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Categoría: Gays

manqui

Francisco es un hombre de 27 años, que aunque poseía suficiente dinero como para vivir sin trabajar por el resto de sus día por herencia de sus padres, era empleado en una tienda por departamentos, asignado al almacén de trastos viejos o deteriorados desde hacía 5 años, blanco, cabello negro, ojos negros, cejas pobladas, nariz grande, boca grande carnosa, con bigote, 1,77 metros de altura, 80 kilos de peso, espalda ancha, piernas bien formadas, nalgas firmes dignas de un nadador, deporte que practica en la piscina de la casa de la hermana de su madre, su cuerpo atlético cubierto de una suave vellosidad despertaría los pensamientos mas sensuales y eróticos de cualquier ser humano; lamentablemente "Pancho" (como lo llamaban todos) era bastante tímido y ocultaba todo esto debajo de ropa holgada, de mal corte, de tela gruesa y de colores serios, se sentía verdaderamente desgraciado y pensaba que sus sentimientos, sus deseos, sus fantasías eran producto de tentaciones mal sanas, sucias y creía que ocultando su cuerpo al mundo todo esto dejaría de pasarle.
Desde que se levantó fue un ir y venir, todo a la carrera, agradecía a dios que ya estaba por terminar y se podría ir a descansar - hasta mañana amor de mi vida, solo tu comprendes esto que siento, tan silencioso y discreto, tu cuerpo firme, si solo tuvieras... esa parte - dentro de todos los aparatos, muebles y maquinas viejas que mandaban al almacén, pancho había guardado algo que le habían enviado desde el departamento de ropa masculina, un maniquí de color bronce claro, de 1,77 metros de alto, con medidas perfectas, el maniquí le hacía recordar a las esculturas griegas que había visto en catálogos de museos extranjeros.
Pancho había convertido a este muñeco en el fiel oyente de sus conversaciones, cuentos, chistes, penas, anhelos, deseos, pero ni siquiera a él se atrevía a contarle en voz alta sus mas íntimos deseos, pero al llegar al lugar donde vivía que consistía en un pequeño y cómodo apartamento, en la azotea del edificio donde funcionaba la tienda, en una terraza amplia pasaba horas soñando despierto viendo el cielo, las estrellas y la distancia. Allí desbordaba sus fantasías y se imaginaba en los brazos de su bien amado amigo, sintiendo sus caricias, sintiendo sus manos tocar su piel, transmitiéndole aquel calor corporal que solo se puede sentir cuando la pasión llena cada uno de los rincones del cuerpo, cuando cada centímetro de tu piel se vuelve un censor independiente capaz de enviar la sensación a todos los demás, se imaginaba uniendo sus labios a los de él, jugando a mordisquear su boca a tocar su lengua con la suya, percibiendo el olor y sabor de su aliento, su respiración, sus jadeos de placer de desespero por querer llegar al cielo, sintiendo la vibración de ese cuerpo firme, perfecto... hasta que despertaba y se daba cuenta de que estaba allí solo... en la terraza y de que su amado era un maniquí. Y así con este sentimiento a flor de piel y con la frustración de no poder dejarlo salir completamente, se acostaba a dormir conformándose con la idea de que en la mañana estaría en el almacén y vería y hablaría nuevamente con su amor, su secreto... con su maniquí.
Aunque se supone que Diciembre sea un mes frío el día amaneció un poco caluroso, pero pancho no sabía si era por los ardientes sueños que había tenido durante toda la noche o si de verdad hacía calor, tomo un baño y se dispuso a desayunar para luego bajar al almacén y dar comienzo al día de trabajo, que por ser víspera de navidad sería medio turno, cuando revolvía los huevos en la sartén noto que en la ventana estaba posada una paloma exageradamente blanca y mas grande de lo normal, que lo veía con una mirada que parecía hablarle de cosas alegres, de gratos momentos, de felicidad - que hermosa eres, pareces un ser mágico.... genial que tuvieras magia y me concedieras mi deseo... adiós preciosa me voy, que tengas una feliz navidad -
Pancho bajo al almacén, abrió la puerta y cuando fue a saludar a su maniquí sintió que la tierra se abría bajo sus pies, que su mundo estallaba y que los trozos desaparecían en el aire, no estaba, el sitio estaba vacío, su primer deseo fue gritar, salir corriendo, preguntar quien había tomado su preciosa pertenencia, donde estaba, que habían hecho con el, pero se detuvo al imaginarse la cara de asombro y de burla de las personas cuando el preguntara por un muñeco viejo y abandonado, con valor solo para su vida y sus fantasías.
