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El recien casado

Al día siguiente de mi despedida de soltero me desperté con un dolor de cabeza increíble, consecuencia de una fenomenal borrachera. Estaba super excitado.



La fiesta había sido genial. Me acordaba de los canapés, las copas, las felicitaciones. Me acordaba de todas las bromas de mal gusto, mis amigos me decían que la cuerda al cuello que me lanzaba era el error más bello del hombre. Realmente Gloria valía la pena. Por otro lado mi verga necesitaba compañía y mientras pensaba en todo lo que podría hacer comencé a masturbarme. Mi pene necesita tiempo para ponerse dura: es por lo que tengo que recurrir a las fantasías durante los preliminares. Esta mañana pensaba en Gloria y en la forma en la que le arrancaría la ropa interior en nuestra noche de bodas. Veía sus largos cabellos rubios, sus labios carnosos, sus pequeños senos duros y su lengua experta.



Retiro poco a poco los encajes para descubrir su blanca piel luminosa y bajo la cabeza hacia su entrepierna. Mis ojos están cerrados y acaricio mi verga. Ya casi está dura. Mis pensamientos vuelven a Gloria. Adoro el sabor de su sexo. Alargo mi lengua para recoger los flujos que salen de él. Abro bien mi boca y... ¡mierda! No entiendo nada, pero me entra una polla bien dura y larga. Me la trago bien adentro y en un segundo descarga toda su leche que baja por mi garganta. Había tanto que se me escapa por las comisuras de mis labios. A pesar de ello quiero más. Intento escapar de esa fantasía, pero mi cerebro se resiste. Mi verga se ha puesto más dura que nunca y siento el esperma en mis huevos. Después me vine. El primer lanzamiento llegó hasta mi frente, el resto dejó un reguero de manchas desde el mentón hasta los pelos del pubis. Nunca antes me había corrido de aquella manera. Pero la fantasía no se iba. Lamí un poco de mi propio esperma e imaginé que venía de aquella verga, un pene más sabroso que cualquier refinado plato. Traté de quitarme la verga de la cabeza pensando en la cara que podría tener su propietario. ¿Sería yo? Alguna vez cuando era más joven y ágil había intentado hacerme una mamada yo mismo. Pero no, era la de Jhony, mi mejor amigo y mi futuro testigo. ¡que es lo que hacía en la fantasía de mi noche de boda? Era alto con el cabello negro, un cuerpo fino y musculoso. ¿Quizás le tiraba los perros a Gloria y yo había captado sus vibraciones? Imposible, a Jhony no le gustaban las rubias. Me puse a pensar un poco y es cierto, que desde el instituto no había oído hablar a Jhony de mujeres. Además seguimos una formación diferente. El es músico y yo Licenciado en Informática. La corrida me había quitado la migraña y ya era hora de pensar en los negocios. Después de un baño rápido y vestirme, me dirigí en coche a una villa que había construido recientemente en una colina. Era un proyecto para mi pequeña empresa. Mi equipo ya había instalado los aspersores por todo el jardín y yo planeaba una composición de flores y arbustos. Hacía media mañana se marcharon y yo me senté en un rincón, cerca de la alberca, casi invisible entre las hojas de los setos.



En ese momento el joven propietario de la casa se paseaba completamente desnudo por el borde de la alberca. Detrás de él apareció otro hombre, grande y moreno. Creían estar solos, el moreno tenía una erección de proporciones memorables. Se masturbaba lentamente haciendo resbalar su mano a lo largo de la verga.



-¿La quieres Memo?, preguntó



Memo sonrió en medio de la alberca.



-¿Qué es lo que quieres Alfredo?



-Ya lo sabes. Tu lengua, tan larga como mi verga. ¿Y sabes donde la quiero?, La quiero en mi culo.



Memo nadó hasta el borde de la alberca. En ese punto no era demasiado profunda, Memo estaba de pié y Alfredo le ofreció su culo. Memo saco su lengua, la más larga que nunca he visto y comenzó a comerse el ano mientras se masturbaba dentro del agua. Alfredo escupió en su mano y siguió masajeando su enorme verga.



Estaba cerca de ellos, pero ellos no podían verme. Podía oír el ruido de la lengua de Memo lamiendo el culo de Alfredo. Su lengua iba y venía en el agujero del moreno como un consolador de carne.



