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Por fin llegue a casa, al entrar mi hermanita me vio con cara rara, como diciendo que puta salió mi hermana. No me saludo, pero me dijo que tenía hambre, me pidió que haga la comida.
Fui a la pieza, revolee la mochila a un rincón, me tire a la cama. Pensé en el día de colegio, las cosas locas, me estaba exitando. Recordé las cosas del contrato, debía masturbarme al llegar a casa, dirigí una de mis manos a mi intimidad y al hacerlo entra mi molesta hermana menor.
- ¿Qué haces tocándote ahí abajo Sofi?
- No me estoy tocando, ¿Que queres peque?
- Tengo hambre, sal a cocinar.
No logre masturbarme, pensé en cambiarme la ropa, pero desnuda no estaría en frente de la pequeña chuky y no sabía que usar. Con el uniforme fui a hacer unos churrascos con ensalada. Mientras cocinaba recordé de las normas de la comida, no tenía permiso de mi amo, no podía comer en el plato de mi perra en frente de mi hermanita tampoco, así que preparé la mesa para dos
Mande a mi hermanita a dormir la siesta, levante la mesa y barrí el comedor. Cuando terminaba de lavar los platos oí golpear la mano, no le di articulo y el celular suena un mensaje entrante
Me vas a dejar esperando acá afuera, vas a recibir un castigo correctivo. No se hace esperar al amo.
Sali a abrir. Era uno de los chicos de quinto año, se notaba su cuerpo trabajado, llevaba una remera al cuerpo y se notaban sus músculos. Tenía un hopo en el pelo, justo como me gusta, morocho de ojos cafés profundos. Su voz trémula potente, me sentía absorta e impactada, me quede parada mirándolo.
-Que no penas abrirme?
Fui al portón, le abrí, cuando estuvo dentro me dio un profundo beso y metió mi mano a mi intimidad. Me puse toda colorada, intente cerrar mis piernas, pero mi amo me dio una fuerte nalgada que me dejo ardiendo, las abrí y deje que me manosee en plena calle.
Entramos, empezó a mirar todo a su alrededor, me miro. No sabía qué hacer, sentía miedo y vergüenza, baje mi vista y mire el suelo esperando nuevas órdenes.
Dio vuelta una silla y puso el respaldo contra la mesa, me ordeno que me arrodillara en ella y me recostara sobre la mesa, dejando mi culo en pompa. Tomo la soga del tendal de ropa, me ato las manos al costado de la silla, tomo mis tobillos y también me ato. Sentí que hurgaba en los cajones de la cocina...
Se acerco, me levanto la pollera y empezó a frotar mis nalgas con una cuchara de madera. Mis lagrimas empezaron a brotar mojando mis mejillas y haciendo un charco sobre la mesa azul. Intuía lo que venía.
- Muy bien perra, hoy fuiste desobediente y tengo que castigarte para que no se vuelva a repetir. Así que tu ira enumerando las fallas mientras te azoto con esta cuchara de madera, cuanto más tardas más azotes tendrás. Si no confesas todo te seguiré azotando. Te escucho. -
¡¡Y zas!! el primer azote cayo, duro, fuerte, lleno de ira, no pude contener un grito. Siguió otro y otro. Yo sollozaba y empecé a confesarme
- ¡¡Amo perdón, no fui a hablar con la profesora!!.... Ah ah ah. - El seguía golpeado con violencia
- Dime que más perra desobediente. -
- No me tire sobre su escritorio, ni levante uno de mis pies como ordeno amo. - Se empezó a entrecortar mi voz, mi culo me ardía y sentía como mis nalgas a latir.
- En casa no me desnude, no me masturbe y comí sin su permiso. ¡Perdón amo, por favor ya no me castigue! -
Los azotes seguían cayendo. Los estallidos de la madera en mis nalgas, mis llantos y sonado a los gritos despertaron a mi hermanita. La vi a sus ojos mientras recibía mi reprimenda, estaba impactada, me invadió un sentimiento de vergüenza y miedo
Él la miro y me dio un fuerte azote mientras sostenía la mira, mi hermanita salió corriendo a la pieza.
- Es tu culpa por ser desobediente! Dime que más hiciste mal
- No lo recibí como merecía mi amo, y es más lo dejé esperando agüera. Perdón
Mas azotes siguieron cayendo.
