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El regreso de mi esposa
Tal como estaba previsto, a los quince días regresó a casa Carmen, mi mujer. Como correspondía a un marido cariñoso pasé a recogerla al aeropuerto. Llegó muy contenta. Ya en el auto…
… Mi amor te extrañé tanto… mientras con una mano me acariciaba mi verga.
… Y yo a ti cariño. Como te fue?
… Muy bien, el curso es muy bueno y creo que me vendrá de maravillas. Pero extrañé mucho tu presencia. Pasé todas las noches pensando en ti. Me da vergüenza decirlo, me pensando en esta cosa maravillosa que tienes… dijo, tocando mi picha… una noche no pude más y tuve que masturbarme.
… En serio? Con qué lo hiciste si el consolador lo dejaste olvidado.
… Con mis manos, mejor dicho con mis dedos. Lo del consolador fue un olvido que no me sucederá más. Es igual a esta preciosura que tengo en mi mano.
… No sé si te voy a dejar ir otra vez, me siento muy solo cuando no estás.
… Espero que mi madre te haya atendido bien.
… Desde ya. Me cuidó muy bien.
Llegamos a casa y luego de los saludos. Me marché a mi trabajo dejando a madre e hija en plena charla. Me fui pensando que había hecho bien en llamarme a sosiego con mi suegra en las dos noches previas porque sabía que esa noche Carmencita me iba buscar para saciar sus ganas.
Por la noche, luego de la cena que preparó mi suegra, nos quedamos un buen rato de sobremesa para conversar. Mi mujer llevó la voz cantante dando algunos detalles de su viaje y su curso, que mi suegra y yo escuchamos atentamente. De pronto pregunto
… Y ustedes cómo la pasaron en mi ausencia? Me extrañaron mucho?
… Por supuesto… dijo mi suegra Marta.
… Y como se las arreglaron?
… Muy bien, dije yo…mientras mi suegra me miraba con una sonrisa cómplice… Tu madre se portó muy bien, me hizo las comidas que a mí me gustan y mantuvo la casa en orden.
… Bueno, digamos que te mimó un poco, no? Preguntó Carmen
… Sí se portó muy bien, bastante…dije yo.
Cuando pasamos al dormitorio, ya higienizado, me acosté esperando a Carmen. Tardó en aparecer. Cuando lo hizo casi me desmayo al verla. Traía puesto un conjunto compuesto de un baby doll de tul y puntilla transparente que dejaba ver un corpiño y un micro tanga cola less, todos de color negro, mi color favorito, que resaltaban las tetas y el culo en versión infartante.
Verla así disparó todos los demonios de mi cuerpo que a partir de ese momento solo pensaba en las locuras sexuales que íbamos a hacer.
… Te gusto?...me dijo aun a sabiendas cual era la respuesta
… Una maravilla mi amor, estás más hermosa que nunca…dije, sin mentir en absoluto.
… Me compré estas prendas pensando que gustarían para esta ocasión. Espero que no me defraudes papito.
Viendo mi estado de alucinación, Carmen comenzó a pasearse por el dormitorio luciendo su espectacular cuerpo vestido para el amor. Yo la seguía con la mirada mientras su cuerpo se contorsionaba haciendo un strip tease de infarto. Las prendas que se quitaba me las arrojaba provocándome.
… Ven mamita, ven aquí que si pasa un segundo más sin tenerte a mi lado me muero… dije tomándola de un brazo trayéndola hacia mí en la cama.
La abracé fuerte y busqué sus labios para fundirnos en un beso largo y profundo que duró un largo rato. Me aparté un poco de ella para contemplarla. Tendida en el lecho parecía una versión actual de la Maja Desnuda. Su melena lacia y rubia enmarcaba un rostro muy bello en donde sus ojos azules brillaban expectantes. Y qué decir de su cuerpo, no encuentro ahora las palabras para describirlo cabalmente. Unas tetas del tamaño que a mí me gustan, ni tan grandes ni tampoco pequeñas, turgentes coronadas por pezones duros, piernas largas que en su vértice mostraba una vagina pulcramente depilada. Le pedí que girara y me mostrara su cola. Realmente era una pintura ese culo, redondo como un durazno con cachetes que provocaban morderlos de tan bellos.
Mientras me calentaba viendo ese cuerpo que sabía mío, me preguntaba si no había sido un canalla metiéndole los cuernos con su madre y la amiga de ésta. Miraba ese cuerpo casi perfecto y no podía dejar de comparar con mis maduras conquistas. Éstas habían sido un buen tentempié pero el plato fuerte era el que me iba a comer en ese momento.
