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Categoría: Confesiones

(3) Reflexiones sin bragas

1

Era una forma de desconectar y olvidarla. Por eso esa noche Fede se pasó por la discoteca Splash e intentar no pensar en las tres frases que le soltó ella:

-Ya me aburres.

-Busco algo mejor.

-Como tú los hay a pares.

Con el corazón quebrado, Fede se adentró en la discoteca, donde la música techno, las Gogós en los podios y el juego de luces invitaba a bailar, a beber y pasarlo bien.

Fede se sentó frente a la barra de bar y pidió una copa al barman.

-Marchando.

Mientras esperaba, se distrajo con la Gogó que tenía a su derecha. Su culo prieto y su silueta estilizada hacía soñar a cualquier.

A eso que escuchó una conversación a su izquierda, de dos hombres bebiendo un Gin Tonic.

-Tío, creo que exageras.

-Te lo juro. Pásate por la zona VIP y compruébalo tu mismo.

-No soy tan putero como tú.

-¿No me crees? Sube y verás. Es como estar en el paraíso.

-No debo. Tengo novia.

Hubo risas.

Intrigado, Fede no se lo pensó dos veces y buscó las escaleras que conducían al segundo piso.

Aquí se vivía una atmósfera más íntima y apartada del escándalo de abajo. La música. El decorado. Las luces. Todo estaba cuidado al detalle.

Fede se encontró con una Madame de 110 kilos, tetona y de corsé ancho.

-Hola, guapo. ¿Qué buscas? –le vio llegar.

-Información.

-Pues es muy simple. Tres salas. Tres chicas. Los condones y las toallas entran en el pack. No se puede repetir servicio. Una chica a partir de 1.200 euros.

-¿Cuántos euros ha dicho?

-Lo que oyes. Estas chicas son auténticas joyas. No son como las pavas de tus amigas. Aquí hay calidad y de la buena.

-No tengo ése dinero.

-Pues entonces, a seguir soñando.

-¿Qué chicas son?

2

-La primera es Candy Compositor. Este tipo de chica no la ves por la calle.

La sala estaba diseñada eróticamente. Pese a la escasa luz, se podía distinguir a Candy en plena histeria sexual.

3

-Mi segunda perla se llama Cristina Abad. El sueño erótico de cualquier hombre.

El chaval esperaba desnudo en la cama de plumas. Mientras tanto, Cristina se tomaba un ácido para poder aguantar el ritmo.

4

-Y como colofón, mi Ana Etxeberría. Más deliciosa que un mousse de limón.

Desnudita y correteando por el pasillo, Ana se abría paso entre los clientes.

-¡Paso! ¡Paso! ¡Que me meo!

Surgieron risas.

5

-En estas paredes manda la vagina. Aquí la próstata sin dinero no es bien recibida.

Cuatro veinteañeras vaivenían por los pasillos haciendo las veces de mamporreras. Sus tops con el logo de Splash dejaba claro que trabajaban para la discoteca.

6

-Qué raro –pensó Fede-. Suelo venir a esta discoteca y nunca había oído esto.

-Muevo el negocio todas las noches para que la policía no esté al tanto. Hoy estoy aquí y mañana en otro lado. Mis chicas se merecen toda la atención y toda la protección que se pueda.

-Yo flipo.

-Ya veo –carcajeó la madame-. Es el efecto que producen mis chicas.

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