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Había pasado por alto un detalle, su abundante vello, sobre todo en el monte de venus, y mis dedos volvieron a repasar los bordes exteriores de sus labios mayores, el vello también era abundante en sus ingles y yo jadeaba levemente, pero una de sus manos se apoyó en mi pecho, un tope y cuando se recobró y la respiración se normalizó me dijo en un tono muy bajo, como si temiera que alguien escuchara sus palabras.
- Espera, olvidas mi ignorancia sobre el sexo y sus pautas, sé que estoy seca por dentro, y que no reacciono como el resto de las mujeres y antes de que profanes mi cuerpo debes saber algo muy importante.
A esto le llamé frenazo en seco, es como cuando vas a mucha velocidad con el coche y te equivocas de pedal y frenas.
- Freud habló de estos momentos, ese dolor que se va a provocar no debe hacerlo el, ese que está a tu lado, al que supone que amas con entrega, y la causa es el sentimiento de rencor por el daño infligido ¿Lo entiendes?- En parte sí, es un buen argumento, aunque no entiendo a dónde quieres llegar.- Se trata de la física del amor, soy consciente que terminamos de vernos, sin conocernos y nuestros cuerpos no disponen de conocimientos recíprocos. No nos vemos pero si nos sentimos. Yo te he definido, sé que tengo pocos elementos de juicio, sin embargo siento tu dominación, para mi eres un Hedemöpel, un sátiro de los bosques.
Del frenazo pasé a la perplejidad más absoluta, analizaba todo al milímetro. Continuó hablando.
- El secreto del sexo empeora el mal, he leído mucho y muchas veces me dejaba un extraño y desagradable sensación en el vientre. Sé que el amor y el sexo van unidos, y lo veo mal definido, no termino de entender que el sexo tenga que ver con el amor y nunca comprendí la causa, ahora he empezado a descubrir detalles contradictorios, no te amo, no sé cómo es el amor y sin embargo llevo mucho tiempo buscando una causa que cambie mi vida.
- Tú me quieres iniciar a tu estilo, tengo que amoldarme a tu visión y forma de despertar mi deseo sexual sin conseguirlo, sé que se necesita más tiempo, y que yo lo he frenado, en mi interior había dudas contrapuestas y tenía miedo que me penetraras sin que me lo advirtieras de antemano.
- He leído que muchos te llevan a un estado que te dejan a su merced, y nada les impide prácticas humillantes.
De nuevo su respiración se había acelerado.
- No sé a dónde quieres llegar, procuro respeto con tu cuerpo, si te das cuenta no te he rozado y menos manoseado.
Respondí perdido por sus palabras.
- He de reconocer que mis pensamientos anteriores a nuestro encuentro han variado, antes los veía desde otra perspectiva, quizá ese color que le dan al amor, falso color ya que encierra la dominación masculina y sus tortuosos pensamientos cuando quiere sexo con urgencia y te convierten en su juguete, ensucian tu cuerpo con sus prácticas sexuales, obligándote a hacer cosas inimaginables.
- ¿He hecho algo que…?
Puso su mano en mis labios.
- No, te estoy hablando de mis temores, tu tan solo has abierto esa perspectiva real, la desconocida naturaleza del ser y tan solo me miro por dentro, y la respuesta ha sido que el desasosiego me ha invadido debido a mi ignorancia.
- Pero todo tiene un principio y...
De nuevo su mano me silenció.
- Tengo miedo a las caricias, he notado como mi cuerpo está en plena alteración y temo sus consecuencias. Mientras bebías de mi boca, tu pecho ha rozado mis pezones, y estos se han endurecido, me has producido un daño sin querer, y esa dureza de mis pezones me han llevado a un estado indeciso, sentí dolor y gusto, fueron vibraciones que pasaron por los nervios de mis brazos y manos, cuando de pronto cesó esa sensación, fue cuando tuve respuesta en mi cerebro. Ya había cambios instintivos.
- No entiendo que quieres decirme.
Me defendía debido a la ignorancia de ese mundo donde vive.
- Utilizo la Hialioscopia y la Telequinesia, trato de concentrar una superficie cristalina para lograr un fin, verte y además procuro que sea con proyección afectiva. Y movimiento de los cuerpos a corta distancia. Tengo muchas dudas de tu cuerpo, fisonomía y eso hace que el temor me frene.
- ¿Y todo esto a donde nos lleva?, estoy perdido.
