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Categoría: Maduras

Doña Luisa

Este es un relato para poner en evidencia que las mujeres logran conseguir lo que desean. Soy un joven de 18 años, alto, robusto, pelo negro, las chicas no me faltan, pero en mi vida las mujeres maduras ocupan un lugar privilegiado, pues amigos nadie, y repito, nadie sabe follar como lo hace una madurita, en realidad se los recomiendo, si tienen la oportunidad de follar con una madura, me lo agradecerán después.



Soy muy fiestero, me gusta salir a pasear y disfrutar con mis amigos. Cuando tenía 17 años apareció en mi vida una mujer impresionante, ella se llama Luisa, y sobre nuestro encuentro trata este relato.



Era un verano, yo me encontraba en las vacaciones de fin de período del cole, todos mis compañeros se habían ido a pasarla a algún lugar, yo me encontraba aburrido en la casa, entonces a mi madre se le ocurrió una buena, llamó a Luisa. Ella vive en un pueblo, cuando era más pequeño mis padres nos llevaban a mis 2 hermanas y a mí a la casa de ella, tiene un hijo de mi edad que se llama Diego, él y yo solíamos hacer de las nuestras. Luisa es una mujer de unos 54 años, amiga de mi madre desde hace muchos años, la última vez que la había visto fue hace años, y en aquel entonces, ella ya me había llamado la atención, pues solía andar ligera de ropa, lógico por la zona donde vive, pero era maravilloso verla, una mujer en toda regla morena, contoneando su enorme trasero en aquellos pantalones cortos y ajustados, sus pechos no son para nada grandes pero me parecían perfectos tras aquellas blusas sin sostén, y para no usar sostén se mantenían bien paraditos, además poseía unas hermosas piernas, en una ocasión mientras ella se bañaba me asomé por la hendija de la puerta, y fue cuando admiré su mata de pelo, era la primera vez que veía esa zona, y aquello me fue suficiente para pajearme y pajearme en honor a ella.



Bueno retornando con el relato, mi madre la llamó pues ella le había dicho que la llamara si ocupaba un lugar donde pasar un tiempo, ella ponía a disposición su casa. Así fue como mi mamá me consiguió un lugar donde irla a pasar, me contó que Luisa había mejorado la casa mucho. A los días emprendí el viaje, llegué en la tarde después de 3 agotadoras horas de viaje. Me fue fácil llegar, me recibió Diego, un grato encuentro ver a mi amigo de travesuras, me contó que estaba trabajando en una empresa de Tours, me alojé en un cuarto que habían acondicionado para mí, luego me mostró lo cambiada que estaba la casa, el baño lo había agrandado, la zona de la ducha era enorme con gradas y todo, se podía llenar para convertirla en una pequeña piscina, además en la parte de afuera habían cerrado una zona con enormes enredaderas y colocaron un jacuzzi, esto le daba mucha privacidad y nadie te podía observar, en fin, nos sentamos en la sala a conversar y recordar los viejos tiempos en que nadie, nos paraba. Al casi ser la noche llegó Luisa, no había cambiado mucho, lo único era que se había mandado a agrandar los pechos, y en serio que lo hizo, lucía siempre aseñorada, pero con un toque de misterio, juventud, y lujuria. Se nos unió en la charla, la pasamos bien hasta que llegó el momento de irnos a dormir, por costumbre me baño antes de ir a dormir, pero como no sabía cómo emplear el nuevo baño llamé a Diego pero Luisa me escuchó y fue quien me atendió, apareció portando una bata rosada delgada sus pezones se sobresaltaban, una abertura a la altura del abdomen mostraba un abdomen trabajado, plano y firme, al parecer le gustaba mantenerse. La visión me estaba provocando una tremenda erección, que si ella no hubiera salido se habría percatado de las dimensiones de mi bulto. Me hice una paja fantástica nunca me había corrido en pajas como lo hice esa noche.



Al día siguiente la pasé con Diego, pues tenía el día libre la pasamos de lo mejor, conocí a sus amigos y a sus amigas, terminamos exhaustos, pero me estaba divirtiendo, al llegar Luisa estaba preparando la comida, una pequeña y ajustada blusa y sus pequeños shorts, ver a una mujer madura tan linda es muy difícil, pero ella hacía todos los puntos para ser una mujer que nunca deje de follar. Esa noche me volví a bañar antes de irme a acostar, repetí la sesión de la noche anterior, y grandes cantidades de leche se fueron por el desagüe. Al salir pasé cerca de la puerta del cuarto de Luisa, unos gemidos salían de adentro, al parecer se estaba asistiendo sola, qué desperdicio si supiera que yo podría complacerla.



