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Era un viernes normal en el trabajo y me encontraba un poco aburrida en mi hora libre del trabajo. Hablando con un amigo me pidió que le mandara unas fotos. Una cosa llevó a otra y terminé introduciéndome un frasco para satisfacerme un rato. Cuando estaba jugando con él dentro de mí, llegó mi siguiente paciente al que me tocaba dar terapia. Mi amigo me pidió que dejara adentro el frasco que había introducido y ahí empezó la aventura.
Al principio era muy raro moverme, sentarme ni se diga y ni de chiste intenté agacharme. Abrir mucho las piernas me resultaba incómodo, pero debía actuar normal al moverme porque si no el paciente sospecharía que algo estaba sucediendo. Haciendo mi mejor actuación, empecé a moverme lo más normal que podía y fue ahí cuando lo empecé a disfrutar. Sentía como poco a poco estaba más mojadita, como me temblaban las piernas y como la temperatura en mi cara empezaba a subir. Empecé a jugar un poco y a apretar todo para apretar el frasco dentro de mí, esto hacía que se metiera un poco y al momento de aflojar bajaba. Haciéndolo me excitaba más, pero tenía que actuar lo más normal posible.
Me apuré a dar la terapia para que se fuera el paciente y me quedara sola en mi trabajo. Cuando se fue, me acosté en la camilla y empecé a jugar con el frasco. Meterlo y sacarlo, primero lento... Meterlo y sacarlo, subiendo un poco más el ritmo. La temperatura de mi cara subía más y mis piernas perdían más fuerza. No quería sacarlo, se sentía muy bien, pero en poco tiempo llegarían por mí para ir al teatro y la diversión acabaría. A mi amigo se le ocurrió que lo dejara ahí, y me lo llevará dentro a mi salida de viernes en la noche. Sonaba muy loco, apenas y podía sentarme... No podía imaginarme el subirme a un coche, permanecer ahí sentada y después estar 3 horas sentada durante la función de teatro con eso adentro. Pero el simple hecho de pensarlo me prendió más y accedí.
Al subir al coche sentí como entró más y como mi deseo crecía. Bajé un poco la ventana para que no notarán mi excitación, pues ya tenía las mejillas rojas y sentía como me sudaban las manos y senos. El trayecto no fue muy largo, pero ayudó a que me acostumbrará a tenerlo adentro en esa posición. Al caminar sentía como frotaba contra una pared y la otra, haciendo que estuviera todavía más mojadita y lanzando un hormigueo que recorría desde mi entre pierna hasta el dedo chiquito de mi pie. Cada vez que me sentaba sentía como entraba más, provocando un poco de dolor. He de imaginar que no era muy buena disimulando y por eso algunas personas me observaban raro cada vez que me sentaba, pero era imposible que supieran lo zorrita que era y lo que tenía dentro de mí.
El verdadero reto fue aguantar la obra con el frasco adentro. Casi al terminar el primer acto ya dolía y creía que no aguantaría ni un segundo más. En el intermedio me dirigí al baño para sacarlo. Había fracasado, no había aguantado tenerlo dentro a pesar de lo rico que se sentía. Al llegar al baño y sacarlo extrañé tenerlo dentro. No podía rendirme así, tenía que aguantar otras dos horas y seguir disfrutando este experimento. Y no me arrepentí, disfruté cada minuto que estuvo dentro.
Al terminar la obra me agaché, paré bien las nalguitas y me incliné para recoger mi botella de agua, lo que sentía mejoraba cada vez más. Llevaba con él dentro unas 5 horas, y el dolor lo hacía más placentero.
Tomé uber para regresar a mi casa, lo que me permitió desabrochar mis jeans y tocarme un rato mientras el chofer platicaba asuntos banales. Disfrute cada tope y bache, y empecé a jugar con movimientos circulares y adelante/atrás de mi caderita, lo que hacía que el frasco entrará y saliera provocando que me mojara aún más. Cada que pensaba que no podía estar más mojadita, descubría algo nuevo, una sensación nueva y sobrepasaba el nivel pasado. Después de 6 horas de disfrutarlo dentro tuve que sacarlo, no sin antes jugar un rato con él, meterlo y sacarlo primero lento, meterlo y sacarlo... Un poco más rápido, meterlo y sacarlo... Hasta que mis piernas explotaron y todo el deseo dentro se consumió.
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