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Categoría: Fantasías

Un deseo irrefrenable

( Esta historia nunca ocurrió en realidad, simplemente es un relato, una fantasía cuyo único fin es entretenerme a mí y a todos aquellos / as que gustan de leer historias eróticas)



Todo empezó cuando un buen día se presento en una de nuestras fiestas nuestro amigo César acompañado de una hermosa pelirroja. Eva, así se llamaba, era un auténtico bombón. De estatura media, piel blanca y unos llamativos ojos verdes. En cuanto al físico, estaba no solo para comérsela, sino mas bien , para devorarla.



Bajo sus elegantes ropas, se adivinaban unos pechos abundantes y tersos, cinturita estrecha y unas caderas en proporción al resto de su cuerpo, donde empezaban unas largas y fabulosas piernas. Su elegancia y clase, no hacían sino enfatizar lo mucho que la naturaleza había sido generosa con ella.



A todos nos sorprendió ver a Cesar acompañado de tan estupenda mujer, sobre todo porque desde que lo conocemos no había tenido novia, e incluso llegamos a pensar que era gay.



Durante la fiesta la fuimos conociendo. Trabajaba en una boutique, mas bien era la propietaria, viajaba mucho en busca de colecciones que vender en exclusividad y fue en uno de esos viajes donde había conocido a César. Hasta aquí todo normal. La bomba fue cuando admitieron que eran novios y que planeaban casarse en unos meses.



Una vez terminada la fiesta, mientras todos comentaban lo increíble de la sorpresa, yo no podía quitarme la imagen de Eva de la cabeza, ni el hormigueo que eso producía en mi miembro.



En verdad era algo esnob para mi gusto, pero al fin y al cabo lo que mi cuerpo necesitaba de ella, era poseerla, no compartir el resto de mis días con ella. Estaba decidido, tenía que idear una estrategia que me llevara a cumplir ese deseo.



Por fortuna , el que formáramos parte del mismo grupo de amigos, me facilitaba el hecho de verla a menudo. Cuando coincidíamos, procuraba halagarla haciendo comentarios sobre su buen gusto y belleza, además de interesarme por sus cosas.



Pasado poco mas de un mes, ya había conseguido ser casi su confidente. En ocasiones pasaba por su boutique y luego acabábamos tomando algún café y charlando. Empecé a vislumbrar que tenía posibilidades de acabar realmente disfrutando de su cuerpo, cuando me confesó, que César no era realmente su tipo de hombre, pero que era un encanto, y ella sentía la necesidad de estabilizar su vida junto a un buen hombre y crear una familia.



En ese momento le pregunté cual era su tipo de hombre. Lo pensó un poco y....



Pues mira, como tú . Independiente, atento pero distante a la vez. Lo único que te falta, para mi, es invertir mas dinero en vestuario con clase.



Vaya Eva, no se si sentirme halagado. La verdad es que se me ocurren cosas mejores en las que invertir el dinero, además, yo nunca compartiría mi vida con alguien tan clasista como tú.



Percibí que mis palabras la habían decepcionado un poco, lo cual me agradó. Nunca me ha gustado que una chica piense que me tiene en sus manos, aunque sea verdad.



Durante el siguiente mes, nos vimos muy a menudo, en grupo y en solitario, hasta que un día recibí una llamada suya en mi teléfono móvil para invitarme a cenar en su casa junto a César. Hubiera preferido que él no estuviera, pero en fin tenía que seguir con mi estrategia.



Busqué un par de botellas de un buen reserva y a la hora convenida me presenté en su piso. Se trataba de un apartamento pequeño pero muy coqueto y muy al estilo de su dueña. Pero lo que realmente llamaba la atención, era Eva. Estaba realmente impresionante.



Lo primero que salió de mi interior fue un silbido de aprobación. Se que no era la forma mas elegante de decirle lo guapa que estaba, pero me salió del alma. Verla con aquella blusa semitransparente ,que dejaba entrever su cuidada ropa interior abrazando aquellos apetecibles pechos, una diminuta falda negra, sus adorables piernas rematadas por unos como no, elegantes zapatos de interminable tacón, además de su cabello rojizo impecablemente recogido invitando a saborear su cuello; hizo que mi corazón y no solo él, se revolucionara.



Nos saludamos con un beso en la mejilla. Tuve que contenerme para no desviar la cara y acabar plantándole el beso en los labios. Cesar no había llegado, así que, nos servimos una copa y charlamos mientras le esperábamos.



Poco después llegaba él. Nos sentamos en la mesa. A partir de ahí, lo típico; comer, beber, y charlar; sobre todo charlar y beber. Después de la cena , nos sentamos en la salita de estar y continuamos con la charla. Eva puso algo de música y comenzó a mover su cuerpo en un solitario baile.



Me costaba mucho atender a la conversación de César y no quedarme embobado mirándola a ella. Eva se acerco hasta su novio e hizo ademán de sacarlo a bailar. El rechazó la invitación, lo que motivó que ella me lo propusiera a mi, cosa que acepté encantado después de obtener el  permiso de su novio.



No era lo que yo realmente deseaba hacer con ella, pero por lo menos la tendría entre mis brazos por unos minutos. Mientras bailábamos , Eva en ocasiones enroscaba sus dedos entre mi pelo. No sabía si lo hacía con alguna intención, pero a mi me estaba encendiendo. Luchaba para que mi creciente erección no se notara.