No aguanté más y me lance a gozar. Por un momento dudé, no sabía cómo empezar, pero sus tetas me apuntaban como pidiendo mi atención. Y allí fui. Las tomé en mis manos mirándolas como si fuera la primera vez que las tenía mi disposición, para luego llevármelas una y otra vez a mi boca para besarlas y chuparlas. Los pezones parecían dos pitones por lo duros que estaban y también recibieron mis caricias bucales. Estaba como enloquecido gozando de ese par de tetas, mientras Carmencita me tomaba la cabeza jugando mis cabellos.
… Huy, mmmm, que le pasa a mi maridito que está tan efusivo con mis chichis.
… No sé qué me pasa pero las veo más bellas que nunca, con esos pezones que me invitan a morderlos. Puedo?
… Si mi amor, pero no muy fuerte por favor.
Y seguí mamando un largo rato, hasta que sentí que Carmen se apoderaba de mi verga y me decía
… Cuanto extrañé mi juguete preferido que siempre me llena de goce total y me inunda con su lechita. Quiero tenerlo y acariciarlo, me dejas?
… Ya sabes que puedes hacer lo que quieras con él, aunque porque no nos acomodamos y cada uno juega con el sexo del otro?
… Me estás proponiendo un 69?
… Si mi amor. Yo también quiero disfrutar de tu conchita, que me parece que también merece su parte.
Ese 69, fue memorable. Aún hoy cuando lo recuerdo me pongo al palo. Ella se montó arriba mío como lo hacíamos siempre, poniendo a mi disposición sus dos agujeros, mientras se adueñaba de mi falo con las dos manos para hacerme una suave paja, mientras se llevaba el glande a la boca para chuparlo. Su experta lengua empezó a lamer todo el recorrido de mi pene y mí también mis testículos. Iba y venía en un movimiento constante que poco a poco me iba llevando a la gloria. Cubrió mi falo con innumerables besos y lamidas, y también algún mordisquito, mientras sus manos seguían en un sube y baja constante.
A pesar del enorme placer que estaba recibiendo, yo no me quedé quieto. Debía y quería responder a sus caricias aunque primero me detuve a admirar lo que tenía a mi vista. Sus nalgas suaves como piel de bebé se curvaban hacia abajo y separadas por mis manos, me ofrecieron el paisaje de sus dos agujeros. Su esfínter de color marrón claro lucía fruncido y apretado, más abajo su vulva impecable me mostraba sus labios externos apretados como invitándome a abrirlos. Lamenté no tener mi celular a mano para tomar fotos de ese espectáculo singular.
Mientras Carmencita seguía con todo empeño jugando con mi virilidad, sabiendo de sus gustos comencé por comerle el apretado ojete, lo besé y lamí en repetidas ocasiones. Con mi traviesa lengua penetré levemente su agujero mientras escuchaba que con sus gemidos mi esposa me indicaba de su beneplácito por mis caricias.
Después de haber disfrutado de su apretado ano, pasé a regodearme con su vagina. Mientras mis manos seguían separando sus nalgas, mi boca buscó meterse en el delicioso agujero. Creo haber confesado mi fama de comecoños por el gran placer que logro cuando disfruto de uno. Mi lengua en permanente movimiento, empezó a recorrer el interior de esa sabrosa vagina buscando los sitios más ocultos. Después de unos minutos me ocupé de sus clítoris. Lo noté más hinchado que en otras oportunidades y comencé a lamerlo y chuparlo hasta que sentí que Carmen se derramaba en un orgasmo que me bañó boca y cara.
… Quiero que me la metas por favor. Fueron muchos días de abstinencia y no aguanto más…me dijo en tono suplicante
… Y yo muero por entrar en esa cueva mimosa
… Te gustaría hacerlo en plan perritos?…Así puedes meterla toda qué es lo que quiero.
… De acuerdo, vamos?
Se colocó en posición y yo blandiendo mi verga que estaba completamente dura de la excitación que tenía, empecé una penetración lenta. Quería gozar de cada milímetro de su vagina. Lentamente comencé el movimiento de meter y sacar, los gemidos de Carmen me acompañaban y dándome más impulso. Con una mano alcance su raja y le acaricié el clítoris para darle más placer. Así estuvimos unos minutos más porque la tensión acumulada era muy grande y no la podíamos aguantar más. Fue una descarga brutal que lance dentro de esa vagina que fue respondida segundos después por un orgasmo total de mi mujer. Sus gritos apenas apagados por la almohada se unieron a mis gemidos. Seguramente mi suegra los oiría.
