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Recién había salido de la prepa y me preparaba para el examen a la universidad. Debía presentarlo directamente en la escuela a la que pretendía ingresar, y como ésta estaba lejos de mi actual residencia, me mude a casa de mi tía por un tiempo para no hacer muchos viajes.
Aquella escuela era mi favorita, pero no era el único con esos gustos, pues muchos eran los que deseaban entrar, y entre los aspirantes se encontraba mi prima, que al igual que yo se mudaría a casa de nuestra tía para prepararse hacia el examen de admisión.
Yo fui el primero en llegar, era una linda tarde calurosa de verano. Me recibió mi tía quien cordialmente me ayudó a instalarme. La señora es tan amable como hermosa, es apenas un poco más joven que mi madre, pero está bien conservada; es soltera, nunca tuvo hijos, y en ese entonces estaba sin compromisos, pero con el cuerpo que se cargaba no me sorprendía que tuviese a más de uno tras de sus huesos. Es alta, de cabello rizado castaño oscuro, delgada, de curvas prominentes, grandes senos, y que gusta de usar tacón alto, que le acentúa las pantorrillas y ese bien parado trasero que volvería loco a cualquier hombre.
El primer día la pasamos solos, yo me dedique a instalarme en uno de los cuartos de su gran casa, pues ya que vive sola, pude vivir con comodidad y lujos.
Mi prima
Fue hasta la tarde del día siguiente cuando llegaba mi prima, yo estaba muy cansado por el viaje y además no había podido dormir muy bien debido al clima, así que me despertaba muy tarde. Tan solo había desayunado cuando mi prima tocaba la campanilla de entrada. Ya hacía mucho tiempo que no veía a mi prima, en cuanto nos reencontramos de inmediato retomamos la química que teníamos cuando niños, bromeamos y reímos como los viejos tiempos durante todo el día.
Tratábamos de concentrarnos en estudiar y sumergirnos en los libros y apuntes de la prepa para el examen, pero aun actuábamos como niños y casi no dejábamos de hacernos broma tras broma hasta que nuestra tía nos separaba y reprendía para que regresáramos a nuestra tarea por la que primeramente estábamos ahí. Ese día terminaba y yo me la estaba pasando genial, pero no me imaginaba que todo se pondría mucho mejor de lo que me podría imaginar.
Todo comenzaba al día siguiente. Por la mañana me levantaba, esta vez desde muy temprano pues ya estaba un poco más habituado a mi horario normal.
Aprovechando el tiempo retomaba mi rutina cotidiana comenzando con un poco de ejercicio, pues me gustaba estar en forma, y como no visitaría los gimnasios por un tiempo no quise descuidarme y me traje unas mancuernas de casa. Con normalidad inicié mi rutina de ejercicio, y como me sentía en casa no me dio desconfianza por hacerlo sin la parte de arriba del pijama y además con la puerta abierta. Acababa de salir al baño y con naturalidad la había dejado abierta, pues en casa nunca acostumbraba a cerrarla.
Estaba a media práctica cuando escuche que alguien se aproximaba. Con la casa en total silencio y el piso de madera se escucha la más pequeña anomalía en la resonancia. Sinceramente no le presté importancia, quizá debí haber sido más respetoso y cerrar mi puerta al saber que estaba en la misma casa con dos mujeres, pero nunca lo pensé en un enfoque morboso, así que no me pareció tan malo estar semidesnudo con la puerta abierta.
Poco a poco los pasos se aproximaban a mi recamara, sabía que para entrar al baño se debía pasar por mi puerta así que no me tome la situación personal y continúe con lo mío sin voltear a ver quién pasaría a mis espaldas mientras concentraba mi atención a la ventana contemplando la salida del sol. De pronto la frecuencia de los pasos se detuvo, no hacía falta contarlos, era más que evidente que aquella persona que seguramente se dirigía al baño, jamás había llegado a su destino. Lo deduje de inmediato, pero sin mentir, aun no pensaba inmoralmente, y me limitaba solo a lo que estaba haciendo. Pero después de un momento no puede evitar en cambiar de pensamiento y concentrarme en lo antes escuchado, así que me decidí a salir e investigar, pero apenas dándome media vuelta escuché como corrían al baño intentando ingenuamente no hacer ruido. De inmediato creí que era mi prima intentando hacerme una broma y lo dejé así, solo riéndome hacía mí mismo.
Más tarde los pasos se oyen de regreso, y yo preparado para todo dejé lo que estaba haciendo y me estreche a la puerta para evitar ser sorprendido, aun seguro de que mi prima me jugaría una broma. Espiaba por la apertura de la bisagra, solo para comprobar que se trataba de mi prima aproximándose a mi puerta. Aun esperaba a que intentara asustarme o alguna otra broma, pero me sorprendió al ver que solo se asomaba con gran cautela, mirando nerviosa a todos lados, seguramente buscándome. Pero lo que más me asombró, fue que al sentirse completamente segura de que nadie la veía se tocó su entrepierna como si estuviese a punto de masturbarse, solo para después alejarse velozmente al comprobar que no me encontraba en el cuarto.
Todo eso me había dejado impactado, no sabía que pensar, aun no quería pensar mal de ella, pero sabía que era una chica bastante -abierta- por deciros así, y aunque no lo quisiéramos actuar así, ya no éramos unos niños.
Amor filial
Aquella situación me había hecho cambiar de perspectiva con respecto a estar a solas con dos mujeres hermosas en la misma casa. Más tarde, mientras estaba estudiando en la sala junto a mi prima, mi tía se preparaba un emparedado, yo me encontraba recostado en el sofá con un libro en la mano, pero la presentación de la escena ante mí, me era obstaculizada por mi propio libro que sostenía de frente, el cual sin dudar comencé a deslizar hacia abajo discretamente.
Mi tía siempre ha estado muy bella y físicamente goza de un cuerpo escultural envidiable. Mientras la observaba contoneándose las caderas moviendo su bien parado culo, debajo de su perfecta cintura, y detrás unas licras ajustadas, no pude evitar imaginarme como se vería aquella tanga que se le marcaba debajo, y un sinfín de fantasías con ella. En un momento se daba media vuelta y yo de inmediato fingía estar clavado en mi libro, pero mi vista no se podía despegar de ella, que al estar de frente a mí, no dudo en centrarse en sus grandes, redondas y bien puestas tetas que se me presentaban sobre su escote, que debelaba más de la cuenta cubierto un poco por su hermoso rostro y su cabello rubio lacio que caía frente a ella al agacharse por su platillo que recién terminaba.
Yo aún fingía estar muy interesado en mi lectura, pero existen ciertas cosas que bien sabemos no se pueden evitar, ni fingir. Por tal caso, mi pantalón deportivo levantaba ya un gran bulto que sus delgadas telas intentaban retener inútilmente al paso de mi pene inflamado ocasionado por el fabuloso pequeño y fugas espectáculo de mi tía.
