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"Andrés es contratado por una agencia de prostitución y se folla a una cincuentona preciosa con cuatro compañeros"
Andrés miró a su alrededor un poco cohibido. Nunca había estado en una habitación de hotel semejante. Era más grande que su propio estudio en un barrio periférico de la ciudad. Una sala de estar con una mesa de comedor, sofás, sillones y una mesa de café decorados de esa forma que indica que hay dinero. Por una de las puertas se intuía la puerta de matrimonio donde Marcos estaba hablando con la señora Ramírez. Así le habían dicho que debía llamarle, señora Martínez incluso en pleno fragor. Andrés se acercó a la puerta acristalada del enorme balcón con vistas impresionantes al mar. En el sofá y los dos sillones estaban sentados Daniel, Ramón, Miguel y Darío hablando relajados. Ninguno bebía alcohol. Al igual que él todos llevaban la misma ropa. Pantalones chinos y una camisa ajustada negra, el uniforme. Darío lo miró y se rió.
- Tranquilo Andrés tío, al menos, esta está buena.
Andrés asintió. No era su primera clienta. Pero sí la primera que pedía sexo en grupo. Andrés había experimentado sexo con dos mujeres pero nunca con más de un tío. En las sesiones preparatorias, Marcos le había puesto en antecedentes. No habría nada gay si no estaba acordado de antes y siempre que él estuviera de acuerdo. Sino no le llamarían. Pero había grados, la clienta podía pedir algo que llevará a roces o incluso frotting. Este era el caso. Mrs Mackenzie había pedido explícitamente chicos que no les importara que sus miembros se tocaran o que uno tuviera que tocar el del otro. Pero se pagaba mucho mejor y Andrés necesitaba el dinero.
Andrés llevaba casi un año viviendo en la ciudad. A los 22 años se había marchado de su casa donde no soportaba a su padre, un viudo alcoholizado. Una serie de trabajos de camarero le habían llevado a malvivir en pisos compartidos hasta que conoció a Marcos. El único vicio de Andrés era ir al gimnasio donde dedicaba dos horas diarias para tener un cuerpo esculpido y músculos definidos sin llegar a ser excesivos. Tenía el plan básico en uno casi de lujo pero que ofrecía tarifas asequibles fuera de las horas puntas.
Su culto al cuerpo le hacía más atractivo. Andrés era guapo de cara, con el pelo negro y unos ojos verdes claros. Lo sabía. En el pueblo no había tenido problemas con las chicas. Bueno por lo menos hasta el momento de follar. El otro problema de Andrés, aunque pudiera parecer irónico era que el tamaño de su miembro. 24 centímetros erecto y con el grosor medio. Andrés sabía todos los mitos del macropene pero la verdad es que era incómodo a la hora de la penetración.
Verónica, una monitora del gimnasio, no parecía tener ninguno de esos problemas. Habían conectado rápido y protagonizado más de una tórrida noche de sexo salvaje en las que Verónica se había vuelto loca. Había sido ella quien la había puesto en contacto con Marcos y su nueva vida.
Marcos era el propietario de una agencia de escorts, o prostitución de lujo. Dedicada a clientes de alto standing, ofrecía servicios para hombres y mujeres. Todo de calidad y sin riesgos. Sus empleados tenían que llevar una vida sana, ser educados y cultos y estar en perfecto estado de salud. Tanto a ellos como clientes se les exigía análisis regulares para impedir cualquier restricción en el sexo.
Cuando Marcos supo el tamaño de Andrés no dudó en hacerle una oferta que este aceptó. 200 euros la hora de servicio y tenía derecho a decidir al cliente, por ejemplo si no quería servicios homosexuales. A cambio tuvo que emprender una serie de cursos para poder mantener una conversación, sesiones de entrenamiento con profesoras que le enseñaron toda clase de arte amatorias, no importaba lo perversas que fueran, y a aguantar sin correrse el tiempo que fuera necesario. Incluso tenía una estricta dieta destinada a mantener su estamina y a producir mayores cantidades de semén. Algunas clientas tenían un fetiche por las eyaculaciones abundantes.