Casi no me lo creía pero esa escena me estaba realmente excitando. Mi verga estaba dura como una piedra y tiesa bajo mi slip. Desabotoné mis pantalones y bajé mis calzoncillos para liberar a mi verga. No podía apartar mis ojos de aquellos dos hombres. Memo le introdujo un dedo mojado en el culo. Y siguieron masturbándose como locos. Y yo lo mismo. Incluso iba a ensalivarme dos dedos para metérmelos en el culo. Entonces el primer chorro de esperma de Alfredo fue a parar en medio de la alberca y después sobre la frente y la lengua de Memo. Alfredo eyaculaba litros de esperma cuando Memo soltó el suyo dentro del agua. Su leche formó un gran charco en la superficie. Era demasiado. Agarre mi verga y descargué en largos trallazos de leche sobre la terraza. Era mi segunda venida en el día y tan grande como la primera. Memo salió de la alberca y beso a Alfredo. Se acariciaban y sus sexos comenzaban a inflarse de nuevo. Pero al oír el camión de mi equipo que volvía se metieron a la casa. Todavía goteaba esperma de mi verga, así que lo cogí con un dedo y me lo llevé a la boca. Sabía a miel, como el de esta mañana. Me vestí rápidamente y el resto de la mañana estuve trabajando en mis croquis pero mi verga seguía dura bajo mis calzoncillos. No podía parar de pensar en esas enormes erecciones descargando su leche. En los meses que siguieron olvidé poco a poco esta historia. Hacía el amor con Gloria muy a menudo y ella estaba gratamente sorprendida de mi inventiva y energía. No tenía ganas de que nos encerrásemos en una rutina. Estaba impaciente de sentir la seguridad del matrimonio, aunque tenía una ligera necesidad de aventuras y ante la proximidad del enlace fantaseaba sobre la noche de boda.



La ceremonia fue perfecta, lágrimas de alegría y mucho alcohol. Gloria y yo estábamos bastante borrachos.



-¿Necesitan ayuda? Nos preguntó Jhony al ir a coger el coche.



-Todo va bien, le respondí. Lo abracé y después marché con Gloria. Debíamos partir a la Costa al día siguiente después de una noche de boda en un suite nupcial, que nos había hecho Jhony como regalo. Eran dos habitaciones inmensas con una gran terraza que daba al mar. Podríamos ver el reflejo de la luna en el agua mientras hacíamos el amor.



El coche se hundió en un bache y ponchó una rueda. Incapaz de hacer lo que debía hacer, llame a Jhony en busca de ayuda mientras Gloria se iba al hotel. Jhony llegó un poco más tarde y cambio la rueda en un momento. Estaba magnífico con su smoking y con las manos y la cara manchada de grasa. Le pedí que viniese conmigo al hotel para limpiarse, pero se negó:



-Es tu gran noche, me dijo.



Pero como insistí al final aceptó. La suite era de sueño. Había flores, una cesta con frutas. La recién casada ya estaba durmiendo en la habitación del fondo. Estaba sumida en un sueño muy profundo. Jhony estaba un poco avergonzado por mí.



-Esto puede esperar. No te inquietes por mí, le respondí. Lo envié al cuarto de baño para limpiarse. Se quitó el pantalón y se quedó en calzoncillos luciendo su magnífico cuerpo.



-Tómate una ducha te sentará bien, le dije. Yo me serví una copa de champan en la pieza principal, donde había otra cama, y me estire, quedándome adormilado unos minutos. Cuando me desperté la habitación estaba a oscuras y aunque esta muy borracho me acordé, que era mi noche de bodas y quería mi recompensa. Una silueta se acercó a la cama y me deslice hacia ella para esperar sus nalgas suaves y calientes. Me levante para buscar la boca que me esperaba y nos fundimos en un frenético y apasionado beso como nunca lo había tenido. Mi sueño sé hacia realidad, y no era Gloria sino Jhony. Pero me daba exactamente lo mismo. Nos metimos en la cama. Su pecho era duro y no blando y carnoso como el de Gloria. La diferencia era notoria. Nos estabamos besando tiernamente cuando Jhony se dio cuenta de que yo era consciente de lo que estaba pasando.



-Debería irme, me dijo, sino mañana me odiaras.



-Me odiaré sino te quedas.



-Tu mujer está en la habitación de al lado.



-Y seguirá ahí mañana. Ahora te necesito a ti.



Así que decidió quedarse. Yo hacia resbalar mi lengua por todo su cuerpo. Notaba la fuerza y dureza de sus músculos bajo mi lengua. Después vino el momento de la verdad: note como se le empinaba la verga, pero nunca se la había visto dura excepto en mi sueño. A parte del episodio de la alberca y de algunos videos pornos y la mía, nunca había visto una verga en erección. Así que decidí encender la luz. Era una verga magnífica, perfecta, como en mis sueños. Jhony me desvistió rápido y tiro por el suelo la pajarita y mi smoking, todos los atributos del recién casado caían en desorden sobre la alfombra.



