- ¿Pero tú eres tonta o qué? Osea, que te viene el machito, se te pone delante y te dice: “Chúpame la polla y córreme rápido porque te voy a mandar a la cocina” y tú, como jilipollas, te le quedas mirando con esa carita estúpida de niña muy sensible y le dices: ¿cómo lo quieres: de pie o sentado?
- ¿Pero qué quieres que haga? Si no lo puedo evitar. Te confieso que al principio, a veces pensaba en darme la vuelta, coger la puerta y escapar lo más lejos posible para no volverlo a ver, pero me quedaba paralizada. Era una atracción irrefrenable. Y además, cuando se le apaga ese furor en los ojos y ya está satisfecho, se pone tan tierno y tan especial, que me derrite con cada caricia que me hace.
- ¡Pero tú eres jilipollas! ¿Pero no te das cuenta de que es un enfermo? ¿No te das cuenta de que esas carantoñas son las que se le hacen a las putas y a los caballos por haber hecho bien la faena? ¿Y me dices que no sabes qué hacer? Mira, si fuera yo, cuando se me pusiera delante con esa fanfarronería el machito, le diría con estos dos deditos: ¿Cortita, cortita? ¿Así de cortita mi amor?, y cogería la cuchilla que tienes para recortar el cartón, le pegaría un tajo hasta los huevos y le diría: lo siento mi amor, más cortita ya no puede ser.
- !Qué bruta eres¡ No me extraña que Felipe sea tan apocado. Está acojonao. Tienes al pobrecito completamente acojonao.
- ¡No me lo puedo creer! ¡No me puedo creer que me estés diciendo eso! Mira niña, ¿sabes lo que te merecías? pues en el fondo te merecías que un día tu chulito se llevara a un colega a casa y le dijera: “¿Te la quieres follar? no te cortes, ella sabe lo que tiene que hacer, y te advierto de que aunque la veas así, como una mesa camilla, tiene un coño rellenito, que se te pega a la polla y es como si te la estuviera chupando.
- No seas cruel. Lo que le pasa a Raúl es que es muy niño y tiene un pronto de niño. Las veces que lo ha hecho, yo sé que no ha sido para hacerme daño. Es que se siente como en una película y quiere demostrarle a los amigos que él también tiene mujer. Pero sólo es media hora, después se le pasa y hasta se pone celoso cuando ve cómo me están follando otros. A veces, hasta los saca a patadas, diciendo que el único que se folla a su hembra es él.
- ¿De verdad te lo ha hecho?
- Sí, alguna vez. Pero son cosas de niño. Estoy segura de que se debe a ese problema con las anginas, cuando era muy pequeño. Por lo visto, se las operó su madre y fue un desastre. Tuvo una hemorragia que casi se muere. Y yo creo que en ese momento se convenció de que eran las mujeres las que le querían hacer daño. Por eso, cuando le da el ataque, se quiere vengar conmigo de todas. Pero sólo le dan ataques muy de vez en cuando y estoy segura de que se lo voy a conseguir quitar.
- Oye y ¿qué se siente cuando te está follando otro y te está mirando él?
-Al principio, mucha vergüenza, te quieres morir, imagínate. Pero como lo veía tan desencajado, me daba pena y aguantaba. Ahora paso, me aíslo. Hago que me rebelo un poco, porque sé que a él le gusta y así queda bien con sus amigos, y les dejo que me hagan lo que quieran. Mientras, yo pienso en alguna cosa que tenga que hacer al día siguiente. O qué le voy a poner de comer esa semana a Raúl. Eso si que lo llevo fatal. Cuando voy a poner cocido me doy cuenta de que lo puse antes de ayer y cuando sé que lo único que me queda sin repetir son los fritos, me da pánico, porque sé que esa noche voy a tener a Raúl enfadado y llamándome de todo porque no sé comportarme como una buena ama de casa. Y a veces pienso que tiene razón. Cualquier ama de casa sabe lo que tiene que poner en cada momento. Mi madre lo hizo toda la vida y nunca se quejó mi padre. Aunque lo de mi madre era peor. La pobre tenía que ir a una tienda lejísimos a comprar la única marca de vino que bebía mi padre. Y si alguna vez no la había en la tienda, casi no quería volver a casa, porque mi padre montaba en cólera y le daba dos guantazos diciéndole que a él le importaban tres cojones los problemas de los distribuidores, que si su hembra fuera como tenía que ser, compraba varias botellas juntas y tenía siempre cuidado del stock. Y cuando había hostias en casa eran para todos, porque se ponía como loco y nos decía a mi hermana y a mi que nosotras éramos como ella, que para lo único que íbamos a servir es para que nos follara el marido. Y no te imaginas qué hostias nos daba. Yo esta arruga que tengo aquí, ¿ves?, ¿como si se plegara la piel?, fue de una rotura de mandíbula cuando tenía 12 años.
