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Soy Silvia de nuevo. Casada con David, 45 años, 1,70 más taconazos, bonita figura, buenas tetas, buen culete, morenaza, swinger. Y dicen que muy golfa, jajaja.
Hace poco os conté “La Merienda” que tuve con dos amigos , que contestaron a un anuncio mío.
Parece ser que os han gustado, ya que me habéis enviado más de 2000 mails. Esto ha hecho que me anime a seguir compartiendo con vosotros, mis fiestecillas.
Muchos me habéis preguntado por las fotos que incluí en mí primer relato ( mi anuncio, mi vestídito, mi collar ) Y yo pensaba que no se habían publicado por incompatibilidad de formato, pero después de leerme la información y normas para el envío de la web, he comprobado que actualmente no se pueden incluir imágenes en los relatos.
Intentaré ser más descriptiva, cuando quiera detallar unos zapatos, collar, etc
Pasó a contaros, mi fiestecita en la piscina de un amigo.
Hacía tiempo que no veíamos a Daniel. Creo que fue por Semana Santa. Una noche vino a casa, y entre él y mi marido, me hicieron “relajarme” bien. Jajajaj
Daniel es un chico de 37 años, alto,fibroso, de gym, con un pollon de unos 20cm, gorda y con un capullo grande, como una ciruela. Vamos, como me gustan a mi.
Era julio y nos propuso ir a su casa una tarde, para que conociésemos su piscina.
Jajaja y más cosas.
Siempre que voy a una fiestecita,ya sabéis que me gusta llevar, en una bolsita, alguna cosilla para sorprender.
En esta ocasión metí un micro bikini de la marca wickedweasel que me encanta, porque son dos triangulitos de 3cm, que solo cubren mis pezones y un tanguita que es un hilito, que se mete por mis nalgas y un triangulito que apenas tapa mi chochete, y que al mojarse , se transaparenta todo, y se ven perfectamente mis abultados labios.
También metí unas sandalias, de verano, como las que llevan las gogos,transparentes, con un taconazo de 12cm, abiertas atras, con plataforma, que me hacen una figura espectacular.
Mi collarcito,( cordón de cuero negro, con cuatro letras en plata que se introducen en el cordón, formando la palabra, PUTA )gel lubricante, un pareo y el último juguetito que me había regalado un amigo.
David se llevó un par de botellas de vino rosado, con un poquito de aguja, que para una tarde de verano, viene genial, bien frío.
Me puse un mini vestidito suelto veraniego , unas cuñas, y salimos para la casa de Daniel.
Desde que se divorció, vive en una casita a las afueras de Madrid. Que ya conocíamos.
No es muy grande. Toda en una planta, muy luminosa y con un buen jardín con piscina. Que aún no habíamos probado.
Como la casa de al lado está sin habitar y la vaya es alta, no hay problemas de que te puedan ver. Por lo que nuestra intención era tomar el sol en pelotas, para no tener marcas.
Llegamos sobre las 17:30 y nos abrió nada más tocar el timbre.
Estaba con un mini slip de baño que marcaba bien su tranca, aunque estuviese en reposo.
Me recibió con un piquito. Y una palmadita en la nalga.
Pasamos al jardín donde tenía puesta una mesa con cositas de picar, dulces y saladas.
Nos pusimos al día de tantos meses sin vernos , mientras notaba su mirada de arriba a abajo.
Les dije que me iba al baño para ponerme algo más acorde a la piscina.
Ellos se quedaron metiendo el vino en la hielera y abriendo un cava que ya tenía frío.
Salí con el micro bikini, los taconazos y el collar que tanto me gusta, que él no conocía aún.
– Madre mia, estás más maciza que antes.
– Que te parece como se ha puesto para el verano?
– Uff! Esta divina y ese bikini le queda como un guante.
No eran adulaciones porque note como su mini slip,se hinchaba.
Mientras Daniel llenaba las copas de cava.
Mi marido se despeloto para darse un bañito, en cuanto brindásemos.
Brindamos por el verano y por vernos más veces así.
Mientras bebíamos me tocaba el culo, sobandomelo suavemente. Ya estaba mojada de antes, pero estás caricias harían que mi bikini se mojase.
Aproveche para rozar su paquete por encima del slip.
-Que rica, ya casi no me acordaba de ella.
El también propuso darnos un baño. Y bajándose el bañador, imitó a mi marido y se metió en el agua.
Que cabrones, querían jugar.
Eso me gusta.
