Ese año era el primero que pasaba fuera de mi casa y del alcance de mis padres y todo por que había decidido hacer una carrera que no había en mi ciudad. La verdad es que fue una suerte ya que así podría hacer lo que me viniese en gana. Me instale en una habitación en un Colegio Mayor, yo en principio quería coger un apartamento y compartirlo con otras chicas, pero mis padres no me dejaron, es de imaginar porque.
Tenía una compañera de habitación muy maja y desde un principio nos caímos bien, era alta, sobre 1´78 con unas piernas que parecían que nunca se acababan, unos pechos grandes y firmes, un pelo largo moreno precioso y unos ojos azules que eran como los de un ángel y siempre en su cara una amplia sonrisa. Yo la verdad tampoco tenía mucho que envidiarla, al no ser, sus pechos que eran más bonitos y grandes que los míos.
Entre nosotras se creo un vínculo muy bonito, nos pasábamos todas las noches hablando de chicos y de lo que habíamos hecho con ellos y de lo que nos gustaría hacerles, ese era el único momento que teníamos en todo el día de tranquilidad, ya que las dos teníamos horarios distintos y no nos veíamos tanto como nosotras quisiéramos.
Ese día era Sábado y había una fiesta en una de las habitaciones del piso de arriba y mi amiga Lurdes me animaba a que fuese con ella a la fiesta, pero la verdad es que no me apetecía mucho y eso que iba a estar uno de los chicos que me gustaba, así que le dije que no una y mil veces, hasta que por fin se dio por vencida.
Estaba sola en la cama leyendo una novela erótica y escuchando el ruido que venía de la fiesta, pero no me importaba ya que estaba disfrutando de la lectura. A medida que iba leyendo mi excitación iba en aumento, así que empece a acariciarme el clítoris e introduje un par de dedos en mi vagina; ahí estaba yo, toda abierta, gozando sola cuando derrepente se abrió la puerta y apareció Juan, el chico que me gustaba. No sé quien de los dos se quedo más cortado, sí el o yo. Su cara era de asombro, de estar viendo algo que no debía, pero no me quitaba ojo.
Sin dejarle tiempo a que dijese algo, y pasado el apuro inicial, le invite a entrar, cerro la puerta y se quedo ahí de pie sin dejar de mirarme y más callado que un muerto. Se notaba que estaba un poco cortado pero su paquete reflejaba su excitación, como no!, me había pillado desnuda en la cama masturbándome. La situación me había excitado más aun de lo que ya estaba, así que me levante de la cama y me dirigí hacia él, sin decirle nada, bese sus carnosos labios y le dije al oído, hazme tuya!. Al oírlo, apretó mi cuerpo contra el suyo y pude notar como su paquete estaba a punto de explotar.
Sin más dilación se quito la camisa mientras yo luchaba con los botones de su pantalón. Ya sin ropa, me cogió por la cabeza e hizo que me agachara quedando mi boca a escasos centímetros de su enorme y venoso tallo. Empece a acariciarlo mientras lamía sus testículos. Los chupe haciendo círculos y succionándolos de vez en cuando, cosa que parecía agradarle, recorrí todo su falo con la lengua hasta llegar a la punta y me la metí en la boca. Succioné el glande y la polla entera, mientras friccionaba rítmicamente la verga con la yema de los dedos, en ese momento agarro con fuerza mi cabeza y empezó a follarme la boca a un ritmo brutal. De pronto contuvo la respiración, arqueo la espalda y liberó su semen en mi boca. Saboreé toda la leche que pude, mientras el resto iba cayendo por mi cara y resto del cuerpo. Fue una sensación que no había experimentado antes, ya que nunca habían eyaculado en mi boca.
El cayo al suelo de rodillas y me beso, recogiendo de mis labios parte de su semen y nos fundimos en un beso. Su sexo yacía flácido, pero yo no estaba dispuesta a quedarme así, estaba deseosa de correrme como una loca, así que me tumbe, separe mis piernas y le ofrecí una visión de mi sexo que no podría rechazar. Acerco lentamente su boca a mi grieta y un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo, sentí como su lengua recorría los labios de mi vulva, ascendiendo lentamente hasta alcanzar mi clítoris. Separe todo lo que pude las piernas y apreté su cabeza contra mi concha para sentirle más fuerte, mientras con una de sus manos entraba y salía en mi sexo húmedo. Loca de placer sentí como mi cuerpo se convulsionaba y me corrí a la vez que de mi boca salía un grito de placer.
