Pague sin chistar el dinero que era necesario para satisfacerme, quería saciar mi deseo acumulado y el monto me pareció apropiado, dos hermosas doncellas me trasladaron al sitio indicado y me sentí alegre de saber que por fin, consumaría mis ganas de conocer nuevas experiencias y ser esclavo de sus deseos.
El lugar era muy acogedor y carnal, una cama grande con sabanas rojas, paredes adornadas con todo tipo de accesorios provocativos y sensuales, luz tenue y en el televisor una película para mayores, todo esto me éxito deprisa y comencé a atisbar mi noche adrenalinica, me preparé un trago y me senté en la cama, a la espera de mis acompañantes, estaba nervioso pero muy ansioso de verlas entrar, de pronto, la puerta se abre y las vi caminar hacia mí, mi sexo dio un brinco de goce y supe que estaba listo para comenzar mi noche.
Sus ropas eran instigadoras, sus pieles blancas y frescas, tal como yo lo había ordenado, su lencería era preciosa, de colores alegres y seductores, se sentaron a mi lado, me preguntaron mi nombre y comenzaron a poseerme, una de ellas me besó con fuerza, la otra, recorrió mi cuero con sus uñas grandes, como una gata en celo, se regalo de cada centímetro de mi cuerpo, acariciándolo y desnudándolo a la vez, ambas se tendieron en la cama y una de ellas, al oído, me preguntó si estaba dispuesto a todo, yo claramente le advertí que quería que ellas me condujeran, sin retorno, a un orgasmo monumental y que para eso, les entregaba mi vida si fuese necesario.
De la mesita de noche, trajeron algo para la entretención, me tomaron de pies y manos y me esposaron a la cama, yo estaba maravillado con la suavidad de sus actos y con la sensación de estar haciendo algo diferente, lentamente, ambas, se posaron sobre mí y sentí sus lenguas recorriéndome, decidieron vendarme los ojos, para sentirlas con mayor intensidad, tenía para mí, dos bellas damas seduciéndome y mi sexo daba brincos de alegría al ser visitado por la boca de una de ellas, su succión era ideal, no dejaba nada al olvido, mi poder, mis testículos y hasta mi ano fueron visitados por sus lenguas.
Cada centímetro de mí se deleitaba con sus apetencias, era algo demasiado dantesco y definitivamente, hasta ese momento, mi mejor experiencia, las jóvenes trajeron unos líquidos que no pude apreciar, pero sí sentir, me embadurnaron con sustancias olorosas y afrodisíacas, me sentía preso de sus deseos y quise mantenerme así toda la vida.
Deje salir todas mis fantasías guardadas con mesura por tantos años y recordé miles de formas para amar y varios juegos que me parecían deliciosos, ser victimizado era mi mayor fantasía y también, quise ser bañado por su orina, las chicas rieron con mi propuesta, pero no cesaron en su trabajo, tal como me había imaginado, mi excitación llego a su apogeo al sentir el calor de su liquido recorrer mi pecho, mi vientre y mi entrepierna, continuaba amarrado y creí que tanta satisfacción me volvería loco, me sentía hambriento y frenético, había querido ser victima del sexo tantas veces y mi sueño se estaba cumpliendo.
Una de ellas, trajo unas correas y comenzaron, sádicamente, a darme fuertes golpes, eso me agrado más aún, porque sus reprimendas eran excitantes y precisas, dadas con la lujuria, y el deseo necesario para que no me hicieran daño, sino todo lo contrario, eso, me provocaba pequeños choques eléctricos que comenzaban tímidos en mis pies y que explotaban magníficos en mi cabeza, mis gemidos eran insospechados, gritaba de gusto y liviandad, la habitación estaba invadida de mi olor mezclado con aquellas sustancias, mis damas no paraban ni un segundo de hacer su trabajo y no dejaban ninguna parte de mi cuerpo a la deriva.
Una de ellas quiso desatar mis ataduras, pero se lo impedí, quería que mi clímax se presentara así, atado y cautivo, esa era mi fantasía y no podía menos que cumplirla a cabalidad, entonces, me propuso un juego diferente al que accedí, todavía amarrado y vendado, me acomode para mi camino al nirvana, entonces, una de ellas comenzó el juego, nuevamente metiendo mi miembro en su boca, casi hasta llegar al fondo de su garganta, su maestría era inigualable y sus quejidos adornaron mi oído, la otra, comenzó tímidamente lamiendo desde mi cuello hasta mis glúteos, provocándome gran satisfacción, de pronto, sus dedos se clavaron en mi ano y me sentí maravillado, me estaba preparando para la llegada de su arminículo y eso, para mí, fue lo mejor de la noche, lo clavo en mis partes íntimas como una experta y con su lengua apoyo el evento, mi alma me declaró el momento de la culminación y me deje llevar por el orgasmo, no se cuanta cantidad de mis caldos derrame, pero se que fueron litros y litros, porque quede seco, desmadejado, casi sin respiración, pero feliz, y sobretodo, satisfecho por atreverme a realizar mi fantasía.
Me retire del lugar agradecido, mis damas de compañía me despidieron con un beso y me invitaron a jugar con ellas en otra oportunidad, eso sí, me aclararon, esa vez, seria gratis.