Mas tarde sentí como su pelvis se rozaba con la mía, mas de lo necesario durante un baile. En voz baja le insinué que no era de piedra, a lo que ella respondió preguntando a que me refería.



Pues a que si sigues moviéndote de esa manera, vas a conseguir que me hierva la sangre.



Y ¿ que pasaría entonces? . Preguntó en tono desafiante.



Que tendría que calmarme de alguna manera. Respondí.



Eva sonrió pícaramente y continuamos con el baile hasta agotar la canción. Luego mientras César se ausentó por unos instantes, me confesó que hacía meses que no hacía el amor. No pude evitar preguntar la razón de su abstinencia. La respuesta me dejó de piedra.



César sufría una especie de impotencia que consistía en que sólo conseguía una erección después de verla follar con otro hombre.



Increíble, tenía  para si aquel pedazo de mujer, pero no podía satisfacerla sexualmente. Mi siguiente pregunta fue por que no le dejaba, a lo que respondió que aunque pareciera extraño, le amaba con locura. Añadió que sus relaciones sexuales se limitaban al sexo oral que el le practicaba siempre que ella sentía la necesidad de sexo, pero que de vez en cuando, necesitaba sentirse poseída por un hombre.



La siguiente pregunta que hice era la lógica en este caso.



Y como satisfacéis esa necesidad.



Recurriendo a algún chico de compañía.



Buena elección, sin complicaciones. Asentí.



Fue entonces cuando me preguntó si me gustaría hacerle el amor esa noche. No lo podía creer, era lo que desde que la vi había deseado, pero al mismo tiempo me sentía incómodo. Me estaba proponiendo que folláramos delante de su novio. Desde luego era algo con lo que no contaba.



Pero, y..... ¿César?, al fin y al cabo, yo no soy un desconocido.



No te preocupes por el, está de acuerdo con todo. Eso si, el debe estar presente, ya que eso hará que tenga una erección y luego podrá fallarme él.



En ese momento apareció él. Ella se levantó dirigiéndose hacia él comentándole que todo estaba preparado. Me sorprendió que César me diera las gracias por acceder, pero al mismo tiempo me sentí mucho mas relajado.



Eva volvió hacia donde yo estaba, tendió su mano invitándome a un nuevo baile. Nuestros cuerpos se juntaron y enseguida comenzamos a besarnos mientras abrazados nuestras manos recorrían el cuerpo del otro.



Muy despacio, empezó a despojarme de mis ropas, rozando sus labios por cada centímetro de piel que quedaba a la vista, hasta tenerme totalmente desnudo y con mi miembro apuntándola.



De un empujón me sentó en el sofá y comenzó a desnudarse muy lentamente acariciándose. Realmente era tan hermosa y apetecible como me la había imaginado. Sus pechos duros, pezones carnosos a punto de estallar, el bello púbico perfectamente perfilado, y sus largas y fuertes piernas.



Se arrodilló ante mi. Nos besamos de nuevo. Durante un largo rato nuestros labios permanecieron juntos y nuestras lenguas se saboreaban la una a al otra. Poco a poco fue bajando besando, mordisqueando y lamiendo mi piel. Jugó con mis pezones y siguió bajando hasta llegar a mi duro miembro.



Con gran sensualidad lo lamió de arriba a bajo, luego lo introdujo en su boca comenzando a follarlo entre sus labios. Me encontraba en el paraíso , al borde del éxtasis, mientras, su novio nos observaba desde la distancia intentando reanimar su aletargado pene.



No aguantaba mas, tenía que saborear, magrear y devorar aquel estupendo cuerpo de mujer sediento de placer. La tumbé boca a bajo sobre la alfombra comencé a besar y lamer cada centímetro desde su cuello hasta los pies, luego la voltee e hice lo mismo. Mas tarde , saciado de su piel y de haber disfrutado de sus pechos, me dediqué a disfrutar del sabor de su sexo.



Mi lengua jugó y se deleito en su clítoris , mientras la follaba con los dedos. Sus súplicas para que la penetrara, era música celestial para mi, pero no, no la complacería en eso hasta después de su primer orgasmo. Orgasmo que no tardó en llegar en medio de un gran estremecimiento de su cuerpo.



Ahora era el momento, me incorporé sobre ella separándole las piernas y la penetré clavándola hasta que mi pelvis golpeó contra ella. La besé profundamente ahogando su agitada respiración. Mis movimientos eran lentos, concentrándome en sentir cada centímetro de su abrasador sexo.



Me sentía realmente bien dentro de ella, sus dulces gemidos delataban que también ella disfrutaba. Cada vez me pedía mas , y yo la complacía, hasta acabar follándonos a un ritmo apasionadamente endiablado. Nuestros cada vez mas audibles gemidos, retumbaban en la habitación, hasta que por fin estallamos de placer, primero ella entre jadeos, tensando todo su cuerpo y rogándome que la llenara con mi semen, cosa que hice entre espasmos provocados por el mayor estallido de placer en mucho tiempo.



Caí abatido sobre ella, permanecimos juntos por largo rato, abrazados , recuperando el aliento, hasta que César se acercó luciendo la erección que habíamos conseguido provocarle. En ese momento supe que estaba de mas allí, recogí mis ropas y salí de la casa mientras ellos comenzaban a hacer el amor.


Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
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