Permanecí tumbada un rato recuperándome, pero mi cuerpo pedía más y así se lo hice saber, antes de que pudiera darme cuenta la verga de Juan, dura como el acero, taladraba mi vagina entrando y saliendo. Hacía tiempo que una polla no me hacía gozar tanto. Cuando, sin decir nada Juan paro y saco su miembro de mi húmeda vulva y me dijo que me pusiera a cuatro patas, yo obediente, así lo hice. Y cual fue mi sorpresa cuando su lengua empezó a lamer mi ano, introduciendo un dedo en él. Nunca me habían hecho eso y la verdad es que me estaba gustando, pero las sorpresas no acabarían ahí, cogió mis nalgas fuertemente e introdujo lentamente la punta de su glande en mi ano y le oí decir ¡Voy a taladrar tu culo! , seguidamente note su embestida. En principio note un dolor desgarrador pero no tarde en jadear de placer como una perra en celo. Su enorme linga no paraba de entrar y salir en mi ano, mientras, yo me acariciaba el clítoris y metía un par de dedos en mi vagina. No tarde mucho en volver a correrme y esta vez fue mucho mejor que la anterior. Al poco rato note que la pinga de Juan empezó a liberar su cálido néctar en mi culo, fue algo maravilloso. Saco su miembro y se quedo viendo mi ano dilatado y chorreante.
Juan ya se había ido y yo me estaba dando una ducha para quitarme de encima el olor a sudor y sexo que tenia, sin poder quitarme de la cabeza lo que había ocurrido. Había sido algo fantástico, aunque estaba preocupada por lo que Juan podría pensar de mí, no sé, yo no soy lo que se dice una tía que se va con cualquiera y el simple pensamiento de ello me preocupaba, aunque no me quitaba el sueño. Me metí en la cama toda desnudita, oliendo a limpia y al poco rato me quede dormida.
Ya por la mañana, según me desperté vi a mi amiga Lurdes que traía un par de tazas en la mano y me ofreció una, era un zumo de naranja, algo que me encantaba tomar nada más despertarme. Le pregunte por la fiesta, a lo que ella me contestó con una sonrisa picaruela y me dijo: Para fiesta la tuya, no?. Me quede un poco sorprendida y le pregunté que a que venía eso. Me explico, que ella había mandado a Juan a mi habitación para ver si me animaba a ir a la fiesta y en vista de que tardaba en volver fue a ver que ocurría. Se acerco a la puerta y oyó los jadeos, así que habrío la puerta y nos vio jodiendo como posesos. Después de la explicación me quede un poco avergonzada y noté como se me subían los colores y me ponía colorada como un tomate. Lurdes me dijo que no me preocupara, que era algo normal y que además ella había disfrutado viendo como lo hacía con Juan. Al decir eso me quede un poco contrariada y antes de que me diese tiempo a reaccionar, me dijo que me deseaba y me beso en la boca. La separe de un empujón y le dije que estaba haciendo, a lo que ella me contesto con otro beso, y este fue más apasionado que el anterior. Esta vez no la empuje, no se porque no, pero la verdad es que me había gustado, así que abrí mi boca y nuestras lenguas se entrecruzaron. Ella se puso encima de mí y empezó a frotar su cuerpo contra el mío. Era extraño, nunca había estado con una mujer y nunca lo había deseado, pero en ese momento me sentía agusto con ella, estaba excitada y quería sentir todo su placer.
Lurdes se quito la minúscula camiseta que llevaba y sus grandes y redondos pechos quedaron a mi vista, tenía unos pechos preciosos, la verdad es que siempre había sentido envidia de las tetas tan bonitas que tenía y así se lo hice saber, a lo que ella me contesto con una voz sensual que ahí los tenía, que eran todo suyos. Mis manos se acercaron temblorosas a sus pechos y empece a masajearlos suavemente, sus pezones estaban duros así que los pellizque. Podía notar como crecía su excitación así que acerque mi boca y empece a lamer y succionar sus pezones.
Al poco rato Lurdes me quito las sabanas y quede ante ella toda desnuda, comenzó a acariciar y lamer mi cuerpo, lentamente sus dedos bajaron hasta rozarme los húmedos labios de mi sexo y emití un leve gemido de placer. Al principio me mostré un poco reticente, ella me dijo que la dejara hacer, que iba a sentir un placer sin igual, a lo que yo le contesté abriendo mis piernas. Era fantástico, tenía a mi mejor amiga explorando mi concha con su boca, su lengua recorría los labios lubrificados de mi vulva, notaba como entraba su lengua en mí y como succionaba mi clítoris. Se levanto, se quito sus shorts y se coloco en la posición del 69, y me dijo que yo se lo hiciera a ella. No sabía si me iba a gustar, pero ya llegado a ese punto me daba igual, así que me entregue en cuerpo y alma a besar y succionar el rasurado sexo de Lurdes. Así estuvimos largo rato hasta que las dos nos vaciamos la una en la otra.
