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Categoría: Maduras

EN EL PARQUE

Ese día andábamos de fiesta, era ya madruga, como siempre ahí me tenía como su perro fiel, esperando a ver que obtenía ahora, pero la situación era complicada, tenía ala ex esposos ahí y a la amiga Maricela, era difícil tratar de comenzar algo con ella y para colmo un pelón estaba en el grupo gracias a que Ivette le dio entrada y ahora no se iba.



Mala suerte, ese día se veía riquísima con su falda de mezclilla entallada, esas piernas que excitan y yo no podía tocarlas o al menos acercarme, que frustración, lo peor es que Maricela se cohibía y me daba el cortón, ni hablar ahora me quedaría con ganas de todo.



Se suponía que Ivette y yo iríamos al bar a tomar unas chelas y ver el partido de futbol, pero de repente llego Maricela y luego David el ex esposo de Ivette, con la presencia de esos dos ya era suficiente para sentirse hostigado, el ex esposo no dejaba de vernos y tratar de hacer su lucha y Maricela con la cantaleta de la amistad sincera ya me tenía arto y para colmo llego el pelón que ni recuerdo su nombre y llego tirándole la onda a mi perra, lo que más me molesto.



Decidí salir y fumar un cigarro, mientras adentro ellos bailaban y se divertían, ¡fue entonces que Ivette se acercó a mí!



I: ¿Que tienes?



T: Nada, ¡solo que no me agranda algunos de ahí adentro!



I: ya, ven, ¡vamos a bailar!



T: ¡Es que no tengo ganas!



I: ya, mira, ¡no adelantes lo que siempre pasa!



Sin decir más me llevo adentro y comenzamos a bailar muy juntitos, eso me excito, tenerla tan cerca me la había puesto bien firme, de pronto Maricela se besaba con el ex de Ivette y de ahí comenzó el desaire.



Para ya no hacerlo más largo, Ivette mando a la fregada a su ex y Maricela se hizo la ofendida y se fue quedándonos solo ella y yo.



Caminamos sin rumbo en la madrugada, aunque estábamos cerca de su casa nos dirigimos al parque donde luego hacíamos ejercicio juntos.



I: ¡Es que no puedo creer que me hicieran esto!



T: Tranquila, ¡estaban ebrios!



I: Sí, pero se supone que Maricela es mi amiga y que se bese con mi ex, aunque sea mi ex, es un poco traicionero.



T: Pues ni hablar, ya nos habían dicho de su calaña mejor relájate.



Nos sentamos en una banca y ella era un mar de lágrimas, yo la abrazaba y acariciaba la pierna.



Fue entonces que la comencé a besar, ella al principio me alejo, peor aproveche su estado para seguir besándola y acariciándola.



I: ¡Espérate!!!



T: ¿Por qué?



Mis manos acariciaban su cadera y se dirigían a sus ricas nalgas las cuales llevaba tiempo queriendo tocar.



I: te dijo que eres un aprovechado.



T: Tu me dijiste que no adelantara lo que siempre pasa y no lo adelante, espere el momento.



I: ¡Pero! ¿Aquí?



T: ¡Contigo donde sea nena!



Le levanté su blusa y comencé a chuparle sus ricas tetas, Ivette se retorcía y poco a poco olvidaba el mal rato.



La acosté en la banca y le lamia sus tetas sin detenerme, metí mis manos por debajo de su calza y comencé a acariciarle su cuca, su respiración me excitaba más.



Ivette me miro y como loca se me lanzo, nos acercamos hacia una jardinera donde estaba oscuro, me senté en una banca de las que ahí estaba, ¡ella lentamente bajo y fue directo a mi verga!



Me lo iba a mamar en plena calle, saco mi verga dura de mi pantalón, comenzó inmediatamente a devorarla, la metía a su boca como paleta, cual, si fuera una banana me recorría el tronco, yo le acariciaba su cabeza y volteaba para todos lados.



I: ¡Deliciosa!!!



T: Eres una crazy, mira que hacérmelo aquí, ¡uf!



I: ¿Te gusta?



T: ¡Demasiado!!!!!



Me la mamo unos minutos más para después hacer a un lado su tanga, ¡subió doblando sus rodillas sobre la banca y se comenzó a ensartarse solita



Que rico era tenerla así, era de madrugada y estábamos cerca de su casa y ahí estaba ella, encima de mí ¡le mordía el pezón mientras ella con suaves movimientos cabalgaba mi verga durísima!



