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"Tres mujeres deciden reunirse una tarde en la piscina para enfriar algo mas que el calor de sus cuerpos."
Cuando Dayna y María Alejandra se encontraron esa tarde en la piscina, ambas pensaban que el calor que tenían esa tarde se debía únicamente a lo terriblemente húmeda y calurosa que se encontraba la estación. Sin embargo, cada una por separado, llevaba en su cuerpo – específicamente en su entrepierna- un calor y una humedad muy distintos. Dayna la noche anterior había llegado a la conclusión de que sin importar cuánto se tocara, su cuerpo necesitaba el contacto de otra piel sobre la de ella, sus grandes senos color canela requerían de otra lengua distinta a la suya y sin importar cuantas veces su consolador de plástico la penetrara ( e incluso un frasco plástico de crema que tenia a la mano) su vagina necesitaba de un pene carnoso y caliente como el de su ultimo amante, el cual largo tiempo la había dejado antes de ella mudarse a esta nueva ciudad.
Mariale, por otro lado, había tenido tanto tiempo sin tener sexo que la figura de hombre que tenia se había difuminado en la de cualquier persona y se había encontrado mirando fijamente la vagina de su mejor amiga –Maga- un par de veces sobre sus legan de tela fina pensando sobre si el sabor de sus jugos tendría un gusto similar a los de ella misma. Sin embargo no se consideraba lesbiana, simplemente su cuerpo reprimido de sexo trataba de encontrar desesperadamente cualquier fuente de desahogo para su inflamada cuca.
Es por ello que inconscientemente, ambas amigas se habían vestido lo más sexy posible y habían organizado este “día de mujeres” con varias de sus amigas en el club esperando encontrar en la piscina algún hombre atractivo (y hasta no tanto) que las tomara en sus brazos y las despojara del terrible calor que sus cuerpos desprendían.
Dayna se había vestido con una falda blanca corta y un top rosa que dejaba al descubierto sus redondos y gordos senos y sus rollizos brazos al igual que la mayor parte de sus gorditas y largas piernas, sus curvas eran suaves y su piel era tersa, producto de sus continuos cuidados y su tez color canela. Sus pies llevaban puestas unas sencillas sandalias flip flops al igual que todas las chicas que allí se encontraban y sus pequeños pies estaban rematados con uñas pintadas de color rojo oscuro. La mas acida de sus amigas, había reemplazado sus botas de cuero y pantimedias negras con falda de jean por una ropa que la hacía sentir fuera de lugar solo para complacer un capricho de su amiga, pero pinto sus labios de color marrón oscuro lo que resaltaba su boca y el color de su piel como una concesión a su verdadera personalidad.
Mariale, mas alta y mas blanca que Dayna, llevaba también un corto short beige que dejaba al descubierto unas largas y casi pálidas piernas, que últimamente habían tomado un saludable color rosa gracias al sol, y una franela corta que más bien resaltaba unos senos grandes aunque un poco mas caídos que los de Dayna. Sus ojos azules y su cabello corto y lleno de bucles le daba un aspecto sencillo y natural, aparentaba menos edad de la que realmente tenia y se maquillaba muy poco, sin embargo se había pintado las uñas de color oscuro ese día gracias a un impulso del momento. Su aspecto era el de una chica sencilla sin rollos con la que se podía conversar a diferencia del aspecto más sexy y algo intimidante de Dayna.
Ambas se encontraron bajo la sombra de su mesa favorita en el club y conversaban animadamente mientras esperaban a María Gabriela, la mejor amiga de ambas que vendría casi exclusivamente a presentarle a su novio. Para decepción de ambas, ese día el club se encontraba casi desierto y no había una sola persona en la piscina aparte de ellas, ni siquiera un vigilante o alguna persona de mantenimiento se había acercado esa mañana por esos lados. Mariale estaba sentada en una silla a un lado de Dayna, la cual se había se había sentado en una tumbona mirando a la piscina con su ropa puesta aun. Mariale se había descalzado los pies y jugueteaba con sus dedos sobre las suaves y aceitadas piernas de Dayna, cosa que siempre hacia cuando se encontraba aburrida mientras alababa lo suave que eran y le comentaba cuanto envidiaba su color de piel.