Tome un poquito más de cava, mientras les veía hablando , a los dos en el agua.
Me hice de rogar un poquito y me duche sensualmente, para que me viesen.
Me metí en el agua y fui a rozarme con mi marido.
– Te gusta lo que me he puesto?
– Me encanta que seas tan zorra, y que te pongas modelitos para ponernos a mil.
Note que su rabo estaba duro y me fui a por Daniel.
– También te ha gustado mi bikini?
Mientras ponía mi culete en su duro pollon.
El me agarro por las caderas y me restregó su tranca por mis nalgas.
– No lo notas, gatita?
Vaya si lo notaba.
Estuve roneando de uno a otro,un buen rato. Comiéndoles la boca, rozándome, tocándoles.
Mientras me frotaba con mi marido, Daniel se sentó en el borde de la piscina,mostrando su pollon en todo su esplendor.
La visión era espectacular. No podía dejar pasar ni un segundo, sin saborear esa delicia. Me fui a por el.
– Ya te acuerdas de ella?
– No mucho, todavía.
Puse mi lengua en la base de su rabo y fui subiendo, pasándola por toda su extensión hasta llegar a su gordo capullo. Me lo metí entero en la boca, cual bola de helado. Lo saboree mirándole a los ojos.
– Ahora un poquito más.
Metí mi mano bajo sus huevos , sopesandolos.
– Están bien cargados.
– Claro gatita, vas a tener que tragar mucho.
Segui lamiendo y vi de reojo, que mi marido salía del agua.
– Chupa golfa, que hace tiempo que le tenías ganas.
Sonó el timbre y me quedé parada.
– No te preocupes, será algún comercial.
– Sigue mamando.
– Voy a ver.
Dijo mi marido
Yo seguí disfrutando de la tranca de Daniel. Madre mía, que delicia de polla.
Tan grande, tiesa y con ese capullazo.
En esas estaba cuando escuché:
– Joder, como lame.
– Vaya mamada que le está pegando.
No reconocía ninguna de las voces. Y levantando la mirada, vi a dos negros, junto a mi marido, ( y que negros) que no quitaban ojo de mi mamada.
Que cabrones, lo habían planeado entre mi marido y Daniel.
No deje de mamar, mientras los miraba a los dos.
Quieres que te presenté a mis amigos del gimnasio?
Lo estaba deseando, mi chochete palpitaba.
Salí del agua, por la escalerilla de enfrente, para que viesen mi culete, simplemente con mi tanguita de hilo. Me subí a mis taconazos, y fui a su encuentro, contoneandome como una zorrita. Llevaba un pezon fuera del triangulito, pero no lo cubrí.
Ellos no quitaban ojo. Y yo tampoco.
Madre mía, que hermosura.
Que curvas
Que tetas.
Daniel me los presento.
Francis, el más corpulento y alto.
Y Manuel el menos alto, aunque los dos sobrepasaban el metro ochenta.
Me dieron dos besos, mientras acariciaban mí cintura.
Estaban buenísimos.y desprendían vicio.
Daniel les dio dos copas y relleno las nuestras para que brindásemos.
Me comían con la mirada.
Mientras mi mano se iba a acariciar el rabo de mi marido, Manuel y Francis se quitaron la ropa, para mostrar sus argumentos y darse un baño.
Madre mía, los dos musculados, sin un gramo de grasa y con unos rabos venosos, más grandes que la de Daniel, sin piel en sus capullos. Que festín me iba a dar. Como no podía apartar la vista .
El más lanzado me pregunto:
Te gustan? Quieres tocarlas?
No tardé un segundo en agarrarlas. Por dios! Que duras y suaves a la vez. Ellos buscaron mi boca, para meter su jugosa lengua en mi boca.
Las estaba empezando a masajear, cuando me dijeron que se iban a dar un bañito.
Que cabrones, me querían dejar con la miel en los labios.
Sin problema, estaba segura que no aguantarían mucho, sin venir.
Mi marido y Daniel se habían sentado en unas tumbonas y me acerqué a ellos, para empezar a zorrear.
Esto no me lo habías contado. Que cabrones sois.
Pero me encanta vuestra sorpresita.
Me agaché para seguir comiendome el rabo de Daniel. Metiendomela todo lo que podía, para que los negros, viesen como trago. Como babeo al metérmela hasta el fondo.
Ellos desde el borde de la piscina, no perdían detalle.
Joder! Que boca tienes.
Me pase a la tumbona de al lado, y me metí la polla de mi marido hasta la campanilla.