Apenas terminando de hacer su emparedado, mi tía subía de regreso a su recamara, según su lógica para dejarnos estudiar a gusto. Yo en tanto regresaba poco a poco a la cordura intentándome bajar la calentura que me traía encima, pero en ese momento en el que recuperaba la sensatez, me percaté de nueva cuenta que no estaba solo. De reojo miré a mi prima disimuladamente y muerto de vergüenza, pues seguramente ella si se habría percatado de mis indiscretas miradas a nuestra tía. Pero lo que vi en ella fue algo totalmente distinto a lo que esperaba, pues su mirada estaba soldada y fundida sobre mi furioso pene, aun hambriento del culo y las tetas de mi tía, al que con trabajos intentaba calmar. Entonces recordé el día anterior, sus miradas y sus acciones al tocarse su entrepierna al estar –seguramente- tan caliente por verme a mí, como yo lo estaba por ver a mi tía.
Y no lo pude fingir más, miré a mi prima aun con su pijama y una camisa que dejaba ver como se le erizaban los pezones debajo intentado reventar su sostén igual a lo que hacia mi pene con mi pantalón deportivo, y me calentó nuevamente. El saber que estaba calentando a mi prima, me calentaba también a mí, y mi pene que ya comenzaba a flaquear un poco regresaba erguido como roble imbatible. Sabía que ella era una chica bastante caliente y estaba dispuesto a averiguar qué tan lejos llegaba a serlo, así que me acomode fingiendo esta vez que no sabía nada de ella ni de mi prominente erección. Mis ojos se centraban de nuevo en mi libro al que tan solo le había pasado un par de páginas, pero todos mis pensamientos estaban en mi prima imaginándome su mirada fija y concentrada en mi falo a punto de reventar.
De tanto en tanto giraba un poco el libro para mirar la reacción de mi prima con mi vista periférica, y lo que veía era simplemente excitante, tal y como me lo imaginaba, su vista no se despegaba de mi pene, al que veía como si de un exquisito majar se tratase, relamiéndose los labios quizá por su parte inconsciente queriéndolos humedecer para darme una buena chupada, o eso me imaginaba al ver como su lengua jugueteaba en su boca.
Claro que todo eso me tenía al cien, pero yo quería más, así que sin pena ni prejuicios baje mi mano hasta mi polla y la tome fuertemente como si de la palanca de automóvil se tratase, y de inmediato voltee a ver la reacción de mi prima, quería ver cómo me miraba tocarme, pero esta vez estaba equivocado, pues su vista estaba en mi rostro.
Me exalté y avergoncé como pocas veces en mi vida, seguramente había ido demasiado lejos, y mi prima ya sospechaba que lo estaba haciendo a propósito, por eso no me quedó otra opción que fingir y acomodarme el pene de modo que no se viera tan erecto bajo mi pantalón.
Así muerto de pena, mientras me concentraba esta vez, de verdad en mi lectura intentando calmar a mis dos cabezas, mi prima se ponía de pie y sin decir nada se marchaba a su recamara. Su acción me dejaba muy mal, seguramente le había presionado demasiado, y ante todo era mi prima, y debía respetarla al igual que a mi tía.
Más tarde pensando en todo lo sucedido, mi prima regresaba de vuelta a la sala, yo ya había avanzado bastante en mi libro pues solo estaba tomando lo más importante. Aun bastante apenado quise evitar toda mirada con ella, y solo alcancé a notar en primera instancia que aun vestía la misma ropa con la que se había ido. Todo eso me hacía pensar a que habría subido si no era a cambiarse o quedarse allá, si tanto le había molestado, ¿por qué regresaba al mismo lugar? entre otras cosas.
En fin, intenté no prestarle atención y me concentré de nuevo en mi cuaderno repasando mis apuntes, pero de pronto ella se pone de pie y no pude evitar echarle un ojo, miraba disimuladamente como se ponía de pie y se marchaba de nuevo, pero ahora algo era diferente, observando detenidamente su culito mientras se alejaba noté un tono distinto en su entrepierna, puse más atención y me quedó todo claro, no me cabía duda de que había humedad en esa parte, si, estaba mojada. La muy zorra se había ido a masturbar a su recamara y aún tenía la evidencia en su pijama.
Simplemente asombrado, no pude pensar en nada más por todo el día, mi prima se había puesto tan caliente que no se pudo aguantar y se fue a su cuarto para bajarse la temperatura, y hacerse terminar.
Aquel pensamiento me acompaño hasta la noche, pues, aunque mi prima ya había zaceado sus instintos yo no pude hacer lo mismo, pues planeaba hacerlo por la noche, pero justamente esa noche me entretuve conversando con mis amigos por chat hasta quedarme dormido con el teléfono en mano.
A la caza
Por la maña me despertaba bastante tarde, pero como era sábado no me importaba mucho. Fiel a mi rutina, fui al baño y regresaba para entrenar un poco mi cuerpo, como siempre sin cerrar la puerta. Todo marchaba como cualquier otro día, hasta que mi memoria hacía recuento del día anterior haciéndome imaginar y fantasear con el recuerdo de mi prima y la tremenda calentura que mutuamente nos hicimos pasar. Yo aun con la misma encima, ya comenzaba a ponerme de nueva cuenta listo para la acción.
Y como si todo se alineara para el momento perfecto, en ese preciso instante escuchaba pasos que se encaminaban a mi dormitorio. Mi corazón a mil por hora y con el recuerdo aún fresco del día anterior, ni lo pensé, me puse en posición de modo que quedara de lado a mi puerta para poder observar un poco, pero a la vez disimular mi completa indiferencia, y me quité la camisa que tenía y me puse a continuar con mi rutina.
Desinteresado, miraba fijamente a la pared de enfrente perdiendo la vista como si estuviese a kilómetros de distancia mientras escuchaba como los pasos se estrechaban poco a poco. Me tocaba mi pene para levantarlo y verme más atractivo. El momento era de lo más excitante, saber que ponía tan caliente a mi prima me levantaba el falo como mástil, me gustaba ser observado y todo eso estaba a punto de suceder.
De pronto tal y como lo predecía los pasos se detenían en mi puerta, y yo haciendo gran esfuerzo concentraba mi mirada fija en la nada delante de mí, mientras subía y bajaba las mancuernas a mi rito. Estaba seguro que mi prima me estaría observando y seguramente tocándose al verme con la vega bien parada, pues ya que estaba de lado a la puerta la vista debería ser perfecta para ella.
Estaba encantado, y muy nervioso, sentirme observado me hacía sentir tremendamente excitado, pero yo quería más. Mirando de reojo notaba la silueta de mi prima tras la puerta espiando, la tenía donde la quería y esta vez sí estaba dispuesto a ver que tanto le excitaba la situación, así que me arme de valor y fingiendo incomodidad, me quite la parte de abajo del pijama para quedar completamente desnudo.
Con gran frialdad continuaba mi rutina de ejercicio tal y como si estuviese solo, pues estaba seguro que aún me estaba mirado así que no hacía falta mirar directo a la puerta para comprobarlo. Yo esperaba que mi prima entrase a mi cuarto sin poderse resistir, pero en algún momento su silueta desapareció y se escuchó cómo se alejaba al baño. Ya con la excitación al máximo me animé y me acosté en la cama esperando a que mi prima saliera del baño e igual y se dieran las cosas.
Así, me tumbé sobre la cama y comencé a masturbarme, estaba como nunca, y en eso se escuchan los pasos, y yo aumentaba el ritmo, más y más hasta que se aparece la silueta de… ¿mi tía? ¡Si así era, mi tía había sido la que me había estado espiando todo ese tiempo! No podía creerlo, y no sabía que pensar, tenía vergüenza por haberme mostrado así a mi tía, pero por otro lado me puse más caliente que nunca sabiendo que seguramente le había gustado mirarme.
