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Seducción
SINOPSIS: Adolescente se entrega a la pasión, tras ser seducido por madura mujer.
ECSagardez
Lo caluroso de la noche invitaba al jolgorio y a ingerir un sinnúmero de líquidos. Por ello la fiesta donde se festejaba la boda de Marina y Rogelio, estaba en todo su apogeo, con música para bailar y mantener contentos a todos los invitados, quienes la disfrutaban en todo su apogeo.
En ese entonces era un adolescente de escasos 18 años y no era mi ambiente, los muchachos que allí se encontraban no eran mis amigos y, la verdad, no conocía a ninguna chica de mi edad para hacer plática. El aburrimiento me estaba agobiando, pero no había forma de salirme de ahí, porque sería provocar el enojo de mis abuelos, quienes disfrutaban la fiesta bailando al ritmo que le imprimían las ejecuciones musicales de la danzonera que tocaba.
La pícara sonrisa de doña Ofelia alertó mis sentidos… Desde que llegamos a su casa en la ciudad de Tres Valles, Veracruz, se la pasó alabándome y el hecho de que ya era un joven de "buen ver", según ella.
II
La verdad me sentía apenado por lo que me decía delante de don Froylán, su esposo. Pero, como él todo lo tomaba a broma, dejó de preocuparme el descarado deseo de seducirme.
Esa noche en la fiesta, mi abuelo y don Froylán se enfrascaron en beber más de la cuenta, así que mi abuela se dedicó a platicar con muchas señoras, que la conocían. En tanto doña Ofelia, decidió despedirse y decirle a mi abuela que me llevaría con ella, porque se veía en mi cara el aburrimiento por la fiesta… Por lo que dijo:
— Tina… Me voy a la casa, me duele mucho la cabeza y me llevo a Román para que me acompañe…
Mi abuela asintió y salimos del salón de fiestas, para dirigirnos caminando a su domicilio, el cual quedaba cerca… Pero su plan era otro…
De inmediato me tomó de la mano y sus dedos jugueteaban con mi palma… Pero yo no dije nada… Estaba sorprendido por la forma en que me cogió la mano… Hasta que llegamos a su casa, sin que hubiéramos dicho palabra alguna… Su plan le estaba funcionando…
III
Nadamás cruzamos el umbral de la puerta, doña Ofelia se transformó. Su boca se posó en la mía y sus besos se volvieron frenéticos… Estaba sorprendido, pero a la vez me estaba gustando, doña Ofelia tenía una forma exquisita de meter su lengua que se engarzaba con la mía y sentía su humedad y el suave aroma a menta de su aliento…
Era toda una delicia poseer esa boca a través de un beso… Pero de pronto el miedo se apoderó de mí… Doña Ofelia era algo prohibido… Ella percibió que podía rechazarla por ser una mujer madura… Y actuó con toda la experiencia de su edad para seducirme y tranquilizarme…
Con sus palabras me tranquilicé… Me dijo que teníamos algunas horas para disfrutar y que no debíamos desaparovecharlas… Me confesó también que estaba ansiosa de ser penetrada por un miembro joven y viril que la regara de sémen caliente y fresco, además de abrirle los agujeros que sentía se le estaban estrechando… Porque su marido, tenía meses que no se la cogía, debido a su disfunción eréctil…
IV
Cuando me dijo eso, mis sentidos se alertaron y fue entonces cuando recuperé la calma y mi miembro inició una lucha por salirse de las telas que lo aprisionaban… Doña Ofelia me llevó de la mano al cuarto que me habían asignado y al cruzar la puerta, los dos nos desnudamos en forma apresurada… Ella dejó caer su vestido de noche color marfil, al tiempo que se descalzaba, para quedarse en pantimedias y sin sostén, trasluciendo un calzón beige con tejido estampado por el frente donde algunos vellos púbicos sobresalían …
