Había esperado tanto para estrenarlas, que nunca pensó que lo haría con ella misma. Se las había comprado uno de sus prospectos, en espera de ser considerado digno de formar parte de su grupo de seguidores.
Las escogió para que combinaran con un antifáz rosa con los cuales debería ser utilizados al mismo tiempo. Esas esposas eran pequeñas, nunca quedarían en las muñecas de LaHechezera, porque no habían sido compradas para ella, y aún asi, después de ver los ojos de él encenderse de plazer al momento de contemplarlas por primera vez, supo que lo más indicado sería cumplir con la idea que le describia:
- Espero tener una esclavita, una chica dispuesta a complaserme en todos los sentidos. Rica, de senos grandes y unas nalgas, de entre 23 a 27 años, pero que se vea de 16 o 18. Que este conmigo porque desea verme feliz, y hará todo lo posible por que así sea.
Cabe recalcar, que este deseo la hechizera lo tenía desde antes de que la conociera. Siempre había buscado entre sus chicas a la que en verdad fuera sumisa y entregada, si ubo quien cumpliera con esas condiciones, pero esa, como dicen, es otra historia.
Casí se le sale los ojos a él, cuando ve como ella sacaba del cajón las esposas y se las ponia frente a sus senos. El, en algún momento de su vida, había sido militar y sabía lo que implicaban un para de esposas en las muñecas de cualquier individuo, y ella se las ofrecia, en plan de que aceptara usarlas en su persona.
El guardó silencio. No tenía que decir nada. Solo la miró, se acerco, tomó las esposas y empezó a acariciarla lentamente con ellas, pasandolas por su cuello. El peluche la hacia reir, por eso lo eliminó del juego. Estaban heladas, le pusieron la piel de gallina en cuanto tocaron sus pezones. La hizo girar, que recargara su peso en él, mientras muy lentamente las pasaba por su costado. Su mano izquierda la sujetaba sus brazos, ese dominio inmediato fue la señal que ella necesitaba para ponerse de rodillas y tomar las esposas.
Ahi, en la alfombra, dándole la espalda, abrió las esposas y se las puso. Con la cabeza abajo, espero que el se acercara, que no tardo en hacerlo, tomar su mentón y hacerla subir la mirada, que abriera los labios y recibir la cabeza de su miembro para que la secara con su lengua. Estaba tan dura ya, que casi se ahoga al momento de que la metió de golpe en su garganta, la sujetaba sin poner presion, solo lo suficiente para que fuera ella quien hiciera todo el trabajo, hasta hacerla recibir toda su descarga.
Ella tragó, sabía que si no lo hacía podría regañarla. Ella lo hubiera hecho asi con su esclava, si tuviera una. El estaba feliz.