Entré en la habitación dolorida, no podía ni sentarme, era una quemadura increíble.

- ¿Qué ha pasado? - me preguntó Alice.

- Nada - dije - me ha marcado - me echó una mirada que me atravesó.

- ¡Hija de puta! - gritó y la emprendió a puñetazos conmigo - ¿qué has hecho? ¿cómo le has convencido? ¿eh? dime, ... que no te gustaba..., serás guarra .... - Meira la cogió y la sacó de la habitación a empujones.

- ¿Qué he hecho? - pregunté - encima me marcan con un hierro al rojo y ella me pega, pero ¿qué os pasa?

- Alice lleva 3 años intentando que Gunter la marqué.

- ¿Porqué? - pregunté asombrada, la verdad es que la marca duele y no creía que nadie pudiera desear eso.

- Porque está enamorada de Gunter y deja de hacer preguntas, por tu culpa nos van a matar a todas - salió de la habitación y me dejó sola.

Alice dejo de hablarme, tampoco me importaba mucho.

Gunter me marcó, pero no para defenderme, sino porque a sus ojos había ascendido de nivel, ya no era una perra, ahora era una esclava, ..., yo no entendía muy bien aquel papel, pero Meira me lo explicó, yo pensaba que Gunter tal vez era mejor hombre, pero me equivoqué, desde ese día sus visitas eran más frecuentes, sus castigos más duros, .... cada noche a cualquier hora se presentaba en mi habitación obligándome a hacerle felaciones, era lo que más le gustaba y como yo tengo los labios carnosos más todavía.

Pasaba las noches durmiendo a los pies de su cama encima de un montón de cartones, como los animales, me daba de comer en un cuenco para perros con mi nombre e incluso me regaló un collar de perro con mi nombre grabado.

Aquella noche me hizo pasear en la cena totalmente desnuda, con mi collar ante los ojos de los demás hombres, no por aquello me daba un trato mejor, fue aún peor. Tuve que comer en el suelo en mi cuenco, era humillante, pero o lo hacia o me castigaba, además Gunter tenía una imaginación desorbitaba he inventaba los castigos más dolorosos, esa noche sólo quería morirme, que la tierra se me tragara y olvidar que estaba allí, mientras todos me miraban y Gunter me llamaba y debía ir a sus pies a cuatro patas, era parte del juego, colocó un cajón de arena como el de los gatos y me hizo hacer mis necesidades allí frente a todos, no podía, pero me enseñó un látigo y ante el miedo preferí perder mi dignidad.

- ¿Vas a hacerlo de una vez? ¿qué quieres que te saque a dar una vuelta? - dijo mientras todos reían a mi costa.

Después de la cena Gunter desapareció y me quedé sola, un hombre nuevo se acercó y me dijo:

- ¿Quieres que te de un paseo? - me ató la correa y me hizo pasear delante de todos, algunos me silbaban y yo debía acudir, pero me sentía tan humillada, tan poco persona, que en un momento de arrebato comencé s sollozar en un rincón he hice caso omiso ante cualquier llamada, eso enfureció al hombre que me llevaba.

- ¿Qué coño estás haciendo, estúpida? - gritó delante de los demás mientras yo enjugaba mis ojos en el mantel.

- Es que .... - no me dejó terminar.

- Es que nada, Gunter me dijo que eras obediente, pero me temo que no te ha enseñado lo suficiente - tiró de la correa y me llevó hasta él.- Esta noche pasate por mi cuarto, es una orden, sino tendrás que pagar las consecuencias - asentí con la cabeza.

A las doce de la noche salí de mi habitación con mi collar como única prenda, llegué a su habitación, respiré hondo, llamé.

- Pasa - dijo desde dentro - está abierto.

Entré, tenía una habitación muy grande y luminosa, estaba sentado en la cama desnudo, bebiendo una copa y fumando.

- Acércate Eva - dijo haciendo el gesto con la mano, me acerqué a cuatro patas hasta la cama y allí sacó algo de debajo de la almohada - Toma come - dijo, eran galletitas para perros, con la lengua las cogí como pude y empecé a comerlas, sabían realmente mal, pero debía obedecer.

- ¿Te gustan?- preguntó.

- Sí ....- y de una patada me partió el labio y empecé a sangrar.

- ¿Desde cuando has visto tú que los perros hablen? ¿qué hacen los perros?

