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Reencuentro de secundaria

Se escuchaban sus gemidos de placer retraído, relegado y contenido por mucho tiempo. La tenía sobre de él, su cuerpo se arqueaba hacia atrás; su espalda chocaba con el volante, pues estaban cogiendo en el carro, en el asiento del conductor y tenía la verga dentro de ella, dura y mojada como ella lo deseaba.

A lo lejos se ve el día en que se reencontraron después de casi 20 años de no verse, fueron compañeros en la secundaria y desde esos años tenían una buena relación, todos sus compañeros de salón sabían de la parejita que formaban, él siempre quiso estar con ella; ella, aunque lo sabía no imaginó hasta donde llegarían años más tarde.

Después de terminada la secundaria cada uno hizo su vida, casados, hijos, digamos una vida normal; pero hubo una iniciativa de reencontrarse todos los excompañeros. La reunión transcurrió sin mayor sobre saltos. Después de esta hubo más.

Hubo una en especial en donde el motivo fue cantar con karaoke, ella lo escuchó cantar y además de le dedicó unas canciones volvió el flechazo, bailaron pegados al grado que él sentía el roce de su ropa interior, ella sintió el bulto en su pantalón. Las canciones, las copas, el ambiente, todo se conjugó para que el destino hiciera de las suyas.

Salieron de la fiesta, no hubo necesidad de decir más un suculento beso la sorprendió y la calentó, en el carro los roces subieron de tono, de la rodilla hacia la pierna, ella cooperaba abrió las piernas para que él llegara a su nido de amor, su vestido rojo lo permitía, el deseaba sentir la humedad de su intimidad, hizo a un lado su calzón y alcanzó a sentir sus vellitos y su humedad, ella deseaba llegar a un lugar íntimo para poder sacar todo ese deseo reprimido.

Por fin entraron a un motel, apenas bajó la cortina eléctrica corrió hacia ella, la jaló hacía él y la besó con una pasión desenfrenada, como si nunca hubiera besado a alguien, su brazo izquierdo la sostenía y con la mano derecha subió su vestido para tocar su intimidad, metía y sacaba su dedo, ella deseaba ser poseída  que sin pensar más subió su vestido y se montó en él, esa primera embestida abrió su intimidad; por fin se sintieron en carne viva uno al otro, eran gemidos de placer y de felicidad.

La llevó a la parte trasera del coche, los besos eran una locura de deseo y pasión, combinando la lujuria y el erotismo. Besos, caricias, se conjugaban con sus respiraciones aceleradas.

El alcanzó a bajar el calzón y vio lo que tanto deseaba, esa hermosa vagina con vellitos que se escondía debajo de esa tela suave y que por años había imaginado, hermosa, deseada y húmeda.

Ella ya no aguantaba la ropa, deseaba ser poseída desnuda y en una cama lejos de todo y de todos. Subió la escalera semidesnuda y él saboreaba todo lo que se iba a comer.

No bien cerraron la puerta y se abalanzaron a la cama, poco a poco se fueron quitando la ropa mutuamente hasta que por fin quedaron totalmente desnudos y sin decir más, ella se acercó a tomarle la verga con las manos, el sentirla entre sus manos la excitaron a tal grado que no soportó más y sin más ni más se agachó para chuparla, para tenerla en su boca, para disfrutar la dureza y lo babeante de esa verga dura que ya había sentido dentro de ella.

Cómo describir la sensación de placer que él mostraba en su rostro, simplemente era la mejor mamada que había recibido en su vida; tuvo que hacer grandes esfuerzos para controlar su venida y no echar a perder el momento.

La puso en cuatro y comenzó a recorrer todo su cuerpo con la lengua, con las manos, más bien le faltaron manos para recorrerla toda, por fin su atención se centró en su vagina y su culo y así en cuatro comenzó a chupar la vagina rozar el clítoris y recorrer con la lengua desde la vagina hasta el culo de esa mujer tan deseada. Pero ella necesitaba más placer así que se recostó boca arriba para abrir más las piernas y recibir de una forma más cómoda lengua en toda su vagina, sus gemidos eran cada vez más fuerte al grado de gritar “más” “dame más” “por favor no pares”, su orgasmo era inminente.

Extasiada y todavía con la respiración agitada recibió el primer embate de su amante, por fin lo sintió al natural y sin ningún tipo de limitación, sintió la verga hasta adentro que su gemido de placer pudo escucharse hasta la entrada del motel. Los movimientos fueron aumentando de velocidad, eran el resultado de tanto deseo, de tanta excitación.

Se voltearon de forma que él quedara abajo y ella lo cabalgara, una espectacular vista, por fin pudo tener de frente sus hermosos y grandes pechos y admirarlos en todo su esplendor, los acariciaba, mordía, chupaba, simplemente se volvió loco con esas hermosuras, ella se movía de arriba hacia abajo gimiendo de placer y con agitada respiración, de pronto sus manos comenzaron a recorrer las piernas y esas nalgotas que tenía esa hermosa mujer.

De pronto ella recibe la pregunta más extraña que hasta entonces le habían hecho ¿Cómo te gusta qué te lo hagan? En realidad nunca le habían preguntado eso, siempre se conformaba con lo que recibía y le hacían que no supo responder, así que él tomó la iniciativa y se atrevió a darle unas buenas nalgadas sin que fueran dolorosas, al contrario provocaron en ella un sentimiento nuevo y extraño, pero rico; que hicieron que la excitación aumentara y provocara un placer indescriptible. Y llegó otro orgasmo.

La volvió a poner en cuatro y el detrás de ella, una rica penetración desde tras, aunque se lo pidió, ella se negó a recibir por el culo la verga dura que sentía en su vagina, el placer de tenerla en esa forma fue incontrolable que no pudo más contener su venida. Alcanzó a sacarle la verga para echarle toda la leche en sus nalgas y parte de la espalda.

Cansados pero felices se abrazaron en la cama, poco después se bañaron y salieron rumbo a la terminal, ella regresaría a su ciudad y esperarían una nueva oportunidad.

Desde entonces las oportunidades, pocas, pero se han dado; han experimentado nuevas formas de placer, juguetes, fotos, mensajes, videollamadas, pero lo que les funciona, es que saben sus límites, su lugar y no fuerzan las cosas, las oportunidades se dan y hay que aprovecharlas.

Pero esas serán otras historias.
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