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Nos conocimos cuando Gustavo, la pareja de mi madre debió ser internado de urgencia por un severo traumatismo producto de un accidente de tránsito, por tal motivo también asistió Sonia, la hija del señor.
Aunque la relación de pareja de mi madre tenía poco más de dos años, nunca nos habíamos visto en forma personal, hasta ese momento tan solo un breve intercambio de saludos vía teléfono o whatsapp, no por nada en particular sino que ambos vivimos en ciudades distintas.
Esta circunstancia nos reunió en situación tan particular. En razón de que ambos vivimos lejos del lugar de residencia y se dio la coincidencia que nos quedaríamos al menos todo el resto de la semana, fue mi madre la que nos solucionó el problema de donde alojarnos, al efecto nos propuso por razones de comodidad y cercanía que nos podíamos quedar en su casa, pues la que ocupa con su esposo no tiene la comodidad para alojarnos todos en ella.
- Supongo que siendo “hermanos” no tendrán problemas en quedarse en mi casa. Acá les dejo las llaves, Luis sabe dónde queda y podrá disponer todo para que te sientas como en tu casa, le dijo a Sonia, (nos despedía hasta el día siguiente).
Realmente este acontecimiento nos tomó de improviso que nos alteró la rutina, ahora debíamos quedarnos unos días, al menos hasta el fin de semana para ayudar en lo que fuera necesario. Subimos a mi auto y nos dirigimos a la casa de mi madre.
Tomamos posesión de la vivienda, Sonia entro primero mientras dejaba el auto en el garaje, para cuando entre en la casa ya tenía todas las luces encendidas. Fue muy graciosa al recibirme abriendo la puerta, haciendo gala de su buen humor dijo con la mejor sonrisa: - Al fin solos!!!
Frase original y graciosa, aunque la forma de presentarse para decirla era más que sugerente, tanto la entonación como la gestualidad. Ah, me olvidé mencionar que la mujer es una “doble pechuga”, de este modo denominamos graciosamente en Argentina a la mujer con opulentos pechos, y Sonia, los tenía grandes, bien grandototas, como de 110/120 de contorno, tanto que los botones de la camisa metían miedo de que en cualquier momento pudieran dispararse como balas por la presión de esas portentosas tetotas Realmente grandes y con formas súper voluptuosas.
Seguramente está acostumbrada a que todos los hombres se queden embobados y con la mirada secuestrada por el tamaño y formas de sus opulencias mamarias. – Ehhhh, qué te sucede Luisito, te perdiste mirando… Qué nunca viste a una mujer?
- Sí, claro que sí… Pero nunca una que tuviera tanto… y tan… bueno…
- Ja! A todas les dirás lo mismo.
- Es que no siempre veo algo así tan… y tan cerquita… como ahora.
- Pero hombre… somos “hermanitos”
- Pero no “hermanitos” de leche.
El chiste la hizo sonreír, irradia gracia, sensualidad y seducción, está visto que esa noche sería bien entretenida. – Hermanita, creo que si te das una refrescante ducha te sentirás mucho más cómoda.
- Pero es que no tuve tiempo de traerme ropa, y ahora es de noche, no sé…
- En la que era mi habitación seguro encontrarás algo como para ponerte, total estamos de entrecasa, no te hagas problemas. Te preparo la ducha? Y mientras tanto voy a la rotisería a comprar algo para la cena.
Dispongo la comida y el pack de cervezas en la mesa ratona, cuando se aparece Sonia recién salida de la ducha, agitando con displicencia el cabello ligeramente húmedo. Se había puesto una camiseta mía, deportiva de cuando era más delgado… Como podrán imaginar le queda súper ajustada, tanto que parece que la tela cederá en cualquier instante, la humedad sobre los pechos trasciende la tela, dejando una sensual aureola que resalta la inquietante presencia de la cereza de los pezones. Esa imagen me produce la codiciosa idea de comerme ese delicioso manjar.
- Ejem… ejem, termina de acondicionar la comida, voy a lavarme las manos.
Pasar delante de ella sin rozarla fue todo una proeza, pude pero sin “soltar” la mirada de sus bubis ni por un solo instante. Escondí en el baño la incipiente erección, necesitaba disimular pero veo que se dejó la bombacha y el sostén colgados, con la vista previa y este “regalo” bajar la erección era algo difícil.