- Al ser ciega, el tacto así como otros sentidos compensan la pérdida de visión, por tanto ese roce me produjo una sensación desconocida, ha sido parecido a una corriente eléctrica, aunque no lo es, algunas veces la percepción de las cosas me deja fuera de juego, no he terminado de aprender a comprender mi estado.
Solo vi una salida, mi estado psíquico estaba comprometido, no había sido capaz de llegar a ella. Y de nuevo me llegó ese temblor que produce el miedo, y la ignorancia de cometer errores insalvables, y ella no sabe que refrené mi deseo de reconocer su rostro, como ella ha hecho conmigo, temo su interpretación.
- Debemos dejarlo, el contacto ha sido negativo para ti, mejor no empeorarlo.
Silencio por su parte. No me moví. Después de lo que me había dicho, mejor no mover nada del espacio en que nos encontrábamos, si lo hacía, su geografía se vería alterada.
- ¿No me das otra oportunidad? – Su tono fue de angustia.
- No está en mi mano, no sé nada de la ceguera ni de vuestro estado psíquico, pido disculpas por mi ignorancia y sobre todo si no he sabido tratarte.
- ¿Qué visión tienes de ti junto a una mujer normal?
Extraña pregunta la suya. Pero no carecía de respuesta.
- A las mujeres que tengo cerca, a todas las corono con diademas llenas de signos, esos signos muestran lo que veo de ellas, lo que me proporcionan, lo que me dan y lo que me niegan, aunque es más lo que quitan.
- Mi situación en torno a ellas es en un lado, procuro que sea en su lado derecho y en un plano inferior, procuro no ser un estorbo y de vez en cuando me sienten y me ven, después vuelvo a mi posición y saben que cuentan con mi protección.
- ¿Y conmigo?
- Tu proximidad es inestable, lo has explicado perfectamente, y yo nunca he estado con una mujer ciega, soy un ignorante, por tanto me has llenado de dudas, y como no quiero que te afecte nada debido a mi ignorancia, mi propio instinto se ha llenado de alarmas y solo me queda un camino.
- Ahora me produces una mezcla dolorosa, siento cambios en tu mente, rechazo y una bruma me envuelve, es como si pecara.
- No mezcles esa palabra, en el sexo no hay pecado ya que es natural, lo antinatural es que alguien invente normas carentes de base ¿Quiénes son para opinar en algo tan íntimo?, y sí, tengo temor a dañarte, esa es la cuestión.
- ¿Qué pensamiento tienes? – Tono dolorido.
- La verdad de la verdad, es arrepentimiento y tú no eres la causante, medito que he fracasado al no saber tratarte, no eres una mujer normal, eres especial, muy especial.
De nuevo silencio, su respiración se estaba acelerando.
- ¿Aceptarías cambios en tus planes a cambio de los míos?, no quiero tu arrepentimiento, me haces sentirme culpable de algo que no me corresponde.
No respondí, no disponía de argumentos.
- El silencio otorga. No necesito respuestas por tu parte, sé que te mueves mucho en montañas y bosques, sé que ves cosas que otros no ven, siento temor de lo que albergan tus noches, cuando duermes y me llegan gritos y lamentos de tus pesadillas, eres un hombre atormentado, y sé que mis palabras te han llevado a ese arrepentimiento.
Nada que decir, pero, empezaba a mosquearme, yo no la había penetrado, pero ella a mi sí. Había entrado en mente sin mi consentimiento.
- ¿Qué planes tienes?
Me sorprendí de mi tono, mis palabras se habían adelantado a mi pensamiento.
- Ves, tu tono ha cambiado, te alejas de mí. Tu piel se está enfriando muy deprisa, te estás marchando de mi lado.
Su mano apresó el penetrador, que lentamente retrocedía, vencido. Silencio por mi parte. Era verdad, quería marcharme, derrotado.
- Tengo una visión de ti, alejada muy alejada en el tiempo, tú eres uno de esos diablos de los bosques, no lo sabes o si, y debido a eso he pensado en un cambio. Me profanas a tu estilo, olvida mi pensamiento, pero solo abre esa puerta dolorosa, procura que no haya duda de que el arco está abierto y no sigas hacia adentro.