Tras un par de clientas, una de ellas demasiado mayor para su gusto, le habían ofrecido esta noche. La señora Martínez era la mujer de un rico promotor inmobiliario que quería ser dominada por cinco tíos. Y allí estaban ellos en una habitación de hotel de 5 estrellas esperando que empezara la noche. Marcos les había acompañado para ultimar los detalles porque la señora Martínez era una de sus mejores clientes. Andrés no podía calcular cuánto se había gastado en cinco hombres esa noche.
Al final Marcos salió del dormitorio y les miró a todos.
La señora Martínez sale ahora. Quiere la experiencia completa así que ya sabéis. Lo hemos hablado. Espero que quede contenta. Os quiere desnudos y empalmados cuando salga. Yo me voy. Pasadlo bien.
Los otros cuatro se levantaron y empezaron a desnudarse. Andrés les imitó y dejaron sus ropa detrás del sofá. Con unos pocos vaivenes todos estaban presentes en su gloria. Todos tenían cuerpos cincelados y estaban completamente depilados. Andrés se sorprendió del nivel de excitación que sentía. Había algo muy primitivo en cinco tíos desnudos esperando a follarse a una tía juntos. Algo que remitía a la época de las cuevas. Estaba completamente duro. Darío se rió.
Joder, tenemos un ganador.
Andrés echó un vistazo. Todos estaban bien dotados. Daniel y Ramón debían superar los 20 centímetros y Miguel y Darío unos 18. Pero parecían enanos al lado de Andrés.
Vas a ser la puta sensación.
Antes de que Andrés pudiera responder la señora Martínez salió del dormitorio. Andrés se quedó sin palabras. Debía rondar los 50 años pero era increíblemente atractiva .Llevaba el pelo recogido en un moño que realzaba sus rasgos. Pero era guapa, demasiado guapa. A Andrés le recordó a Monica Belluci. Pequeñas arrugas estratégicas enmarcaban su rostro pero la hacían más atractiva. Y su figura no desmerecía a ninguna joven. Un sujetador de encaje negro con tiras que cruzaban su escote encerraban unos pechos redondos de talla medianas lo justo sin llegar a ser grandes, y naturales. El sostén las levantaban pero marcaba un escote amplio. Andrés deslizó sus ojos por un torso moreno que se estrechaba hasta un cintura pequeña que luego se abría en unas caderas sensuales. Un culo respingón con un tanga a juego que también tenía unas tiras estratégicamente cruzadas sobre su cintura. Les miraba divertida.
Buenas tardes chicos. Parece que ya estáis listos.
Los cinco se volvieron. Todos la miraban con sus pollas apuntándole. La señora Martínez se mordió el labio inferior.
Uhhhmm. Cuánto para elegir.- Se acercó hacia ellos y pasó por delante admirando sus cuerpos. A la altura de Andrés se quedó parada y miró de su entrepierna a su cara. Pasó sus dedos por sus abdominales y bajó los dedos hasta su pelvis pero sin llegar a tocarle allí. Se separó y siguió con la revisión. Volvió a pararse frente a Miguel. Tenía una boca de labios gruesos. La señora Martínez le agarró las mejillas con una mano y apretó. Miguel sacó una lengua grande y carnosa.- Preciosa. Los demás sentaros en el sofá y seguid pajeandoos.
Andrés se sentó en el sofá, con Darío a su lado, Daniel a continuación y Ramón en el otro extremo. El sofá era grande pero aún así las piernas de cada uno se rozaban. Siguieron acariciandose despacio mirando a la señora Martínez. Esta se sentó en uno de los sillones de cara a ellos. Con un momento sensual levantó las piernas y deslizó su tanguita para lanzarlo a un lado. Se abrió de piernas y les ofreció una vista maravillosa. Su coño totalmente depilado estaba enmarcado en líneas blancas que sugería un bikini diminuto a la hora de tomar el sol. Ella empezó a frotar su clítoris y mover las caderas contra su mano.