Al siguiente día Diego se tuvo que ir a trabajar, yo aproveché la mañana para ir un momento a la playa, regresé a la hora de la comida, Luisa estaba esperándome para comer, traía puesto su bikini a decir por el pequeño sostén que a milagro le cubría parte de sus pechos, un enorme paño cubría su cintura, comimos y descansamos, yo no le aparté la mirada a aquel hermoso par de pechos. Luisa me invitó al jacuzzi, yo fui el primero en meterme, al rato llegó ella, con solo verla caminar era suficiente para notar el carisma sensual de una mujer madura como ella, la sensualidad aún poseía aquel cuerpo, soltó el paño de su cintura, si su sostén era pequeño ni qué decir de su tanga, al mejor estilo brasileño, esta apenas formaba un pequeño triángulo sobre su sexo, lo que permitía denotar que la mata de pelo que había observado en aquella ocasión había desaparecido, se metió dentro, yo ya tenía mi paquete presionando contra mi pantaloneta de baño, ella no perdía momento para coquetear, se estiraba lo que provocaba que sus pechos se quisieran salir.



-Cómo has crecido Artu-

-Gracias doña Luisa.



-No me trates de doña, dime Luisa o Lu

-Bueno Lu.



-Tienes novia-

-No, aún no-

-Que mujeres más tontas, para no darse cuenta de lo se están perdiendo-

-Gracias-

-Dichoso tu que eres bien parecido, yo que soy una vieja-

-No diga eso, usted es muy hermosa-

-Lo dices por mis pechos todos se fijan en ellos-

-No, no, usted siempre ha sido muy hermosa-

-Deja, deja, seguro lo dices por cortesía-

-No, para nada-

-Por qué lo dices, a todos les llama la atención las chicas más jóvenes-

-No a todos-

-Mi marido me dejó por un chiquilla casi de la edad de Diego-

-Que estúpido, no sabe lo que dejó-

-Artu, te puedo hacer una pregunta-

-Sí-

-Crees que soy bonita-

-Sí, bastante-

-Te gusto- 

-Sí-

-Te provoco-

-Desde hace mucho tiempo-

-Qué quieres decirme-

-Cuando era pequeño me gustaba verla-

-Bribón-

Yo no quería hablar más, me levanté y dejé libre mi paquete mis 23 cms quedaron a su completa vista.



-Santísima, pero mira no más lo que tienes allí-



Se estiró y tomando mi verga me dio un beso en la punta, de seguido inició una sesión con su boca, que la sigo sintiendo en mi pene, su boca no daba para tragarse toda, pero su habilidad me devastaba, me hizo correr en su boca, la llené con mi leche, su boca y sus pechos fueron receptores de mis jugos. Esparciéndose con la mano mi leche sobre sus pechos se deshizo de su sostén sus pezones estaban durísimos, tomé entre mis manos ese par de pechos, manteniendo mi miembro aún en pie de guerra se los comencé a chupar, ella oprimía mi cabeza entre sus pechos, de forma rápida le quité la tanga, y unos enormes labios vaginales aparecieron, su olor a hembra me llegó provocándome aún más, mi mano buscó su sexo, mis dedos se alojaron en su interior, era agradable su calor interno.



Ella se volteó y me entregó su culo, sin tener que esperar instrucciones ubiqué mi verga en la entrada de su vagina, la ensarté lentamente, ella dio un gemido y se estremeció de placer, mis envestidas eran lentas y pausadas al principio, para luego combinarlas con fuertes envestidas, su vagina era divina, perfecta, noble ante la rudeza de mi verga, implacable ante mis deseos. Sus senos colgaban en un compás hermoso. Ya ella tenía en su haber dos orgasmos pero el tercero hizo que se desplomara sin aliento.



Tardó poco en recuperarlo, se incorporó me sentó en las gradas y me montó como toda una amazonas, mi boca devoraba sus pechos, mientras su vagina consumía mi verga por completo.



Yo me estaba por venir, ella lo sintió y me dijo que no tuviera miedo que lo hiciera dentro de ella, y le obedecí, mi leche llenó su interior nuestros jugos se mezclaban en el agua del jacuzzi.



-Gracias Artu, por fin siento que vuelvo a ser una mujer-

-No, a ti te agradezco, lo hermosa que eres-

-mmmm, jamás lo había hecho como hoy, mi esposo es un novato a la par tuya-

-Que linda eres-

-Ven vamos a bañarnos-

El baño también fue zona de pasión, nos enjabonamos los dos, ella me tiró al piso, tomó mi verga y como si nada se la metió por su culo, dio un enorme grito, pero sin dejar un solo momento empezó a clavarse mi estaca por su culo, podía sentir la estreches de su ano, era magnífico, masajeaba de mejor forma mi verga, el grueso de la misma hizo estragos de su hoyito, dilatándolo de gran forma, me vine de forma inmediata dentro de su culo, pero ella continuó hasta que sus convulsiones la hicieron desplomarse sobre mi pecho.



Eso fue todo por ese día, el resto de los días cuando Diego se iba al trabajo, Luisa y yo andábamos desnudos por toda la casa, follando como conejos, me enseñó nuevas cosas, como qué partes de la mujer tocar para provocar mejores sensaciones, ella aumentaba de gran forma mis corridas al punto que ella y yo terminábamos en menos de 2 minutos corriéndonos de gran forma, toda la casa fue testigo de nuestras copulaciones. Ahora todo el tiempo de la vacaciones lo aprovecho para ir donde Luisa y continuar nuestro idilio sexual.



Envíenme sus comentarios y experiencias.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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