- Perdón hermanito, con la prisa no me traje ropa interior, por eso los lavé y dejé a secar…
Desde el acceso al living, y por la displicente postura, pude fácilmente observar, también húmeda, del vello púbico atravesando la tela.
La cerveza hacía camino en el juego inocuo de hablar de todo sin decir nada, nos estamos “midiendo” la intencionalidad, los pechos intencionalmente húmedos para que la marca de los pezones atraviese la camiseta, la bombacha dejada bien a la vista, la forma de fijar la mirada en mi erección, son gestos harto elocuentes de su oferta de erotismo puesto en escena.
Es momento de análisis de situación, evaluar pros y contra. Sonia no es una mujer muy bonita, algo gordita, solo un poco, alta, culo discreto y respingón, pero a los veintiséis años todas las mujeres son bonitas y si tiene ese par de tetotas súper voluptuosas no queda tiempo para mirarla de otro modo que no sea con el deseo a flor de piel.
Abrí la cerveza, rocié parte sobre mi pantalón y camisa…
- Ufff… qué mal! Sácate la camisa y… el pantalón que lavo la mancha, estará seco para mañana.
Vamos! Quítatelo, no vas a tener vergüenza… somos hermanitos. Dámelos.
Nos dispusimos a ver una peli en la tv, pero la causalidad nos tenía guardado otro golpe de efecto. Al abrir su lata de cerveza dispuse de toda la torpeza para que también salpicara su camiseta!!! lo que me dio oportunidad de repetir su receta:
- Vamos, quítatelo, no te vas a quedar con esa camiseta mojada…
- Claro, pero… yo no tengo nada debajo…
- Y… con eso qué. “somos hermanitos” no tienes nada que temer…
Ese fue el momento de inflexión, diría que la última pizca de cordura. Confesó que la relación con su marido atraviesa tiempos complicados, ella tiene ganas de ser madre pero surgieron problemas, él es el del problema y eso mismo ahora les impuso una pausa en el sexo, hace como dos meses que está en tratamiento médico y por eso está en abstinencia. Yo también en abstinencia por desavenencias conyugales, conviviendo pero sin sexo de momento.
- Ah, entonces atravesamos el mismo desierto, sin beber del “agua de la vida”.
- Y… sí, pero… ya que estamos sin… ropas y con muchos deseos… podemos… hacer algo parecido que no sea tomado como sexo.
- Oral?
- Claro, oral, pero no hablado. –risas. – Bucal, comerte…
- Bueno… nos comemos? Y no es sexo, verdad?
- Claro. A comernos!!!
De todos modos no se anima, debo ser yo que me acerque y tome la camiseta debajo de la cintura y jalo hacia arriba, ayuda elevando los brazos y la retiro totalmente. El instinto de pudor le hace cruzar los brazos sobre las tetotas, claro, los vellos negros se muestran indefensos en la entrepierna expuesta a la codicia lasciva de mis ojos.
- Tranqui, somos hermanitos, sigamos bebiendo. Un brindis?
Fue el envite preciso para distraer sus manos y elevar la lata para el chin chin… Oh!!! los pezones quedaron expuestos en un primerísimo primer plano que me cortó la respiración. El gesto de sorpresa y admiración dominó la escena. Sentía y apreciaba el mimo de ser admirada y deseada, en ese momento no reparaba en su desnudez sentí que era una mujer en la indefensión del halago del hombre que transmite la honestidad brutal del deseo, disfruta el agasajo de que disfrute el atrayente espectáculo de tamaña belleza mamaria como la octava maravilla.
- Eh, qué te sucede, hermanito…
- Es que… me perdí mirando estas bellezas…
Había perdido el sentido de la realidad, por instinto acerqué mi mano para posarla sobre su pecho, encerrando el grueso pezón en la palma de mi mano.
Lejos de retirarla, disfruta la calidez del halago masculino, sentía latir la textura de la mama, la rapiña del fruto prohibido que atraviesa los sentidos el deseo del hombre por una mujer.
Sentía el lisonjeo de mi admiración, el abrazo llevó a tener mi cabeza entre esas dos carnitas que me hacían delirar a morir.
- Tanto te gustan?
- Más… comerlas!...
- Cómelas!