- Pues no sé que decirte, chica. Me tienes alucinada.
- Venga, tampoco tú te hagas la panolis. Sabes que a todas las mujeres las zurran los maridos. Lo que pasa es que las dos sabemos que tú eres un poco María Caballo. Pero si hay veces que me dan ganas de gritarle al pobre de Felipe: ¡Pero jilipollas ¿ No ves que te está mangoneando tu mujer?! Sobre todo cuando se le cae algo y tu empiezas a decirle: “Mírate calzonazos, si no eres capaz de hacer nada a derechas, pero cómo te van a respetar en la oficina. Míralo Rita, Mira qué pinta, calvo, gordo y encima sin cojones, por eso se ha quedado de simple pinche. Sin embargo, mira a su amigo Antonio, ese sí que tiene un par de huevos colgando, y no este incapaz, que no tiene ni lo que tiene que tener un hombre”.
- Pero Rita, si es verdad. Si hay veces que ya se ha corrido dentro y yo ni me he enterao y tengo que decirle: ¡Pero venga capullo, que ya tienes caliente a tu hembra, métesela de una puta vez! No pongas esa cara. Si ese calzonazos tiene una polla como un niño de siete años. Seguro que a éste también le operó su madre, pero de fimosis.
- ¿Y porqué no lo dejas?.
- Sí, hombre, para que me caiga uno como el tuyo y sólo porque tenga una polla larga, yo tenga que planchar, fregar e ir a buscar al niño a la guardería. Que te crees tu eso. Yo a los tíos de polla larga se la cortaba si me hicieran lo que a ti.
- ¿Y le pones los cuernos?
- ¿Los cuernos? ¡Unos cachos de este tamaño! Para mí, chica, polla que vuela a la cazuela. A Antonio mismo, cientos de veces se la he mamado. Pero si se la he mamado hasta en la cocina y Mari Pili desde el salón diciendo: Silvia, Antonio, que os estáis perdiendo el empiece, está buenísima la peli de esta noche. Y tú Silvia, déjale de dar palique a Antonio, que cuando os ponéis no paráis. Y yo, imagínate, con la boca a rebosar y la voz forzada contestando: Sí, ahora vamos. ¿Te has atragantado? dice la jilipollas. Y tengo que sacármela de la boca para decirle a Mari Pili que fue un canelón, mientras le sigo haciendo una paja a su marido. Y casi sin poderla sujetar, porque Antonio es como un toro y me la sigue clavando, que casi me atraviesa la mejilla. Hasta que se corre .Y casi con el semen escurriéndoseme por la boca, entro en el salón relamiéndome los labios, acariciándome el culo y diciéndole: chica, no se cómo lo haces, pero los canelones cada día te quedan mejor. Pues no sé porque a ti no te quedan tan bien, me dice ella. Quizás sea porque el secreto está en la salsa de tomate. Y entonces miro a Antonio, delante de sus narices, y le digo: eso, la salsa, esa salsa espesita y calentita, ¡que rica!, con un toque de salado. Y tengo que echarme a reír a carcajada limpia cuando la Mari Pili dice: Qué exagerada, sólo tiene una pizca de sal. ¿Verdad Antonio que sólo tiene una pizca de sal? Y yo tengo que decirle: Pues Mari Pili, no sé, será que hace tiempo que no te la comes. Venga, déjate de bobadas, dice ella, y vamos a ver la película, ¡cómo no voy a comerla!, la comí hoy, pareces tonta.