Me encanta ver a jóvenes masturbándose para mí. Cariño, quiero correrme en tu boca.
Miguel se arrodilló frente a ella y comenzó a lamerle. Su lengua recorría su rajita para rodear en círculos su botón del placer. Volvía a bajar y penetrarla con la lengua. La señora Martínez siguió rotando sus caderas para acompañarle Sus jadeos resonaban en la habitación. Su mano derecha frotaba sus pechos por encima del sujetador mientras les miraba. Su otra mano se enredó en el pelo de Ramón para guiarle. La señora Martínez estaba en el séptimo cielo. Miró a los cuatro sementales desnudos enfrente de ella. Era hora de cruzar algunos límites.
Sabéis lo que me gustaría, ¿por qué no os tocáis el uno al otro?, sería fantástico.
Andrés dudó un momento. Aquello iba un poco más allá de lo establecido. Giró la cabeza. Daniel y Ramón habían alargado cada uno una mano y se dedicaban largos bombeos. Darío le miró divertido. Con él era con quien Andrés había conseguido mayor confianza de sus compañeros. A punto de cumplir los 30 actuaba como mentor de los nuevos. Cuando habían hablado de servicios como este, Darío se había encogido de hombros y le había preguntado si ningún amigo le había hecho una paja. Darío alargó la mano y rodeó el miembro de Andrés. Movió la mano desde la base hasta la punta. Un escalofrío recorrió a Andrés y su polla se endureció aún más. No podía entender la excitación que sentía.
¿A qué esperas?, ¿no vas a dar placer a tu amigo?.
Entre jadeos la señora Martínez le miraba con cara de enfado. Sonrió cuando Andrés alargó su mano y sujetó la polla de Darío. Estaba tan dura como la suya. Marcó un ritmo suave, un poco incómodo al tener que usar la mano izquierda. Pero a Darío no pareció importarle. Echó la cabeza y empezó a suspirar. Los jadeos de los cuatro se mezclaban con los improperios de la señora Martínez que gritaba que se la menearan a la vez que le decía a Miguel que siguiera comiéndole el coño. Unos diez minutos después empezó a llamar cabrón a Miguel mientras mantenía con su mano en la coronilla la cara del semental en su pelvis y se corría. Respiró encantada viendo como Miguel se levantaba con su cara brillante por sus flujos.
La señora Martínez se puso de rodillas frente al sofá y les hizo gestos de que se acercasen. Pronto los cinco rodeaban a la hermosa madura que les miraba bajo los cinco enormes e hinchados trozos de carne que parecía enterrarla. Ella se incorporó un poco con las rodillas de tal manera que sus ojos se izaron por encima de los falos.
Andrés estaba justo enfrente y la señora Martínez se lanzó directa. Su boca rodeó la punta y avanzó hasta la base poco a poco. Cuando el miembro golpeó su garganta, arrancándole un quejido de arcadas, aún quedaban dos tercios fuera, pero era bastante impresionante. Alargó sus manos y masturbó a Darío y Miguel que estaban a ambos lados de Andrés. Los dos suspiraron y la alabaron mientras sus manos les recorrían y les mantenían duros. Alguien exclamó hostia puta. Andrés no supo quién había sido porque estaba hipnotizado viendo como esa diosa le chupaba la polla y daba placer manual a sus compañeros. Su pelo se movía adelante y atrás mientras babeaba en su miembro y dejaba enormes goterones de saliva.
En los próximos minutos la señora Martínez hizo una ronda dejando empapadas con su boca las pollas de todos. En un momento dado, dio la espalda a Andrés a la vez que degustaba el miembro de Daniel y satisfacía con sus manos a Ramón y Miguel. Andrés aprovechó para desabrochar el sujetador y entre vítores de los demás ella liberó sus manos para librarse de la prenda.
Un nuevo giro llevó de nuevo una de sus manos a Andrés y bombeó con ganas. Sus tetas naturales se movían en el aire al tragarse la de Miguel. Cuando terminó con él, se separó y los miró con lascivia.