Lo primero que hice fue posar mi boca en esos senos grandes y sus pezones se erectaron como punta de flecha, invitando a chiuparlos con sobriedad, pero a la vez con ansia desmedida… El sabor de su piel incitaba mis sentidos y ella con su mano derecha buscaba mi enhiesto pene, el cual tomó primero con suavidad y bajó el prepucio para subirlo de nuevo, pero al descender su mano lo hizo con tal fuerza que no pude evitar tener la eyaculación de líquido preseminal…
Fue entonces cuando se agachó y se lo introdujo todo en la boca y lo chupó con placer desmedido… Yo estaba en el paroxismo del placer… Con su boca, doña Ofelia demostró los años de experiencia y que la práctica del sexo oral era su favorita…
Chupó con demasiada vehemencia, apretaba mis testículos y los masajeaba sin dejar que su boca se despegara ni por un instante de esa verga morena y gruesa que le taladraba esa parte del rostro… Hasta que sucedió lo inevitable, sólo pude exclamar:
— ¡Aaaaaaagh! Me vengo…. Me vengo…
Doña Ofelia ni se inmutó… Todo indicaba que deseaba recibir la leche caliente que despedía mi verga y se tragó toda la descarga. Y en su cara se veía como se marcaban sus mejillas al tratar de jalar más sémen de mi grueso e hirviente miembro…
V
De pronto se incorporó y quiso besarme, pero no logró su propósito porque hice la cara a un lado… Lo cual le provocó una sonrisa… Pero aún así me dijo que no era momento de reposo, así que volvió a bajarse para seguir chupando mi verga, porque deseaba que se la metiera…
Cuando mi verga recuperó de nuevo su fuerza… Ella se acostó en la cama y me hizo una seña para que la despojara de sus pantimedias… No me hice del rogar y poco a poco fui jalando la seda de esa prenda, hasta que se quedó sólo en calzón…
Mi cara se introdujo en su entrepierna y mi nariz percibió el acre olor de su sexo, pero a la vez la humedad de su calzón era evidente… Comencé a lamer y a lamer, tratando de sorber esa humedad como queriendo apoderarme del dulce néctar que salía de esa vagina…
Ella estaba súper caliente… Era notorio el grado de excitación que la embargaba… Así que hice a un lado su calzón y me encontré con un recortado monte de venus, así que no tuve dificultad alguna para encontrar su clítoris y al tiempo que le introducía uno de mis dedos, mi lengua se encargaba de lamerle el botoncito de placer… Hasta que me dijo:
— Nene ya no aguanto esta calentura… Metémela por favor…
No tuve más remedio que cumplir su petición y sin quitarle el calzón, sólo a un lado… Le introduje mi verga y cuando apenas cruzaba mi glande el umbral de esa vagina.. Ella se encargó de empujar su cuerpo para comérsela toda y por un momento apretó sus piernas para aprisionarme y no permitir que se la sacara…
Poco a poco fue aflojando las piernas y comencé el movimiento de mete y saca, hasta que los dos logramos ponernos en ritmo… Ella a veces me rodeaba con sus piernas.. Pero todo era para tener más tiempo mi verga adentro…
De pronto sus movimientos se hicieron frenéticos… El roce de su calzón en mi verga me llevaba a lo más profundo del placer… Era maravillosa la sensación que se apoderaba de todos mis sentidos… El rostro de doña Ofelia denotaba alegría, porque estaba siendo poseída por un joven garañón que no le estaba dando momento de reposo y le ensartaba totalmente la verga hasta que los testículos chocaban con sus nalgas, por cierto redondas y protuberantes…
VI
Los movimientos de ambos se hicieron más rápidos… La amenaza de una eyaculación y de un orgasmo estaban latentes… Pero los dos queríamos retardar el momento, porque estábamos disfrutando plenamente y no había que desperdiciarlo…
Todo sucedió en el momento más esperado… Ella arqueó su cuerpo y exhaló un grito que ahogó con una sabana… Sólo me dijo:
— Nene… ¡me coooooooooooooooooooorrrrrrrroooooooo!