Primero la prima
Estaba inconcebible, pensaba en mil cosas, e intentaba imaginarme en qué estaría pensando mi tía de mí, pero con la calentura que me cargaba no podía concentrarme en nada, así que me decidí a darme una buena ducha para tranquilizarme un poco.
Cerré la puerta para no pensar en nada más, busque mis ropas que me pondría ese día y mi toalla, tarde un poco en decidir, pero al final me dirigía al baño. Al entrar noté que la toalla de mi prima ya estaba colgada en la manija, por lo que no tarde en deducir que ella también tendría las mismas intenciones, estaba a punto de dar media vuelta, pero la carne es débil y los instintos fuertes e inquebrantables, y pensé en seguir el juego ahora con ella. Me hice el distraído y fingí no saber nada de una toalla en no sé qué puerta y comencé a quitarme las prendas que traía encima. Tan solo entre-cerré la puerta a sabiendas que mi tía podría verme, pero lejos de preocuparme la idea me calentaba más, para ese punto ya todo me excitaba, las hormonas controlaban mi mente, ya no me importaba nada.
Ya desnudo entré a la ducha y comencé con lo mío, y con mi farsa de dejar la puerta abierta nuevamente. Sabía que mi prima tendría que venir al baño, y eso me tenía al cien, apeas me tocaba un poco y mi falo me respondía al instante, así que me lo puse bien parado para animar a mi prima y esperé.
Más tarde tal y como lo había intuido, escuchaba a alguien acerarse, aun no sabía quién de las dos se trataba, pero para mí ya daba igual. Me concentre en mi aseo y esperaba lo mejor. Tenía la puerta de la ducha medio cerrada, pero igual era de cristal semitransparente, no se veía claramente a dentro pero claro que se podía ver, y como lo mismo sucedía desde mi perspectiva, de cuanto en cuanto volteaba a ver la puerta para intentar cachar a alguien, pero no se veía muy bien pues el pasillo estaba muy oscuro. Aun así, me sentía genial, recordar mi exhibicionismo a mis dos mujeres de la casa e imaginar que quizá alguien estaba en la puerta haciéndolo en ese momento me bastaba y sobraba para hacerme una paja de las mil maravillas.
En eso estaba cuando eché un vistazo rápido a la puerta y fue en ese momento cuando logré mirar a alguien en la puerta del baño, estaba más que claro, la miré de frente, era mi prima con su bata en mano, y ahora que sabía que mi estrategia había resultado estaba más que alegre gustoso de llevarlo al final. Quizá ella también me había visto cuando la mire, pues, aunque yo fingía que desconocía de su presencia ella se alejó un poco de la puerta y grito desde afuera si podía entrar por su toalla. Nunca me negaría a algo así, y le respondí con toda naturalidad que podía pasar, no sin antes desempañar un poco el cristal.
Mi prima entraba lentamente, insegura de echar un último vistazo o hacerse la ingenua y mirar a otro lado. Para mi suerte ella era tan fácil como yo y finalmente me volteaba a ver. Yo por mi parte me ponía en mi mejor pose para que pudiese contemplarme a su gusto. Pensaba que se me estaba acabando el tiempo, tan caliente como yo, ella parecía tener la mente sincronizada con la mía y me preguntó si podía pasar a orinar ya que estaba ahí, pues ya no se aguantaba, según sus palabras. –Claro- le respondí mirando atentamente para saber si tendría las agallas para hacerlo. Para mi sorpresa así fue, no pude ver tan claro como me hubiese gustado, fue muy rápido, pero de un jalón se bajó el pijama hasta los tobillos con todo y bragas, y tomo acento en el inodoro.
El agua caliente estaba por terminarse, pero yo no desperdiciaría ese momento, así que me puse prácticamente frente a ella, y comencé a tocarme como si no pudiera verme. Por su parte quizá también tomando el mismo roll, me clavaba la mirada descaradamente, o quizá pensaba que en verdad no podía verla. De cualquier forma, ahí estaba, con la polla en la mano, haciéndome la paja de mi vida frente a mi prima.
Estábamos súper calientes y ya nada nos importaba, yo seguía con mi papel desinteresado fingiendo que no sabía nada mientras observaba a mi prima sentada en el inodoro con la mano en su entrepierna frotándose lenta pero fuertemente, a su vez mirándome haciendo lo mismo. Ya a punto de terminar sentía que la eyaculación era inminente, y con el orgasmo en puerta comencé a hacerle poses a mi prima amputándole la polla directamente y mostrándole mi cuerpo como si de físico-modelismo se tratase. Ese momento cumbre para mí, parecía serlo para ella también, pues sus movimientos de su mano se hacían más y más fuertes, al tiempo que su respiración se aceleraba hasta el punto de no poder controlarla. Comenzaba a gemir de placer, gemidos que se hacían escuchar aun con el agua de la regadera rebotando en la bañera, hasta que en un momento se escucha un fuerte chorro estampándose, esta vez contra la taza de baño. Claro que aquello no había sido normal, mi prima se había venido en frente de mí y yo sin poderme retener más le había secundado.
Aun mirando como brotaba el semen y se diluía en el agua, mi prima tomaba papel para limpiarse y en seguida se marchaba. Yo apenas podría creer lo que recién había sucedido, y queriendo concebir todo eso, me enrede la toalla en la cintura y me fui a mi habitación.
Aquello había sido muy intenso, mucho más de lo que mis fantasías puertas me lo hubiesen podido contar, pero por suerte para mí estaba a punto de ponerse mucho mejor. Ya era casi el final de la semana y el examen se aproximaba, pero mi prima tenía otros planes, la habían invitado a una fiesta de por ahí cerca, nunca supe cómo le hacía para encontrar amigos por donde fuera, pero al ir descubriendo como era me estaba haciendo la idea.
Primer intento con la prima
Ese día no tuve suerte en exhibirme haciendo ejercicio, y no quise equivocarme con mi tía de nuevo, pues aún estaba muy apenado con ella, ya que desde ese día no me había vuelto a mirar con los mismos ojos, y eso me ponía muy incómodo. Pero eso no era todo, pues mi suerte cambiaría por la tarde.
Mi prima ya estaba arreglada, tenía un vestido de lo más apretado que pudiese imaginar, tacones altos y extremadamente maquillada, lucia como una cualquiera, pero a ella parcia gustarle, así que pensé que cada quien sus gustos.
Mientras esperaba a que llegaran por ella yo bajé a la cocina para hacerme algo de comer, sin dejar de observar el culo delicioso que se le veía a mi prima con ese vestido. Me imaginaba la de cosas que pasaría en esa fiesta y los tipos que estarían detrás de mi prima para manosearla. Miraba a mi prima asomarse por las cortinas de la casa, impaciente de que sus amigas llegaran por ella, mirándole los muslos que se asomaban debajo de su vestido al estirarse para recorrer las cortinas. Estaba tan celoso que se me ocurrió que, si aquellos desconocidos meterían mano en ese cuerpo, quizá yo tenía más derecho que ellas de hacerlo, y no lo soporte más, me acerque a ella y bromando con ella sobre su impaciencia, le agarre por la cintura para asustarla.