¿Vais a follarme bien?.- Los cinco respondieron que sí.- ¿Váis a usar todos mis agujeros como si fuera vuestra muñeca hinchable?.- De nuevo un sí rotundo.- ¿Y váis a correros encima mío y empaparme con vuestra leche?.- De nuevo un coro de oh sí.
Las preguntas eran la señal para que ellos tomaran el control. Darío y Miguel, los más veteranos, la ayudaron a ponerse de pie y la llevaron a la mesa del comedor. Darío la colocó de espaldas a él e hizo que se inclinara sobre la mesa. La señora Martínez se apoyó en los codos, sus pechos rozaban la superficie de madera. Los otros cuatro se colocaron dos a cada lado de la mesa, donde ella podía ver como habían vuelto a bombear sus rabos para mantenerlos erectos. Ella miró por encima del hombro cuando Darío metió dos dedos en su coño húmedo y acercaba la punta de su polla. La señora Martínez lanzó un pequeño gemido cuando la penetró despacio. Los otros cuatro siguieron el guión y empezaron a vitorear y exclamar que se la metiera. Despacio Darío la agarró de las cinturas y se introdujo hasta que sus pelotas chocaron contra su pelvis.
La señora Martínez se mantenía quieta y Darío movió sus caderas despacio al principio, entrando y saliendo. Cogió ritmo y llevó a la señora Martínez hasta una follada más intensa. Después de unos minutos, ella incorporó su torso, se apoyó en las manos y arqueó la espalda. Darío se lo tomó como una señal y aceleró el ritmo hasta que tuvo un nuevo orgasmo. Darío continuó unos segundos más, dejando que ella se deleitase en los momentos posteriores y se retiró.
Miguel fue el siguiente y en pocos segundos estaba follándosela igual de fuerte que Darío. Los sonidos de humedad siendo invadida y del encuentro de las caderas llenaba la habitación de una lujuria que se podía sentir. Miguel cedió el turno a Ramón y éste a Daniel.
Finalmente llegó el turno de Andrés. La señora Martínez volvió la cabeza y estableció contacto visual directo mientras Andrés le metía la punta. Estaba totalmente lubricada y en su ansiedad le metió aquel monstruo de golpe. Ella sintió extasiada como la invadía completamente, golpeaba la entrada de su útero y aplastaba su punto G. Gritó que se la sacara y Andrés obedeció temiendo haberle hecho daño. Al sacarla un chorro de squirt salió disparado y la señora Martínez convulsionaba con la fuerza del orgasmo. La polla de Andrés se mojó entera y parte del líquido resbalaron por la mesa hasta el suelo. Ella se derrumbó sobre la mesa pero Andrés se moría por volver a sentir el cálido interior. Se la metió con más cuidado y aceleró al ritmo de los gemidos que salían de la boca apoyada en la mesa. Andrés la mantuvo clavada a la mesa unos minutos más y se apartó.
Era la hora de que la auténtica depravación comenzase. Miguel se tumbó en el suelo. Darío acompañó a la señora Martínez que puso un pie a cada lado de la cintura de Miguel y empezó a bajar hasta el miembro que él mantenía enhiesto con la mano. El culo de la madura empezó a hacer desaparecer ese trozo de carne. Se inclinó hacia atrás, con su recto repleto, y los pechos apuntando al aire, expuesta al resto. Estaba medio incorporada, con las manos hacia atrás apoyadas en el pecho de Miguel que sostenía el peso con sus manos en su trasero. Ella abrió las piernas y las elevó en el aire. Les miraba expectantes.
Darío se colocó entre las piernas de la pareja. La señora Martínez abrió su coño para él. Andrés tuvo un rápido vistazo de su vágina dispuesta y su culo abarrotado antes que Darío lo tapase. Este entró en su interior aún más apretado gracias a la otra polla alojada al otro lado de la fina mebrana.
Joder.-Gritó ella.- Mierda.- Siguió gritando hasta las dos pollas estaban dentro de ellas hasta la empuñadura.