- ¿Y si se entera?
- ¿Quién? ¿El mariquita de mi marido? ¡Venga mujer! Para que ese inútil se enterara, me tendría que estar follando delante de sus narices Antonio y encima sacármela del coño y metérmela descaradamente en la boca, porque si sólo lo ve montándome, seguro que dice: Jo, parecéis críos, siempre peleando. Pero a mí, chica, lo que me pondría de verdad es emborracharles una noche a los dos y que Antonio me obligara a mamársela a alguien, aunque fuera al eunuco de mi marido, y que me advirtiera de que no me lo tragara y se lo enseñara al terminar con la boca bien abierta, porque sino me daba una hostia. Estoy segura de que me correría sólo de tratar de recoger todo el semen en la lengua para enseñárselo.
- ¿A ti te pone que se corran en tu boca?
- ¿Qué dices? ¿Ponerme? A mi me vuelve loca. Si yo me hago las pajas pensando en la versión original de la Bella y la Bestia, mamándosela a un caballo y tragando hasta ahogarme con su lechada.
- Pues a mí no acaba de gustarme, sabes, eso de notar el chorro tan caliente. Y Raúl cuando se corre, se corre. Hay veces que el bruto me deja sin respiración de la cantidad de semen que me mete en la garganta.
- Oye ¿y a ti te importaría que se la mamara yo?
- Qué cosas tienes, Silvia. Pobre Felipe.
- ¡Qué coños de Felipe! Oye, que si a ti te pone Felipe, te lo paso inmediatamente para que se la chupes todo lo que quieras. A ese le basta con que yo se lo ordene. Vente a casa una noche y aprende todo lo que no te ha enseñado el polla larga. No me dirás que no te gusta que te metan una buena lengua por el coño y que jueguen de arriba a bajo con tus labios. Ya sé que Felipe no es un experto, pero cuando le advierta de que si no te veo caliente, le pego una patada en los cojones y lo saco de casa, seguro que te lo chupa bien hasta cuando estés con la regla. Pero, de verdad, dime ¿tú no crees que a Raúl le encantaría obligarte a ponerle el culo a Felipe y verte como te folla mientras yo le hago una mamada? Anda, propónselo.
- Estás loca. Felipe es Felipe y a Raúl lo que le va es entregarme a piraos como él. Yo creo que hasta los escoge. Algunos son tan tiraos, que me da nauseas ese olor a leche cortada que tienen en la polla. Seguro que es de alguna paja, o de alguna tía que no se la supo chupar bien. Porque no es fácil ¿Sabes? ¿Tú la sabes chupar bien? quiero decir ¿Cuando se te corren los tíos en la boca, sabes mover la lengua para que todo caiga dentro y no se escape nada? Yo me he dado cuenta de que al principio les dejaba el capullo lleno de semen. Menos mal que Raúl no se enteró, porque si no la hubiéramos tenido buena. ¡Menudo es Raúl! Seguro que le hubiera obligado a restregarse la polla en el sofá, sentarse él y ponerme a chuparle el culo durante toda la noche. ¡Pues no le gusta nada el beso negro, chica!. Fíjate si será crío, un día fuimos a ver una película francesa, porque según él las francesas son las que mejor la chupan del mundo, por eso ya sabes que a la mamada le llaman un francés, y la muy guarra le metía la lengua por el culo al protagonista. Pero no te exagero nada, hasta la campanilla. Y él, cada vez que se la metía y la sacaba, como si lo estuviera follando, se corría. Pues no te quiero decir nada cuando llegamos a casa. Desde la misma salida del cine me fue aleccionando, poniéndose nervioso y diciendo que si su puta no lo corría como aquella francesa, prometía traerme todos los días a un homeless para que practicara hasta que alguno se corriera. Y, encima, después ya vería si me utilizaba la lengua él para correrse cuando le diera la gana, o la dedicaba sólo para los de la calle y él se limitaría a follarme por detrás mientras yo hacía la faena. Es un crío, el caso es que fue metérsela por el culo y correrse como un niño. La verdad es que yo soy bastante buena para todas estas cosas. Raúl está super orgulloso, dice que nunca hubo en este planeta una puta más puta que yo.