Dayna se encontraba decepcionada de la ausencia de hombres ese día y no prestaba atención a los comentarios de Mariale, sin embargo no le pasaban desapercibidos los dedos del pie de su amiga sobre sus piernas, que se sentían suaves y le hacían desear un masaje erótico en su cuerpo. Se echo hacia atrás en su silla, cerrando los ojos y dejándose llevar por la sensación de contacto del pie que recorría el lado exterior de su muslo. En un momento al pie de Mariale se unió el otro, y mientras uno bajaba hasta el pie izquierdo de Dayna y jugueteaba con su planta, el otro subía hasta la parte superior de su pierna y le levantaba la falda. El juego se había vuelto por un instante algo más que un simple contacto y se había transformado en caricias, haciendo que Dayna inclinara un poco la cabeza y mirase a su amiga. Esta se había despojado del short quedándose vestida de la cintura apara abajo únicamente con un bikini de colores y su franela blanca. Al llevar los pies a ambos extremos de la pierna de Dayna, esta vio como un ligero vello salía por debajo de la tela del traje de baño de Mariale y como se marcaban los labios de su vagina en la suave tela. Por un momento Dayna vio un punto oscuro de humedad y como los pezones de Mariale comenzaban a notarse bajo la franela. Incluso su mirada había cambiado y parecía encendida y concentrada sobre las caricias de sus pies.
Mariale sintió la mirada de Dayna en su entrepierna, e inmediatamente cerro por instinto sus piernas sin dejar entrever ninguna expresión. Sin embargo sus mejillas sonrojaron un poco aunque no retiro los pies que ahora descansaban al lado de los de Dayna.
-Estas usando la parte de arriba del bikini?- Pregunto esta ultima a Mariale.
-No- respondió con una risita- todavía no he decidido si voy a hacer topless- su tono era más bien burlón y sarcástico, ya que no tenía intención de hacerlo. A pesar de las fantasías que tenía en su cabeza últimamente y lo mucho que la había emocionado tocar las piernas de Dayna, Mariale era un poco recatada y conservadora en algunos aspectos.
Dayna había decidido aprovechar el sol al menos y broncearse sin inhibiciones, así que se quito la falda y el top quedándose vestida con un muy corto traje de baño de dos piezas. La parte de arriba apenas contenía sus grandes tetas pero la parte de abajo era un hilo corto que se insertaba en sus nalgas y poseía un triangulo de tela que recubría lo justo de su regordeta pelvis y vagina. Coloco la tumbona en posición horizontal completamente y se acostó boca abajo, dejando la visión de sus nalgas y su espalda a su sorprendida amiga.
Mariale se quedo pasmada de lo que vio, su amiga era de carácter fuerte, pero nunca había mostrado tanta desinhibición. El gordo culo de Dayna se mostraba entero al mundo y ella era la única que presenciaba tal espectáculo después de mirar a todos lados para asegurarse que no se hallaba nadie cerca. Este pensamiento hizo estremecer su cuerpo y el punto de humedad en su entrepierna creció apreciablemente.
-¿Me ayudas con el protector?- Dijo Dayna.
Mariale sintió un bajón en el estomago. La excitación de aquella propuesta la dejo casi mareada, sin decir nada tomo el tubo de crema de las manos de su amiga y se sentó a los pies de ella en la tumbona abriendo sus piernas y colocándolas a ambos lados de su cuerpo. Poco a poco unto con ambas manos la crema sobre las piernas y la espalda de la morena.
Dayna se hallaba confundida y acalorada con las caricias de Mariale, quien se había sentado colocando su entrepierna sobre uno de sus pies permitiéndole sentir el calor que la vagina de Mariale despedía. Su piel comenzó a sudar y las ganas de que sentir de nuevo los pies de su amiga la tenían confundida. De pronto se encontró pensando como seria lamer aquellos dedos rosados y gorditos y sin darse cuenta se relamió los labios. Acostada boca abajo, con los brazos cruzados sobre su cabeza a modo de almohada vio como su amiga se levanto y se dirigió a la ducha, donde sin quitarse la franela se metió bajo el agua y dejo que esta la empapara. En seguida la tela blanca se volvió transparente bajo el agua, y los pezones rosados resaltaron bajo la franela. Se acercó de nuevo a la silla y esta vez se tumbo en ella, sus piernas refulgían con la humedad y la luz. Aunque su culo era algo más ancho que el de Dayna, las caderas de Mariale eran un poco más amplias y con una barriguita que la hacían una rellenita muy interesante.
Las sillas de ambas estaban muy cerca y Dayna se hacia la dormida mientras Mariale con su rostro al sol dormía con sus lentes. La primera miraba las nalgas y el rostro de su pálida amiga, y estaba a punto de extender su mano sin pensarlo para tocarla cuando de repente una voz familiar la sobresaltó.