- Que te quede claro que solo puede entrar el glande, solo te permito que entre, esa abultada cabeza y además debes procurar que esté el tiempo suficiente de romper la entrada, y te mantendrás inmóvil, tan solo te permito ese pequeño movimiento de entrada y salida del glande, no debes llegar a la eyaculación, estoy desprotegida y no deseo embarazo alguno y menos de un diablo, he reconocido tu verdadero rostro, y lo que siento es que no puedo mostrarte lo que en realidad escondes.
Guardé silencio, nada tenía que decir.
- Te contaré un secreto, reproché a mi madre que no me matara al poco de nacer, se había dado cuenta de que era ciega, y los médicos se lo confirmaron, con dos meses mis ojos no se comportaban como los normales y además un detalle doloroso, no sonreía, cuando los recién nacidos a esa edad lo hacen, y cuando pude hablar se lo reproché, yo no quise nacer, su parto fue largo y prolongado, casi la mato al nacer, es posible que me defendiera de esa forma, si ella moría quizá yo también.
Su respiración era agitada.
- Te exijo una oportunidad, borra de tu mente lo que piensas de mí, además he olvidado que necesitas alimentarte, y te propongo un cambio, algo así como en una película, la escena no ha sido correcta, y cada actor retrocede a su puesto inicial y una voz ausente grita “Acción”, y de nuevo tu sales del ascensor y yo espero en la sombra.
No dije nada, empezaba a perder la noción de la situación en que nos encontrábamos, el sexo no es tan complicado, al menos yo lo veo así.
- Te contaré otro secreto, escucho tu pensamiento.
…De nuevo me llenó de dudas, ni contigo ni sin ti. Sonreí amargamente, eso no era nuevo para mí, lo hizo mi primer amor y mujer de mi vida, ella era la escogida y sin embargo hizo eso. Mi refugio era entre sus pechos, sentía su brazo protector en mi entorno, respiraba su aliento y yo me mostraba indefenso, mis escudos no existían, ella los eliminaba solo con su proximidad, nunca me defendí de ella ni del dolor que me confería.
Me tenía, luego me apartaba de su lado de forma cruel, luego me llamaba, más tarde me apartaba de otra forma distinta, ya dolido no respondía a sus llamadas y entonces empleó otros métodos más crueles, jugaba a coincidir conmigo, tenía ayuda de los amigos en común, eso me llevo a un estado de confusión y dolor, era una pesadilla constante, además en su rostro veía ese placer insano de verme roto, y lo peor de todo es que aún hoy, cuando llega el invierno, recorro las calles en las paseábamos, tenía los mismo gustos que yo, sobre todo los días de viento y lluvia, nos gustaba sentir las gotas de lluvia, aunque después en ellas me escondía para llorar en silencio, mi alma sangraba y ella reía.
Hace un par de años, el destino jugó en su favor, ahora, cuando escribo esto, me maldigo ya que fui yo, una extraña fuerza produjo ese impulso y aquella noche escribí de forma febril todo lo que ocurrió en aquellos instantes, y días posteriores fui añadiendo detalles pasados por alto, si tuviera que poner un título sería “Otra vez no, no…”
Nada tan sencillo que el lugar fue en el metro, en una línea circular, puedes ir en dos direcciones, y para mi casa lo normal era coger este-oeste, y en el pasillo de este-oeste me detuve, aún rebusco en mi interior sin encontrar respuestas, creo que fue una alucinación, y cada día cobra más fuerza, las obsesiones tienen eso.
Retrocedí además marcha atrás, terminaba de pasar el pasillo oeste-este, tenía más estaciones y el tren llegó, automotor serie 6000, y me senté en el último vagón, el tren se pone en marcha y yo sumido en mis pensamientos, hora de comer, sábado, cerca de las 15:00 horas, con la mente recorría el interior del frigorífico y el tren se detiene en una estación a nivel de tierra, puedes ver las nubes, yo de espaldas al andén, las puertas se cierran y lentamente el tren se adentra en el túnel, fue cuando mi cuerpo se resintió, un ligero temblor me avisó del peligro, rápidamente revisé la gente del vagón, buscaba un depredador con tetas y sin tetas, nada, todos a su bola y de repente mi radar se detiene, mi mirada se detiene en una mujer que mira las puertas, está pegada a ellas, el vagón estaba lleno y segundos después gira la cabeza, me mira y sonríe, mi cuerpo se quebró, su mirada desgarró esa herida que nunca cerró, era ella, ambos dos con el doble de años, ya sangraba en mi interior, la congoja se adueñó de mí, el destino reía con sonoras carcajadas, pensaba que se regodeaba del dolor infligido.