- Anda inténtalo, llévate a Raúl a mi casa, ya sabes, cuando veas que le empieza a dar el punto ese de la locura. Y no te preocupes de la hora, que de Felipe me encargo yo. Ese se corre tres veces en tu boca, te mama el coño y si quieres te chupa el culo, como yo me llamo Silvia. ¡Pues estaría bueno que no obedeciera el eunuco de los cojones! ¡Se la arrancaba a tiras, fíjate, y te la metía yo misma en la boca! De todas maneras, esta noche se va a enterar. Lo voy a tener hasta la hora de la oficina chupándome el culo. Por cierto ¿Tú sabes si a las mujeres nos da tanto placer como a los hombres? Digo lo de que te chupen el culo. Pero bueno, qué digo. Si tú eres sólo de las que dan. Aunque a mí no me engañas. Seguro a que a ti también te gustaría agarrarle la polla a un hombre con una mano y con la otra sujetarle bien los cojones y apretándoselos un poco, decirle: “Y ahora esta polla me va a follar la boca, como a mi me gusta, suavecito, moviéndose de un carrillo a otro, aumentando poco a poco la velocidad y estampándome la cabeza contra los huevos al correrte, para que me lo trague como una zorra.Y encima terminar en plan chulo, con dos ovarios ¡Y si no te mueves como te digo, te los arranco de cuajo! Pues eso se lo puedes hacer a Felipe cuando quieras. Si lo prefieres, le obligo a obedecerte en todo lo que pidas y te dejo sola, si es que te da vergüenza.
- No, si a mí no me dan vergüenza las tías. Si Raúl ya se ha cuidado de acostumbrarme. Tuvo una temporada en que se puso pesado y se pasaba el día repitiendo que si él entregaba a su puta a quien le diera la gana y cuando le apeteciese, que lo mínimo que podía tener su puta era una chacha. Y cuando me quería entregar a alguien, alquilaba una prostituta, ya sabes, de esas por horas, eso si, la verdad es que de muy alto estanding, y la ponía detrás de mí, para lamerme el culo o masajearme las tetas, mientras se la estaba mamando a alguien o me estaban follando por detrás. Fíjate, al principio, me ponía nerviosa, me estorbaba, me rompía el ritmo y yo tenía pánico a que el otro se quejara a Raúl de que no la estaba mamando bien. Imagínate lo que hubiera pensado Raúl, que la estaba mamando mal a posta. Después, la verdad es que me empezó hasta a gustar, sobre todo cuando los amigos de Raúl me daban por culo y me empezaban a chupar ellas los pezones. Estas no lo hacen por dinero, te advierto; yo les veo los ojos que me ponen cuando me agarran las tetas para llevárselas a la boca y como un tío. Pues había una rubia, que la trajo dos o tres veces, que me chupaba el coño, que me hubiera quedado toda la noche sujetándole la cabeza. Vamos que hasta me ponía contenta el día que veía entrar a Raúl con el amigo de turno y la rubia. Claro, no lo demostraba, para que Raúl no sospechase que me gustaba su amigo, porque eso sí que le saca de sus casillas. No hay cosa que peor lleve Raúl, que me vea sonreír cuando uno de sus amigos me está metiendo la polla por algún lado. Se pone frenético. Pero cuando me chupa el coño la rubia, chica, no sé como ocultarlo. Menos mal que cuando se van me enrollo a Raúl diciéndole: Tú crees que estas chicas gozan, o están tan bien entrenadas como yo para gozar sólo con su macho. Porque a mi me dan mucha pena, vamos, me da tanta pena que pobrecitas, me habrás visto que les sonrío cuando me lo están chupando. Claro, le masajeo la polla mientras se lo cuento, para que esté caliente y no se dé cuenta de que lo estoy liando. ¿A ti nunca te ha follado una mujer?
- Pues la verdad es que no. Además, me da un poco de grima pensar que le aprieto la cabeza entre mis mulos a una tía y le obligo a comérmelo.