El polvo consumado había sido muy brutal y ambos nos derrumbamos juntos en la cama tomados de la mano. Cuando pudimos recuperar el aliento me dijo.
… Me hiciste gozar como cuando éramos novios, estuviste bárbaro. Ahora me quedo tranquila porque en un momento de mi viaje pensé que por ahí te buscabas un reemplazo.
… Que dices? Dónde voy a encontrar una mujer como vos. Sos única…mintiendo piadosamente.
… No sé, por un momento pensé que tal vez no podrías aguantar tantos días.
… Me parece que haber resistido la tentación se recompensa con este momento que estamos viviendo, no te parece?
… Totalmente… ahora descansemos un ratito y seguimos, no?
… Por mí toda la noche… dije
Nos quedamos callados por rato. Carmen no aguanto tanto tiempo quieta y comenzó a acariciar mi pecho jugando con mis tetillas. De a poco fue bajando su mano hasta apoderarse de mi falo, que al recibir sus caricias comenzó a recuperar energía. Se acercó a él y llevándolo a su boca comenzó a dar lamidas y chupadas que rápidamente le dieron nueva vida al instrumento.
… Me gusta tanto y por eso lo extrañé mucho…dijo
… Y él a ti.
… Ves cómo le gustan mis caricias, ya está tieso otra vez.
… Parece que quiere volver a sentir la grata sensación de estar dentro de tuyo.
... Yo lo recibo con mucho gusto, me gustaría que me lo hagas por la entrada de atrás. Quieres?
… Me encanta. Si será así tienes que ponerte en posición.
No me dejó terminar de hablar, y sabiendo la pose que a ambos nos gusta, se puso de espalda, se tomó sus piernas por debajo de las rodillas levantándolas. De esa forma su vagina y esfínter quedaron en posición, solo que ahora le tocaba el turno al chiquito.
Unté mi verga en los jugos de su vulva y la apoyé en el agujero. Hice presión para tantear la resistencia, aunque sabía que el ano de Carmencita, ya acostumbrado a las dimensiones de mi falo, cedería rápidamente. Así fue. Lenta e inexorablemente fue ganando espacio dentro de su recto. Yo sentía como siempre la presión que mi esposa hacía con sus músculos para que ambos tuviéramos mayor deleite. Por fin llegué a fondo de mis posibilidades. La tomé de sus caderas y me dispuse al embate. Carmen me miraba y con sus ojos me decía que estaba en pleno goce.
… Te gusta mi amor? Estás gozando?...dije
… Estoy en el cielo. Me gusta tanto cuando me la pones por acá que no quiero que acabes pronto papito.
… Te lo digo siempre pero lo repito, tu cola es sensacional. Me quedaría aquí toda la noche.
… Sigue, sigue, sigue así, no pares por favor.
… Lo que pasa es que de a poco siento que me va a venir mamita.
… Un poquito más, dale.
Aguanté unos minutos y luego me derramé entregando el resto que tenía de mi semen. Lo hice dando gemidos contenidos para no levantar la voz. Es que realmente estaba gozando como si hubiera sido la primera vez que me comía ese culo.
Mientras yo daba ese espectáculo, Carmen comenzó a tener su descarga. Lo hizo cerrando los ojos y tensando su cuerpo dando quejidos y fuertes suspiros. Soltó sus brazos y me llevó hacia ella en un fuerte abrazo que acompañó un beso largo y profundo con el que me quiso demostrar su satisfacción.
… Después de esto, valió la pena estar unos días separados, no te parece?
… Estoy de acuerdo, me entregaste un polvo tremendo, gracias mi amor.
… Sabes una cosa? Cada día me gusta más como me haces el amor. Es insuperable.
… Lo que pasa es que te quiero mucho y tu hermoso cuerpo cada vez me inspira más.
Miré el reloj que estaba en la mesa de noche e hice el cálculo que llevábamos más de tres horas de amor. Ya había pasado largamente la medianoche y los cuerpos comenzaron a relajarse después de tanto trajín. Me puse a su lado, la volví a besar y creo que nos quedamos dormidos al mismo momento.
A la mañana siguiente reanudamos las caricias, pero eso será parte de un nuevo relato.
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