- De ahora en más, estarás desnuda delante de tu hermanita, me recibirás desnuda. Y no me importa si tu vecino te ve que me vas a recibir desnuda. Y te masturbaras antes de ir al colegio, a la vuelta y antes de dormir, a menos que te indique lo contrario. No me importa si tu hermana te ve masturbándote. ¡Está claro! - Lo dijo mientras me lleno de marcas violácea en mi culo y mis muslos
- ¡Sí, amo obedeceré! Pero ya no me pegue. - Dije ya llorando
Dejo de pegarme, fue a dejar la cuchara de madera, sentí como caminaba, volvió a quedarse al lado mío, y sentí que ponía algo refrescante mientras acariciaba mi culo y mis piernas. La verdad empezó relajarme.
Vi que se dirigía a la habitación de mi hermanita y llorando le supliqué que no entrara, atada en la silla era lo único que podía hacer. No me hizo caso, entro y se quedó un buen rato. Mientras yo me quede a maldecir mi vida.
Volvió, llevo una silla de plástico y unas cosas al baño, solo veía de reojo, me dolía todo mi cuerpo, mas donde recibí la golpiza.
- Bueno es hora de ponerte bella, iremos al baño y te voy a afeitar tu concha, sabes. -
Me desnudo en el comedor, me llevo al baño y me senté en la silla colgando las piernas por los lados quedando bien abierta. Me afeito, sentí la suavidad de la hoja de afeitar. Me paso un trapo húmedo y me empezó a tocar, me empezó a frotar el clítoris. Tiré la cabeza hacia atrás, empecé a gemir, él lo noto.
- Hay Sofi, Sofi... Cuando aprenderás, solo podés disfrutar solo si tu amo desfruta primero y todavía no hiciste nada para complacer a tu amo, ¿Qué harás?
Tomo el borde de su pantalón y descubrió su pene, parado, gordo, lleno de venas, palpitaba.
-Es tu turno de complacerme perrita. -
Tomo mi cabeza y llevo su miembro hacia mis labios.
- Abre la boca y no uses los dientes o te volveré a castigar. -
Tímidamente abrí mi boca, cada que un centímetro de esa cosa entraba, una lagrima se me escapaba.
A veces me lo hacía fuerte, a veces lento. Mis mandíbulas me empezaron a doler, me hacía mirarlo, no me dejaba cerrar los ojos. Estaba en eso cuando mi hermanita apareció parada en la puerta con los ojos como plato y la boca abierta, no la culpo.
- No debes sentirte incomoda niña, es algo común entre chicas y chicos. ¿No crees que tiene un gran cuerpo tu hermana? - Lo dijo sin dejar de cogerme la boca.
Mi hermana quedo ahí, parada mirando mi cuerpo desnudo, y como una verga entraba y salía de mi boca. Eso lo puso más a full, acelero las embestidas, tiro su cabeza hacia atrás y empezó a gemir.
Sentí como su pija empezó a dar fuertes espasmos y sentí que algo espeso de sabor agrio, fuerte, empezaba a correr por mi garganta. Sin embargo, fue mucho, me dio arcadas y no le di tiempo a sacarme su pene de la boca que empecé a vomita.
Mi hermanita volvió a correr a la pieza, mi amo se enojó y me dio dos fuertes bofetadas.
- La leche de un hombre no se desperdicia, perra asquerosa. -
Tomo mi pelo y se limpió. Mi amo volvió a dirigirse a la habitación y yo quede bañándome.
- Era hora que salgas, tardas mucho en el baño estúpida. Tengo más reglas, cada que uses el baño lo harás con la puerta abierta. ¿Entendió?
- ¡Si! mi amo. -
- Acá te separe tu ropa, este montículo de acá donde están tu ropa interior, esas ropas parecen monja, nunca la usaras. -
- Aquel otro montículo lo usaras cuando mama está en casa o cuando sales con familia, son shorts no tan cortos, unas remeras y algo no tan atrevido, pero si deja volar la imaginación. -
- Ese tercer montículo cuando sales solas, con amigas o conmigo. bien revelador y que se marque tu figura. Ya compraremos más cosas porque esta corto, y siempre me recibirás desnuda y tu hermanita no importa. -
- Acá esta tu ropa para ir a tu clase de gimnasia, Apúrate no querrás llegar tarde. -
Tome la remira de tira, blanca, que no me tapaba el ombligo y se podía apreciar mis pequeños pechos. Me puse la calza, gris, tres cuartos, se marcaba mis labios vaginales. Celeste, mi hermanita, me miro y negó con la cabeza. Me entro una vergüenza y todavía no salí de la casa.
- Mi perrita esta lista para su clase de gimnasia. -
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