Estaba experimentando cosas nuevas y quería más, mi cuerpo pedía más y antes de que me diera cuenta Lurdes sacó un vibrador y me dijo que me pusiera a cuatro patas, sabía lo que iba a ocurrirme y eso me excitaba aun más, así que me coloque y ella empezó a meter poco a poco el vibrador en mi húmedo sexo; mientras, empezó a lamerme el ano introduciendo un par de dedos, estuvo largo rato haciéndomelo. Pensaba que iba a explotar pero de repente paro, mire por encima del hombro y la vi como se colocaba un cinturón del que colgaba un pene de plástico y me lo ensartó en el culo y me cabalgo hasta que ya no pude más y me corrí.
Al poco rato ella me pidió que se lo hiciera y así lo hice, solo que con una variante, primero se lo metía por la concha y luego por el ojete, así una y otra vez hasta que entre jadeos de placer exclamó ¡Voy a correrme...! ¡No pares, sigue!. Ahhhhhhhhhhhhhh!!!!
No pudo más y se fue toda.
Nos quedamos las dos abrazadas en mi cama besándonos, estuvimos largo rato así sin decirnos nada hasta que me decidí a romper el hielo. Le pregunte si lo había hecho antes con otra mujer y ella sonriendo me dijo que sí, que no era la primera vez, que le gustaba todo tipo de practicas sexuales, con hombres y mujeres. También me dijo que se sentía atraída por mí desde la primera vez que me vio, pero que no se había atrevido a proponérmelo por miedo a perder la amistad que había nacido entre ellas. Estuvimos hablando largo rato, contándonos cientos de cosas, de esto y de aquello y sin darnos cuenta ya eran las doce y estabamos en la habitación cuando deberíamos haber estado en clase, la verdad es que no nos importó mucho ya que había sido un día muy especial para las dos. Nos dimos una ducha las dos juntas y los juegos eróticos siguieron, ya exhaustas decidimos comer algo y nos echamos una siesta las dos juntas en mi cama. Para cuando nos quisimos dar cuenta ya eran las siete de la tarde.
Los juegos entre Lurdes y yo continuaron, pero Lurdes planteo la posibilidad de ampliar el juego, en un principio no sabía a que se refería (ingenua de mí), hasta que caí. Lo planeamos todo ese día, y quedamos que la hora clave sería las diez de la noche.
Lurdes quedo con Miguel en nuestra habitación a las diez, con la escusa de que le ayudara a acabar un trabajo, y un trabajo iba a hacer, pero no del tipo del que él pensaba. Y ahí estabamos las dos esperando que dieran las diez y de que el pececillo picara el anzuelo. Cuando llego, yo estaba muy nerviosa y a la vez muy excitada, no sabía como podría reaccionar Miguel ante la proposición que le íbamos a hacer, aunque no creía que pudiera rechazarla, o sí!. Yo no le conocía, pero la verdad es que era muy guapo, Lurdes no se había quedado corta al describírmelo. Era alto, alrededor de 1´87 de complexión fuerte, de un rubio angelical y con unos ojos azules, que solo con su mirada, te derretías.
A todo esto, las dos estabamos desnudas y lo único que tapaba nuestros delicados cuerpos eran un par de batas, las cuales trasparentaban bastante. Se quedo mirándonos como extrañado, Lurdes le explico que lo del trabajo había sido una escusa para que viniera a la habitación, que lo que quería realmente era disfrutar de él y de su amiga (de mi).
En un principio no dijo nada, pero vi que la oferta que Lurdes le había hecho no le disgustaba, dejo los libros que traía en la mesa, se acerco a Lurdes y la beso, acariciando con una de sus manos uno de los pechos. Lurdes le dijo que sería nuestro esclavo, y que obedeciera todo lo que le pidiésemos, a lo que él contestó con un movimiento afirmativo de su cabeza.