Darío rodeó con sus brazos los muslos de ella, sosteniendo las piernas contra su pecho y apoyando los tobillos en sus hombros mientras los tres se ajustaban a la posición. Los dos jóvenes iniciaron un ritmo lento, entrando y saliendo. Una sonrisa de pecado iluminó la cara de ella. Sus pechos subían y bajaban lentamente y un pequeño reguero de sudor viajaba por su canalillo. Primero Darío y luego Miguel aceleraron la velocidad. Pronto, cuando uno la sacaba, el otro la metía. Ella se retorcía y gemía de placer. Una sonrisa cada vez más amplia gracias a la doble penetración.
Darío bajó las piernas de ellas hasta su cintura, que las enlazó en su espalda, y se inclinó hacia delante. Miguel le ayudó ajustando la posición y con el peso de ella para que estuviera tumbada sobre su torso con Darío aplastando sus pechos encima. De cintura para arriba estaba comprimida entre los dos hombres. Para abajo, sostenían las pelvis a la distancia justa para tener margen de movimientos. El sudor de los tres se mezclaba y el moño de la señora Martínez se hizo mientras su pelo se pegaba en mechones a su rostro.
Darío le hizo una señal a Andrés y este se tumbó al lado del trío sexual. Darío se desenganchó y ayudó a la señora Martínez a levantarse. Sin pausa, ella cabalgó de frente a Andrés empalándose en un solo movimiento en su polla. Mientras sus caderas se movían hacia arriba con frenesí disfrutando del calor líquido del interior de ella la atrajo hacia sí para que sus torsos se juntaron. Sus bocas se unieron en un maremagnum de lengua y saliva. Inclinada hacia delante, el ano de la señora Martínez quedaba expuesto. Ramón se colocó detrás y volvió a dejarla totalmente llena.
Andrés volvió a sorprenderse una vez más del nivel de excitación que estaba experimentado esa noche. Siendo heterosexual se sorprendía de lo cachondo que era compartir a una mujer viciosa con otro hombre.
Tras unos 15 minutos de follarsela entre los dos, Ramón salió de su culo y se llevó con él a la señora Martínez, quien ya había perdido la cuenta de sus orgasmos. Esos cabrones debían llevar casi una hora destrozándola. Ramón volvió a la señora Martínez para que estuvieran cara a cara. La agarró de la cintura y la levantó en volandas. Ella rodeó con sus brazos el cuello de Ramón y con las piernas su cintura para sostener el peso. Con una mano, Ramón maniobró para meterle la polla en el coño y después con ambas manos en su culo , la izaba y la bajaba para penetrarla cada vez más profundo.
Daniel atacó por la espalda. Ramón paró un momento, manteniendo él todo el peso. Daniel le ayudó con sus manos en la cintura de ella y la bajaron para que se la metiera por el culo. La señora Martínez estaba en el aire, empalada de nuevo por ambos agujeros. Ajustaron de nuevo la posición. Una vez que la tenían sujeta por el culo y los muslos la elevaban y bajaban para que sus miembros entraran a la par. La madura se deslizó en sus rabos una y otra vez. Ellos gruñían sudando a goterones y ella lanzaba pequeñas risas excitadas cuando la dejaban caer. Sus piernas colgaban ahora en el aire y se bamboleaban mientras su cuerpo se clavaba en toda la longitud de esas pollas.
Siguieron así hasta que Ramón y Daniel no pudieron más y la dejaron de pie en el suelo. Por primera vez en la última hora, su coño y su culo estaban vacíos pero el respiro no iba a durar mucho. Darío volvió a tomar el mando de la situación.
Veamos si puede con los cinco a la vez.