- Pues te lo aconsejo. Sobre todo a ti, que te gustan las mamadas. Vas a sentir algo parecido a cuando tú te las metes con ganas en la boca. Yo hoy día no sé que decirte, creo que me quedo con que me lo chupe bien una tía, a que me folle la polla más grande del mundo. Y si es la rubia que te decía antes, más que si me folla el Papa en el altar de la Capilla Sixtina, y mira que tiene que dar morbo eso. Pero dime la verdad, ya sabes que las dos somos muy amigas y no debemos tener secretos ¿Tú le has llegado a tocar el coño a una tía? y no me refiero a esos tocamientos con escrúpulos, para sentir el bulto que le ha salido a fulanita. Me refiero a agarrar el coño como cuando le agarras el paquete a un tío con vaqueros apretados, con toda la palma de la mano y sintiendo cómo se abren los labios y se van hinchando. Y después empezar a masajear lentamente el clítoris y comenzar a sentirlo húmedo y a que los dedos comiencen a sentirse un poco pegados.
- Pues no.
- ¿No? Ven, dame la mano. Tu confías en mí ¿Verdad? Mira, empieza por tocarme suavemente los mulos con los dedos, como si te fueran arrastrando a la fuerza la mano.
- ¿Pero aquí? Chica, no sé, pero en este café hay mucha gente, no te vas a poder quitar las bragas.
- Ah! No te preocupes. Esa es otra cosa de Raúl. Dice que en este coño manda él y que yo llevo bragas o voy desnuda cuando él lo mande. Y yo ya no me las pongo, porque sé que a él le gusta más así. De esa manera dice que me puede follar cuando le plazca, que te advierto que al final nada, porque luego le da corte metérmela si hay gente cerca. Y mira que yo le insisto: ¿Quién te lo impide, Raúl? ¿Quién te lo impide?, cuando me dice que un día me va a bajar la cabeza para que le haga una mamada delante de la gente, y que sepan que su puta le obedece en la calle lo mismo que en casa. Que yo recuerde sólo me la metió una vez, y fue en una iglesia y por detrás, con más miedo que vergüenza. Y para eso, porque como yo sé que a él le gusta, lo metí donde más gente había, que por cierto casi me asfixia el de delante y como el que no quiere la cosa se la empecé a frotar hasta que ya el pobre no pudo más. Pues no salí yo contenta de aquella iglesia, sintiendo el semen corriéndome por las nalgas. Pero aunque no me la meta. Prefiero ir desnuda y así le puedo decir de vez en cuando algo que se que le gusta mucho: Cariño, hace mucho que no me tocas el coñito. Mira, está humedito, como a ti te gusta. Y me lo toca, amenazándome con bajarme la cabeza allí mismo, pero nada.
- ¡Qué suerte tienes! Le digo yo a Felipe que me obligue a ir sin bragas a la calle y seguro que me mira con unos ojos de tortolito asustao, diciéndo: Pero cari, si vas a coger frío. ¡Jilipollas! No sabrá ese subnormal que hasta hace cuatro días las mujeres hemos ido sin bragas toda la vida y aquí estamos. Es que de verdad, sólo de pensar en la cara del sin cojones ese, me pongo frenética .