Ella estaba en otra sintonía, no me prestaba atención y lo único en que pensaba era en su fiesta, así que aproveché y bromando le dije que, si no venían por ella, yo podía hacerla solo para ella, mientras la tomaba con las dos manos acercando su culo a mí. Se hacía la difícil, pero yo sabía que en el fondo era lo que quería, así que, haciendo música con la boca, actuaba como si estuviese en la fiesta mientras le arrimaba mi falo en su culo, tal y como me imaginaba que seguro bailaría. Ella se dejó al principio entre bromas, pero después me alejó de ella y se fue a la sala a mensajear por celular y esperar. Más tarde terminaba mi comida al tiempo que llegaban sus amigas por mi prima.
La muy zorra me había dejado de lo más caliente, pensaba que ahora me quedaría con las ganas mientras miraba a mi prima meneando su trasero en camino al auto de su amigo. Ya completamente convencido que no tendría suerte esa noche me tumbe en el sofá con mi celular en mano dispuesto a matar el tiempo. No terminó de concluir la hora siguiente a la marcha de mi prima cuando la puerta se habría nuevamente, por pura costumbre voltee para ver a mi tía entrar.
Me extrañaba que llegase tan temprano, pero estaba seguro que se trataba de ella, aun antes de entrar.
Supuse que por estas fechas ya no debía tener tanta carga de trabajo, o eso pensaba mientras la veía desfilar con su traje sastre, su entallada falda, sus medías de seda negras, y sus tacones que le acomodaban el culo bien arriba mientras lo menaba al subir las escaleras. Ya con la calentura encima, no tarde en ponerme excitado nuevamente imaginándome como sería tocarla a ella como a mí prima. Pero sabía que ella era de ligas mayores, así que no intentaría nada, me declare incompetente y cobarde.
Y… ¿qué tal la tía?
Intentando tranquilizar a mi demonio interior nuevamente, me sumergí en el libro más cercano para pensar en otra cosa.
Confiado de que mi plan estaba funcionando, baja mi tía en su bata de dormir caminando entre los sillones que colindan con la cocina y las escaleras del segundo piso. Su bata rosa muy delgada me permitía ver la silueta de su perfecto y voluptuoso cuerpo, presumiblemente desnuda debajo de la vestimenta, que, aunque no era transparente seguramente se marcaria su ropa interior, la cual no se veía por ningún lado. Al final, sin más, se sienta enfrente de mí.
Ya incapaz de ignorarla, la miraba de reojo para intentar dilucidar sus intenciones. Ella parecía aburrida, con ganas de platicar con alguien, pero seguro no lo hacía por pensar que estaba ocupado con mi libro, así que, para no dejar las cosas de esa forma, dejé mi libro a un lado fingiendo cansancio visual.
Solo quería conversar con ella, con todo casi no había tenido tiempo para saber más de ella, y la oportunidad se presentaba. Inicie la charla con lo más simple, le pregunté sobre su trabajo, como había sido su día y eso, así nos fuimos abriendo un poco, me preguntaba sobre lo que estudiaba, la escuela y la plática tomaba los rieles de la cotidianidad, pero de pronto una pregunta descarrilaría aquel tren. Me cuestionaba sobre mi vida amorosa, una pregunta no tan radical, pero su tono me intrigaba un poco.
Con naturalidad le respondí que estaba solo, pues era la verdad, pero finalicé añadiendo que no se había presentado la chica ideal para una relación duradera. Algo que para mi tía abría un abanico completo para ponerle pintura a la conversación, pues después de eso desplegaba una serie de preguntas sobre mis preferencias de chica, mis gustos y por supuesto sobre mis antecedentes maritales.
Tal pareciera que estaba intentando insinuarme algo, y como la mesa estaba servida no puse traba alguna para encaminarnos en aquella dirección, así que le respondía todas sus indirectas a un punto en el que ella encajara bien; le decía que me gustaban maduras, mayores que yo, centradas, responsables y en fin, le estaba describiendo a ella misma, solo me faltó mencionar su nombre. Ella sabía lo que estaba haciendo, pero lo tomó a juego, y a mí me pareció igualmente divertido, así que me uní a él.
La plática aumentaba de temperatura y me aventuré a regresarle el mismo formulario de pregustas que recién me había hecho responderle, ella se puso un poco nerviosa, pero ya con la noche cayendo como escenario se animó a platicar íntimamente; me comentaba su ideal de hombre, y aunque no fue tan directa como yo, se las arreglaba para hacerme un espacio entre palabras para no cortarme las ilusiones de tajo. En ese momento la bomba estalló, pues presionando al máximo, me anime a saltar y apostar el todo por el todo, le dije entre bromas que ya no aguantaba sin estar con una mujer, y que no sabía cómo le haría al respecto.
Esperando que me cercenara las intenciones que le insinuaba, lejos de eso me motivaba a continuar, platicándome que ella me comprendía sobre eso. Al escucharla mi corazón me explotó en el pecho haciendo el cambio de ritmo acelerándose a sus límites, no podía creer que me estaba ligando a mi tía. Entonces fui lo más lejos que pude haberme imaginado y le dije que no era lo mismo hacerlo solo, insinuándole de esta manera que me la jalaba en su propia casa.
Y prácticamente de un momento a otro ya estábamos hablando de sexo, ella me decía lo bien que era pasarla con alguien a quien quieres, admiras y te ama, mientras siguiéndole de tras, le acertaba encaminando el tono diciendo que también era bueno hacerlo rompiendo las reglas de vez en cuando. Con el corazón en la boca esperaba su respuesta, que para mí fortuna era acertada, y no solo eso, sino que finalizo preguntando sobre si yo lo había hacho, refiriéndose a lo que coloquialmente se conoce como “aventar una cana al aire”.
Ahí me terminé de abrir por completo, pues comencé a contarle sobre mi más reciente aventura, omitiendo a mi prima por supuesto, le contaba como la había conocido, como la seduje, como la animé a hacerlo y sin detenerme le comencé a relatar no solo donde lo hicimos sino también cómo.
Excitando a mi tía
Poco a poco los detalles salían a la luz, y como no me detenía, relataba la silueta de la chica en cuestión, describía lo que le hacía para excitarla y terminar de convencerla, mientras en ese mismo momento miraba como sucedía lo mismo con mi tía. Si, pude darme cuenta, lejos de incomodarla, la estaba excitando.
Miraba como mi tía comenzaba a evidenciar su excitación, sus mejillas se enrojaban y se limpiaba las manos en su bata rosa sedosa una y otra vez, sabía que sus senos comenzarían a evidenciar su estado, pero su larga cabellara quebradiza se desvanecía sobre ellos cubriéndome la vista. Pero no hacía falta mirarlos, con solo imaginarme la vista me daba ganas de brincar sobre ella, pero en verdad quería que funcionara, quería ir lento pero seguro, mi prima no llegaría sino hasta más tarde y ese tiempo era todo mío.
Pronto las historias románticas en mi repertorio se me agotaron, pero como seguía teniendo a mi tía al borde del colapso, me tuve que inventar algunas. No se me complico mucho, pues con la excitación del momento no tarde en crear un par de lo más calientes.
La vista era encantadora, lo mejor que me hubiese pasado, mientras le relataba mis imaginaras fantasías que hacía pasar como verídicas, mi tía se ponía más y más caliente, se le veía incomoda y con unas ganas tremendas de tocarse, pues se limitaba solo a masajearse las piernas pasando a rozar una y otra vez su entre pierna con el pretexto de acomodarse la bata entre las mismas, mismo acto que repetía constantemente con su escote, está vez, tocándose los senos sutilmente, que se notaba a leguas moría por tocarlos y presionarlos fuertemente.