Se sentó en el sofá reclinada sobre el respaldo, ofreciendo todo el panorama de sus tremendos pechos como oferta, piernas entre abiertas mostrando el brillo emergente de la vulva entre la cortina de vellos púbicos. Inclinado sobre ella, había atrapado ese grueso y tieso pezón derecho entre mi boca, labios y lengua buscan nutrirse del sabor de la calentura que despierto en ella.
La calentura nos invade, dulce tentación de comerla de un bocado, ella por dejarse comer. Manosear y exprimir esos tremendos pechos me obliga a mamar con la potencia de mis ganas de sexo.
Los gemidos se producen en continuado, desde la primera lamida todo su cuerpo se agita, remueve y convulsiona, no encuentra forma ni postura para poder soportar el apremiante asedio de mis labios y lengua por robarse su excitación, apretando y agitando, no puedo contenerme y por momentos muerdo con vehemencia tratando de encontrar el dominio.
Las emociones la descontrolan, se agita afiebrada, la excitación la recorre, encendí su pasión con la precisión de un mecanismo de relojería, las descargas musculares generadas por mis dedos hurgando en su sexo se irradian a todo el cuerpo, se ondula y vibrando que está próximo el momento del placer. Los gemidos se atoran en su garganta, la lengua húmeda frota sus labios, luego los muerde echando la cabeza hacia atrás, los ojos mirando hacia adentro. Ha llegado su hora, la señal de largada que anuncia el premio, la recompensa por la entrega de su cuerpo en mis manos y deja sus carnes en boca del salvaje ogro, el instante mágico de total plenitud, el desahogo de la carne, la liberación volcánica de la tensión interior acumulada en la excitación sexual.
Transita el momento de la ebullición interior, el cuerpo llegando al estado ideal, transpone el delgado límite entre la sensación y la pasión desbocada, siente que su cuerpo alcanza el clímax ideal y se produce el descubrimiento de la fantasía total, el libre disfrute de la carne en pleno regocijo del placer de la libertad total: la conexión con su más allá de todo.
El gemido angustioso resume la fiesta de la carne y el goce del espíritu, el cotillón de besos, abrazo y caricias complementarán la fiesta de bienvenida al paraíso mágico del orgasmo.
Le permito un momento de silencioso recogimiento, ese instante tan privado que algunos han llamado “la pequeña muerte” ese breve momento que deja de estar presente para volar al espacio de su propia fantasía.
Los estertores y remezones del orgasmo van haciendo camino al regreso a su mundo terrenal. Abre los ojos, pletóricos de goce, volviendo del mundo perdido a sentir que mis dedos comienzan a activarse dentro de la humedad de su sexo, me ofrece el premio de poner sus tetas en mis labios.
La quietud deja su espacio de confort, la actividad de mis manos vuelven a activar sus sentidos, nuevamente retoma las tensiones propias de otra descarga erótica, pronto devino otro orgasmo y otro más. Todos fueron vividos con intensidad, pero ninguno pudo llegar a los niveles del primero, hasta me costó sostener el temblor de emociones que la debatían en la tormenta de una excitación tan potente.
Cuando las turbulentas aguas del deseo de Sonia se aquietaron, las facciones más relajadas y los músculos más laxos, fue el tiempo de pensar en que su “hermanito” aún estaba sin satisfacer sus necesidades. – Uffff!!! Qué intenso, nunca imaginé cuánto te necesité… Ahora es tiempo de darte lo que necesitas. Pongamos manos a la obra. –me tocó la verga sobre la tela del bóxer y lo retira. – saquemos esto que estorba, libertar al prisionero… Woww!!! qué pedazo hermanito!!! Qué pedazo de pija, qué gorda la tienes.
- No es para tanto… es más…
- Sí, él la tiene poquito más larga, pero delgada. Esta es… bien gorda!!! Lo que debe doler sentir una así… Ah, pero nosotros no vamos a tener sexo, solo será un oral… -sonríe.
Tomé lugar en el sofá sentado con las piernas abiertas, ella se hincó entre mis piernas y comenzó a frotarme la verga. Le hice entender que estaría mejor si la humedece, elevé la pelvis como forma de indicarle que la bese. Fue más que una lamida, se metió la cabeza en la boca y dejó buena cantidad de saliva para poder agitarla y sacudir.
