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No necesito presentarme pues ya sabes quién soy, has tenido mi cuerpo entre tus manos infinidad de veces y has probado cada rincón de mi anatomía, tampoco es necesario que te describa mi físico ya que me conoces de sobra.
Mi marido de 39 años de edad, tiende a ser delgado y se conserva en forma físicamente, es agradable y en general diría que es una buena persona, cuándo se lo propone puede ser por demás galante.
Hace tiempo que tengo la certeza de que mi marido está enredado con una de las administrativas que trabaja en su oficina. A veces llega a deshoras y oliendo a perfume de mujer o simplemente llegan mensajes muy delatores a su móvil, En una ocasión en un evento que organizó la empresa coincidimos con la mujer acompañada de su marido, ella muy educada y cortés nos presentó, hice muy buena relación con el otro cuerneado y lo más natural del mundo fue sentarnos a charlar en una de las banquitas del parque, resultó ser un hombre de lo más divertido y con muchos gustos en común. Me pareció una pareja muy divertida, así es que les propuse venir una noche a cenar a casa.
Tanto a mi marido como a mí, nos gustan los juegos eróticos y esta podía ser una ocasión de compartir parejas si a ellos les gustara, esa idea ya la habíamos estado madurando desde hacía tiempo pues a nuestro matrimonio le faltaba un poco de picor, él era conocedor de mis más perversas fantasías y al momento se dio cuenta de que me sentí atraída por ese hombre. Fernando y Ana (así les llamaremos) tenían aproximadamente la edad de mi marido y físicamente son atractivos, Ana es morena, un poco bajita que yo y con un par de pechos exuberantes, y él es delgado con un pecho muy bien marcado por el Gym, o al menos eso fue lo que pude observar por la silueta que marcaba su chamarra deportiva.
Llegado el día preparé una cena ligera y compré varias varias botellas de vino, terminados los preparativos me metí a dar un baño con agua fría, el pensar en lo que podía suceder me ponía muy caliente, realmente tenía una semana completa con ese tremendo calentón, yo sabía que mi marido se cogía a la tal Ana pero el pensar que podía ser invitada a sus juegos me ponía frenética, imaginar que me vería ensartada por otra verga era una forma de venganza muy buena, sería la mejor puta para otro, le dejaría hacerme de todo, incluso cosas que con él me había negado en otras ocasiones, mientras mojaba mi cuerpo mis dedos ya estaban bien ensartados en mi rajita, que delicia!!!
Llegaron los invitados y pusimos música de fondo, mientras los hombres hacían los preparativos y sacaban la cena, nosotras charlábamos sobre ropa interior, a boca jarro como decimos vulgarmente le pregunté que si le gustaba coger con mi marido, su cara fue un poema, se puso lívida, le dije que se tranquilizara que yo ya lo sabía y que en realidad no me importaba, ya sabes a veces entre mujeres es más fácil hablar de esas cosas. Traté de desviar la conversación a lo erótico, como me gustaba que me lo hiciera, lo que yo le hacía a él y le comenté que en esta ocasión quería darle gusto con este jueguito sexual, agregué a mi dialogo que tenía muchas ganas de ver como se coge a otra, quería comprobar si podía complacer a otra mujer y es que mi marido tiene sus perversiones y su manera de coger es un poco diferente(más adelante te lo diré) en definitiva le dejé claro que si a ellos les gustaba el tema, podríamos hacer mucho más interesante esta noche. Su cara estaba roja, e intentó disculparse, pero la pare en seco diciéndole que de verdad me parecía buena idea que fuera ella quien se estuviera cogiendo a mi marido, al fin yo también ya tenía un buen amante con quien comparto unas cuantas fantasías.
Esta vez me aseguraría de grabar todo lo que pasara en casa, ese video sería oro, tenía la certeza de que a mí “amigo” le encantaría verme con mis orificios bien llenos de verga y mamando una rica panocha.
No me pareció que le entusiasmara el tema ni se insinuó sobre el asunto pero tampoco dijo que no le gustara o que no lo hubiesen hecho en alguna ocasión. Por lo que durante la cena se sintió una tensión tremenda, yo miraba provocativamente a Fer cuando me acercaba a servir mostraba mis pechos un poco más de la cuenta y me aseguraba de que su mirada se perdiera entre mi escote, esta situación no pasó desapercibida a mi marido, quien no desaprovechaba la oportunidad de darme una que otra nalgada cuando pasaba cerca de él o acariciaba mis piernas por debajo de mi falda.
