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Categoría: Infidelidad

Descubriendo a la puta detrás de la cornuda

Mi nombre es Pablo, soy vigilador privado y trabajo en la zona de Parque Patricios en un terreno que cuido por las noches.



Para describirme diré que soy morocho de 32 años, me gusta ir al gimnasio aunque no me gusta el cuerpo demasiado marcado, salgo a correr y por eso tengo un buen estado aunque no soy una escultura. Estoy casado hace siete años, mi mujer me complace realmente en la cama es una perra pero la verdad es que siempre uno quiere más...



En fin dejando de lado las presentaciones vamos a lo que ocurrió una noche estando solo en mi puesto, que es un tráiler bastante grande con una mesa, sillón, televisor y pocas pero necesarias comodidades. Los vigiladores solemos rápidamente acondicionar para pasar lo mejor posible la noche.



Esa noche mientras veía televisión, escucho llorar una mujer afuera, en la calle. Como de madrugada la zona es bastante peligrosa, supuse que habían robado, por lo que abrí el portón y le hablé. La vi llorar desorientada, de nuevo, creí que era por estar en shok por un asalto. La hice pasar, le ofrecí agua y que se sentara. Le pregunté su nombre y dirección para saber si estaba lejos y para dar aviso a la policía. Así me enteré que se llamaba Clara, y vivía a unas cuantas cuadras... me sorprendió que me pidiese que no llame a la policía, que estaba bien, decía que no podía creer lo que estaba haciendo esa noche. Poco a poco se fue calmando y empezó a hablar...



Esa noche había seguido a su marido, y lo vio entrar en el Telo (motel) que estaba a dos cuadras con una mina que no tenía idea quien era. Me hablaba de lo traicionada que se sentía, su frustración sexual, que ni entendía porque le ocurría eso, que ella siempre busca incentivar a su marido en la cama, pero que él no le permitía ni siquiera petearlo.



Mientras ella hablaba y hablaba yo me di cuenta que Clara era una mujer que seguramente fue hermosa, pero la rutina o las decepciones le habían robado el brillo y sobre todo mientras hablaba notaba esa necesidad de ser deseada, no ser vista como la respetable esposa y madre sino como una hembra caliente...



Al darme cuenta de eso me paré enfrente de ella, de repente interrumpió lo que estaba diciendo y me miro extrañada...



—Puta...



La palabra me salió... me sorprendí al haberme animado, fue como escuchar a alguien hablar por mi... con mi voz y sin filtro alguno...



Ella reaccionó, como para increparme ofendida pero...



—Puta te estoy hablando... me tenés que contestar cuando te hablo escuchaste?



Ella me miro boquiabierta y asintió con la cabeza y tímidamente...



—Si...



—Si qué?



—Si escuche...



—Todo te tengo que decir? SI QUE?



—Si... papi... —esa mujer mayor que yo se había rendido y estaba confundida pero ansiosa con lo que estaba por ocurrir.



—Así me gusta mi putita... te quiero bien obediente y trolita...



Le pedí que se desnude y lo hizo, se sentó en la mesa como le ordené y comenzó a masturbarse como se lo iba indicando... sus pechos, su conchita peluda, su cuerpo descuidado empezó a vibrar de placer... le pedía que se chupe los dedos, que lama sus pezones rosas y que se nalguee a si misma con fuerza... La verdad quería cogerla ahí nomás, pero no quería darle un espectador, alguien que se calentaba con ella que deseaba ese cuerpo. Ella era en ese momento una puta, no era esposa, no era madre, ni era Clara, era una puta alzada que se masturbaba para que yo me caliente.



Me acerqué, bajé el cierre y dejé salir mi verga que estaba como una piedra... sus ojos se clavaron ahí. Estiró su mano y se la quité con la mía...



—¿qué haces? Quien te dijo que pares de pajearte?



—Papi, perdón tu puta quiere esa pija dale...



—Pajeate... metete los dedos trola...



—Si papi... pero me vas a dejar probarla?



Yo le acerqué mi verga dura a dos centímetros  de su concha, ella en la mesa yo de pie, se tocaba y me miraba a los ojos, pidiendo, deseando... esperando...



Por primera vez la toqué, no podía aguantar más, amasé esas tetas caídas con fuerza, esos pezones estaban a punto de explotar y yo los chupé con locura… ella acabó con un grito y un espasmo...



Se bajó de la mesa, se arrodilló, abrió su boca, sacó la lengua y se quedó así a milímetros de mi pija mirándome como una trola... yo me alejé y me senté, ella gateado se acercó y tomo la misma posición... me miraba, pero no decía ni hacia nada...



—Que querés putita?



—Quiero tu pija papi...



Asentí y automáticamente se la tragó... chupaba con entusiasmo, pero demasiado bruscamente... la situación era muy excitante aunque el pete en si no lo era tanto... (Me han hecho MUUUCHO mejores). Así siguió hasta que no pude aguantar tomé su cabeza y le hundí la verga bien en la garganta y largué toda esa leche que ella merecía, mientras sentía sus arcadas. Se terminó de tragar todo y la limpió toda.



Pero después de eso y mientras iba cayendo en lo que había pasado se iba arrepintiendo y sintiéndose culpable... se cambió y se fue.



Dos semanas después volvió más decidida, mas entregada y más puta que nunca! Pero esa es otra historia...



Espero haya sido de su agrado. Espero comentarios. ¡Gracias!



Pablo Robles


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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