-muchachas, discúlpenme por llegar tarde.
Maga llevaba un vestido corto de verano que también dejaba al descubierto sus piernas blancas. De todas, era la que tenia los senos más grandes y más jugosos, que se dejaban ver perfectamente por el escote. Bajita, rellenita como sus amigas, con la piel de color blanco y un cabello rubio intenso, parecía la propia esposa alemana salida de una propaganda de cerveza. Mariale se encontraba constantemente esperando verla desnuda en cada ocasión que podía, mientras que Dayna pensaba constantemente en las formas de su cuerpo. Detrás de Maga vio una figura conocida, cuando este se acerco los ojos de Dayna se abrieron como platos y su cuerpo se estremeció. Enrique, uno de sus últimos amantes de caracas, era el misterioso novio de su amiga.
La amargura y la confusión se apoderaron de Dayna mientras escuchaba y veía la animada conversación que sostenían los tres compañeros restantes que habían entrado a la piscina. Dayna se quedo en su tumbona de brazos cruzados mientras los veía bañarse y no se sorprendió cuando al ver el cuerpo de su antiguo amante su vagina palpitara suavemente. Recordaba como su pene se había abierto pasó tantas veces en su agujero oscuro y como el sonido de succión de su vagina al ser penetrada sonaba un poco al del chapoteo del agua. Se levanto de repente y se dirigió al baño, mientras los tres amigos desviaban la mirada hasta su culo bamboleante y moreno. Enrique abrazaba a Maga por detrás en la piscina y esta sintió como su pene que se hallaba entre sus nalgas se endureció provocando que ella se pegara más a su cuerpo.
Mariale había decidido entonces sumergirse un poco en el agua para calmarse, usando unos lentes de natación recorría el fondo de la piscina tomando fotos con su cámara. Había decidido tomar una foto de sus amigos y al acercarse a ellos bajo el agua casi perdió todo el aire. La punta del pene de Enrique estaba ensartada firmemente dentro del culo de su amiga, quien se movía muy lentamente insertándose la vara de carne milímetro a milímetro dentro de su gran culo.
Mariale salió inmediatamente del agua y abandono la piscina casi corriendo al baño, ya no podía soportar más. No dejaba de pensar en la verga de Enrique entrando y saliendo del culo de su amiga, quien tenía una extraña mirada de dolor y placer. El pene de Enrique era grande, no tanto como otros que había visto pero era bastante grueso, el más grueso que ella había tenido dentro de sí. Pensaba en lo injusto que era que Dayna y Maga hubiesen probado aquel tronco tan apetecible y en como ella debía conformarse con poco. Tomo un tubo cilíndrico con protector solar decidida a insertárselo en su vagina para calmar lo que ya era una dolorosa hinchazón producida por las ganas contenidas cuando se detuvo en la puerta del baño de mujeres. El baño contenía dos habitaciones separadas, una para las duchas y vestidores y otra para el baño específicamente. La penumbra la cegó un poco y mientras se adaptaban sus ojos a la luz y decidía donde meterse escucho un gemido.
Al principio pensó que se trataba de llanto, conocía la historia de Enrique y Dayna y sabía que era posible que la sorpresa de su amiga hubiese sido más desagradable que lo que esperaba. Se dirigió a los vestidores esperando consolar a Dayna cuando la encontró y entendió que los gemidos se debían a algo muy distinto a la tristeza.
Las duchas estaban separadas unas de otras por paredes, pero no poseían cortinas por lo que se podía ver todo. Dayna con una mano se agarraba del tubo de la ducha mirando hacia la pared, sus pies estaban ligeramente levantados y su culo –despojado ya del controversial hilo dental- sobresalía hacia afuera. Usando los dedos de su mano libre frotaba con fuerza sus labios externos y su clítoris e insertaba de vez en cuando tres dedos dentro de su agujero. Una considerable cantidad de fluido vaginal manaba de la hinchada cuca de Dayna por la parte interna de sus muslos y recorría sus piernas para unirse. El vestidor olía fuertemente a sexo.