Al terminar la cena el ambiente estaba un poco caldeado, mi esposo saco unas cuantas cervezas para “asentar” la comida y mientras ellos hablaban de futbol y fumaban un cigarrito Ana y yo estábamos sentadas una junto a la otra en el sillón de la sala, nuestras rodillas se juntaban desnudas debido a que las dos llevábamos falda corta y nuestras piernas quedaban a la vista. Le dije a Ana que se descalzara si ya se sentía cansada, traía puestos unos zapatos de tacón alto, la zorra sabe que a mi esposo le gustan mucho, él es de la opinión de que una mujer se ve más sexi por que estilizan nuestras piernas haciéndolas muy bonitas, aunque nos cansan demasiado.
Aceptó descalzarse, lo que interpreté como que se encontraba cómoda ,me arrodillé a sus pies y comencé un suave masaje en los dedos y las plantas de sus pies,lo que habíamos estado bebiendo comenzaba a hacer efecto pues no pudo reprimir un largo suspiro, tuve la idea de traer un poco de aceite de mi recamara, para que el masaje surtiera más efecto, y reanude mis caricias en sus pies, mmm estas muy tensa, subiré un poco más para quitar la tensión de tus pantorrillas, subí mas mis manos, en realidad sí que tiene muy bonitas piernas, su piel se sentía taaan suave a mi tacto, ella reclino su cabeza y cerró los ojos, relájate, solo siente mis manos!! Masajeaba sus piernas y ella se dejaba hacer.
Ana, quieres que te de un masaje completo? Has estado muy estresada, por que no te quitas la falda? Se sentó y me miró como queriendo descifrar cual era mi verdadera intensión, al final desabotonó la falda y le indiqué que se recostara completamente. Acaricié sus muslos por la parte interna, rozando de vez en cuando su rajita, se estaba mojando podía oler sus fluidos, cambié mis manos por mis labios ahora besaba sus hermosas piernas, iniciaba en su entrepierna hasta llegar a sus deditos, ella gemía y se aferraba a los cojines al parecer si sería una muy buena noche, los hombres bebían afuera sin pensar siquiera en lo que pasaba en la sala, Ana, quítate la blusa!!! Le indiqué, aunque esto último sonó mas a una orden, traía puesta una blusa escotada de color azul celeste con tres botones, y un sujetador a juego que realzaba los senos que de por sí, eran bastante grandes, el canal de sus pechos era provocativo para cualquier hombre que se preciara de tener buen gusto. Se incorporó y humedeció sus carnosos labios con la punta de la lengua, un gesto por demás sensual, sus ojos tenían un extraño brillo de lujuria sin duda no nos habíamos equivocado, a esa mujer le gustaba coger casi tanto o más que a mí, adelantó su busto indicándome que realizara la maniobra, sus senos querían escapar de su prisión, fui quitando uno a uno los botones dejando besos por donde pasaban mis manos, hice a un lado las copas de su brasier y mordí sus grandes pezones, fui rodeándolos con mi lengua, sus manos tomaron mi cabeza para guiarla al otro pecho, para ese entonces yo ya estaba completamente recostada sobre ella y comenzamos a movernos restregando nuestros cuerpos.
Las estamos esperando, la cerveza se calienta!!! La frase se cortó al entrar Fer y encontrar a su mujercita semi desnuda y siendo comida por mí, dio media vuelta y salió de nuevo, estaba turbado, me levanté y le dije a Ana que estuviera tranquila, Salí detrás de él, estaba afuera sentado en los escalones de la entrada, me senté a su lado, Porque no entras y lo hablamos? Te pido una disculpa, sé que para ti debe de ser difícil asimilar lo que viste, pero entra y te cuento lo que pensé.
Entramos a la casa en la sala Ana se reacomodaba la ropa y mi marido estaba sentado frente a ella comiéndola con los ojos y no solo eso pues se les veía a ambos aun ruborizados, Siéntate Fer, quieres otra cerveza? Se la di y me senté a su lado, Ana comenzó a hablar acerca de las veces en que habían fantaseado con otras personas, que lo que acababa de pasar era solamente un juego y que en nada cambiaría su relación, mi mano derecha se recargaba sobre su muslo muy muy cerca de su paquete, se notaba nervioso como sopesando las palabras de su mujer, entonces para sorpresa nuestra, Fer quitándose la corbata y desabrochándose la camisa a la vez que se descalzaba, preguntó:
– ¿han jugado alguna vez al juego de las cartas en donde el que saque la de mayor valor elije lo que debe de hacer el otro jugador? –
Claro todos conocíamos el famoso juego, la mayoría lo ha jugado en los convivios de la preparatoria, en parejas cada participante saca una carta el que saque la de mayor valor, elige lo que debe hacer el otro jugador, sin poder negarse este a su petición. Si aceptas jugar debes aceptar que todo vale y no puedes negarte a las peticiones de los jugadores.
