarle la concha a mi placer, le miraba los pies sudados, más fuerte me la clavaba, era su toro perfecto, su macho cogedor, esos deditos se retorcían de placer, estaba siendo reventada por un semental y lo sabía.
La puta gozaba, se escupía las tetas y se las frotaba mirándome fijo como diciendo que la ponía bien puta.
Me pidió que la abrase y de cucharita le dé por el culo, pero amasándole las tetas una y otra vez, bien explotada partiéndole el culo como ella quisiera, le fui dando hasta agotarme, secarme el sudor con su corpiño y seguir el ritmo furioso una y otra vez, ese culazo rebotaba y golpeaba con mis huevos sin parar.
No aguante y ahí mismo, ella de costado, yo parado sobre la cama, comencé a bañarla en leche, ella con sus uñas largas y de puta, se esparcía la leche por todo el cuerpo.
Nos clavamos un polvo de locos, gracias a su baile de puta y su jeans ajustado.
un verdadero macho atendiendo a esa hembra calentona