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Puta en el Mc Donalds

~~Este relato pasó
 un mediodía, estaba en mi casa, solo, y no tenía ganas
 de hacerme de comer, decidí que iba a ir al McDonalds. Cogí
 el coche y me fui hacia él, cuando llegué estaba allí
 una conocida del barrio, que hacia lo mismo que yo, los rumores decían
 que era puta, pero yo no me lo creía mucho. Se llamaba Marina,
 tendría dieciocho años, una cara impresionante de niña,
 era colombiana, de piel blanca, alta, delgada, morena, con ojos negros,
 con hermosas tetas, y un culazo. Pedimos y nos sentamos juntos, y
 mientras comíamos hablábamos sobre cosas. Me dijo que
 estaba en España por trabajo, que en su país la cosa
 estaba mal, pero que aquí había más salidas,
 que llevaba en España cinco meses, todo esto era normal, lo
 que me empezó a mosquear fue cuando me dijo que le hacia falta
 dinero, mientras me guiñaba un ojo, esto no lo entendía,
 se me estaba insinuando o que pasaba. Tras esto hubo un momento de
 silencio largo.
 Al rato, cuando estábamos comiendo el postre, Marina de golpe
 me soltó que le encantaba la idea de que yo se la metiera,
 que la dejé bien caliente, yo me quedé sorprendido,
 y ella me replicó diciéndome que si yo quería
 follar con ella, no podía creer lo que sucedía, apenas
 pude reaccionar, y cuando lo hice fue para decirle que sí,
 que si ella quería que de acuerdo, entonces Marina me soltó
 la siguiente sorpresa, me dijo que serían cuarenta euros, yo
 le dije que no a la ramerita, que no le iba a pagar, y ella me dijo
 que treinta, yo le dije que no, y ella me dijo que por favor aceptase,
 que necesitaba el dinero, que me lo dejaba como última opción
 en veinte euros, al ver la cara de pena de ella, y como además
 me había hecho las ilusiones de follármela, acepté
 ese precio.
 Le dije de ir a una de nuestras casas, y ella respondió que
 no tenía tiempo, que entraba a trabajar a las cinco, esta lolita
 era una verdadera caja de sorpresas, pues me dijo que me esperase,
 fue al mostrador del McDonalds, y pidió la llave del water
 de los chicos, el cual estaba cerrado, solo se tenía acceso
 al lavabo y a un urinario, cuando vino me dijo que ya teníamos
 sitio, me había dejado con la boca abierta, esta putita con
 cara infantil era bastante perversilla, tenía ideas maquiavélicas.
 Ella me cogió de la mano y llegamos al servicio, cogió
 la llave y abrió, era un cuarto pequeño, con poca luz
 y con poca ventilación. Una vez dentro, Marina se quitó
 la blusa verde, quedándose solo con su top negro, en el que
 guardaba ceñidamente sus tetitas, a continuación, me
 fui hacia ella, la cogí por la cintura y empecé a besarla
 por el cuello, mis manos acariciaban su delgado cuerpo, hasta que
 le fui subiendo su top, dejando al descubierto sus blancas tetas,
 pues no llevaba sujetador, eran apetecibles, blanquitas, coronadas
 por dos pezoncitos rosados. Fui bajando mi boca por su cuello hasta
 llegar a la cima de sus senos, comencé a devorar esos pezoncitos,
 completamente endurecidos por la excitación de ella, los saboreaba
 con mi lengua, los pasaba entre mis dientes. Después comencé
 a quitarle su pantalón, y seguidamente sus braguitas, a la
 vez seguía succionando sus pezones.