– Si, a mí me gustaría jugar – dije acercándome a la mesa de centro-Amor, busca la baraja
A continuación se sentaron Fer y Ana. Mi marido fue a buscar el juego de cartas con el que iniciaríamos el juego.
Comenzamos a jugar siendo Ana y mi esposo la primer tirada, perdió Ana mi esposo le pidió que se quitara el sostén, dejando al aire sus hermosos y grandes senos.
– Fer que se quite la camisa – pedí en mi turno, pues estaba deseosa de ver esos brazotes que se cargaba.
Él se quitó la camisa y la verdad, quedé impresionada, tenía un pecho muy amplio y bien marcado así como lo había imaginado. Mi vulva comenzaría a babear, estaba deseosa de tocarlo.
Cuando Fer hizo su turno pidió que me dejara los senos al descubierto pues a estas alturas del juego yo era la única que seguía completamente vestida.
Al calor del alcohol y del juego de irnos desnudando poco a poco Ana sugirió un ligero cambio, ahora el perdedor haría lo que el contrincante le ordenara y en esa primer ronda
Ana me hizo vendar los ojos para que no pudiera ver nada y Fer me recostó encima de la mesa boca arriba y con mis piernas bien abiertas, dejando ver mi panocha mojada e hinchada.
A partir de aquí cada uno pedía una cosa mientras Ana miraba y yo no veía nada, en un momento de silencio solamente sentía el aliento jadeante de un hombre en mi cuello, después me rozaron con los labios mi boca humedeciéndolos con una delicada lengua que me acariciaba de un lado a otro, ya no jugaban con las cartas, ahora era el momento de jugar conmigo y por supuesto encantada de sentir seis manos y tres bocas para mi solita.
Ana seguía de pie a un lado mío recorriendo con sus largas uñas mis sensibles senos; Yo estaba pendiente solo de la sensación, atenta a lo que podrían hacer conmigo.
Me estremecí cuando una voz me susurró al oído
– Te voy a partir el culo en dos, era la voz de Fer, seguida de una mordidita en mi cuello
Me gustó que me dijera eso. Noté como dos manos abrían más mis piernas, dejando la vagina depilada indefensa ante cualquier ataque sexual. Una lengua recorrió mi rajita muy lentamente rozándome los labios casi sin tocarlos. Un beso en la boca que bajó por mi mejilla lengüeteando por mi cuello hasta mis pechos. Todo eran roces, sensaciones sensuales desconociendo cual sería la próxima zona a explorar.
Uno de los dos se subió encima de la mesa en posición del 69 me agarró de las nalgas, abriéndome la panocha con sus dedos, automáticamente comencé a segregar fluidos que se mezclaban con la saliva de la lengua que me estaba comiendo el coño, restregándola a todo lo largo de la raja que forman los dos sobrecargados labios vaginales, La sensación de placer es indescriptible, no encuentro palabras para describir como sin saber lo que me van a hacer me encuentro esa calurosa lengua lamiéndome el coño, y es que al no ver nada los otros sentidos se magnifican, era un corrientazo por mi cuerpo, buscaba moviendo mi cabeza y abriendo la boca una deliciosa verga que seguro estaba muy cerca pero no doy con ella, quiero cogerla y metérmela en la boca, mi marido sabe que me enloquece mamar vergas y me castiga por eso
Noté que el otra mano toma la verga del primero y me pasea el capullo por mis labios, con ansiedad trataba de comérmelo y rápidamente lo apartó de mí, impidiéndolo. Escuché de nuevo un susurro en mi oído:
– despacio, solamente saca la lengua y déjate hacer –ahora era la voz de Ana quien me hablaba pegando sus labios a mis oídos, le piel se me erizó toda, mis pezones se alzaban erectos y ansiosos, comenzaba a gemir ruidosamente
Obedecí la orden mientras quien estaba encima de mí, seguía comiéndome cada vez más rápido, necesitaba comerme una verga o que me taparan la boca con algo rico de lamer. Entonces la misma mano me ofreció el capullo duro y gordo de la verga que seguís paseándose por toda mi cara para que lo lamiera con ganas pero sin dejar que me la metiera toda a la boca. Me lo paseaba a lo largo de mi lengua al tiempo que me ordenaba que lo lamiera solamente, al intentar atraparla toda una fuerte cachetada me hizo desistir de la idea, ahora si iba en serio, era su juguete.