Colaboro moviéndome, haciéndole saber cuánto disfruto de su masturbación. Acerca sus tetotas al miembro, muevo mi cuerpo hasta llevarlo entre ellas, se abraza a sus pechos para retener la pija entre ambos. El calor de sus tetas en el subibaja era algo delicioso, me incorporé para mayor libertad de movimientos, tomado de su nuca, apretándome y agitando la poronga, era una cogidota entre sus tetas.
En la vehemencia del agite, se llevaba hasta los labios para sentir el roce con la aspereza de su lengua.
Me ponía totalmente loco este movimiento, no podía controlarme necesitaba algo más, por eso fue que le pedí que se tumbara, ella prefirió tumbarse en el suelo, sobre la alfombra. Se tendió abriendo sus piernas, bien visible su conchita sombreada de vellos enrulados, me arrodillé entre sus piernas orando al dios de todos los placeres. – puedes pasarte los dedos entre los labios, quiero llevarme la imagen de tu flor en mis retinas.
Frotaba sus dedos entre los labios de la vulva, ambos nos deleitamos, ella siente el renovado placer de excitarme excitándose, en un momento se agitaba en el suelo como si el diablo la hubiera hecho su prisionera. Esa visión mágica me llevó a la cima del deseo, me coloqué ahorcajado sobre ella, la verga incrustada entre los pechos, sus manos presionaban para formar ese canal de metisaca de la pija.
Me movía impulsado por el atroz deseo, balanceando el vaivén de salirme al borde de sus tetas y llegar tan adentro como para sentir la humedad de la lengua rozando el glande.
Esta forma de copular en sus tetas pronto me llevó al momento supremo, al límite de mi control. Un estrangulado bufido se escapó de mi boca anunciando el estallido, que el manantial de mi deseo fluyera sobre la cara de Sonia que recibió el baño con expresivo deleite, el resto del fluido lácteo se derramó en el cuello y sobre las tetotas.
Libero la pija, acariciarse la cara y mejilla, frotándose la bendición de semen. Sentada muestra como levanta la teta para lamer el resto del semen retenido en ellas, relamiéndose.
Nos miramos, sin saber qué o cómo seguiríamos ahora que nos hemos conocido al desnudo. Sentíamos que aún estamos procesando los calientes momentos de pasión vividos. Sin palabras solo nos abrazamos, primero nos besamos con la mirada, luego nos dimos esos besos prohibidos que arrebatan los sentidos, que se pierden en el tiempo pero que dejan huellas en el cuerpo y en el alma, besos que acababa de inventar para su boca, que transmitía la tempestad de la pasión para ahogarla en la tibieza de sus labios, para sentir el cobijo de mi fuerza salvaje sometida en la mansa quietud de su emoción.
Solo un “vamos a dormir” y cada quien se dirige a su cuarto, sin volver a mirarnos…
Las emociones vividas un momento me habían agotado por la contundencia del deseo emocional, aún sentía latir en mí la pasión del orgasmo derramado sobre sus tetas cuando se encendió la pantalla de mi celular… Era un whatsapp de Sonia, que me enviaba una selfie de ella desnuda y decía: “no puedo dormirme estoy latiendo por ti, vienes tu o voy yo? Necesito cogerte ya!”…
La intensidad de los hechos revelados amerita ser descriptos con el respeto y la fidelidad que se merecen, sobre todo sabiendo que Sonia (nombre ficticio) sabe que te contamos nuestra verdad, será en 4 entregas, en forma diaria a contar de éste. Comenzando por la presente, el resto será como parte 1,2, 3 y 4. Esto fue solo el comienzo de una atracción que se dio del modo tan inexplicable como son tantas otras situaciones del mundo real. Nadie sabe de este secreto bajo siete llaves, ahora sentimos la necesidad de sacarlo a la luz, en este ámbito y camuflado con nombres de ficción pudimos exorcizar esa atracción que supero todas las prevenciones morales. Este medio es el vehículo que nos facilitar contar nuestra historia prohibida y revivir esos momentos que nos han marcado y siguen jalonando momentos esenciales en nuestra vida.
Este es el final de la segunda parte, el día de mañana publicaremos la 2 y el siguiente la 3 y el próximo la 4 y última, al menos hasta ahora.
Nazareno Cruz.
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