- Ladran .... - y otra patada a la cara.

- ¿Qué hacen los perros? - gritó enrojecido.

Ladré, ladré con todas mi ganas, mientras la sangre corría entre mis labios y correaba por mis pechos, entonces sacó su miembro y me obligó a chupársela, la sangre no le importaba le excitaba más, sacó la fusta y empezó a darme en el culo, dejé de sentir el dolor del labio, pero me dio tan fuerte que el culo me ardía y cada vez que presentía que el látigo se acercaba gritaba, antes incluso de que me tocara.

Me tumbó en el suelo boca arriba y se puso de pie encima de mi, empezó a masturbarse y se corrió por todo mi cuerpo, luego me dio una patada en la pierna y siguió bebiendo de su copa:

- Lárgate ¿a qué esperas? - me dijo.

Salí corriendo y llorando, no me merecía aquello, ¿porqué tenía que aguantar? tenía que escaparme como fuese de allí, empecé a maquinar un plan, pero tendría que esperar a las 3 de la mañana que ya no había nadie en los pasillos, buscar la salida y las llaves de las puertas ¿pero quién las tendría?

- Olvídalo Eva - le conté el plan a Meira - vas a conseguir que nos maten, deja de hacer tonterías, que te quede clara una cosa, nadie escapa de aquí.

Meira no estaba por la labor de ayudarme, así que tendría que hacerlo sin su ayuda.

De repente una noche Gunter apareció en mi habitación, yo estaba durmiendo, se metió en mi cama, me tapó la boca y me despertó:

- No grites Eva - dijo en voz baja.

- ¿Qué pasa? - pregunté


- Me he enterado de una cosa - me temí lo peor, que Meira se había ido de la lengua - me han informado que has sido elegida para mañana, la cena de mañana es muy importante, espero que no me decepciones, si lo haces mi venganza será terrible, no te mataré tranquila, pero no dejarás de sufrir nunca.

Se fue, ya no pude dormir, ..., tenía que irme inmediatamente.

El día siguiente fue de locura, había gente limpiando cada rincón de la casa, nosotras debíamos elegir un vestido elegante para la ocasión, ese día nos dijeron que no debíamos hablar con ningún hombre o mujer de la fiesta, no mirarlos a la cara, dejar que nos hiciesen lo que quisieran que después nos lo recompensarían, yo pensaba en mi libertad.

- Eva, ven un momento, quiero hablar contigo.

- Sí - dije bajando la cabeza.

- Esta noche, tú no asistirás a la cena, te dije que habías sido elegida para algo muy importante esto es lo que debes hacer, ..., un hombre muy rico quiere pasar la noche contigo, por supuesto Gunter que es tu dueño ha dado su permiso, debes hacer exactamente lo que él diga, pero no te preocupes no es muy sibarita. ¿Alguna duda?

- ¿Qué debo ponerme? - pregunté, asumiendo mi destino.

- Este vestido - me dio un vestido largo y negro - sin ropa interior, nada más, ..., sólo decirte una última cosa, si nos decepciones pagarás las consecuencias y creéme serán terribles.

Le creí, no hablaba en broma, ...., pasé la tarde en mi cuarto preparándome para lo peor, las horas se me hacían muy pesadas, me tumbé y me quedé dormida.

Cuando desperté unas horas después, estaba atada de manos y pies, con un cosa muy incómoda en la boca que cai no me dejaba respirar.

Miré a mi alrededor y vi una mujer. No sabía quien era, ni que quería, ..., tal vez fuese una de las chicas del otro pabellón ....

- Eva - dijo, la miré - soy Stella, no me conoces, pero yo a ti sí - me arrancó lo que tenía en la boca.

- ¿Qué quieres? - le dije, se echó a reír.

- Nada en especial y todo - no la entendí, volvió a taparme la boca - escucha atentamente, vamos a jugar a un juego muy divertido porque esta noche el hombre que te visitará querrá jugar a esto y debes aprender y no hacernos quedar mal a todas, aquí algunas tenemos una imagen que hacer respetar.

Se levantó de la cama, se desnudó lentamente mostrándome su cuerpo mientras me decía que la mirara, sino me pegaría, yo la miraba, tenía un cuerpo muy bonito, caderas redondas, piernas bien tornadas, pechos grandes y redondos, además de una cara increíble se tumbó a mi lado y comenzó a besarme.