Mariale se acerco a su amiga sin hablar, pero sus pasos la delataron e hicieron que Dayna se volviera rápidamente. La morena pervertida había llegado a su máximo nivel de excitación y estaba dispuesta a cogerse lo primero que encontrase. En este caso el hecho de que Mariale fuese su amiga –y una mujer- ya no le importaba. Lo único importante era llegar al orgasmo. Ambas habían visto lo que Maga estaba disfrutando y necesitaban desahogarse con lo que fuera antes de desplomarse de la frustración. Mariale se acerco a su jadeante y sudorosa amiga, entrando a la estrecha ducha que obligaba a sus rollizos cuerpos a juntarse. Las tetas de Mariale quedaban justo por encima de las de Dayna, ya que la primera era un poco más alta. Ambas mujeres sentían en su piel los pezones de la otra debajo de las telas que los cubrían. Se miraron a los ojos, jadeando por el calor y la excitación, hasta que Mariale, que aun sostenía el cilindro que iba a usar para su propia cuca, se lo mostro a Dayna y le dijo casi en un susurro:
-esto creo que es mejor que tus dedos.
Dayna no respondió. Primero se quito la parte de arriba de su traje de baño quedándose completamente desnuda. Su amiga hizo lo propio con su franela mojada, dejando unas tetas menos redondas que las de Dayna pero también grandes. Se agacho un poco para desatarse el bikini haciendo que las tetas de ambas se rozaran estremeciendo a las dos. El vello púbico de Mariale rozo el pelado pubis de Dayna pero esta no se le acercó, más bien se dio la vuelta ofreciendo sus caderas y volviendo a levantarse sobre la punta de los pies ofreciendo su húmeda cuca a su amiga, dándole una obvia respuesta de lo que quería que esta hiciera.
Mariale quería lubricar primero el tubo –consolador para su amiga. Pero sin nada a la mano lo mojo con su lengua y luego se lo metió hasta el fondo de su vagina, arrancándose a sí misma un estremecimiento de placer que hizo que casi se olvidara de su tarea. Sacándose el tubo reluciente de su blancuzco y pegajoso jugo, se lo metió a su amiga lentamente hasta el fondo de su cuca. Arrancándole a esta un grito que se escucho en la piscina, donde Maga chupaba el pene de Enrique que estaba sentado en el borde de la misma.
Maga, al escuchar el grito de su amiga se saco el pene de su boca y mirando alarmada al baño, le dijo a Enrique:
-Amor, déjame ir al baño, escuche algo. Y se levanto sin esperar respuesta.
Maga había tenido unos días difíciles. Ella y Enrique no se veían tan a menudo ya que Vivian en ciudades distintas. Aprovechaban cada momento que podían no solo para compartir, sino para tener sexo a sus anchas. Es por eso que cada vez que el llegaba a la ciudad, ella se ponía mas cachonda que nunca, su vagina constantemente estaba mojada y lista para recibirlo, se vestía con ropas ligeras y fáciles de quitar para aprovechar cada ocasión, pero por uno u otro motivo esa semana el había llegado y habían tenido poco sexo. Además ese día tenían que compartir con sus amigas para que lo conocieran mejor (aunque Dayna ya lo había hecho) y no podían posponerlo más. Así que cuando los dejaron solos en ese inmenso club, Maga no había perdido la oportunidad y había dejado que su novio la penetrara en la piscina hasta que ella tuvo un orgasmo intenso, ahora era el turno de él, y ella estaba más que dispuesta a devolverle el favor. Su pene no era el más grande que conociera, pero era el más grueso y el mejor proporcionado, aparte de que la había desvirgado y ella sabía, por fotos de su pene que había mostrado a algunas amigas, que su novio lo tenía más grueso que la mayoría de los hombres.
Se tragaba el grueso tronco de carne chupando cada centímetro como podía, sentía el amargo sabor del cloro de la piscina pero eso no importaba, cada vez que lo lamia su vagina volvía a humedecerse y esperaba pacientemente recibir su descarga de leche en su garganta. Hasta que escuchó el eco del baño. Ella sabía que Dayna y Enrique habían estado juntos hacia mucho tiempo y temía que la reacción de su amiga al verlos juntos fuese muy intensa, es por eso que cuando su amiga se retiro al baño supo que lo hizo por celos, pero se tranquilizó un poco al ver que Mariale la siguió más tarde, pensando erróneamente que una amiga consolaría a la otra.
Sin embargo, el eco del baño le permitió escuchar varios gemidos, que interpretó al igual que Mariale como llanto, cuando escuchó un grito ahogado pensó que era momento de hacer algo, muy a su pesar (y aun mas para Enrique) por lo que detuvo su mamada y se dirigió al baño, su novio la siguió detrás pero caminando más lentamente mientras se ajustaba el short de baño.
Maga también tuvo un momento de desconcierto para ajustarse a la luz, pero entro sin detenerse directamente al vestidor de damas y se detuvo en seco al ver las dos formas retorciéndose en el banco del vestidor.