Que te pasa zorrita? Estas salida?
Notaba como mi coño chorreaba.
Mi marido agarro mi cabeza, para acompasar mi mamada.
Venga! Chupa, chupa, que vean lo zorra que eres.
Eso es, follale la garganta bien.
En esas estaba, cuando note que me enrollaban el tanguita a mis muslos y la lengua de Daniel, lamia mi culo y coño a la vez.
Parecía un perro, lamiéndome desde atrás. Me sacaba gemidos a cada lengüetazo.
Los negros habían salido del agua y se habían sentado a ver el show.
Sentaros aquí los dos.
Les dijo mi marido, ofreciéndoles su sitio.
Que está deseando probaros. A que si gatita?
Qué bien me conoce.
Estoy deseando probar esos rabos de chocolate.
Se sentaron en su tumbona, los dos muy juntos, para que pudiese probar las dos.
En cuanto que las tuve a mi alcance, y a pesar de que Daniel no paraba de lengüetear me, me trague la más grande al instante. No podía meterme nada más que media, pero que buena.
A la vez meneaba la otra, que estaba dura como una piedra.
Fui pasando de una a otra intentando tragármelas lo más posible. Que delicia.
Lamí sus huevos, me los metí en la boca. Les miraba como una perrita contenta con su juguete.
Daniel dejo de lamerme y empezó a meter su capullo en mi coñito. Por fin.
Me las saque para decirle:
Empuja! Metemela bien. Que quiero notar tus huevos chocando.
Hoy como un negro le decía al otro.
– Has visto? No se pone condon.
Que zorra, nos la vamos a poder follar sin goma. Qué bien.
Daniel empujo su cadera, entrando centímetro a centímetro. Qué placer,
Que Pollon, ya tenía ganas de volverla a probar. Mi coñito la echaba de menos.
Ya no pude hablar más, porque uno de los negros agarrandosela, me la metió en la boca.
– Chupa zorra, que te vamos a dar bien de rabo.
Mi marido animaba a Daniel.
Dale, dale caña, que ya sabes lo que le gusta.
Dos meneos más, y me corri profundamente.
No había terminado de correrme, cuando noté como Daniel me la sacaba y otro capullo ocupaba su sitio.
Era el negro más cachas.
Empótrame , móntame bien, lo estoy deseando.
Uf! Que coñito tan rico. Qué delicia clavártela sin goma. Que puta eres. Eres más zorra que lo que Daniel nos había contado.
Joder! Mientras me decía todo esto, me tenía bien agarrada por las caderas y se paseaba con su Pollon por mi apretado coño.
Me hizo correr un par de veces, antes de sacármela y dejar su turno al otro negro.
Hay la tienes, follatela bien, que está encharcada como una perra.
Joder, me encanta, cuando hablan así, metidos en faena y me pasan de uno a otro.
Puso su capullazo en la entrada de mi húmedo coño y empujó.
Toma puta! No pone eso en tu collar? Es lo que te gusta que te llamemos?
Que cabron, se había fijado en mi collar.
Si! Follame! Soy vuestra puta. Llamadme puta. Voy a ser vuestra puta siempre que queráis, por el placer que me estáis dando. Usadme cabrones.
Toma puta, toma rabo.
A la vez que me follaba, metia el dedo gordo en mi culito.
Me quería preparar e ir dilatando, para encularme.
Pero si viene bien preparada, para que le demos por el culo.
Déjamela a mi, que la prepare bien. Dijo mi marido
Dejó su sitio a mi marido, y mientras él me follaba súper salido, los dos negros y Daniel me las pusieron en mi cara , para que se las chupase. Sabían a mi coño. Pero era un manjar, que más de una amiga mía, soñaría tener a su alcance.
Mi marido me saco otra corrida con sus embestidas, mientras metia sus dedos en mi culo.
Túmbate Daniel.
Se estiró en la tumbona y quedo su tranca mirando al cielo.
Entre los dos negros me cogieron en volandas y me subieron encima de Daniel.
Me la dirigí yo solita a mi coño y me la fui clavando hasta el fondo. Culee un poquito, mientras los negros magreaban mis tetas a conciencia, lamían mis pezones, me comían la boca. Que placer.
Pega tus tetas a su pecho.
Ya sabía lo que me querían hacer y lo estaba deseando. Me encanta que me hagan un Sandwich.
Mi marido lleno mi culito de saliva y siguió dilatando lo que el negro había empezado.
Cuando vio que dos dedos entraban con suma facilidad, puso su capullo y me pregunto:
Que quiere mi zorra?
