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Yola y el hombre mayor del parque

~~Cuando esto me
 ocurrio, yo tenia unos 18 años. Vivia en una zona costera de
 españa e iba al instituto. Una vida normal, en una niña
 normal.
 No voy a decir mi nombre, porque creo que no es algo que haga falta.
 Mi aspecto era delgado, yo no me gustaba nada, morena, con la melena
 larga, nada que sobresaliera de lo normal. Yo me veia bastante fea,
 ya que los chicos solo se interesaban por las chicas que tuvieran
 grandes tetas y desde luego, las mias, no lo eran en absoluto.
 Cada dìa, durante el recreo, me salìa de la academia
 para tomarme el bocadillo en unos jardines que habían enfrente.
 Allí un buen dia conoci a Santiago, un hombre de unos 60 años,
 de aspecto bonachón, con bastante barriga, bastante gordo,
 con manos toscas de dedos muy gordos tambien.
 Con èl yo podía hablar de cosas de las que normalmente
 no hablaba porque me daba verguenza, en cambio con èl no me
 daba, al contrario, me daba confianza. Charlábamos de los padres,
 de los estudios, de chicos. en ese momento, Santiago no trabajaba
 y casi que nos tiramos el curso hablando durante los recreos llegando
 a hacernos grandes amigos y cómplices.
 Cuando casi llegaba el verano, él encontró un trabajo
 como conserje en un edificio de apartamentos, de esos que se alquilan
 durante la temporada veraniega en la costa. A veces, yo me iba hasta
 allí, aprovechando que ya no tenía clases y que los
 días eran mas largos, nos tirábamos horas hablan do
 y riendo, realmente, sí, lo pasaba muy bien con él,
 mejor que con mis amigas, casi odiaba que tuviera días de descanso,
 porque ya no le veía.
 Un día, me preguntó si quería subir para ver
 como eran los apartamentos por dentro, yo, claro, accedí.
 Subimos y yo me senté en una de las camas, Santi, enfrente
 de mí en una butaca que había. Sacó de una nevera
 una botella de martini rojo y lo bebi mos, nada, apenas un poco,
 no sea que en casa me lo notaran.
 Las visitas se sucedían y Santi continuaba llevándome
 al apartamento a tomar martini. A veces nos sentábamos juntos
 en la butaca, el me tomaba en brazos y con gestos normales, con naturalidad,
 me tocaba un hombro durante la conversaciòn o, a veces, sin
 querer, me rozaba un pecho, a ve ces si me estaba comentando algo,
 dejaba allí la mano. Yo no lo apartaba, total, había
 confianza. A veces, me acariciaba las piernas, mis muslos, un dìa
 entre risas, me toco con su mano por encima de mis bragas y la dejó
 ahí como si nada, porque no sé , todo en él era
 natural, aunque a mí no acababa de gustarme aquella caricia.
 Un día que estaba deprimida porque un chico no me hacía
 caso, me puso en la butaca, sobre él, como a caballito. Al
 subirme, se me subiò también la falda y sobre mis braguitas
 noté aquel bulto que le sobresalìa desde dentro del
 pantalón, que al ser vernano, era de una tela bastante fina.
 Me acurriqué sobre él y con el vaivén de la butaca,
 notaba que aquello que se frotaba contra mí , no dejaba de
 moverse, más bien, parecía como si estu´ viera
 provocado. Me dolìa un poquito la entrepierna, porque como
 Santi estaba bastante gordo, para estar a caballito, tenìa
 que abrir mucho mis piernas, pero el roce se me hacía tan agradable
 que no me moví.
 Pero un día no sé si porque me sentó mal o bebí
 más de la cuenta, me sen tí un poco mareada. Santi
 me tumbó en la cama acariciándome para hacer me sentir
 mejor y se tumbó al lado mio. Noté como apartaba las
 braguitas con los dedos y me tocaba en la rajita. Yo , medio ida,
 sentí un leve dolor porque me estaba tocando algo bruscamente,
 me preguntó: "te duele, mi pequeña?"(siempre
 me llamaba mi pequeña) "un poquito, Santi, eso me ha dolido
 un poquito" yo le notaba muy nervioso, curiosamente, yo no es
 taba tan tranquila y serena como otras veces que me tocaba, sentía
 cierta turbación. "mi pequeña(me dijo) quieres
 que te toque de una forma mucho más dulce y placentera? con
 algo que no solo no te va a doler si no que sentirás unas ganas
 tremendas que te achuche?" Le miré con extrañeza,
 le preguntè que a què se refería. Cogiò
 mi mano y la llevó hacia su polla, que, no recuerdo en qué
 momento se la sacó pero ya la tenìa fuera. Pensé
 que esa picha era muy grande, tremenda, yo nunca había visto
 nada igual.
 El guiaba mi mano, arriba. abajo. despacio.. se colocò
 enfrente a mì, de rodillas en la cama, como la barriga le impedìa
 tenerme acceso, logrò po nerme parte de su estòmago
 encima de mì, de modo que su polla y mi ra jita quedaban frente
 a frente. Con una mano me frotaba por encima de las bragas que aún
 conservaba puestas, aunque la falda al acostarme, eviden temente,
 se me había subido hasta la cintura, con la otra mano, me desa
 brochaba la blusa, dejando al aire mis pequeñas tetas, aun
 sin sujetador, que no les hacia ninguna falta. Santi, no dejaba de
 murmurar, que rico, que rico. yo estaba nerviosa. él me
 pellizcaba las tetas sin dejar de frotarme muy nervioso para lo que
 aquello a mi me parecía que era.
