Nos habíamos conocido en un foro de medicina en la red; ella había propuesto una iniciativa, sobre la investigación de células madre en humanos; yo había apoyado esa propuesta, enviándole un mensaje a su correo. Pasados unos dias, recibí su contestación de agradecimiento por mi apoyo, en el cual me invitaba a compartir entre ambos, un diálogo para intercambiar experiencias sobre el tema, o sobre cualquier otro; yo encantado con la propuesta, inmediatamente se lo hice saber, y a partir de ese día empezamos con la comunicación vía mails.
Durante algunas semanas, nuestro diálogo por la red, versó sobre los temas medicos propuestos; ella era médico, especialista en ginecología; y yo ejercía la medicina de familia. Poco a poco los temas fueron tomando otro cariz; de pronto aparecimos contándonos las anécdotas del trabajo, y terminanos conversando de nuestra vida familiar. Ella estaba casada con otro médico,y yo con una dentista; según las charlas que teníamos, los dos estábamos mal con nuestras parejas, y nuestros matrimonios se dirigían a una ruptura casi inevitable; ella tenía una hija de dieciocho años, y yo otra de veinticuatro.
A los tres meses, o algo más, de pronto empezamos a decirnos cosas más íntimas; primero fué su regla, luego mis erecciones, llegando a la masturbación mientras leíamos nuestros mensajes;
yo esperaba que mi mujer se fuese a dormir para leer sus correos, masturbarme con sus palabras, y sus confidencias sexuales; ella hacía lo propio pero por la mañana, cuando su marido salía al trabajo; ella tenía turno de tarde
Nuestros constantes calentamientos, excitaciones y masturbaciones, se hacían cada vez más frecuentes; no había día en que no me estaba tocando el pene, ni ella su vagina; las notas éran cada vez más subidas de tono, y empezamos a narrar fantasías sexuales entre nosotros mismos, encuentros imaginarios; acordábamos una hora exacta para corrernos simultáneamente, y otra para desnudarnos a la vez, cada vez que leíamos los emails; una fantasía erótica en toda regla.
De pronto, me convocaron a un congreso en una ciudad, que casualmente estaba casi, a mitad de camino entre la que vivía yo y la de ella; inmediatamente la convencí para que se inscribiera, y de esa manera pudiésemos al fin conocernos; la idea le pareció genial, y preparamos el viaje.
El hotel fué reservado por mí, a nombre de los dos; quedamos que el primero que llegue, esperaba al otro dentro de la habitación; y que ambos, aunque no nos conocíamos físicamente, ni siquiera por fotografía, estábamos seguros, que sentiríamos lo mismo que hasta ahora, al vernos; todo quedó listo para ese día.
Fuí yo quién llegó primero, me registré, y luego me instalé en la habitación; al ser una cadena de prestigio, tenía todos los lujos y servicios correspondientes a un cinco estrellas; eran las seis de la tarde cuando llegué; el congreso se inauguraba con una ceremonia y posterior cóctel, hacia las nueve de la noche, así que nos daba tiempo de hacer el amor, ésta vez ya en forma real, arreglarnos, y salir para el evento.
Las horas fueron pasando, y ella no aparecía; no teníamos números de móviles, ni nada; toda nuestra relación había sido por la red, habíamos confiado tanto en uno con el otro, que nunca fué necesario darnos teléfonos ni direcciones; a eso de las ocho,me dirigí a recepción para informarme mejor; no había señales de ella, ni mensajes ni nada, a las nueve menos cuarto salí solo hacia el congreso.
El evento científico, estuvo muy bueno; aún con el mal sabor de boca que tenía acumulado durante los tres dias que duró,al menos pude sacarle provecho profesional; aunque la finalidad desde el principio había sido puramente sexual.
Volví a casa, sin saber lo que había ocurrido; ella seguía sin dar señales; hasta que pasados seis o siete dias creo, recibí un email, de parte de una persona que no conocía de nada, en la que me comunicaba que era la esposa de un médico; y que había descubierto que su hija de nueve años, había logrado entrar en su ordenador y mantenido largas comunicaciones con la dirección de email mío, durante varios meses, mientras estuvo al cuidado de su abuela, y sus padres estaban en el extranjero; y me instaba a dar por silenciado y olvidado el asunto, ya que su hija era menor de edad, y que ellos de alguna manera habían descuidado su vigilancia; al final me pedía disculpas, a la vez que aceptaba las mías si yo también se la pidiese; comprometiendome a no contestar a éste email,ni dirigirme más a su dirección de mail,dejando zanjado el tema.
Al terminar de leer, no supe donde meter mi cara de verguenza ante mí mismo; acudí a mi mujer para arreglar nuestro descuidado matrimonio, y tratar de llevar una relación normal y sobre todo real.
Espero que mejoren las cosas en tu matrimonio, y que tú busques tener todo y de todo sólo con tu esposa,