Estábamos al cien, también moría por tomarla ahí, en ese mismo momento, sobre el sofá en donde la miraba recostada a su vez, mirándome con la misma lujuria y deseos, seguramente también compartiendo mis pensamientos. Pero sabía que el tiempo apremiaría, y no quise echar todo a la basura actuando estúpidamente, estaba seguro que todo se alinearía a favor de lo que deseábamos uno del otro.
De pronto la historia en curso llegaba a su mejor parte y con lujo de detalle. Ya me temblaban las manos por tocarme y tocarla desde hace tiempo, pero en esos últimos momentos mi voz se tornaba cortante, ya no aguantaba más, sentía que el aire se me agotaba, y aun así no me comparaba en nada con mi tía. Ella sudaba en frio, también podía ver como temblaba, su mirada se perdía con mi voz, pero disimuladamente bajaba una y otra vez, en mi entrepierna que ya levantaba mi falo a su máxima extensión, sus piernas parecían tener mente propia pues la traicionaban abriéndose y restregándose entre ellas, como intentado hacer el trabajo por sí mismas que su dueña se empeñaba a negarles, intentando soportar la excitación del momento.
Sus manos inquietas no podían parar de recorrer todo su cuerpo de arriba abajo, fue justo en uno de esos movimientos cuando su mano derecha que mantenía arriba de sus caderas deslizó accidentalmente su bata hacia atrás de sus piernas, de esta manera dejándome libre la vista para mirarle la entrepierna. Aun no sé si lo hiso a propósito, pero pienso que no, o si fue así, su movimiento fue muy realista pues no pareció haberlo planeado. De cualquier manera, me daba una vista increíble, pero como estaba seguro que aún no sabía sobre su descuido, no quise verme descarado y solo me limitaba a mirarle de vez en cuando.
Pero eso era suficiente para volverme loco, podía ver claramente su vagina depilada estilo brasileño, con solo una delgada línea de vello púbico, y eso me llevo al clímax, sentía que me venía con solo verla. A medida que le continuaba relatando mí historia erótica, podía ver entre su pubis, un sutil resplandor que me insinuaba sería su vagina lubricada por la excitación.
Así era, ella estaba tan caliente como yo, y se veía claramente con sus jugos escurriendo entre su entrepierna. En ese momento no pude más e insinuándole lo que ambos bien sabíamos, me tome la tranca bien parada que tenía y la jale desde su base fuertemente para que pudiese verla a todo su esplendor, tal y como yo miraba su sexo.
Buenas noches
Aquello estaba a punto de culminar, ya estaba cocinado y listo para servir, pero no fue así. Al ver cómo me levantaba el falo con la mano sobre mi pantalón deportivo, mi tía de inmediato cambio de postura, se acomodó la bata y excusándose por lo tarde que era, cambió de tema apuntando a la preocupación por que mi prima aun no llagaba.
En ese momento sentí que todo se iba al caño, intenté todo lo que pude, me acomodé el pene para que ya no se viera tan explícito, pero fue inútil, y por si fuera poco a mi prima se le ocurre llegar en ese preciso momento, y tal como lo pensaba toda esperanza murió junto con el sonido de las llaves de mi prima al meterlas de nuevo a su bolso.
Mi tía se puso de pie, se acomodó su bata y así como si yo hubiese desaparecido, se concentró por completo con mi prima, enfadada por la hora que era, aunque con más curiosidad que cólera. Yo con la pala llena de ansias, no pude hacer más que escuchar desde lejos ahogando mi deseo con un vaso de agua.
La plática de chicas continuaba en el comedor cuando me subí a mi recamara, estaba bien caliente así que prendí mi móvil para distraerme jugado con algunas aplicaciones, sin dejar la oportunidad de lado para dejar la puerta abierta. Ya no me importaba nada, tenía la mente bacía, solo podía pensar en la imagen de la vagina de mi tía lubricada por mis historias. Sabía que estaba tan caliente como yo y eso me hacía fantasear una y otra vez con su escultural cuerpo.
Pasó el tiempo, y yo continuaba recordando las piernas de mi tía bajo su bata, sus senos colgando libremente debajo con sus pezones remarcados tras la delgada tela, y por supuesto ese pedazo de cielo que me había mostrado, y su perfecta depilación. Sin poder evitarlo, ya tenía mi mano bien agarrada a mi palo subiendo y bajando lentamente, pero en ese momento escuché que ambas compañeras de casa subían por las escaleras aun murmurando un par de cosas.
Yo, con la puerta completamente abierta y la polla bien parada, solo esperaba a que alguna de las dos pasara por mi recamara para exhibirme, tan solo quería eso, apeas con imaginarme que alguna de las dos me viese así me hacía sentir los más exquisitos placeres en mi cuerpo. En tanto las voces se iban apagando, la puerta de mi prima se cerraba y mi tía caminaba a su recamara, lo sabía bien pues con el silencio absoluto de la noche podía imaginarme cada movimiento que hacían.
Al escuchar la puerta de la recamara de mi tía cerrarse pensaba que ya todo había terminado, y que tan solo quedaría como un hermoso recuerdo de mi adolescencia, ya estaba dispuesto a jalármela para cerrar aquel esplendido día, pero algo me decía que todavía no era el momento, sabía que las noches anteriores mi tía siempre pasaba al baño antes de dormir, y pensé que ya estando en esas, cualquier cosa podría pasar.
El tiempo se me hacía eterno, no sabía cuánto más esperar, ya no lo soportaba, apenas me tocaba un poco y se me paraba de inmediato. Miraba una y otra vez mi puerta imaginándome como sería ver a mi tía afuera mirándome. En ese punto me quité todo lo que traía encima, me puse en posición apuntando la traca a la puerta y continúe esperando más caliente de lo que jamás había estado. Momento preciso en el que escuchaba el girar de un cerrojo, sería la puerta de mi tía de eso estaba seguro, de inmediato me acomode entre las sabanas fingiendo algo de descuido dejando adrede mi pene de fuera.
A duras penas podía tranquilizarme para dejar de temblar, estaba tan caliente como nunca, solo me acomodé y cerré los ojos para no verme tan obvio mientras escuchaba los pasos de mi tía aproximándose poco a poco. Era muy extraño, pues con la frecuencia y la fuerza del sonido, se podía deducir sin equivocación que estaba caminando de pintillas intentando hacer el menor sonido posible.
En tanto yo estaba en completo silencio, no hacía falta tocarme, con lo que estaba sucediendo era más que suficiente para mantener mi erección al cien.
Los pasos se acercaban y sabía que mi tía estaría mirándome desnudo con la polla a todo lo que daba. Intentaba con todas mis fuerzas mantenerme quieto y natural, me esforzaba por respirar tranquilamente mientras escuchaba como los delicados pasos mi tía se detenían frente a mi habitación. Lentamente los sonidos me indicaban las proximidades de mi tía, sin duda sabía que mi tía cadmiaba dentro de mi recamara, quien notaba esforzaba por apagar cualquier ruido con su cautela y timidez. Yo permanecía completamente quieto, sabía que mi tía me estaba observando, por fin estaba cumpliendo la más grande de mis fantasías. Ya no escuchaba nada más, le había perdido le pista, y no quise abrir los ojos por temor a asustarla. Mi falo a todo lo que daba, lo sentía duro y súper caliente, pero de repente sentí algo más, y es que una húmeda y muy caliente lengua se deslizaba recorriendo mi pene.