Solamente la alianza quedó alrededor de mi dedo, Jhony se puso en posición del 69, dispuesto a darme placer.



-Espera, quiero chuparte yo primero.



-¿Lo has hecho alguna vez?



-Solamente en sueños.



Miré su verga dura y alargué mi lengua para tocarle la punta. Cerré los ojos y creí desmayarme de emoción. Mis labios se cerraron alrededor del glande. Era duro y blando al mismo tiempo. Suave, ávidamente me tragué aquella verga tan dura de la que cada centímetro era mejor que el precedente. Jhony soltó un largo suspiró.



-¡Vaya técnica para un novato!



-Es de naturaleza, le respondí.



Como no era el momento de conversar, volví a la mamada, cosa que él agradeció. Sincronizamos los movimientos de nuestras mamadas y después al unísono comenzamos a lamernos las pelotas. De repente Jhony descendió un poco más y comenzó a comerme con la lengua el culo. Primero suavemente después cada vez más profundo. Una cosa que Gloria no haría por nada del mundo. Yo gemía de Felicidad. Quise degustar su culo pero estaba petrificado por aquella sensación de su lengua trabajando el mío. Después volvió a mi verga.



-¡Vente! Quiero hasta la última gota.



-No sin ti, le dije engullendo su tolete.



Estábamos enfebrecidos: Ya no podría aguantar más.



-¡Para, voy a venirme!



-¡No!



Me vine y mi esperma llenó toda su boca y yo al mismo tiempo sentí su esperma caliente, salado y dulce, como una bebida cremosa. Estaba borracho. Paro de venirse pero yo seguía con su verga en la boca.



-Ya no puedo más... ¡alto!, gritó.



-Todavía no hemos terminado. Quiero que me comas el culo, le murmure al oído.



Él lo hizo y su verga seguía en mi boca, húmeda por mi saliva. Me gire para besarlo. Mi boca ascendió por su cuello y le hice cosquillas con la lengua en la oreja. Jhony se sobresaltó.



-Cógeme, le dije. Quiero que mi noche de bodas sea inolvidable.



-Te va a hacer daño, me dijo. Una cosa es una mamada y otra una cogida.



-¡¡Cógeme cabrón!! ¡Tengo ganas de saber que es eso!.



Agarro mis piernas y se las colocó por encima de sus hombros. Se agachó para lamerme el culo.



-¿No tienes nada que sirva de lubricante?



-No. Cógeme.



Su verga todavía estaba húmeda. Coloco su glande y comenzó a trabajarme el culo. Me penetró poco a poco, empujando dulcemente. Sentía una enorme quemazón recorrerme el esfínter y miraba a Jhony. Estaba sorprendido de que esta sensación que se transformó en deseo salvaje cuando comenzó él va y ven.



-Uauuu, gruñí.



-¿Te hace daño;



-No. Sigue.



Jhony agarro mi verga dura y comenzó a masturbarme, Cada vez notaba más su verga dentro de mí. Y a cada golpe de sus caderas me movía al mismo ritmo.



Nuestros ojos se cerraron. Nuestros cuerpos húmeros y ardientes. Jhony me cogía y me masturbaba al mismo tiempo. Cada vez que su verga me atravesaba, tenía la sensación de que iba a clavarme al colchón. Jhony aceleró el ritmo y por la expresión de su cara supe que iba a venirse. Noté su primer espasmo y como se venía adentro de mí al tiempo que yo eyaculaba en su mano y él seguía masturbándome hasta que la última gota estaba en sus dedos. Se llevó la mano a la boca y chupó mi leche, Yo lo miraba sonriente. Me ofreció un pegajoso dedo que chupé. Jhony todavía estaba dentro de mí. Cuando se retiró suavemente sentí un ligero dolor. El vió mi cara y se deslizó junto a mí.



-Lo siento, me dijo con un beso.



-Yo no, respondí.



Nos quedamos dormidos. Fue un sueño breve y feliz, uno en los brazos del otro, por primera vez. En medio de la noche me levanté y vi como se vestía.



-¿Ya?



-Tengo que marcharme. Me esperan.



-Llegaste en el momento justo.



Nos besamos por última vez y desapareció. Regresé a la habitación del fondo y allí estaba Gloria, todavía profundamente dormida, con una soñadora sonrisa en sus labios.



La miro y me pregunto qué es con lo que sueñan las recién casadas.


Datos del Relato
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