 Sus grandes muslos , hacìan que mis piernas estuvieran completamente
 abiertas, de esa manera, se me veìa ofrecida, entregada.
 aunque todo aquello me parecia algo distinto o que no se debía
 hacer. Yo estaba quiete cita, dejándome acariciar y deseando
 que acabara, ya que nunca había visto a mi amigo con esa cara
 tan extraña, pero de pronto, notè que uno de sus dedos,
 apartaba un poco mi braguita hacia un lado, de modo que notaba el
 gordo capullo frotàndose contra mi coñito inexperto,
 porque a pesar de tener 18 años, todo eso era nuevo para mì.
 Aquella caricia, la recibí de una manera extraña, como
 si cometiera un pecado pe ro como todos los pecados, era algo excitante,
 inenarrable, no se puede explicar lo que sentía, porque a la
 vez, eran nauseas y a la vez sentía que me mojaba toda. A esta
 edad yo jamas me había masturbado, así que no sabía
 que era sentir placer en aquella magnitud y todo eso me superaba.
 Cuando él notó mi coñito tan pròximo a
 su polla, se puso màs nervioso aún "mi pequeña,
 mi pequeña. mira el calorcito que te doy. . siente bien al
 tio Santi el gustito que te da, verdad mi pequeña?" diciendo
 esto, se le cayò un hilillo de baba sobre mi cara, lo cual
 me dio bastante asco, por cierto, pero mi coño no respondía
 con asco precisamente, al contrario, se mojaba por momentos. Yo pretendía
 cerrarme de piernas, pero no podía, el tio Santi (como se bautizó
 en ese momento) me lo impedìa con las suyas propias, así
 que no pudiendo más llorè con una mezcla de rabia, placer,
 màs rabia aún y sin poderlo remediar, me hice pis encima
 pero él seguía frotándome y sosteniendo mis bragas
 a un lado.
 Estuvimos así mucho rato, al menos, el reloj para mí
 se paró hasta que él descargó sobre mi rajita
 toda su leche caliente la cual dejo bien extendida debido a que seguía
 frotándome con su polla hasta dejarla bien repartida.
 Yo no paraba de llorar de la verguenza y el asco. Se levantò
 de sobre mí y fué al baño a por papel higiènico,
 para que me limpiara. Mis manos aun temblorosas no atinaban, así
 que él mismo, retiró de nuevo mis bragas, hi ce un
 ademán, para defenderme, creí que lo repetiría,
 pero me dijo "tran quila, mi niña, el tio Santi, solo
 va a limpiarte, bonita mia" Salimos de allì, no sin antes
 decirme: "mi niña, si cuentas esto a alguien, no podremos
 volver a hacerlo, entiendes?" yo pensè, pero quien quiere
 repe tirlo? Salí del edificio, tratando de no pensar en nada.
 queriendo olvidarlo.
 Pasaron 2 semanas y una noche, en mi cama, me sorprendí a mí
 misma tocàndome, un poco , buscando aquella sensaciòn
 del día que lo probé.
 Senti tanto asco de mi misma y de aquello que me dormì llorando,
 sin em bargo, al otro día, me encaminè al edificio
 a ver al tio Santi.
 Me recibiò con una sonrisa. "te esperaba, mi niña"
 me dijo, "subimos a to mar el martini?" murmure.. "si"
 Aquella tarde, no tomamos martini, fuimos derechos a la cama. Me tumbò
 me bajò las bragas del todo y me las quitò. Yo murmuraba,
 "no. no.. deja me. no.. no quiero. "pero mis piernas
 se abrìan obedientes, que me pasa ba?querìa descubrir
 que era aquello que tanto me gustò dos semanas antes. Santi,
 se quitò el pantalòn y los calzoncillos, dejando fuera,
 ante mis ojos su gruesa polla, con aquel capullo sonrojado que tanto
 gusto me dió tardes pasadas. Se sentò en la cama con
 las piernas abiertas y me hizo sentarme igual pero frente a èl.
 "vamos a jugar" me dijo, me llevò con mis manos a
 su polla, me guió hasta cogièndome por la cabeza para
 que me la metiera en la boca, pero me daban nauseas ya que me llenaba
 la boca entera. Mi boca era muy pequeña así que me costaba
 cierta dificul tad.El movía el culo y la polla entraba y salìa
 de mi boca y empezo a palpi tarme. Me sentìa un poco decepcionada,
 yo querìa que me frotara como aquella tarde. Pareciò
 leerme el pensamiento. Se me tumbò encima, notan do como casi
 me asfixiaba, pero Santi supo acoplarse bastante bien y en un pis
 pas sentì su polla quieta sobre mi raja. Como la otra tarde,
 la cogió con una mano y comenzò a frotarme y yo a llorar
 de rabia, de asco. . me sentìa tan sucia por desear aquello
 tan infernal. .!!

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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