No sentí nada más, es decir, no sentí sus labios, solo su lengua, quizá solo lo estaba saboreando o quizá no se atrevió a más para no despertarme, pero ciertamente se estaba tomando su mesura y eso me excitaba de sobre manera. Poco a poco su timidez desaparecía, sus sutiles roces se hacían más evidentes, lentamente comenzaba a sentir cada vez más sus labios, se notaba a leguas que se moría de ganas por comérselo ahí mismo, pero en vez de eso solo me excitaba más y más, cuando lánguidamente metía mi glande en su boca intentando no mover mi pene demasiado.
Me imaginaba a mi tía mirándome fijamente, asustada por despertarme en cualquier momento, mientras se metía lentamente mi pene en su boca, y yo, en tanto, solo disfrutaba de las caricias en la completa oscuridad de mis parpados cerrados. Su boca haciendo un excelente trabajo, yo intentando no venirme con grandes esfuerzos. De pronto su boca paró, creí que sería todo, me sentía tentado a mirar, o más bien a saltar y follármela de una vez por todas, pero no me atreví siquiera a moverme, simplemente no podía, estaba extasiado no era dueño de todos mis sentidos, era vivir una perfecta fantasía.
La nada se apodero del lugar, no veía nada, no escuchaba nada, y lo peor es que ya no escuchaba nada. Entonces no pude resistirme a echar un vistazo, y lo que vi fue sencillamente asombroso. Mi tía estaba a un lado de mí, estaba de pie mirando fijamente mi gran palo levantado cual mástil mientras una de sus manos baja hasta su vagina haciendo pequeños pero fuertes círculos en su pubis, seguramente tocando fuertemente su clítoris que lo debía tener tan parado como mi pene, después su mano sube hasta su boca para lamer rápidamente sus dedos y regresar tan velozmente de regreso a su trabajo manual que tantos placeres le estaba provocando.
Todo era perfecto, era justo como me lo imaginaba, mi tía masturbándose viendo mi palo bien parado. Fue ahí, cuando me puse boca arriba para que pudiese admirarle mejor, cerré los ojos nuevamente y continúe esperando a que continuara con la excelente chupada que me estaba dando. De nuevo sumergido en mi excítate penumbra, mis sentidos se agudizaban, trataba de escuchar lo que fuese, y en la absoluta oscuridad, el único sonido que llegaba a mí, era el inconfundible sonido húmedo y pegajoso que produce una vagina bien lubricada y caliente cuando los dedos la estimulan de adentro a fuera. Era sinfonía, escuchar cómo se masturbaba mi tía es de las mejores experiencias que he tenido.
Pero hasta eso se detuvo, por un momento me pasó por la mente que ella había terminado y me dejaría así de caliente, pero sin pasar mucho tiempo las sensaciones regresaban a mi falo. Lo primero que se me ocurrió fue que me la comería nuevamente, pero era una sensación diferente, se sentía mucho más calor, y de pronto sentí sus nalgas cayendo muy lentamente sobro mis muslos, para más tarde sentir toda la humedad que segundos antes había escuchado, ahora bajando discretamente sobre mi pene, que de inmediato se llenaba de sus jugos vaginales haciéndolo deslizarse a dentro como si ese fuese el único lugar en donde pudiese estar.
Con tanta lubricación natural mi pene entraba hasta lo más recóndito de mi tía, al tiempo que sentía sus nalgas entre mis piernas y mi abdomen acomodándose como si de un sofá me tratase. Y ya no hacía falta abrir los ojos para saber lo que estaba sucediendo, podía sentir perfectamente a mi tía sentada sobre mi pene a un costado de la cama con sus piernas de fuera, empujándose con la punta de sus pies para moverse lentamente de mi derecha a mi izquierda, seguramente aun pensando que estaba dormido.
Los sonidos que producían aquellos movimientos eran por demás encantadores, cuales se hacían cada vez más indiscretos, rápidos y fuertes. Mi tía estaba tan caliente que ya delataba su ansiedad por venirse en mi pene, pero aun intentaba hacer silencio mientras trataba desesperadamente ahogar sus gemidos que ocasionalmente se le escavaban de la boca, develando su proximidad al orgasmo.
Su culo iba y venía, subía y bajaba, sus piernas estaban haciendo un excelente trabajo, y no me extrañaba, con el par que se cargaba no ere de asombrarse que pudiese seguir con ese ritmo por más tiempo, pero era notable que no fuera así, ambos estábamos a punto de terminar. Cierto era que no llevábamos mucho tiempo, pero estábamos tan excitados que seguramente tendríamos un exquisito orgasmo ya mismo.
Lo que más recuerdo eran los sonidos, que para ese punto ya eran más que evidentes, ese ruido que producía su vagina extremadamente lubricada moviéndose en mi falo, es lo más excitante que he escuchado en mi vida, y sus nalgas ya también húmedas por los fluías que escurrían por todo mi pene, también producían un sonido semejante a un pequeño aplauso con las manos mojadas. Y en ese momento un gemido escapaba de mi tía, no era uno más, era un gemido orgásmico, una alarma de que por fin podría correrme en su coño a cantaros, y al tiempo que se la llenaba de leche, un pequeño grito apresado por sus manos me decía que también se estaba viniendo. En ese justo instante sentí mucha más humedad corriendo por mi verga escurriendo hasta mis nalgas, cuando las de mi tía se cerraban al juntar sus piernas sucumbiendo al gran orgasmo que vivía, apretujando a mi pene que de igual manera explotaba en su vagina como escopeta antigua.
Ahora con la prima
Desde aquel día todo cambio, ya jamás pude olvidar lo sucedido, es lo mejor que me ha pasado, o por lo menos hasta ese entonces, pues en realidad toda la semana siguiente estuvo llena de sorpresas.
Sinceramente me obsesioné, solo pensaba en volverme a follar a mi tía, pero esta vez sin ataduras de ningún tipo, quería cogérmela explícitamente. Solo pensaba en eso, con mucho esfuerzo podía quitármela de la mente para estudiar a ratos, pero al verla pasearse en su traje de trabajo, con sus minifaldas, pantimedias y camisas transparentes o escotadas, me era prácticamente imposible sacarla de mi cabeza, solo imaginarme que todo eso lo había tenido sobre mí y ni siquiera pude tocárselo, me hacía desearla más.
Pensaba en como excitarla, pero solo se me pasaba por la cabeza relatarle historias eróticas, pues era lo único que estaba seguro funcionaría. Ya tenía un par que había escrito entre tiempos de estudio aquella semana, pero aun no sabía cómo hacerle para contársela, no se presentaba el momento desde el día en que mi tía me folló haciéndome el dormido había marcado distancia y ya no se atrevía a quedar sola conmigo en ningún momento.
Con todo eso, la fecha de mi examen llegaba y no me quedaba opción que concentrarme en ello. Precisamente el día de, me encontré a mi prima en la sala, aún era muy temprano, pero ella ya estaba despierta y arreglada seguramente muy nerviosa al igual que yo. Llevaba puesto un vestido amarillo delgado, muy acorde con el primaveral ciclo estacional de ese tiempo, que, aunque aún no salía por completo el sol, se veía a leguas que haría un calor de perros.
