No entendía como podía superarlo todas las tardes. Cada día el esfuerzo le parecía mas sobrehumano.
Luis detrás del mostrador, miraba de soslayo a su mujer en la caja mientras leía su revista. De vez en cuando levantaba su vista, pero la tarde era de lo mas tranquila .Tres o cuatro personas habían pasado por el local, dos de ellas aun se encontraban sentadas en el.
Las mesas casi a ras del suelo y los sillones también muy bajo, daban un aspecto extraño al café.
Silvia , estaba agachada, ante la única mesa ocupada. En ella habían dos chicos jóvenes, enzarzados en una animada conversación, de la cual hacían participe a la chica. Esta con sus vaqueros estrechísimos y un minúsculo triangulo en la parte superior se inclinaba hacia ellos.
Luis al verlos envidiaba a los jóvenes , imaginaba lo que ellos miraban en esos instantes. Esos pechos casi al descubierto luchando contra la minúscula tela por salirse de ella. Se fijaba en su espalda ,sus caderas parecían provocarlo continuamente. Su pelo recogido lo hacían ver su nuca, su cuello largo y delgado .Ese que tanto le gustaria besar y recorrer con su boca. Sintiendo el estremecimiento de ella.
Su cabeza se volvió a posar en Ana ,su esposa .Era un juego peligroso pero que cada día, deseaba empezar a jugarlo .Desde que Silvia entro a trabajar en el local , seis meses atrás, solo había existido para el su mujer. Cuando esta se la presento sintió como un vuelco en la boca del estomago y en su cabeza.

-Luis ven a conocer a Silvia.-

-El es mi marido, la otra parte del triangulo.-le decía con una sonrisa.

Recordaba perfectamente ese día, y como muy lentamente se acerco a las mujeres. Con cada paso la veía mas cerca y el vértigo era mayor. Todo en ella le gusto, pero de forma especial sus ojos y su boca. Los primeros eran enormes , de un azul intenso y sus labios gordezuelos hacían que su imaginación volase casi sin poder contenerla. Desde ese mismo instante pensó en como hacerla suya. Y lo conseguía cada tarde, y cada una de ellas era mas intensos sus sentimientos. El se dejaba de caer en la esquina de la barra y miraba a cada rato .Ahora se dirigía hacia el y su sonrisa hacia que el pensase en esa misma boca besándolo.

-Un vodka con cola y un gin-tonic- decía mientras cogía la bayeta para limpiar la mesa. Se empino y estirando sus manos la alcanzo por el otro lado .Con este inocente gesto que cada tarde hacia cientos de veces Luis tuvo que echar mano de toda su sangre fría para no abalanzarse sobre ella y sus pechos. Estos habían quedado desparramados en la maldita barra.

-En seguida están.-le respondió cerrando los ojos. No podría , seguro que no. Si Ana dejaba la revista lo descubriría. Sus vaqueros minutos antes como un guante en su cuerpo, ahora le dolían. Parecían próximos a estallar.

Luis se acercaba a la barra, casi rozándose con ella, era la única forma de evadir las miradas de las dos mujeres que lo atormentaban. Mientras preparaba lo que Silvia le había pedido segundos antes, sus ojos en la semipenumbra del local la seguían constantemente. Veía como los chicos tambien la seguían con la mirada y sonreían picaramente.

La mujer en una mano tenia el vaso vació y con la otra limpiaba la mesa. Sus caderas se movían a un ritmo vertiginoso y los tres hombres parecían como hipnotizados por ellas.
Cada vez necesitaba mas sentirse protegido por esa barra. Aunque el no pronunciara palabra alguna, solo con mirarlo descubrirían que pasaba. Y si algo tenia claro Luis era que , quería seguir sufriendo............gozando, en secreto........en silencio.