Ella había cambiado, había engordado mucho, sin embargo su mirada era la misma, y me hundió en los recuerdos, ese abrazo que sabía darme y mi cabeza entre sus pechos, me gustaba su transpiración que muchas veces bebía, su calor y color, me sentía en el Edén si es que de verdad existía.
Mi mirada se nublaba y sentí ese desgarro en mi interior, de nuevo sangraba en silencio…, el tren se detuvo y yo desperté destruyendo ese puente construido con nuestras miradas, salió al andén, mi puerta estaba adelantada a la de ella, supuse que ella pensaría que la esperaría, pero mi mente era un caos, sentía como la destrucción me iba debilitando, otra vez no, lloraba en silencio, afortunadamente podía ocultarlo ya que subí las escalera corriendo, quería hacer mayor la distancia entre ambos y salí a la calle, y de nuevo me traicioné, quería verla, era un imán para mi ser y me embosqué, es nuestro barrio, pero sé que ella no vive aquí.
Y salió a la calle, una mesa camilla que anda, gorda muy gorda, con andares pesados, y sí, me buscó con la mirada. Se detuvo a respirar, hay dos grupos de escaleras que subir, parecía fatigada, giraba su cabeza recorriendo el entorno, yo me oculté, siempre pensaba que su instinto sabía localizarme y seguí su andar, pasamos un edificio, luego otro, y la esperé en el siguiente, pero no llegó a esa otra calle, todas paralelas, retrocedí, tampoco la vi, por tanto debió de cruzar el paso de peatones, pero tampoco ya que hubiera visto su cambio de dirección, mi cerebro me hizo dudar, me dije “Tío, alucinas, flipas sin darte cuenta”, me defendí, yo no había pensado en ella, han pasado muchos años. Pero es que, a pesar del tiempo transcurrido, sigo amando profundamente a esa mujer.
Y de nuevo pude escuchar “¿Y tú subconsciente?”, ese que no controlas. Mi respuesta fue una palabra muy mal sonante, y la respuesta fueron risas, detecté al destino que se ocultaba detrás, también reía…
Sus palabras me hicieron regresar de mi viaje astral, me había marchado sin darme cuenta. Fue cuando sentí su proximidad, estaba pegada a mi cuerpo y sus manos en mi rostro.
- Te has marchado de mi lado – Sus dedos se humedecieron en mis ojos – Me he dado cuenta que mis palabras te han hecho escapar de mi lado. Y siento tu dolor, te envuelve y recorre mi cuerpo. Tengo visión astral y percepción de las cosas, sé que sufres.
No fui capaz de articular palabra alguna, la congoja me ahogaba y de nuevo me maldije, estaba de nuevo en una terrible encrucijada y mi miedo me decía que escapara de allí, la ciega me veía perfectamente e incluso podía ver y leer mi interior.
- Necesito respuestas ¿Tengo esa oportunidad? O ya has decidido abandonarme.
Estaba inmerso en una fase de locura, no era capaz de pensar, aunque sentía su cuerpo pegado al mío y sus manos tenían cogida mi cabeza, como su rostro, muy cerca del mío, veía su contorno, difuso, mal, aún difuso lo distinguía.
- Te ofrezco algo que no sé, demoro la decisión final. Acepto que alimentes mi cuerpo y después, pasado ese tiempo, podré recomponer me confusa mente. No quiero dañarte y ahora lo haría.
Sentí su abrazo, mis brazos colgaban a los lados de mi cuerpo. Ella pegó su cuerpo al mío y me habló al odio, apenas un susurro.
- Alimentaré tu cuerpo y acariciaré tu mente, y después de que descanses, no te retendré…, podrás seguir tu camino.
Sentí su titubeo, no había terminado de hablar, su respiración estaba alterada y su abrazo fue más fuerte, se hizo más intenso. Y su voz fue un susurro ardiente.
- Soy tuya.
Sentí sensación de culpabilidad, no sabía tratarla, pero ella cedía, había algo que no llegaba a comprender. La causa era desflorarla y el efecto una fotografía con alma... ¿Qué?, no, no es así. Por si, las fotografías disponen de alma, son capaces de detener el tiempo, como siempre digo, es un principio de inmortalidad.
De nuevo alucinaba, veía varias figuras difusas que se movían en el entorno, apenas destellos que dejaban finas líneas como huellas, y después silencio, ese roce ya no se podía escuchar.