Al llegar la saludé y bromeé un poco para tratar de relajarle los nervios de punta que se traía, me senté a un lado de ella, y me percaté de que a su lado tenía sus apuntes de repaso. Yo estaba seguro de mis aptitudes, pero no me pareció mala idea darles una última leída a mis apuntes después de desayunar. Y así fue, al término del desayuno fui por mi libreta de apuntes y me senté en la sala junto a mi prima y mi tía, para estudiar un poco más. Entones me arrime a mi prima para compartir datos de estudio, pero mi tía estaba preocupada por el tiempo, en pocos minutos debíamos salir y yo aún no estaba listo.
Tenía razón, pero ese día no planeaba hacer ejercicio así que tenía el tiempo bien medido, aun así, no quise ser grosero y le obedecí, no sin perder la oportunidad de intendenta algo con mi prima y le sugerí que me acompañara para seguir estudiando en la ducha, claro asegurándome que mi tía no lo escuchara, ella solo me sonrió sonrojada mientras yo me marchaba a por mí toalla.
Adrede dejé la puerta abierta, pero no hare el cuento largo, ella nunca entro. Pero cuál fue mi sorpresa al entrar de regreso a mi recamara y encontrarme con mi prima tumbada en mi cama con libreta en mano. Yo solo llevaba mi toalla alrededor de mi cintura, es decir, no había otra manera de hacerlo, ella me vería desnudo nuevamente, esta vez sin cristal alguno de por medio. Aun así, no quise verme tan explícito e hice un poco e suspenso mientras buscaba mi ropa y la ponía tranquilamente sobre mi cama, cómodamente justo a un lado de ella, premeditando lo que sucedería.
Ella en tanto, permanecía recostada, casi sentada, recargada sobre las almohadas de mi cama, con rodillas flexionadas en frente de ella, a manera de poder recargar su libreta sobre ellas, pero eso sí, sin perderme la pista de todos mis movimientos.
Una vez habiendo elegido mi vestuario, le pregunte si mi tía aún seguía en casa, a lo que me contestaba que ella iría con nosotros. Por supuesto que ya sabía que ella nos acompañaría, pero quise hacerlo a manera de excusa para cerrar la puerta, pensé en ponerle el seguro, pero no lo sé, no quise asustarla, simplemente no lo hice. Y así fue, sin preámbulos cerré la puerta y antes de darle alguna oportunidad para resistirse, con descaro total me saqué la toalla de un solo movimiento, totalmente natural, como si ya estuviese solo.
Al mismo tiempo y para romper con cualquier incomodidad, le hacía ocasionalmente alguna pregunta técnica de lo que sabía habíamos estudiado ambos. Ella lo disimulaba muy bien, me respondía con tranquilidad y certeza, me estaba siguiendo el juego al pie de la letra, entre pregunta y pregunta sus piernas se ponían inquietas, sus rodillas jugaban moviéndose de un lado a otro, mientras yo me ponía loción, completamente desnudo frente a ella. Era tan excitante que mi pene ya comenzaba a ponerse erecto, tan solo hiso falta que lo rosará sutilmente para levantarlo por completo.
Sabía que me estaría mirando, podía ver claramente su mirada entre sus rodillas que cada vez se abrían más cuando intentaba cubrir su rostro y al mismo tiempo sostener su libreta. Entonces con disimulo me puse en frente de ella tratando de mirar debajo de su vestido. Pensé que vería una excelente imagen de sus bragas, pero debajo de aquel vestido solo pude ver un coño bien caliente y velludo. Si, la muy zorra no tenía nada debajo y aun así no le importaba tener las piernas en esa posición.
Ahí me fui a todo, ya no había nada que temer la tenía justo donde la quería. Fingiendo algo de desinterés voltee a ver a la ventana, como pensando en otra cosa, pero al mismo tiempo me tome la tranca fuertemente y comencé a masajearla lentamente y con firmeza de arriba abajo. Sabía que me estaría viendo, y no soporté la ansiedad de mirarla, voltee el rostro sin despegar mi mano de su trabajo, y ahí, mi prima, con las piernas abiertas y rodillas flexionadas tocándose el coño casi al mismo ritmo al que yo me tocaba, tenía la mirada clavada en mi falo y le encantaba lo que estaba mirando.
Si perder la calma e intentando no cruzar miradas me acerque a ella, con el pretexto de tomar mi ropa que cómodamente había puesto a su lado. En cuanto me vio aproximarme se puso muy nerviosa, se acomodó el vestido y fingió indiferencia regresando la mirada a su cuaderno por un momento, pero se notaba a leguas que estaba tan caliente como yo, pues no pudo actuar tanto su fachada de inocencia, y al llegar junto a ella no pudo evitar echarme un vistazo de cerca mientras desdoblaba mi ropa.
Para que tomase más confianza me llevé mi pantalón que vestiría ese día frente a mi cara, con el objetivo de cubrir mi mirada para darle libertad y privacidad de hacer lo que quisiese. Me concentre en mi pantalón y deje que su calentura y me pene erecto que estaba a pocos centímetros de su rostro hicieren todo el trabajo. Y de repente sentí algo, sentí unos calientes y un poco húmedos dedos sobre mi pene, seguramente me estaba tocando con la misma mano con la que se había tocado ella mima, y de ahí la humedad que sentí.
Todo estaba funcionando, sabía que mi prima sería mucho más sencilla que mi tía, y aunque no era mi ideal principal, no desaprovecharía la oportunidad ya completamente presente ante mí. Dejando mi pantalón, por un lado, pude ver la expresión de mi prima al ser pillada de una vez, ella me soltó y me esquivó la vista, pero yo me dejé de tonterías y le tomé el cabello por la parte trasera de su cabeza y la acerque a mi falo nuevamente, ella me volteo a ver un tanto asustada, e insegura, yo le sonreí serio, pero coquetamente y no hiso falta de más, ella se acomodó un poco y sin más se tragó mi pene de una sola vez. Se notaba que ya le traía ganas, de inmediato perdió todo recato y se lo clavo en la boca como si de su postre favorito se tratase.
La muy zorra sabía lo que hacía, me estaba dando una chupada de lujo, pensé en dejarme venir en ella, pero quise regresarle el favor y no verme tan desgraciado. Sin quitarle su dulce que tan rico se lo estaba chupando, le comencé a acariciar suavemente el rostro, deslizando mi mano delicadamente por su cuello hasta llegar a sus senos, más tarde comencé a tocarle sus pezones jugando un poco con ellos por encima de su vestido, lo que no era muy complicado gracias a la delgada tela del mismo.
Y mis dedos continuaban de traviesos, subían y bajaban lenta y tiernamente jugando con las tetas y el cabello de mi prima acomodándolo para que continuase con la estupenda chupada que me estaba dando. Más tarde llegaban un poco más lejos sujetándola por la cintura, perfiladas a su destino principal, pasando por su obligo, bajo vientre, hasta su entrepierna. Ahí no pude evitarlo y le tuve que sacar el pene de la boca para que mi mano llegase hasta su pubis. Me recosté a su lado y le metí la mano por debajo de la falda, de inmediato sentí un intenso calor, jugué un poco con sus piernas antes de llegar a al final, le rozaba seductoramente la entre pierna de ambos lados para ponerla aún más excitada. Ella solo serró los ojos y se recostó por completo dejándome camino libre para hacerle lo que me viniera en gana.