Dayna y Mariale se encontraban sentadas con las piernas abiertas una frente a la otra, como dos tijeras juntas, tenían una pierna encima de la de la otra de manera que sus vaginas se pegaban como dos bocas besándose. Las tetas de ambas se bamboleaban con cada embiste que se daban y estaban completamente desnudas recubiertas de una fina capa de sudor, que hacía que sus cuerpos brillaran incluso con la ausencia de luz.
De vez en cuando Mariale tomaba un tubo cilíndrico y lo introducía entre las vaginas de ambas, que en ese momento movían sus caderas para unirse aun mas, luego lo introducía alternativamente en la vagina de Dayna y lo sacaba para lamerlo, al final cuando ambas estuvieron a punto de acabar se juntaron y comenzaron a besarse con una pasión inusitada acariciando sus espaldas como dos amantes en pleno kamasutra.
Maga no podía creer lo que estaba viendo. Sus amigas desde hace varios años parecían las lesbianas más comprometidas del mundo, y una punzada de celos la atacó. Enrique se acercó a ella y se quedó viendo la escena mudo de la sorpresa, y soltando sin darse cuenta su short que fue a parar al suelo, dejando al descubierto su pene para visión de todas las presentes. Las dos mujeres dejaron de besarse, y contemplaron a la pareja, se separaron y observaron fijamente el pene de Enrique, que las había atrapado como una flauta a unas serpientes. Ya estas dos mujeres profesionales, adultas y serias se habían convertido en dos animales en celo y sin pensarlo se acercaron lentamente a ambos atrayéndolos de las manos al fondo del vestidor.
Maga y Enrique se dejaron llevar sin problema, sentándose en el banco con la espalda apoyada en la pared del fondo se quedaron viendo a las mujeres que de pie los observaban como un par de cantantes mirando a su público antes de comenzar.
Dayna desvistió a Maga comenzando por el vestido, besando cada centímetro de piel que dejaba al descubierto, Maga se dejaba hacer mientras tomaba la mano de Enrique, que observaba como Mariale lamia desde su cuello bajando por su pecho hasta llegar a su pene, que desapareció rápidamente dentro de la boca de Mariale.
Dayna estaba muy cerca de la vagina de Maga, oliendo en un momento lo que ella sabía era el sabor de la leche de Enrique en la cuca de su amiga, lejos de molestarla, sin detenerse a pensarlo hundió su boca abierta en la raja húmeda de Maga, probando el sexo que acababa de suceder entre los novios. Maga dejo salir un grito, pero al ver el rostro de placer de su novio al verla recibir la lengua de Dayna en su boca, se dejo llevar por la sensación. Ansiaba complacer a su novio como este había hecho tantas veces y sabía que ella le estaba dando un regalo grandioso que ninguna otra podría hacer. Así que lo besó mientras su amiga chupaba su cuca como una puta endemoniada.
Mariale casi se atraganto con el pene de Enrique en su boca, su blanca saliva se mezclaba con el liquido pre seminal de Enrique y ella chupaba todo lo que podía, mojando el pene de este hasta su pubis. Miro a sus amigas disfrutando del placer y decidió que era su turno de probar aquel grueso instrumento por el que ambas habían pasado. Se levanto y mirando a Enrique desde arriba, acomodo sus gordas piernas a cada lado y se clavo el pesado tronco en su rosada cuca. El placer no se hizo esperar y estalló en forma de chorros de su vagina, siguió moviéndose de arriba abajo en vez de detenerse, acercándose de vez en cuando a besar, chupar y morder las tetas de Maga que se presentaban a ella.
Después del 3er orgasmo su cuca pedía clemencia así que se agachó para chupar el pene de Enrique que aun no había acabado, y las tres mujeres, unidas por aquel palo de carne, se arrodillaron en el piso dándole a este hombre una mamada épica. Maga subió hasta su rostro y lo comió a besos, mientras que Dayna acariciaba sus bolas y Mariale se tragaba su tronco, las tres amigas intercambiaban sus posiciones hasta que finalmente, después de un largo rato, Enrique lleno sus caras y sus tetas de lo que parecían litros de blanco y pegajoso semen, desplomándose en el banco del vestidor de damas. Las amigas limpiaron con sus bocas el semen de cada una como un último gesto, y después, dejando a Enrique en la oscuridad del vestidor, se vistieron y metieron a bañar en la piscina como las mujeres jóvenes y amigas que eran. Después de todo irían mas tarde a casa de Maga…
Fin
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