Estaba solo, se había alejado de mi lado sin que me diera cuenta, empecé a pensar si ella había inducido mi viaje, hay un poder oculto, esa visión astral pudo haber sido construido por ella, una forma de arreglar el pasado para que el futuro pierda esa tensión de algo no terminado, como el que se deja una puerta abierta y que debería haberla cerrado, ese imbécil soy yo.
Sus manos cogieron mi mano izquierda tirando de mí, me situó en un lugar, me dijo que me sentara, y ocupé una silla de madera, no, no era una silla, un banco, ella se sentó a mi lado.
- Voy a medir las distancias, las necesito para alimentarte.
Mi sorpresa fue mayúscula, llevó mi mano hasta una copa, me dijo que había varias, cada una con diferente contenido, pero escogí agua, estaba seco como ella. Y fue introduciendo en mi boca diferentes pinchos, antes me decía que llevaba ese pincho, no solté la copa con agua y parecía ver, no tuve que decirle que necesitaba más agua, me cambiaba la copa en su momento.
Luego fueron frutas, incluso café o infusiones, pero lo rechacé, solo las frutas. Después me llevó al baño, me cepilló los dientes, indicándome las distancias, incluso el inodoro, no se daba cuenta, pero mi aturdimiento aumentaba. Luego me llevó a la cama, me estiré agradeciendo el descanso y de nuevo me habló, susurró pegando sus labios a mi oído.
- Me hablaste de ser yo misma la que me desflore, desde luego los dedos no, impensable, es antinatural, debe hacerlo un miembro viril, un pene. Por cierto, palabra vulgar para definirle.
- Así es, por eso yo le llamo por su nombre, penetrador.
- Ante tu silencio, he pensado y por supuesto con tu ayuda, que voy a endurecer ese penetrador, he tenido tiempo de pensar y creo que es mejor no demorarlo más. Y llevar yo misma a cabo la acción.
Y sentí como se desplazaba encima de mí, sus piernas dobladas quedaron en mis costados.
- Mi hermana me contó algo sobre el sexo, sobre vosotros, y voy a comprobarlo. Me dijo que el penetrador por sí solo detecta la proximidad de la vulva femenina y con tan solo un movimiento de roce de los labios mayores el penetrador crece y además deprisa ¿Es cierto?
Sonreí sin ganas, había tomado el mando y lo hacía con cierta sutiliza ignorante, su hermana no le habló del erotismo, tampoco de la seducción, sin embargo reconocí que no se conformaba con los resultados obtenidos y en cierto modo estaba en poder de la razón.
El penetrador obedecía y pude sentir como ella separaba los labios mayores, y ajustaba ese crecimiento hacia el orificio vaginal y moviendo el cuerpo detuvo la postura, pude medio percibir el himen, ella seguía sujetando el glande en la entrada, sin embargo no quitó el prepucio, pero no dije nada, en el fondo me dije que de esa forma no sentiría la presión del macho haciéndola daño, todo, todo se lo había montado ella, yo era un monigote de carne y hueso.
- ¿Qué hago ahora? – Preguntó confusa de nuevo en mi oído.
- No siento humedad alguna, deberías de pensar en ello, eso te puede hacer más daño.
- He pensado que una vez roto, cambiemos de postura, lo haremos cuando sienta que el penetrador entra y sale sin dificultad, entonces quiero tu movimiento, es decir, que me penetres muy despacio, sé que la sequedad me puede ser muy molesta, pero es un pequeño sacrificio por ti en reconocimiento, aunque tu ternura es dudosa, hay una gran duda en mi interior, esa idea de marcharte me dio que pensar y por esa causa no quiero ser antinatural, quiero que le metas tú, y no yo me lo monte sola, serás un bruto de carne y no mecánico.
- Antes deberías ser excitada en esa dirección.
- No, no quiero mezclarlo por si idea no es acertada. Ese daño me lo haré yo, aunque utilice tu cuerpo. Quiero curar tu mente.
- No entiendo lo que dices.
- Aunque no es el momento, siento muchas ganas de desflorarme, estoy inquieta y por otro lado ese temor se ha marchado. Quiero decirte que me ha impresionado sentir tus lágrimas, tú volverás a la vida cuando mueras, tienes muchas cosas que resolver y eso hará que la muerte sea breve. Dicho esto, ahora que he notado toda tu rudeza procedamos.