La mañana paso lentamente y con una atmósfera de tristeza tan fuerte, que hasta los empleados que entraban y salían del almacén la percibían, haciendo comentarios tales como: el tipo esta tan solo que se siente... pobrecito, solo en navidad, que tristeza, pero con esa facha es de esperarse... menos mal que hay dos semanas de vacaciones, así me alejo de este tipo, es deprimente... a media tarde ya todos se habían ido y pancho se dispuso a salir para irse a nadar, como era costumbre, su tía se encontraba de viaje así que no habría nadie en casa, nado un poco, limpió el jardín y luego salió y se puso a caminar, en una licorería que estaba abierta compro dos botellas de vino y un poco de salchichón y queso, al final de la noche llego al apartamento, entro y fue directamente a ducharse, salió del baño y con el cuerpo aún húmedo se acostó boca arriba en la cama, dando rienda suelta a su dolor comenzó a llorar su al otro, malestar era tan fuerte que sentía que se ahogaba, el pecho le dolía... se había ido, se lo habían llevado... cuando se percato de que estaba sufriendo por un maniquí, pensó en lo patético que debía verse y se reclamo este comportamiento, se levanto, se puso una bata de casa y destapo una de las botellas de vino, se sirvió una copa y se la tomo, luego otra, otra y otra, hasta acabarse la botella, ya mareado, atontado, se quedo dormido en el sofá, boca arriba, con una pierna sobresaliendo y posada en la alfombra que cubría el suelo, la cara cubierta con uno de los cojines, la bata abierta dejando ver toda su hombría, una mano abrazando el cojín y la otra estirada sosteniendo aún la copa.
Sin darse cuenta de cuanto tiempo había pasado comenzó a sentir que le acariciaban los pies, suave, pausadamente, esta caricia fue ascendiendo por sus pantorrillas, sus gemelos, sus rodillas, sus muslos, eran unas manos tibias, fuertes, seguras, sentía que su cuerpo temblaba en una mezcla de sensaciones que hasta ahora no había experimentado, su respiración se aceleraba, su pecho subía y bajaba, sintió como la sangre acudía hasta su miembro y lo llenaba, haciéndolo crecer, provocándole una erección fuerte y placentera, las manos siguieron con su trabajo y a ellas se unió una boca que le mordisqueaba suavemente las piernas, una lengua que se desplazaba por sus muslos, por su entrepierna, las manos subieron un poco mas hasta alcanzar su miembro, explorándolo, masajeándolo, descubriéndolo, mientras la lengua que se encargaba de recorrer su entrepierna ascendió hasta llegar a sus testículos, los recorría con cuidado, con habilidad, dirigiéndose de una a otra, saboreándolas, pasando luego por todo lo largo del miembro, subiendo y bajando repetidas veces para colocarse en la punta, en la cabeza. Pancho, abriendo la boca hasta ahora tensa dejo escapar un gemido de placer, sintió ganas de enderezarse y ver quien le hacía esto, pero tuvo miedo de no encontrar a nadie, tuvo miedo de despertar de este maravilloso sueño y lo que hizo fue abrazar fuertemente el cojín contra su cara, mientras lo mordía para no gritar y así no despertarse. Sintió que la boca se tragaba su miembro, que jugaban con la lengua en la punta de su cabeza, mientras lo succionaban suavemente, sintió como era recorrido, tragado, desde su punta hasta su base, una, otra, otra y otra vez, estaba siendo masturbado por uno labios calientes, por una boca estrecha pero capaz de tragarse todo su tamaño, sentía la paredes de la garganta en la cabeza de su miembro, mientras las manos le acariciaban los testículos, la entrepierna, las nalgas, el abdomen, el pecho, le pellizcaban las tetillas, pancho ya no podía resistir, jadeaba, mordía el cojín, gemía de placer, quería más, quería que parara y quería más, estaba desesperado, su cuerpo estaba a punto de explotar, el gozo era enorme, su piel estaba encendida, hirviendo, sus manos estrujaban el cojín contra su cara, su cuerpo se arqueaba, buscando meter su miembro más profundo de lo que estaba, aquella gloriosa boca comenzó a acelerar el movimiento, hasta el frenesí, pancho ahogo con el cojín el bramido de placer que escapo de su garganta, al sentir que todas sus fuerza, se escapaban en una gran descarga de semen caliente y potente que por medio de convulsiones su cuerpo se encargaba de vaciar en aquella boca que no dejaba de succionar potentemente, sus pulmones buscaban aire, sus ojos se llenaron de lagrimas, su voz se apago, su cuerpo se relajo completamente, su miembro descanso sobre su abdomen mientras aquella boca seguía besándolo, aquella lengua seguía lamiéndolo.
