~~Hola,
soy Nanyn y espero me recuerden. Bueno pues aquí envío
un nuevo relato, esperando sea del agrado de todos los aficionados
a este tipo de aventuras en ocasiones fantasiosas, y en otras ocasiones
verdaderas. Pues
resulta que, estando un día en casa, leyendo alguna historia
sobre un par de amigas que agradaban de compartir a sus mascotas,
por cierto muy buena historia. Provocó en mí la reacción
de esperarse en una mujer madura y solitaria, que no tiene a quien
recurrir en sus noches solitarias y sin hombre alguno a su lado para
calmar esos tormentosos momentos que llegan de manera imprevista. La
historia de esas dos chicas hizo que mi cosita se pusiera mojadita,
mojadita. Y lógicamente, pensé en mi novio Blacky como
el mejor postor para que me quitara aquella calentura incipiente. El
único problema que existía en ese momento era la lluvia
torrentosa que caía sin cesar. Para esto, debo aclarar que
en el reloj ya se marcaban las tres de la mañana, pero mi calor
se hacia cada vez más y más intenso. Así es que,
salí envuelta en mi bata de dormir a la terraza, a fumarme
un cigarrillo, y para ver en medio de la penumbra de la noche y el
agua, caer la lluvia sobre el pasto del jardín. De pronto,
escuche a Blacky ladrar en el cobertizo que él utiliza para
dormir y guarecerse como esa noche, de la lluvia. Recordando que realmente
a lo que había salido a la terraza era a buscarlo y ver si
estaba disponible, dicho esto porque regularmente le huye a la lluvia,
truenos y relámpagos que había en ese momento. Y
como era lógico, no acudió al verme en la terraza, solo
se limitó a saludarme desde el cobertizo con tres ladridos
que yo conozco perfectamente. Son ladridos de temor a las tormentas,
así es que sin importarme la lluvia que caía fuertemente,
y sin buscar nada para cubrirme, fui al cobertizo para brindarle mi
apoyo y reconfortarlo, y le empecé a decir palabritas cariñosas:
ya mi bbcito, ya mi niño hermoso, ya está aquí
tu mamy, no debes tener miedo mi amor, no pasa nada. Él, agradecido
como siempre, me lamía la cara dándome las gracias por
haber ido hasta donde él. Pero,
de su agradecimiento, pasó a su apasionamiento. Lamerme las
tetas, huyyyyyy, eso me pone loquita. Humnnn, pacito mío, que
rica tu lengua. Levanté los brazos para que llegara a mis axilas
sin depilar, porque no me gustan las axilas pelonas, eso, es otra
cosa que me pone a mil revoluciones por minuto de cachonda. Lameme,
báñame con tu lengua mi niño. Y empezó
a darme lengua por mis pechos, mis axilas y por debajo de las tetas.
Huyyyy,
Blacky, Blacky dale a tu mamyta lo que tanto está necesitando
Andale mi amor, dale lengua por todos lados. Y él, solícito,
accedió a darle a su perrita, lo que le estaba pidiendo, me
dejó de lamer las tetas y las axilas, para ir bajando hasta
llegar a mi pusyta hambrienta, y como iba en bata de dormir, no llevaba
puesto nada más sobre mi cuerpo, encontró sin ninguna
dificultad el manjar que tanto le gusta. Augchhhh, qué lengua,
qué lengua papyto mío, dame, mete tu lengua mi amor,
así, eso es, dale a tu perra calientita lo que le gusta. Yo
me revolcaba en el piso húmedo, y sin saber cómo, me
saqué la bata de dormir, para quedar completamente desnuda
y a disposición de mi bbcito hermoso. Pero
yo quería algo diferente aquella noche, algo distinto a lo
de siempre, así es que lo tome de la cintura y lo coloqué
sobre mi estomago, para que mientras me lamía mi pusyta, yo
le acariciara su funda, misma que estaba casi a reventar de lo llena
que la tenía de esa verga gruesa y hermosa que tiene. Y jalándole
la funda hacia atrás, salió lo que tanto esperaba. Un
trozo de verga roja y llena de venas con hermosas gotas de líquido
preseminal en la punta. De inmediato le pase la lengua por la puntita,
para deleitarme con sus juguitos, pero era tanta la brama que tenía
en ese momento, que me lo metí casi todo de golpe en la boca,
y empecé a succionar mi verga hermosa, porque es mía
y de nadie más. Blacky,
comenzó a dar sus primeros movimientos de cópula, y
me di cuenta que estaba a punto de venirse, cosa que yo aún
no quería, porque todavía no había tenido ni
un orgasmo, así que me saqué la verga de la boca y lo
quite a él de encima mío. Pero él ya estaba muy
caliente también, como para soltar a su presa, a su hembra
bramuda, así es que me empujo con su pecho musculoso que tiene,
como todo buen Rottwailer, y volví a caer de espaldas, sobre
el piso húmedo. Como pude me di vuelta y arrastrándome
alcancé la puerta, y salí al patio o jardín,
como quieran llamarle, la lluvia seguía cayendo en grandes
torrentes, así es que pensé, no me va a seguir, porque
yo lo quería llevar a la casa, pero no le importo la lluvia
ni recordó el miedo que le tiene a los relámpagos y
truenos, y me siguió, cayendo sobre mi espalda, obligándome
con su peso a quedar sobre el césped empapado en cuatro patitas;
ay papacyto, aquí no, espera a que entremos a la casa, y ahí
me haces tuya pero no, Blacky tenía urgencia de meter
su vergón en mi pusyta, y abrazándome por la cintura,
me dio la primer estocada, que me llegó hasta el fondo, haciéndome
ver las estrellitas que en ese momento, por la lluvia, no se veían
en el cielo. Huyyyyyyy, chiquito mío, ¿qué me
haces? ¿por qué aquíiiiii? Guauuuu, que hermoso
siento, empuja, empuja esa verga tan linda que tienes mi niño,
empújala toda dentro de tu perrita caliente, ahhhhh, siiiii,
siiiii, dámela, dámela Blackyto lindo. No me importaba
que estuviéramos en pleno jardín, al fin y al cabo,
la lluvia ahogaba mis palabras y mis gemidos de perra en brama, además,
¿quien iba a andar fuera de su casa en ese momento y hora?
Así abotóname, mete tu nudo mi amor, déjale la
cuca repleta a tu mamyta, mhnnnn, auhhgchhh, siii, así dame,
dame. Y
Blacky, cumplidor como siempre, me dio la culiada que estaba necesitando
esa noche, ensartándome tan sabroso, que quedamos pegados cerca
de 20 minutos bajo la lluvia en aquella madrugada inolvidable. Después
de haberme cojido tan rico mi babesito, me la sacó y como a
él le encanta que se la mame, se pasó al frente para
que yo le regalara su mamadita acostumbrada. Misma que no pude evitar,
solo que esa madrugada la mamada fue tan distinta, porque para ese
momento, los dos estábamos empapados, y la verga la tenia cubierta
de su lechita y agua de lluvia, pero no importaba tenia que darle
gusto a mi novio favorito.