- Pues a ti te encantaría Raúl. Porque no sólo me hace ir sin bragas, sino que cuando está él presente, tengo que tener las piernas ligeramente abiertas. Mira, así, como si estuvieran a la una y diez. Más de una vez, de esto que te descuidas y cruzas las piernas, y zas, me he llevado un coscorrón de párate y no te menees. Claro que te das cuenta enseguida y le dices, perdóname cariño, y él te vuelve a soltar la parrafada, de que tu eres su hembra y de que su hembra hace lo que a él le sale de los cojones. Pero a mí ahora me gusta, me siento más libre andando sin bragas. Y cuando por descuido me siento sin colocar bien la falda y noto el culo frío, inmediatamente pienso en a quién pertenezco y, sabes, me da placer. Tiene razón Raúl. A una mujer hay que obligarle a mamar la polla hasta que se acostumbre y después va como una seda. Yo lo veo por mí. Yo al principio era una tiquismiquis, de las de ¿Qué te chupe qué? ¿Qué me ponga cómo? Me tuvo quince días metiéndomela y sacándomela de la boca y corriéndose sin parar, al tiempo que me preguntaba a quién pertenecía yo, y ahora me siento más libre que antes. Ahora, por ejemplo, no me tengo que preocupar por el futuro. Sé que soy su puta, que le pertenezco y que él no me va a dejar nunca. Y no sólo porque soy una parte de él y él nunca se cambiaría de ciudad dejando un brazo en la otra, sino porque no se va a perder el placer de poderme entregar a quien quiera y cuando le de la gana, o obligarme a hacerle lo que él quiera para correrse. Yo incluso le he hablado de porqué no cobra cuando me entrega. Porque a mí me parece una estupidez que deje que follen a su hembra gratis. No nos vendría mal un poco más de dinero. Aunque sólo fuera para bragas. Chica, no sabes la cantidad de dinero que se me va comprando bragas de fantasía, lo último francés o italiano, y seda natural. Y todo, ya ves, para luego no llevarlas por la calle. Pero me ha acostumbrado a que cada vez que él entra en casa, se sienta en el sofá y yo me pongo delante de él, con las piernas como te dije, me quito las bragas y se las doy, diciéndole: cariño estoy abierta para ti, haz lo que te apetezca conmigo, y después me bajo, le hago una buena mamada y mientras él lee el periódico, yo me voy a la cocina a hacer mis cosas. Pero eso sí, cuando me viene la regla, tapada hasta el cuello. Le da pavor. A mi, pobrecito, me da pena, porque me obliga a seguir tapada hasta dos días después de que se me termina y aunque yo sé que a él le encanta follarme la boca, a veces noto que ya no tengo nada y que por cabezón se está perdiendo el metérmela en el coño o ofrecerme a algún amigo. Pero es así de cabezón y por mucho que se lo diga, él insiste en que si un día le salta una minúscula manchita de sangre en la polla, me rompe la cara.
- Oye ¿Y te ha llegado a pegar alguna vez?
- Nunca. Nunca, nunca. Me ha hecho de todo: dejarme en el descansillo desnuda y él mirando por la mirilla por si sale algún vecino, para poder decirle: fóllesela, si esta puta traga de todo. Y se pone en la mirilla a hacerse una paja, pero al final siempre abre la puerta y me mete para correrse en mi boca antes de que pase nada. Yo creo que si algún día sale un vecino me voy a morir de vergüenza. Que me folle o no eso me da lo mismo, pero imagíname a mí, completamente desnuda y con un par de condones en la mano, por si salen dos y a uno se la tengo que mamar mientras el otro me folla por detrás ¡Qué ridículo! Ya te dije como se pone si le hago una mamada a alguien sin condón, ni que me salte una gota. Y menos mal que me manda al baño rápidamente para limpiarme los dientes, porque si me besara después de chupársela a algún amigo, notaría el sabor salado en mis labios y me vería de cabeza en el suelo, lamiendo algún trozo donde estuviera seguro que había caído una gota cuando se hizo la última paja. Pero pegarme, nunca. ¡Si es un buenazo! Lo que te decía antes, es tan bueno que nos estamos perdiendo un dinero, que bien nos vendría después, en la vacaciones. Además, yo creo que no estoy tan mal. Si tuviera un poco de vista, me compraba un trapitos monos, me obligaba a ponerme en una esquina, llegaba a un acuerdo con el dueño de alguna pensión cercana y con la labia que tiene él, podría sacar un buen dinero con mi coño. Pero me da la sensación que él no quiere, porque creo que cuando pagan no les gusta que se la mamen con condón. Y eso él no lo iba a permitir nunca. Ves, eso me gusta de él. Es un hombre desprendido, es capaz de dejar que me folle un pelotón de ingenieros en fila de a uno y encima invitarlos a café, sintiéndose orgulloso cuando le cuentan cómo tenían la polla cuando se estaban tirando a su puta. Y viene, me pega una azotito en el culo y me dice simpático y altanero: estoy consiguiendo que seas la más puta de todas las putas de este planeta. Y yo tan oronda. Si es un cielo.