Pegó sus labios a los míos, los besó sin separarlos y luego los llevó a mi oído.
- Yo, una mujer dentro de su ataúd debido a una vida que me fue obligada, deseo que tu penetrador me abra al sexo, ahora solo lo abrirás esa falsa puerta, y en otro momento, cuando haya dispuestos las defensas oportunas, es decir, el preservativo femenino, que creo que es el mejor sistema, solo entonces, seré tuya, quiero sentir como me dominas, y sentir el calor de tu semen en mi vagina, quiero ese calor y como el macho insemina a la hembra, rompiendo los diques y te puedas deslizar, incluso patinar en mi vagina, deseo ese movimiento lento y pausado, salirte del todo y volviendo a penetrarme lentamente, muy lentamente, y poder sentir como va abriéndome el glande a su paso hacia mi interior.
Y más adelante, si decides follar conmigo, o follarme, o poder decir cuando te pregunten, esa frase bufona de “Me la tiro cuando quiero”, no me importará que la utilices conmigo. Y como decía, entonces, cuando te hagas merecedor, rendiré culto al penetrador, permitiré que utilices mi boca para tu placer y si es tu deseo, y si eso te proporciona placer, ante tu mirada beberé tu semen, lo dejaré caer desde tu penetrador a mi boca. Y es cuando una parte de ti formará parte de mi interior. Yo, mujer sumisa, tu sumisa.
De nuevo me rompió por dentro, sentí su sacrificio, su orificio vaginal era presionado, y hubo cambios, movió la posición de sus piernas dobladas por la rodillas, asentándose de otra forma y utilizó a la gravedad, sentí la membrana, y de nuevo utilizó su peso, el glande cobró vida, el prepucio estaba siendo apartado y de nuevo más presión, escuché un leve gemido en mi oído y sus palabras mordidas en un extremo.
- Ordena a tu penetrador que me penetre.
Al principio entendí sus palabras ¿Pretendía que empujara yo?, mejor aclararlo.
- ¿Te penetro yo?
No fue necesaria respuesta alguna, ella gimió largamente y un lejano quejido, ronquido difuso y ansia, fatiga y respiración acelerada, se sentó de golpe. Y un retenido alarido.
El penetrador estaba introducido en la vagina. Ella se quedó quieta, de su boca escapó saliva que se escurría por el interior de mi oreja y seguía por mi cuello.
- ¿Hago algo? – Pregunté con suavidad.
- No quiero, estoy sintiendo pulsaciones en tu penetrador ¿te estás corriendo? - Preguntó alarmada.
- No ¿Y tú?
- He sentido y siento como me raspabas la vagina, estoy molesta y tú ¿Te duele?
- Tengo molestias, pero lo merece, te siento como es, no en medio de un flujo vaginal que lo oculte.
- Si te elevas un poco, puedo excitar al clítoris, ese malestar puede ser cambiado.
- No, voy hacer lo que dije, quiero sentirte sin que nada lo altere aunque sea molesto, tú no opinas, es mi primera vez, ya me poseerás a tu estilo, tienes sumisión total por mi parte.
Y así lo hizo, se elevó despacio y el penetrador retrocedió, eso hizo que soltara aire, aunque lo hizo muy despacio consiguiendo que la sequedad no me dañara, sacó del todo al penetrador y ante mi sorpresa, lo cogió con su mano, pero en su mano había humedad, supuse saliva y de nuevo llevó el penetrador a la entrada de la vagina, y repitió la entrada del grande, ya libre del prepucio.
De nuevo sentí ese acto reflejo de encogerse, debió de dolerle, pero mantuvo al glande en el orificio vaginal, sangraba, pude sentir cierto goteo, y de nuevo salió y entró dejando al glande en el borde de la entrada, sentí la presión del orificio vaginal, ese anillo flexible, cada vez que lo cruzas la mujer que tengas debajo abre la boca, nunca falla si sabes meterle en su momento.
Mis dedos reconocieron el lugar de ese goteo, no había charco pero andaba cerca, torcí el morro, dudé en decírselo, no quería alterar su deseo.
- Sangras.
Silencio por su parte, insistía en lugar del himen.
- Lo sé, es mi dolor por ti, por no abandonarme, y aunque no es el momento adecuado – Hizo una pausa ocultando un quejido. ¿Qué precio pusiste por desflorarme?
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