Unos minutos después tiró el cojín al piso, aun con los ojos cerrados respiro profundamente varias veces y suspiro dando gracias por aquel inmenso gozo que acababa de experimentar, de pronto se dio cuenta, aún sentía besos y caricias, aún sentía la presencia de alguien, alzó lentamente la cabeza, asustado sin comprender pues ya estaba conciente de estar despierto, abrió los ojos, con el mayor de los asombros descubrió que había alguien a sus pies, allí estaba el cuerpo de un hombre sentado en la alfombra, una cabeza posada en su muslo izquierdo, una cara sonriente que lo observaba con unos ojos de color miel brillantes, hermosos, allí estaba el dueño de esas manos, de esa boca, de esa lengua... y ese alguien no era otro que... él.... su maniquí.
Sin salir de su asombro, se sentó bruscamente en el lado contrario del sofá al que se encontraba aquel hombre, quien sorprendido pero sin dejar de sonreír le dijo: no te asustes, soy yo, tu deseo, tu regalo de navidad, estoy aquí por ti y para ti, ven amor mío amémonos, soy yo Aramos.
Sin entender aún lo que estaba pasando, se sentó en el sofá, el hombre se levanto y se le coloco enfrente, de verdad era él, era perfecto, cabello ensortijado de color castaño claro, ojos color miel, de forma almendrada, nariz respingada de tamaño perfecto, boca mediana con labios carnosos hinchados por el trabajo realizado, cuerpo escultural, de piel bronceada, aspecto de un dios griego o por lo menos como el imaginaba que eran los dioses griegos y lo mejor, pensó, es que si tenía lo que le faltaba al maniquí, un miembro bien proporcionado, ni grande ni pequeño, ni grueso ni delgado, simplemente como el lo quería. Se levanto y se acerco lentamente mientras esa fabulosa aparición le sonreía y le ofrecía sus brazos, lo tomo por la cintura y lo acerco, sus labios se atraían como imanes, sus bocas se unieron, se abrían y cerraban una sobre la otra, sus lenguas se buscaban se acariciaban, compartían el sabor de su aliento, la humedad de su interior, mientras sus manos le recorrían el cuerpo, la espalda el pecho, el miembro, las nalgas, su cabello, quería tocarlo todo al mismo tiempo, quería como atravesar aquella piel caliente y suave, hasta llegar a estar dentro de el, hasta poseerlo por completo, besaba su cuello, su pecho, volvía a su boca, lo abrazaba fuerte, sus miembros se frotaban uno el suyo estaba otra vez erecto hasta el punto de que casi le dolía y de él se sentía duro, fuerte, como de madera, pero latía y estaba hirviendo de placer, lentamente se dejo caer en el sofá mientras le besaba el pecho, le mordisqueaba las tetillas, duras por la excitación, bajó despacio por el abdomen, hasta llegar a aquel miembro que tanto había deseado, al llegar allí se detuvo, lo acaricio lo observo lo disfruto en sus manos y con su mirada, luego lo beso repetidamente en la punta, alrededor, lo comenzó a mojar con su lengua y a fin comenzó a tragárselo, lentamente, saboreando su textura, su sabor, Aramos respiraba cada vez más fuerte mientras pancho aceleraba el movimiento y aumentaba la presión de sus labios alrededor del miembro, mientras le acaricia y masajeaba las nalgas tan perfectamente formadas, tomándolo por la cintura lo hizo girar lentamente, hasta hacerlo quedar de espaldas y poder observar su trasero, completamente lampiño, bronceado, unas nalgas firmes de hombre, acerco sus labios y comenzó a besarlas suavemente, a lamerlas como si estuviesen cubiertas de miel, con las manos hizo que se doblara hasta colocar las manos sus rodillas y pancho se fue deslizando hasta quedar sentado en el piso alfombrado, quedando entre sus piernas viendo lo que ocultaban aquellas fabulosas nalgas, una entrada completamente rosada, tersa, lampiña, sin perder mas tiempo acerco la punta de su lengua y comenzó un movimiento circular, lamía como si quisiera desgastarla con la lengua, la lengua penetro un poco y luego mucho, Aramos gemía de placer, casi gritaba, movía