Miguel se tumbó en el suelo y la señora Martínez le cabalgó de frente, con el torso levantado y apoyando sus manos en su pecho. Andrés se moría por entrar en su culo y colocandose a horcajadas sobre las piernas juntas de Miguel metió la punta en ese ano rosado. Cuando Andrés notó el miembro de Miguel presionando contra el suyo a través de la fina membrana del interior de la señora Martínez, no podía imaginar lo que sentía ella. Darío colocó ambos pies a los lados de la cabeza de Miguel. Allí de pie su miembro quedaba a la altura de la cara de ella. Le agarró por la cabeza y la dirigió hasta que su boca le había envuelto. Hermética o airtight como decían en las películas porno.
Miguel empezó sus empellones con la cadera y Andrés siguió su ejemplo hasta que alcanzaron una sincronía en la follada. Darío también empezó a mover sus caderas para entrar en esa deliciosa boca. Los tres se la estaban follando en el culo, en el coño y en la cara. Ramón y Daniel se colocaron a ambos lados de Darío. Miguel la cogió por la cintura y Andrés por los hombros y ella pudo liberar las manos para menearsela a Ramón y Daniel. Los cinco estaban consiguiendo placer a la vez de la señora Martínez. Lo único que se oía en la habitación era los sonidos húmedos de piel con piel, las arcadas de la señora Martínez y el ruido de salivación que surgían de sus labios, inferiores y superiores. Sus cuerpos ya brillaban por el sudor mezclado de los seis participantes de la orgía.
Joder, yo quiero algo más que una paja.
Daniel hizo que Diana se inclinara hacia delante. Ella tuvo que soltar también a Darío y Ramón para apoyar las manos en el suelo con el cuerpo en diagonal con respecto a Miguel. Daniel le pidió a Andrés que hiciera sitio y le indicó que se pusiera a horcajadas sobre ella. En cuclillas, con las rodillas dobladas, Andrés se levantó y siguió follandosela por el culo ahora desde arriba. Eso dejaba un espacio de acceso para la pelvis. Daniel acercó la punta de su miembro al coño de la señora Martínes con la polla de Miguel aún dentro. Todos se pararon expectantes. Daniel apretó su capullo contra el mástil de Miguel y empujó. Pronto y casi sin darse cuenta tres pollas estaban dentro de los bajos de la madura. Esta parecía a punto de protestar pero Darío se había puesto de rodillas para ponerse a la altura adecuada. En cuanto abrió la boca la calló con su carne. Ramón no parecía dispuesto a quedarse fuera y juntandose a Darío consiguió meter también su rabo en la boca de la señora Martínez.
Con cinco pollas dentro de su cuerpo, ella no sabía si reventarían antes sus labios superiores o inferiores. El ritmo había bajado por necesidad y los empujones eran cada vez más suaves. Los sonidos de la señora Martínez eran indescriptibles, ahogados por los dos rabos que se estaban follando su boca. Pero para los cinco profesionales aquello era increible.
Darío empujaba su polla en esa boca y disfrutaba de la sensación de rozarse con Ramón que también se follaba esa cara. La señora les miraba con ojos llorosos. Darío sabía que pronto, si no había pasado ya, la situación pasaría de placentera a dolorosa para la milf. Había pagado por dominación total pero no era cuestión de estirar la cuerda.
aaahh, ¿señora Martínez?, aaaahh.- Exclamó entre jadeos.- No podemos más. ¿Está bien que nos corramos en su boca? aaahhh
Ella emitió un sonido gutural que él interpretó como asentimiento. Hizo un gesto a Ramón y con el control aprendido en la agencia se corrieron a la vez. Sus corridas fueron brutales, también les preparaban para eso. Inundaron la boca de esa diosa que no pudo tragarlo y salió expulsada por la comisura de sus labios. Llegó a su nariz que empezó a expulsar el espeso líquido blanco.
Los otros tres escorts salieron de ella y la tumbaron boca arriba en el suelo. Se posicionaron a su alrededor y empezaron a pajearse furiosamente. Sincronizados, sus miembros expulsaron caliente chorros de semén que cubrieron todo su cuerpo. Mientras la lefa resbalaba por su cuerpo hasta el suelo, y la que aún tenía en la boca abrasaba su garganta, ella pensó que había merecido hasta el último euro.
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