Con la punta de mi lengua lamía ese gran tronco de carne hacía que se iba poniendo más y más dura, esto para mi estaba siendo un sufrimiento tremendo, alguien me había tomado las manos y me las sujetaba por detrás de mi cabeza juntas, otra persona abría mis pernas y me impedía cerrarlas, no podía moverme ni hacer nada que no me ordenaran. La punta de la lengua del macho que tenía encima comenzó a tocar mi clítoris lo que hizo que soltara un gemido detrás de otro, me lo hacía de tal forma que comencé a llorar de impotencia, no podía hacer nada y estaba deseosa de comerme aquella enorme verga a la que estaba lamiendo el capullo, esto no era suficiente, deseaba comérmela y montarla, hasta que me dejara llenita de leche.
– Por favor, cógeme!!! Cógeme ya, dámela toda!!!
– solamente saca la lengua, o no te dejo hacer ni eso –
Ana presenciaba todo desde su sitio, era la encargada de mantener mis manos atrapadas, si la hubiera podido ver sin duda me habría excitado mucho ya que estaba desnuda y con su mano libre se acariciaba el clítoris disfrutando mientras a mí me abofeteaban y torturaban. Había puesto una de sus piernas encima de una silla y con una mano se frotaba enérgicamente la rajita de pronto la presión en mis manos se aflojó, se subía uno de los pechos lamiéndose el pezón. Su coño estaba humedecido por los fluidos que desde hacía un rato segregaba su vagina. Ella si podía consolarse, mientras yo sufría con esa tremenda comida de panocha en la que subía y bajaba esa caliente lengua por toda la raja y al finalizar con la punta restregaba mi clítoris haciéndome gritar.
Ana se estaba corriendo de gusto queriendo ser ella quien la tuviera en su boca, yo estaba a punto de terminar, y la verga que ahora ocupaba todo el interior de mi caliente boca comenzaba a vibrar indicándome que terminaría pronto, sentí la tensión en las piernas de mi “amigo” y juntos tuvimos un gran orgasmo, yo gritaba como podía, ya que Ana me besaba profundamente y con su boca sofocaba mis gritos revueltos con llantos del placer que Fer fue capaz de proporcionarme.
Mi marido que hasta ese momento había permanecido de espectador dio la vuelta a la mesa, tiró de mis piernas y con un solo golpe de cadera la metió hasta dentro, entró sola, como cuchillo en mantequilla yo estaba ardiendo y mis piernas estaban empapadas de los líquidos vaginales de mi primer orgasmo, comenzó a penetrarme enloquecido por los orgasmos que habíamos tenido los tres y el solo se había informado con observar y mantenerme bien abierta. Me cogía a de manera bestial, sudaba y yo sentía que me estaba destrozando la panocha, mientras Ana y yo jugábamos en nuestras bocas con la leche de Fer, comiéndonos y besándonos, restregándonoslo por nuestras mejillas. Ana estaba de pie apoyada en la mesa por detrás de mi cabeza por lo que nuestras caras estaban contra puestas, Fer se había colocado detrás de ella y se masturbaba con la intención de volver a tener erección mientras la abrió de piernas, lubricó su culo con un escupitajo y lo masajeó con dos de sus dedos, le estaba cogiendo el culo con sus dedos y Ana gemía y se ondulaba de una manera muy excitante, su lengua se enroscaba con la mía y con la de mi marido, cuando Fer logró una erección aceptable le metió la verga en su agujero anal, penetrándola desesperadamente, cogiéndosela apasionadamente y al mismo tiempo de manera brutal, ahora era Ana la que gemía, gritaba y lloraba de placer mientras nos comíamos las bocas y masajeábamos nuestros senos . Ana sentía que la estaba rompiendo, notaba dentro esa dura barra que abría sus nalgas cada vez que la penetraba, la oía decir con voz sofocada por mi boca-que rico papi, me estas destrozando.
