Hola, después de un largo receso me decido a escribir nuevamente.

Como ya saben, si leyeron mis anteriores relatos, Beto había incorporado a Dani en nuestros encuentros. Nos seguíamos juntando los viernes a veces solos y otras los tres.
En alguno de esos encuentros Dani, a solas, me pidió mi número telefónico, con lo cual pudimos concertar citas aparte entre semana. Cuando él se quedaba solo en su casa alguna tarde, me llamaba y con la excusa de estudiar nos juntábamos para tener y disfrutar del sexo.
Si bien Dani era más tranquilo, no tenía el vigor y la resistencia de Beto a la hora de cogerme, nuestros encuentros eran más “románticos” si se quiere. A él le gustaba acariciarme y que lo acaricie, nos besábamos hermosamente jugando con nuestras lenguas, cosa que a Beto no le gustaba.
Me gustaba desnudarlo y besarlo por todo el cuerpo, pasaba mi lengua por su pecho, su abdomen, le daba pequeñas lamidas a su pene y volvía a subir. Él me besaba y al mismo tiempo agarraba fuertemente mis nalgas con sus manos, yo lo abrazaba por encima de los hombros y masajeaba su cabeza mientras disfrutaba de aquellos hermosos besos. Les podría decir que llegaba a disfrutar tanto o más los preliminares que la cogida en sí.
Cuando ya los dos estábamos a mil, siempre me daba vuelta y me lamía la cola para lubricarla. Nunca llegó a la maestría de Beto en este aspecto, pero eso a mi no me importaba, el solo saber que lo hacía para darme placer me alcanzaba. Una vez que mi ano estaba bien húmedo y luego de hacerme pedir por favor que me lo meta, acomodaba la cabeza de su pene en mi entrada y metía solo ésta, jugaba un poco y cuando menos lo esperaba me agarraba de los hombros y mandaba toda su verga para adentro de una sola vez, esto siempre me hizo delirar de placer. De esta forma comenzaba a cogerme fuertemente, si hay una cosa que excita sobre manera es escuchar el chasquido de mis nalgas golpeando el pubis de mi amante, y esto lo lográbamos gracias a las terribles chupadas que nos hacíamos mutuamente antes de la penetración.
A veces le gustaba acabarme adentro, cosa que yo agradecía comprimiendo mis nalgas para aprisionar su verga y extraerle toda la leche, y otras sacaba rápidamente su pene de mi ano y lo dirigía a mi boca para depositar allí su rico semen. Como ya les dije me encanta la leche, así que en cada encuentro por lo menos una vez degustaba y tragaba su esperma.
Una vez que Dani llegaba al orgasmo, nos relajábamos en la cama, los dos desnudos, y yo lo abrazaba recostándome en su pecho, quedándonos así hasta que se recuperaba y me cogía nuevamente.
Generalmente nos echábamos dos polvos. Cuando terminábamos nos vestíamos y ventilábamos la habitación que quedaba con un olor a sexo hermoso. Algunas veces, si no era muy tarde, ya vestidos no entrelazábamos en un rico beso que terminaba indefectiblemente en un tercer polvo, solo nos bajábamos los pantalones, yo me afirmaba en la pared dándole la espalda y era penetrado por lo general suavemente al principio, y luego enérgicamente hasta que Dani acababa llenándome de leche, me arrodillaba delante de él y le limpiaba su miembro no sin jugar un poco con mi lengua y sus últimas gotas.

Como verán mi actividad sexual creció considerablemente, tenía dos amantes para que me cojan, a veces separados y otras formando un hermoso trío. También esto hizo que mi proceso de feminización se acelere, quería estar lo mejor posible para ellos y gustarles cada vez más.

Espero que hasta acá les haya gustado lo que leyeron, y si es así les prometo a la brevedad contarles las sorpresas que tenía todavía Beto para mí. Un beso y hasta la próxima.