Y así fue… Un líquido viscoso y un fuerte olor salieron de la vagina de doña Ofelia, quien mostraba un rostro feliz, luego de ese tremendo orgasmo…
Esa situación enervó todos mis sentidos y seguí bombeando por algunos segundos, hasta que cinco o seis descargas, creo que perdí la cuenta, se impactaron contra las paredes vaginales de esa madura mujer, hambrienta de sexo o más bien: De verga…
VII
Pero no todo terminó ahí… Se sacó mi miembro y sin darle momento de reposo, lo engulló y lo limpió… Era una golosa de verga… Se veía a leguas que disfrutaba tener el pene en su boca… Tardó varios minutos mamando, hasta que de nuevo el órgano genital estuvo listo para la segunda etapa de la batalla…
Doña Ofelia, se quitó el calzón y como si fuera una orden, más que una sugerencia… Me expresó:
— Nene… Metémelo en el trasero… Te voy a regalar lo que a mi marido nunca le quise dar…
Se acomodó en la cama boca abajo y puso sus nalgas a mi disposición… De por si, ya les había echado el ojo… Mi excitación subió a más no poder… Así que me chupé un dedo y le eché algó de saliva en el agujero negro que asomaba entre esas voluptuosas carnes…
Coloqué mi dedo ensalivado entre la raja de sus nalgas y poco a poco fui introduciendo el dedo, con el fin de dilatarle el ano… Mi objetivo estaba a la vista y sentía lo caliente que estaba doña Ofelia… Ella sólo gemía y se movía como pidiendo ser penetrada por mi gruesa verga…
VIII
Cuando logré introducirle todo el dedo, le fui poniendo el segundo hasta que entraron los dos y jugué por varios segundos con ese ano que demandaba verga…
Ya no me hice del rogar y sin miramiento algúno, coloqué la punta de mi verga y le introduje un poco… Ella lanzó un ligero grito de dolor… El cual me provocó espanto…
Pero no cedí ni un ápice, porque cuando intentó zafarse, la seguí y le introduje más de la mitad de mi verga y le tomé de la cintura para evitar que se escapara…
Detuve por un momento la penetración, hasta lograr que se acostumbrara al pedazo de miembro que tenía dentro… Ella pareció entender el mensaje y volteó el rostro para obsequiarme una ligera sonrisa… Aproveché ese descuido de su parte para introducirle toda mi verga en su culo y comenzar el bombeo que la hizo gemir, lanzar alaridos de placer y exclamar:
— Muévete más nene… Dáme toda tu verga… Quítame esta calentura que me agobia… Soy toda tuya mi nene…
Sus palabras me taladraban el cerebro y me hacían ser presa de la lascivia y un tremendo grado de excitación… Hasta que el bombeo se hizo insistente, rítmico y veloz… Ella por su parte, se movía hacia atrás y adelante en un ligero compás de movimiento que provocaron salieran de mi pene chorros y chorros de caliente esperma que se fueron alojar hasta sus intestinos…
IX
Cuando doña Ofelia percibió que toda la descarga de leche se había agotado… Volvió a zafarse y nuevamente se introdujo mi verga en su boca, para chuparla, chuparla y dejarla limpia y reluciente… Lista quizá para otra batalla…
Sin embargo, todo indicaba que ambos ya estábamos cansados y que nos deparaba un profundo y conciliador sueño… Pero no fue así… Sólo me dejó guardar reposo por unos quince minutos y doña Ofelia volvió a la carga…
Era notoria su ansiedad por ser poseída y disfrutar de una verga… Y la del joven estaba completamente a su disposición y no deseaba desperdiciarla… Se introdujo el pene en su boca y lo chupó con demasiada avidez… Hasta que logró lo inevitable, que se convirtiera en un erecto mástil y sin más ni más se sentó en él para introducirselo poco a poco en su vagina…
Cuando sintió que estaba todo adentro, su cuerpo se convulsionó y comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo… Por momentos se detenía y volvía a la carga, bufando y lanzando ligeros gemidos…
Sus movimientos se volvían acompasados y en otras ocasiones hasta frenéticos… Pero era señal inequívoca de que estaba disfrutando de un placer descontrolado y que deseaba perpetuar el feliz momento que estaba viviendo, luego de que su marido había dejado de hacerle el amor… Más bien de fornicarla…
X
Cuando mi verga estaba hinchada por el duro ajetreo a que la había sometido doña Ofelia, quien había logrado su objetivo de seducirme, ella entró en un estado de paroxismo donde su cuerpo se convulsionaba y su rostro mostraba un rictus de deseo y placer incontenido para acabar en otro orgasmo, diciendo:
— Nene… ¡¡Me veeeeeeeeeeeeeeeeennnnnnnggggggoooooo!!
Y bien que lo hizo, ya que sus líquidos vaginales se conjugaron con mi leve descarga de sémen y detuvieron su loca carrera en mis vellos púbicos para dejarlos impregnados de cremosa humedad…
Doña Ofelia, aún con la verga adentro, se recostó en mi pecho y buscó mis labios, para besarlos, al tiempo que me decía:
— Nene, muchas gracias por esta noche… Todo fue delicioso y me has hecho muy feliz… Ojalá y se repita en los días que estén aquí…
Pero no se pudo repetir esta experiencia, porque horas después nos regresamos a Veracruz y jamás volví a saber de ella… Luego supe que en la fiesta mi abuelo y don Froylán discutieron…
Esa fue la razón por la que llegaron mis abuelos como a las cinco de la mañana, me despertaron y flaco, ojeroso y cansado nos fuimos a la terminal de autobuses…
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