 Estaba lista para que yo dispusiera de ella a mi antojo, acaricie
 un poco su tierno coñito, y a continuación ella me empezó
 a desvestir, me quitó la camisa, y me bajó los pantalones
 y el slip, dejando a la vista mi polla erecta. Tras esto, Marina se
 puso de rodillas frente a mí, y metió en su boca mi
 verga, Marina la sorbía con urgencia, masturbándome
 velozmente, como deseando terminar rápido, además acompañaba
 a la mamada la mano, por lo que me estaba dando doble placer, se tragaba
 casi entero mi miembro, y ni se inmutaba. No tardé mucho en
 estar a punto de correrme, ella tragaba de manera golosa, tenía
 una cara exagerada de lolita, hasta que no pude contenerme y disparé
 de manera violenta mi leche dentro de su boca, ella se atragantaba,
 pero no sacó de su boca mi polla hasta que la descarga de semen
 terminó, había sido una mamada limpia. Tras reponernos,
 ella con una sonrisa picara me preguntó si le había
 merecido la pena pagar lo acordado, a lo que rápidamente le
 respondí que había pagado por todo, no solo por una
 mamada, ella bajó la mirada y me preguntó por lo que
 deseaba, le respondí que lo que fuera saliendo. Ella empezó
 a acariciar mi verga, tratándola de reponerla lo antes posible,
 y tras unos minutos logró que mi pene estuviera nuevamente
 tieso. Sin esperar más, me senté sobre el retrete, la
 coloqué encima abierta de piernas, y la dejé caer sobre
 mi miembro, penetrándola salvajemente, Marina dio un leve alarido,
 y a continuación empezó a votar sobre mi pene, estaba
 follando bestialmente, incluso disfrutando de la penetración,
 los dos jadeábamos envueltos en la vorágine de aquello.
 Besaba sus tetas, le lamía los pezones, ella mordisqueaba mis
 orejas. Sentía relatos sacudiendo mi polla, que totalmente
 hinchado y aun descargado por la mamada le daba lo suyo a esa puta,
 había un silencio sepulcral, roto solo por los jadeos y roce
 de nuestros aparatos enfrascados en esa candente batalla sexual.
 Tras un rato en esa posición, la cambiamos, ella se apoyó
 sobre el retrete, y yo me puse detrás, y la empalé,
 continué metiéndole mi polla, pero esta posición
 era más placentera, pues además de follármela,
 tenía ante mí su culito. Comencé a jugar con
 mis dedos con él, pero ella no dijo nada, estaba concentrada
 en la cosa, no podía creer lo afortunado que era de poseer
 a esa preciosa y zorra adolescente. Le acariciaba su culito hasta
 que le dije que íbamos a probar por ahí, ella me contestó
 que no, que de eso nada, le dije que le daba cinco euros más,
 y ella me dijo que veinte, le dije que mi última oferta eran
 diez, y ella accedió.
 Entonces le dije que era hora de destrozar su lindo culo, abrí
 con mis dedos sus nalgas hasta ver su pequeño orificio, y escupí
 sobre él varias veces, después con mis dedos lubriqué
 bien su ano, ella movía sus caderas al ritmo de mis dedos,
 a la perra le estaba gustando, a continuación hice lo mismo
 con mi ya húmedo pene. Ya con el culo bastante ensalivado decidí
 que ya era hora de metérsela, la puse en la entrada, y lo embestí,
 pero su agujero en primera instancia lo rechazó, pero inmediatamente
 volví a arremeter, esta vez con mas éxito, ya que la
 punta de mi verga se hundió en su ano, ella gritó de
 dolor, pero después se relajó, momentos después
 introduje un poco más, mi polla abría los pliegues de
 su culito, hasta que entró por completo, después la
 saqué y repetí la operación, hasta que se acostumbró
 su agujero y pude empezar a taladrar su culo apretado, ella lanzaba
 sollozos y gemidos, esto me puso muy excitado, por lo que no tardé
 mucho en correrme, ya que un intenso chorro de semen salió,
 mojando su castigado culo, mis líquidos resbalaban por sus
 muslos.
 Pasado un rato, saqué mi miembro aún erecto, y a continuación
 le pregunté si le gustó, ella respondió que por
 el culo no solía follar, solo cuando era necesario, con algún
 pez gordo para lograr algún trabajo. Seguidamente nos vestimos
 y salimos hasta la calle donde le di los euros que habíamos
 acordado, y se fue a trabajar.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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