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Las universitarias sumisas (Cap. 9)

Viendo como las nuevas perritas habían regresado sumamente contentas por regresar forradas de dinero, decidieron ser más complacientes la noche siguiente, tal vez estaban deslumbradas por tanto dinero o su ingenuidad era muy grande, producto de su inexperiencia por ser apenas unas adolescentes.



Tal vez en sus diminutas cabezas esto como un simple juego o posiblemente como una manera sencilla de tener sexo, en donde además les estaban pagando por hacerlo y eso les atraía mucho. Para ellas ese era su momento de más gloria, lo que más les gustaba era poder exhibir sus esculturales cuerpos y que los clientes gozaran tan solo de verlas sin ropa. Sin importar que pasara mientras a ellas les entraran las toneladas de billetes.



Esa misma tarde las nueva perritas adolescentes estuvieron sumamente complacientes a los pies de su Alteza o sea yo, me preguntaron si podían hacer algo como retribución a su Ama, solo por el hecho de haberles dado la oportunidad de iniciarlas en ese mundo y que tanto les había gustado. Como dije antes tal vez no lograban entender del todo que tipo de trabajo es el que estaban desempeñando, sin embargo a mi esa disposición de su parte me venía como anillo al dedo, ya que así cada noche se incrementaban más las ganancias.



El ver en estas nuevas perritas tanta entrega a mis pies me hizo tomar la decisión de mantener a sus familiares recluidas en las que ahora eran mis casas y tenerlas con dos funciones, perras domesticas para mantener las casas como si fueran espejos, y a la vez usarlas como meseras en caso de rentar las casas como salones de fiesta; y sabiendo lo rebeldes que eran, iba a ser mucho mejor para el harem mantenerlas lejos sin que con su actitud negativa contaminaran a la perrada.



Esa noche al retirarse a trabajar en su segunda noche como putillas, las gordas se presentaron ante mí y postrándose a mis pies me felicitaron por haber conseguido putitas de tan alta calidad, es más las mismas gordas empezaban a sentirse algo mediocres con todo y que eran un grupo de alfombras a mis pies.



De igual manera ya las panzonas después de tener ya un mes a mis pies, su actitud era ya totalmente distinta a las rebeldes del comienzo, ya consideraban su día a día como algo normal, y de su vida anterior ya muy pocos recuerdos, estos a su vez eran como instantes que no comprendían por qué a veces les venía a su memoria, les provocaba tener extrañas y confusas sensaciones, ya que ahora en sus pobres, débiles y dominados cerebros ellas habían nacido esclavas y recogidas por un bazar de esclavos, mismo del que yo las había comprado, llegó el momento que tanto escuchar que les decían panzonas, habían olvidado sus nombres verdaderos.



El convencimiento de las panzonas era tal, que ya ni se percataban que lo que comían eran simples cacas y orines, por lo que su desempeños como baños públicos era cada vez mejor y las ganancias no tenían fin. Su capacidad estomacal ya soportaba entre caca y orina, el poder recibir a unas 15 personas por hora lo que me generaba una buena ganancia por cada panzona al día, y si consideramos que se desempeñan 16 horas al día, pues la cantidad de dinero es brutal por día.



En cuanto a las esclavas domesticas puestas a la renta, era tal su buen desempeño, que su popularidad creció y tuve que hacerle turnos de solo 4 horas por casa teniendo así que atender 4 casas por día.



Lo que había empezado como un simple experimento, terminó siendo todo un imperio de esclavas a mis pies que me producían millones al día cada una, sin contar a las nuevas perritas adolescentes, ellas eran las que más generaban ganancias por su joven y delicada belleza corporal.



Ya era tal la entrega de mis esclavas rendidas a mis pies, que cuando su rendimiento empezó a decaer al igual que su juventud, ellas por su propia iniciativa fueron a buscar a sus remplazos y entrenarlas, de tal manera que cuando ellas ya no fueran útiles o llegaran a fallecer, su herencia perduraría y el servicio a mis pies nunca terminaría.



En cuanto mis esclavas que mantuve alejadas para no causar intrigas, decidí poner a la renta las casas y el costo de la misma incluía el servicio de 24 /7 de la esclava, lo cual incrementó mucho el costo de la renta.



Esas esclavas terminaron muriendo y las que en su tiempo de gloria fueron mis mejores putitas que llegaban forradas de dinero, pasaron a ser las esclavas que incluía la renta de esas casas, pero esto fue hasta el instante en que su belleza natural con el paso del tiempo se perdió, por lo que fue necesario buscar sus remplazos de buenas colas y buen desempeño. De esa manera el negocio siempre estuvo produciendo mucho dinero.



Las esclavas fueron muriendo una a una, pero sus remplazos iban llegando cada vez que una terminaba su ciclo de vida, inclusive yo llegue a mi fin, pero mi legado jamás se perdió y que hasta el día de hoy es un negocio redondo muy lucrativo.



FIN…


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