Lentamente le fui tocando más y más al fondo, hasta llegar a su vagina la cual acaricié por fuera presionando un poco sobre sus labios mayores. Sin prisa me aproximaba a los menores cuando sentí un pequeño espasmo de su parte que me indicaba que era momento, entonces perfilé mi dedo medio y lo restregué delicadamente sobre la parte más húmeda de su ser y lo fui introduciendo lo más despacio que podía. Ella me agradecía con un par de gemidos que poco a poco se hacían más ruidosos a medida que mi dedo la penetraba más al fondo. Al estar lo más adentro que pude clavarlo, comencé a moverlo, lo arqueé hacia arriba lo estreché y presioné firmemente. Entonces mi prima enloqueció y comenzó a gimotear como loca, no me dejó otra opción que taparle la boca, pero como tenía mi mano debajo de mí, y la otra ocupada lo único que pude hacer fue besarla.
A duras penas podía controlarla, entre beso y beso se quejaba de placer, recuerdo haberla callado un par de veces, pero a ella no le importaba. Yo sabía que mi tía estaba en la sala y que en cualquier momento podía subir, pero mi prima estaba tan excitada que ya no tenía conciencia alguna de lo que podía pasar.
Estaba muy nervioso, no estaba tan caliente como para ignorar el hecho de que mi tía nos pudiese sorprender, pero cierto era que ese mismo hecho también me excitaba. Y Entonces mis temores se hacían realidad, pues en ese momento escuche pasos subiendo las escaleras. Aquel día mi tía llevaba un par de tacones altos de aguja, no era posible confundirse al escuchar, sin duda era mi tía subiendo a por nosotros. Voltee a ver a mi prima pensando que también se había dado cuenta, pero ella estaba perdida en su clímax que yo mismo le estaba propinando. Asustado y sin saber qué hacer me detuve por completo en un momento, escuchando los pasos de mi tía aproximarse, un tanto tranquilo al saber que había cerrado la puerta, pero entones recordé que no lo había hecho con seguro, y enseguida una ola de adrenalina me recorrió por todo el cuerpo, creí que nos pillaría en infraganti. De inmediato volteé a la puerta muerto de miedo, pero entonces los pasos se detuvieron, era mi oportunidad para remediar todo, y regresar todo a la normalidad, pero no lo hice.
Debía ponerme de pie, cerrar con seguro, vestirme, olvidar todo y concentrarme en mi examen, pero algo me detenía, de pronto todo el terror por ser pillado, se convertía en excitación al exhibicionismo que tanto me gustaba. En el silencio, creí que mi tía nos gritaría una reprimenda por la tardanza, pero recordé que aún era temprano, y los tacones de mi tía se aproximaban directo a la puerta lentamente, como tratando de no hacer ruido.
No sabía si eran mis ideas o si en verdad estaba pasando, pero para ese punto ya estaba tan caliente como mi prima, y pensé que después de todo no tenía nada que perder, es decir, ¿qué me podía decir mi tía si ella misma me había follado durmiendo, ¿no? Pues así estaban las cosas, mi tía en la puerta, yo aun con la mano en la vagina de mi prima, y mi prima con una calentura tremenda totalmente a mis pies.
Aún estaba indeciso sobre qué hacer, pero entre el tiempo de tomar la decisión aún movía mi dedo masturbando a mi prima, lo que le hacía soltar uno que otro gemido que no podía contener, seguro no era tan sigilosa como mi tía, que aun fuera de mi puerta se empeñaba por no hacer sonido. No sabía si quería sorprendernos, o si también quería sacar su parte voyerista y espiarnos, sin duda sabía lo que estábamos haciendo, mi prima no era nada discreta y no dejaba de gemir de placer.
Entonces quise averiguarlo por mí mismo, y a aquel dedo dentro de mi prima se le unía otro. Su reacción no se hacía esperar subiendo el tono de sus clamores, ya no había duda alguna ni marcha atrás, comencé a mover más rápido mi mano presionando fuertemente en el punto donde sabía que le encantaba, ella estaba en el éxtasis. En ese momento volteé a la puerta y descubrí una sombra detrás, si, era mi tía escuchando los alaridos orgásmicos de mi prima.
Ya convencido de que ahora mi tía también formaba parte de la escena, se tranquilizaba un poco mi conciencia, pero aún tenía la adrenalina a tope por el momento que estaba viviendo. Así, me subí en mi prima y ya con el pene lubricado después de la fabulosa chupada que me había dado, aunado a su lubricada vagina, le dejé ir mi pene con todo sin problema alguno. Por supuesto que eso le encantaba, pues como dicen “por ese pan pedía su leche” literalmente, pero ¿qué tal mi tía?
Sin olvidar que aún seguía detrás de mi puerta mientras me estaba follando a mi prima, le echaba un ojo de cuanto en cuanto, en parte porque aun temía que nos pillara en plena obra, pero principalmente porque me encantaba la idea de saber que nos espiaba mientras lo hacíamos.
Le estaba poniendo una arremetida increíble a mi prima, conociendo que mi tía nos escuchaba fuera, me hacía con los mejores dotes que me sabía para llevarla al orgasmo, quien me lo agradecía moviendo las caderas como una diosa, indicándome el camino más cercano a mi objetivo.
Con los nervios de punta, la adrenalina al máximo, y la polla bien metida, me follaba a mi prima lo mejor que podía, ella al borde del orgasmo. A mí en lo personal lo que más me excitaba era la idea de que mi tía estuviese escuchando la calentada que le estaba poniendo a mi prima, por ello me empeñaba en hacer un buen trabajo, sacando lo mejor de mí. Sabiendo que mi prima estallaría en cualquier segundo, le subí el vestido hasta el cuello y le di una buena mamada a sus pechos tan calientes como el resto de su cuerpo. Al centrarme en sus pezones y darle por el coño fuertemente supe de inmediato que estaba a punto de correrse, pues sus alaridos de éxtasis eran ya gritos desgarradores que prácticamente me rogaban que no me detuviera para hacerla terminar.
No estoy seguro si lo hacía a inconscientemente debido a la tremenda calentura y al inminente orgasmo que estaba ya a las puertas del clímax, o si lo hacía con pleno conocimiento del hecho de que no estábamos solos en casa, pero en definitiva lo estaba disfrutando a lo grande y poco o nada le importaba otra cosa que no fuese dejarse correr a lo grande.
La vista fue maravillosa, ver el rostro orgásmico de mi prima, mirar cómo se contorsionaba cerrando y encogiendo un poco las piernas, pero principalmente escuchar ese autentico orgasmo, me deba uno de los mejores recuerdos de aquel entones. Pero todo subiría a otro nivel cuando volteaba a la puerta de nueva cuenta, pues con toda la concentración y esmero que puse en mi prima me había olvidado de cuidar la puerta. Al recobrar la vigilancia de la misma, pude ver que ésta, estaba abierta, solo un poco, tan solo lo suficiente para ver como una silueta se alejaba rápidamente, mientras aun sentía los espasmos orgásmicos de mi prima viniéndose en mi pene.
Si te ha gustado el relato.
No te pierdas la segunda y última parte.
Que tengas lindas fantasías.
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