Mi marido sacó su verga de mi panocha cuando notó que me había venido mi segundo orgasmo y le propuso a Fer que cambiaran de agujero, jadeante y excitado la metió de golpe en el ya muy dilatado culo de su amante, fue todo un espectáculo verlos tan bien acoplados, se notaba la vasta experiencia que tenían cogiendo juntos, adoptando una postura para nada forzada su verga cubierta por los fluidos de mi orgasmo resbalaba fácilmente, Ana le pedía que le diera más fuerte y en el frenesí de su placer arañaba y pellizcaba mis senos los apretaba con todas sus fuerzas, mi marido la penetraba fuerte y la empujaba con todo, hasta que lo pararon sus huevos que se quedaban en la entrada de su abierto y desgarrado agujero.
Sentí celos de ver esa verga más dura de lo que era normalmente cuando estaba dentro de mí, agarré la cabeza de Ana y la apreté contra mi boca, le metí la lengua hasta la garganta y ella a mí la suya, Fer me cogía y hacia su mejor esfuerzo, pero no era tan gruesa como la de mi marido o así lo percibía en ese momento , que morbo verlo coger con otra de esa forma y deseaba que el momento durase toda la vida, quise demostrarle que también yo podía volver loco de placer a alguien por lo que me monte encima de Fer y con mi mano libre m acomode su verga en la entrada de mi culo me dolió un poco pero no me importó, el me tomo de la cadera y me obligaba a darme tremendos sentones, yo gemía como posesa, en esa posición me tenía dominada por completo y empalada, golpeaba mis senos y me abofeteaba cuando mi ritmo disminuía.
Ana me besaba y animaba a Fer a que me diera más duro, mi marido me decía que los destrozara a sentones esto me hacía enloquecer aún más, era insoportable, Ana y yo sudábamos y ahogábamos nuestros llantos con nuestras bocas, jadeábamos, las lágrimas saltaban en nuestros ojos, el sudor invadía nuestros cuerpos, gozábamos como jamás habíamos pensado que se podía disfrutar, estábamos enloquecidas y estos dos sementales no paraban de romper nuestros preciosos culitos.
Ana estaba a punto de terminar entonces mi marido se la saco de golpe y poniéndose bajo ella comenzó a lamer su rajita que ya chorreaba gruesos goterones de jugo, el olor característico de la vagina lo animaba a seguir apretando su boca contra la vagina de Ana, lamiendo y tragando a la vez que movía su cabeza y abría las nalgas de Ana para tener más espacio donde meterse. Subía con su lengua hasta meterla en el agujero abierto que había dejado su verga al salir de ese encantador culito.
Mientras mi esposo se relamía los labios de Ana se masturbaba con gusto y cuando no aguantó más, se levantó y tirando del pelo de Ana separó nuestras bocas para meter entre ellas ese trozo de carne palpitante soltando bestiales chorros de ardiente semen en nuestras bocas, que rebosaban y caían por mis mejillas hasta la mesa. Las dos se la chupábamos al mismo tiempo y nos comíamos las lenguas en un juego lésbico espectacular. Puedes imaginar la satisfacción, la sensación de saciedad al chupar y lamer y que al mismo tiempo me estén rompiendo el culo de forma bestial??’. No podría describírtelo con palabras, solo la sinfonía de gemidos y chillidos de placer podrían darte una idea aproximada de lo que sentía en ese momento
Y entonces llegó mi orgasmo, mis jugos chorrearon y chorrearon, mi vagina se contrajo , sentía espasmos en mis piernas, Fer siguió penetrándome hasta que el mismo terminó solo entonces salió de mi culo .No podíamos aguantar más, Ana cayó encima de mi sin fuerzas, Fer se sentó en el sofá como pudo a medio tumbar entre el suelo y los cojines y mi esposito cayó al suelo al flaquearle las piernas, quedándose ahí tumbado durante un buen rato…el sueño comenzó a invadirnos en verdad que había sido una noche intensa
En verdad que disfrutamos mucho de este intercambio de parejas que ninguno esperábamos que hubiese sido tan satisfactorio.
Al despertar seguimos bebiendo y discutiendo los pormenores de la experiencia vivida, surgieron nuevas sugerencias y alguna que otra nueva fantasía, era el inicio de una buena y fructífera amistad, mi esposo cogía con Ana sin problemas y yo podía comerme a Fer a mi libre antojo, hicimos algunas otras cosas interesantes que posteriormente te estaré contando.
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