Miguel nos pregunto que qué era lo que deseaban que hiciera. En esos momentos por mi cabeza pasaron infinidad de cosas para mandarle, pero lo único que salió de mi boca fue que quería verle masturbarse. Así que dicho y hecho, se desnudo y vi su bello púbico, era rubio como su pelo, solo que este era rizado, y en medio de tanto pelo su enorme tallo, tenía un tamaño descomunal, unos 25 cm como poco. Lo cogió y empezó un masaje rítmico de arriba abajo. Las dos nos quitamos las batas y empezamos a acariciarnos mutuamente, a lo que él respondió con unos masajes más rápidos cada vez. Estuvimos un rato así hasta que nos anuncio que se iba a correr, a lo que las dos respondimos que queríamos que acabase en nuestras caras, y así fue. Se coloco de pie entre las dos y empezó a soltar su cálida y rica sabia en nuestras caras, fue delicioso. Se la limpiamos con la boca, tragándonos los restos de semen que quedaban en su linga y Lurdes y yo nos fundimos en un beso, saboreando la una a la otra, los restos de semen que aun quedaban en nuestras bocas.
Luego las dos nos pusimos ha hacer un 69, mientras, Miguel nos miraba excitado, quería entrar en el juego y no espero a que le dijésemos nada. Note como una lengua lamía mi ojete y unos dedos entraban y salían cada vez con más celeridad, estaba muy excitada y deseaba que su pinga entrase en mi culo y antes de que se lo pidiera ya la tenía dentro. Mientras yo me entregaba a besar la vulva húmeda de mi amiga, introduciendo un par de dedos en su ano, ella hacía lo mismo con mi sexo y además Miguel me estaba enculando, no pude contenerme y me fui en la boca de Lurdes, cosa que ella agradeció, ya que le encantaba saborearme cuando tenía un orgasmo. Al poco rato note como las acometidas de Miguel eran más fuertes y como descarga todo su néctar en mi culo. Fue sensacional ver como Lurdes lamía el semen que resbala por mis piernas y como introducía su lengua en mi ojete recogiendo en su boca toda la sabia que Miguel había descargado en mi interior. Me levante y le limpie el miembro a Miguel, tenia un sabor raro, aunque no era de extrañar sabiendo en donde había estado metido.
Lurdes exclamo que ella también quería, a lo que Miguel le respondió metiendo toda su pinga en su húmedo sexo. Mientras ellos se entregaban a disfrutar yo empece a lamer el ano de Miguel y a meterle un par de dedos, en un principio no sabía si le iba a gustar, pero pronto salí de dudas viendo que él me daba su aprobación. No tardaron mucho en venirse los dos, me gusto ver la cara de placer que pusieron. La visión fue excitante, me gusto ver como Lurdes había disfrutado tanto como yo; nos tumbamos los tres y estuvimos hablando un rato. Hablamos de todo un poco, aunque más de sexo que de otras cosas y ocurrió lo que tenía que ocurrir, nos pusimos calientes.
Lurdes me dijo que me pusiera el cinturón con el sexo de plástico y así lo hice, según acabe de ponérmelo, ellos ya lo estaban haciendo, solo que esta vez ella estaba encima. Me pidió que la penetrara por detrás, que deseaba que la llenasen sus dos agujeritos a la vez. Me acerque y se lo introduje, estuvimos cabalgando un buen rato hasta que los dos se vinieron encima. Tuve un orgasmo solo de verles disfrutar, nunca me había ocurrido y fue algo excepcional.
Con ese pene de plástico me sentía rara, pero me gustaba. Le dije a Miguel que quería cabalgarle, que era una de mis sueños. Deseaba entrar en su redondo culito y hacerle sentir lo que nunca había experimentado. Pense que se negaría, pero no fue así, se dio la vuelta y se puso haciendo un 69 con Lurdes, ofreciéndome una visión de su culito que no pude resistir. Le unte un poco el ano con saliva y empece a introducírselo, en un principio pareció que le disgustaba pero pronto se entrego a mí y siguió con su cuerpo el ritmo que le impuse, me pareció una estampa super excitante. A todo esto, mi amiga Lurdes no paraba de comerse su duro y venoso tallo, mientras él le succionaba su grieta, mezclándose en su boca el flujo vaginal de Lurdes y parte del semen que este había eyaculado antes en su vagina.
Cada vez mis acometidas eran más rápidas y los jadeos de ambos eran más fuertes, yo seguía jalonándome a Miguel cuando este no pudo contenerse más y se corrió llenándole la boca de leche a Lurdes, tragándose hasta la ultima gota. Se lo saque a Miguel de su culito y me quede observando su ano todo dilatado, me excito tanto verlo que me quite el cinturón y empece a masturbarme con el hasta que me corrí.