Que me enculeis, que me metáis una polla en cada uno de mis agujeros, que me hagáis sentir la más puta.
Eres la más puta!
Y empujó dentro de mi culo. Qué delicia notar dos rabos dentro de una, dándote placer. Me vuelve loca. Me daban los dos al mismo ritmo, paseándose por mi coño y culo a la vez. Yo solo gemía y chupaba los rabos de los negros, que los tenía en mi cara. Los negros estaban ansiosos por darme ellos.
Dejádnosla a nosotros.
Se salieron de mí y me subieron encima del negro que la tenía más grande.
Me la clave y restregué mi clitoris a su pubis.
Joder que pollon, no sé si me va a entrar la otra en el culo.
Ahora lo vas a ver, puta. Estoy seguro que te han abierto el culo muchas veces.
Empujó y solo entro el capullo. Le costaba mucho por el pollon de su amigo.
Cabrones, me vais a destrozar. Joder, joder.
Mi marido, viendo el panorama, se había ido a por el gel, para dárselo al negro.
Sácala y échale un buen chorro de esto.
Sonó como descorchar una botella. Me echo un buen chorro y empujó de nuevo.
Si, joder, ahora sí que entra. Que estrechó.
No pares cabron. Clavala bien. Reviéntame el culo a pollazos.
No voy a aguantar mucho más, esta zorra me está exprimiendo.
Al oír esto, el que se paseaba por mi culo, me la saco. Y el que se iba a correr, se incorporó, en la tumbona, sin sacármela y subiendo mis piernas a los lados de sus brazos, agarro mi culo con ambas manos. Me manejo sobre su rabo, como quiso.
Yo me corria y el empezaba a bufar como un animal.
Te voy a llenar de crema, te va a rebosar.
Mi marido, el otro negro y Daniel, le animaban.
Dale caña, que mira lo salida que está.
Joder, qué razón tenías. Es súper zorra.
El negro no aguanto más y empezó a llenarme el coño de leche. Notaba sus chorrazos dentro mi.
Toma puta, toma, toma.
No paraba de correrse. Y de seguir empalandome.
Cuando bajó mis piernas, me temblaban. Y al apoyarlas en el césped para levantarme y sacármela, salió un chorrazo de leche de mi coño, que cayó sobre sus abdominales.
No paraba de caer, que lechada.
Me arrodillé y mirando a mi marido, a Daniel y al negro, me puse a lamer ese manjar.
– Que rica, quiero más.
Los tres se la meneaban mirando como lamia. El también me la daba con sus dedos, para que los lamiese.
Con semejante escena, tardaron poco en ir avisándome.
Mi marido.
Vamos perrita, abre esa boca, que te vean tragar.
Así?
Fue abrir mi boca, sacar la lengua y recibir mi primer chorro de leche en mi paladar.
No la tragues zorra, que vean tu boca bien llena.
Daniel tampoco aguanto más y también empezó a echarme chorrazos de crema caliente.
La suya es muy espesa. Como la leche condensada.
Entre los dos me llenaron la boca y mirándoles me la trague toda, relamiéndome, rebañando mis dientes. Se las agarre y me puse a lamerse las para dejárselas bien limpias.
Es algo que me caracteriza. Dejarlas sin rastro de leche y bien limpias con mi lengua.
El otro negro me dijo:
Quieres mi leche?
Estoy deseando que me la des, saborearla.
Pues ven.
Me cogio de la mano y llevándome a una tumbona, me puso boca arriba, subiendo mis piernas juntas y pegándolas a mi pecho, me echo saliva en el culo. Puso su tranca en mi culo y me la clavó de nuevo.
Dios! Que cabron. Me estás empalando.
Toma rabo, no querías rabo negro, pues toma, toma.
Joder, me encanta, como me enculas, me encanta tu rabo. No pares.
Me vais a llamar para encularme más veces? Me encantan vuestras trancas.
Joder, eres la más puta.
Me la saco y bajando mis piernas se puso sobre mi cara meneándose la para dármela.
Yo ya esperaba con mi boquita bien abierta.
Hay la tienes , toma, toma.
Que goterones, qué cantidad, que rica. Estuve más de cinco minutos lamiéndose la
y dejándosela reluciente. Al terminar, recibí los aplausos de los cuatro.
Serían las 20:30 y nos dispusimos a picar algo, para recuperar fuerzas, pero eso ya es otra historia, que si esta os gusta, os contaré. Besos.
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