salía de la casa de ella. sexo loco, mucho, quizá excesivo, no sé, pero allí estaba, saliendo de aquella casa a altas horas de la noche y con un hambre natural. es gracioso, muchas veces había tenido sexo con ella, pero esta vez fue diferente. sus besos emanaban corriente que vibraban todo mi ser, y sus ojos despedían un brillo abismal, y su cuerpo tenía la fuerza de una bestia salvaje. aun quedaban sus dientes marcados por todo mi pecho, cuello y brazos. había cambiado, y tan solo contaba con veinticuatro años, quién lo diría después de verla crecer desde los nueve. conocía a sus padres y hermanos. sabía que estudiaba y que tenía novio y amigos en cantidad. era una chica de gracia natural, pero, quizá sólo conmigo, era una bestia, un animal hermoso y salvaje porque jamás hacía lo que deseaba yo, sino, lo que ella quería, como un esclavo. aun recuerdo la primera vez que lo hicimos, fue en su casa, en la cocina de sus padres mientras todos cantaban la navidad, y abrían sus regalos. yo salí de esos momentos y me fui a mirar a través de la ventana todos esos fuegos artificiales, y el cielo negro, rodeado de casas iluminadas, con chicos y chicas jugando, corriendo con sus cuerpos llenos de vida. pensé en que mi vida iba a seguir en la misma soledad hasta que sentí una mano en mi espalda y una voz deseándome feliz navidad. le agradecí y cuando quedamos mirándonos, paralizados, supe que algo iba a ocurrir. ella se acercó hasta tocar mis labios con los suyos. cerró los ojos mientras pegaba su bello cuerpo al mío. estaba paralizado por todo cuando sentí que una de sus manos tocaba mi sexo debajo de mi pantalón. luego, no supe lo que hacía. simplemente lo hicimos como dos sedientos de placer. cuando terminamos, ella me pidió ir a mi casa al día siguiente. le di mi dirección y fue. así estuvimos por años, hasta que ella se casó. estuve en su matrimonio y mientras el novio la besaba, ella me miraba sonriente, cómplice. sentí ganas de reír, pero sonreí porque sabía que iba a verla muy pronto. efectivamente, salieron de luna de miel y al cabo de quince días ella volvió y llamó por teléfono. le dije que viniera a mi casa, pero no quiso. ven a la mía, mi esposo es agente viajero, pero, entra por la puerta posterior. así fue como seguí con ella, año tras año. día tras día. una tarde en que iba hacia su casa, vi que otro auto paraba, me detuve y esperé. era su esposo. escuché ruidos, gritos, el sonido de un arma de fuego. llamé a la policía. llegaron y cuando entraron, vieron el cuerpo inerte de su esposo y ella con las manos abiertas y llenas de sangre, tenía un corte en la cara y el pecho, y en todo el vientre. parecía que agonizaba. llamaron a la ambulancia y cuando llegaron, aún respiraba. me le acerqué y cuando ella puso sus ojos en los míos, supe que no volvería a verla. efectivamente, nunca mas la volví a ver, pero siempre voy al campo santo a dejarle flores y a rezarle. es extraño, a pesar que no he vuelto con ni una mujer, siento que no es necesario, que el sexo tiene algo de espiritual, algo que no tiene nombre compuesto y que pertenece a quien ama mas allá de la vida y de la muerte. quizá por eso es que no me he casado, y escribo estas notas. quizá sea así el amor, no lo sé ni me importa, pero, cuando la recuerdo, no lloro ni me pongo triste, no, al revés, río sin parar, como un loco, totalmente un loco, quizá sea eso la felicidad, un estado de contento fuera de esta vida y quizá de la muerte. no lo sé ni me importa. vivo y espero a que la muerte sea como fue mi vida, una hermosa escena de amor sin condiciones ni respeto por nada mas que para el amor sin tiempo ni espacio… san isidro, diciembre del 2007