su trasero pidiendo más, pancho lo tomo por la cintura y lo atrajo hacía abajo, haciéndolo doblar las rodillas hasta quedar en cuclillas sobre el, mientras le besaba la espalda, el cuello, dirigió su miembro hacía aquella entrada ávida de visitante, su cabeza comenzó a abrirse paso, Aramos se relajaba dejando entrar en su interior el miembro de pancho, en una forma lenta, constante, gloriosa, mientras emitía un quejido suave, largo, producto del placer que estaba sintiendo; pancho sentía las paredes del interior de su amor alrededor de su miembro, quemándolo, presionándolo, haciéndolo sentir cerca de la gloria, del cielo. Aramos comenzó a subir y bajar lentamente disfrutando cada movimiento, satisfaciendo sus ansias, luego de unos minutos y motivados por el deseo de querer verse las caras ambos giraron, quedando pancho acostado sobre la alfombra y Aramos sentado sobre él, logrando así que la penetración fuese completa y que la punta del miembro tocara lo mas profundo de su ser, viéndose fijamente a los ojos encendidos de pasión, de morbo, de amor, unidos a plenitud con aquella profunda penetración, con un movimiento de caderas Aramos logró la entrada y salida del miembro de pancho, masturbándolo lentamente, mientras que con verdadero deleite se acariciaban abdomen, pecho, tetillas, cara, brazos. No podían dejar de acariciarse, de tocarse, mientras se poseían, era una entrega total, máxima, sin restricciones, ambos gemían, sus ojos se humedecían de placer, el calor acrecentaba, el movimiento se aceleraba, el cielo y el infierno parecieron juntarse y rodearlos por completo haciendo desaparecer el mundo, lo único que existía era la visión de uno delante del otro y en un grito a la par ambos explotaron vaciando sus cuerpos pancho dentro de Aramos y Aramos encima de Pancho, chorros de semen caliente llenaron el interior de Aramos, haciéndolo sentir que su cuerpo se llenaba de lava ardiente, mientras vaciaba su semen en chorros incontrolables bañando el pecho, el cuello, la cara de Pancho, abrazándose fuertemente las convulsiones de los dos amantes se confundieron entre si, ambos lloraron, rieron, se besaron repetidamente, habían llegado juntos al esplendor, al punto máximo, al clímax.
Estando todavía abrazados Aramos relajo su interior y dejo salir a su maravillosos visitante, los amantes quedaron tendidos en la alfombra, abrazados, oliéndose uno al otro, acariciándose, besándose, estuvieron así hasta que decidieron levantarse e ir a darse un baño, luego de esto, comieron y tomaron vino, recostados en la cama sin dejar de acariciarse, de tocarse, nunca hablaron Pancho no se atrevía a decir palabra alguna, tenía miedo de despertar de ese maravilloso sueño, luego de un rato la tranquilidad, la paz, el relax extremo, el cansancio fue venciéndolos hasta quedarse dormidos uno en brazos del otro.
La luz del día se coló por las ventanas y despertó a Pancho, quien estirándose para desperezar su cuerpo y con la cara iluminada por la grandiosa felicidad que sentía, busco a su compañero... pero no había nadie, estaba solo, su pecho se vació y justo cuando se desplomaba en la almohada para llorar encontró un sobre blanco con una paloma labrada y dentro una carta que decía: amor mío, debes encontrarte para encontrarme a mí, no tardes por favor, estoy ansioso de estar nuevamente en tus brazos, estaré esperándote...
Datos del Relato
  • Autor: Josehp
  • Código: 9483
  • Fecha: 11-06-2004
  • Categoría: Gays
  • Media: 5.28
  • Votos: 46
  • Envios: 2
  • Lecturas: 4883
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Mario
invitado-Mario 04-07-2004 00:00:00

Buena ortografìa, con trama (cosa inusual en un relato erotico), manejo de sentimientos y descripciòn natural, nada agresiva de los actos sexuales. Me gusto mucho, feliciades Joseph, me gustarìa contactarte vìa email. Saludos y otra vez excelente tu relato.

Michael
invitado-Michael 12-06-2004 00:00:00

No deja de ser un cuento hermoso,que denota de parte del escritor un deseo profundo de que los sueños de el y de todos se conviertan en realidad,un sueño,hermoso,pero prefiero la realidad,un abrazo Michael

Mark
invitado-Mark 11-06-2004 00:00:00

Este cuento es simplemente excelente, hace tiempo que nadie escribia un relato de una forma tan bella. Felicitaciones

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