- Perdona. No he podido evitar vuestra conversación. Ya sabes, un café pequeño, y una, que sólo tiene para pensar al imbecil de su novio, que ha decidido que ahora es la hora del tenis y no de acompañar a la que se supone que quiere. Así que chica, no lo puedo evitar, me muero de curiosidad por haceros una pregunta: ¿Por qué Antonio no deja a Mari Pili? Así Mari Pili se puede enrollar con Felipe y Felipe te deja libre a ti para poder liarte con Raúl. ¿No te parece buena idea?
- ¡Si hombre! ¿Y yo?
- Mujer, Rita, a ti siempre te queda Antonio y Antonio es de fiar, ya me entiendes. Te lo dice una que ha bebido de su fuente.
- De eso nada monada, que yo estoy muy bien así. Si lo que quieres tú es dejar a Felipe, esas son cosas tuyas. Pero yo estoy muy bien como estoy. Pues estoy yo como para volver otra vez a estar pensando en si se ha tirao a la jilipollas de la oficina y si se irá con ella porque tiene más tetas o la chupa mejor. De eso nada. Yo ya tengo a quien seguir y no necesito una guía. Así que ya sabes donde te puedes meter ciertas cositas.
- Perdonad que insista, ya veo que sois muy amigas, pero, la verdad, se os nota mucho que sois ponedoras de apartamento ¿Nunca habéis pensado en lo que sería caer en las manos de un campesino? O mejor, en las de un leñador. ¿Os imaginais? uno de esos con brazos fuertes, piel recia, con el pecho siempre al ire, de los que se pasan mucho tiempo sin tocar a una mujer, y tan fogoso que cuando se empieza a poner cachondo, corta un tronco, esculpe una tía con el hacha y se la folla allí mismo, delante de todos.
- Uhmmmm. Con olor a leña
- Sí y con un frío que te cagas. Oye rica, que los leñadores de brazos fuertes están en el Canada. Y te informo que allí los únicos que van desnudos son los osos.
- Hija, Rita. Qué poca imaginación tienes. No me extraña que Raúl tenga que hacer virguerías para correrse.
- Qué graciosilla es ella. Pues que sepas que la mayoría de las escenitas se las he propuesto yo.
-¿La de las bragas también?
_ Sí. Y la del descansillo. Y la de ponerme chacha para ya sabes cuando. Es que Raúl es un soso. Al principio me follaba como si se estuviera follando a la Reina Isabel de Inglaterra. Con una veneración que a veces extendia los brazos y me preguntaba a mi misma si no sería yo la reencarnación de la niña Lucía. Así que me dije, Rita este jilipollas te puede arruinar la vida, así que tú veras. Y me puse como loca a ver películas porno y a pensar cómo podía hacer de aquello un hombre.
_ ¡Pobre Raúl! Y no se ha dado cuenta de...
_ ¡Qué coños de Pobre Raúl! ¡Pobre Felipe! Que le ha tocado a la señorita Rotenmayer. ¡Y ahora te vas a enterar, te voy a poner a lamerme el culo hasta la hora de la oficina! .¡Y, sin rechistar! Hija, hay que tener un poco más de estilo. Yo no me meto con que lo que te ponga a ti sea mandar, pero si lo que te gusta a ti es mandar, podrías llevarte a casa a alguien, yo qué sé, a alguna tía sugerente, y obligarle a quitarle las bragas, y a chuparle el coño, y a hacer con ella todo lo que te diera a ti la gana. Vamos, algo más que sacar la barita y dar un golpe encima de la mesa. No me extraña que te mueras por mamársela a Raúl.
_ ¿Y cómo es Felipe de verdad? Porque...
_ ¿Aún estás ahí? Mira, muy interesantes tus pendientes, sabes rica. Pero esta es una conversación de familia, así que ya te estás.....
_
Aurora Labonne
La naturaleza despierta, hagamos con ella lo mismo que ella hace con nosotros.
Me gusto mucho el estilo de teatro del relato. Me gustaria saber donde consigo verdaderos relatos de estupro.