T: ¡Eres increíble, que teta más rica!



I: ¡Ah, mi amor, que dura!



T: ¡Nos pueden ver!



I: ¡No me importa, solo te quiero dentro de mí!!



¡Nos besábamos entrelazando nuestras lenguas, ya tenía sus dos tetas afuera mordiéndolas fuerte, ella se movía más duro y rápido, le acariciaba las piernas, gemíamos sin importar que alguien nos pudiera ver!



Nos pusimos de pie, ella se puso de lado de la banca apoyándose en ella, empinándose un poco dejándome su rico trasero parado para mí, la tome con las dos manos de la cintura y la embestí fuerte, de un solo golpe la penetre, me movía fuerte y rápido, la acariciaba su clítoris mientras el sonido de sus nalgas chocando con mi pelvis era excitante y fuerte.



I: ¡Ah, así Tyson, así!



T: Olvídate de todos, uhm, aquí me tienes.



I: ¡Si, uhm, lo sé!



T: ¡Oh! Que rico es metértela por dios.



Aproveche su sensibilidad y ahora andábamos cogiendo en la calle, ella que presumía de hoteles caros y departamentos de lujo ahora estaba en una banca a plena calle recibiendo mi dura verga.



Ivette hacia un movimiento espectacular de nalgas, parecía que hacia el famoso “twerk”, eso me daba un tremendo placer, a lo lejos se veía gente, pero el área donde estábamos estaba tan oscura que nadie notaba como penetraba fuerte a mi amiga.



I: ¡Uhm!! ¡Ah, ah!!



T: ¡Ya quería metértela uhm!!



Sus fluidos empezaron a escurrir, ella estaba tan cachonda que todo lo que le hacia lo disfrutaba como nunca.



I: ¡Agh, así papi, así!



T: Que nalgas, eres un mujeron, buenísima, ¡riquísima!



I: ¡Cógeme, cógeme bebe!



T: ¡Toma, toma mi verga nena!!



Me senté en la banca y ella dándome la espalda empezó a darse sentones, los daba de forma magnifica, uno tras otro, a veces me dolía un poco por la forma violenta que se dejaba caer, también me cabalgaba fuerte para sentir mi verga hasta el fondo, ¡mientras tanto mis manos jugaban sus pezones y su clítoris!



La tomaba de su cintura y la guiaba con mis manos, apretaba sus muslos, le besaba la espalda, le mordía ese tatuaje que tanto me gusta, se escuchaba la sirena de una patrulla, pero el éxtasis nos tenía dominados.



T: ¡Que rico, que rico nena!



I: ¡Que verga, me encanta tu verga!!



T: ¡Cuando gustes es tuya amor!



I: ¡Si, dame la verga, es mía, dámela!



Ambos nos movíamos como locos, ya no mirábamos a los lados para ver si no venía nadie, solo disfrutábamos del rico momento, del sexo que ella tanto le gusta.



Aunque un hotel hubiese sido mejor, ¡el sexo en esa banca estaba siendo de maravilla! Ahí estábamos jadeando como locos, sudábamos frio la piel erizada por el frio, pero nuestro calor nos tenía gozando.



I: ¡Mi amor, me vas hacer venir, voy a estallar!



T: Hazlo nena, explota, acaba, ¡mójame todo!



I: ¡Quiero tu leche! ¡Dame tu semen!!



T: ¡Ya va salir nena, aj, ah!!



¡La llene de mi semen caliente, ella también se vino y me mojo toda la pelvis, nuestros fluidos se mezclan haciendo el orgasmo más placentero!



I: ¡Agh, que rico, que rico agh!



T: ¡Nena, que rico placer!!



I: ¡Uhm!! ¡Que orgasmo!!!



T: Esta buenísima nena, ¡uhm!!



Una vez terminado el acto y recuperadas nuestras fuerzas, nos acomodamos la ropa, tuvimos la suerte que nadie nos veía.



I: Piche Tyson, ¡siempre me terminas convenciendo!



T: ¡Pero te ayude a relajarte no!



Ya casi al amanecer la acompañe a su casa, nos despedimos de abrazo y beso sabiendo que nuestras aventuras sexuales aun no terminaban.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
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