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La fiesta de Blas

~No exagero si digo que aquellas fueron de las peores navidades de mi vida. A pesar de que mi tío Paco brindándome su comprensión, consiguió que me sintiera menos culpable por lo que me había ocurrido. La reacción de mi familia ante lo sucedido en la feria, impendía  que me quitara   de la cabeza la sensación de  que había hecho algo, si no execrable, cuanto menos inaceptable. Tenía la convicción de haber defraudado a todos mis allegados.  A veces era tan grande mi aflicción, que consideraba que  me merecía todo lo que me estaba pasando.

 

Si al encarcelamiento que supuso ser el internado, se le sumaba lo que me estaba desilusionando el género humano últimamente, mi frustración no podía ser mayor. Me estaba volviendo desconfiado y antes de buscar los valores buenos de las personas que me rodeaban, me paraba en analizar minuciosamente sus defectos y los llevaba a sus máximas consecuencias. Dando como resultado, que nadie resultaba ser lo  bastante bueno para considerarlo mi amigo.

 

Algo así fue lo que me pasó con Gonzalo, el único chico de mi clase que se había quedado en Navidad en el centro, únicamente me fijé en todo lo negativo que se dejaba ver en él y no me paré en ver que, tras su poco atractiva fachada, había un buen chico, quien cuanto más conocía, mejor me caía.

 

Contemplando uno de esos momentos de lo  que ahora denominamos como bullying, pero que por aquel entonces simplemente lo llamábamos acoso, me mostró una  parte de su interior, que mi suspicacia nunca me hubiera dejado ver: su solidaridad con los más débiles. 

 

El acosado era Luis el Bombilla, quien  sus únicos “delitos” eran  no ser un compendio de las perfecciones que la sociedad exigía  y no tener los suficientes huevos para defenderse de sus agresores.  Su cobardía era campo de abono para que individuos, como  el todopoderoso Blas y sus compinches, se mofaran de él con el único objetivo de sentirse mejor porque había alguien que aparentemente era peor que ellos. De los insultos era fácil que pasaran a la violencia física, pero como los responsables del centro consideraban aquello un efecto colateral de la convivencia entre los alumnos, miraban para otro lado pues  ni tenían una solución para aquel  peliagudo asunto, ni quería encontrarla.

 

Observar como cuatro matones de tres al cuarto abusaban de un ser desvalido, llevó nuestra impotencia al límite. Aun así, Gonzalo me aseguró que aquel injusto acto no era nada comparado con lo que había sucedido en las fiestas que Blas había organizado en su cuarto.

 

Aunque mi nuevo amigo era reticente a contarme lo que había ocurrido, mi insistencia particular había conseguido que accediera a narrarme lo que, para él, era bastante peor que los insultos y golpes que estaba recibiendo el pobre del Bombilla.

 

—Tienes que prometerme que no vas a contar nada a nadie, porque estos cafres me matan…

 

—No te preocupes. ¡Seré una tumba! —Dije levantando la mano como muestra de buena voluntad.

 

—¡Más te vale! —Gonzalo guardó silencio un momento  y, como si considerará que en medio del patio era un lugar poco apropiado para confesarme lo que había visto, me hizo un gesto para que lo siguiera —Pero mejor vayámonos a tu cuarto o al mío.

 

Nos fuimos a mi habitación, la cual se encontraba bastante más lejos de los pasillos que frecuentaban los alumnos y de la ruta de  Serafín, el guardia de seguridad, con lo que sería más difícil que sus palabras fueran escuchadas por oídos no deseados.

 

Me senté en mi camastro y Gonzalo se sentó en el de  mi compañero de cuarto, justo en frente de mí. Un silencio agobiante nació entre los dos, él dudaba si hablar o no, yo no quería forzarlo pues veía que lo estaba pasando ya bastante mal.

 

—Que conste que yo no tenía ni idea de que iba toda la movida— Aunque sus palabras sonaban a justificación, para mí simplemente tenían un aire intrigante —y aunque era la primera vez que lo veía, había oído  que entre los alumnos del último curso solían suceder esas cosas. 

 

»Como te dije fui allí de buen rollito. Divertirme como lo hace la gente que está fuera y cogerme una buena cogorza. Más el puto Blas tenía otros planes y en principio para mí.

 

—¿Por qué dices eso?

 

—El cabrón lo primero que hizo cuando entramos en su habitación fue preguntarme si sabía jugar al póker, cuando le dije que se me daba bastante bien dijo: “Mira el enano todo lo que sabe”. Si hay algo que me toca los huevos es que me ninguneen, aun a riesgo de que me echaran de la habitación, no me quedé callado: “Tengo meses menos que ustedes, ya he cumplido los dieciocho”.

 

»Los cuatro se me quedaron mirando fijamente, como si tuviera monos en la cara, más no me achanté ante ellos. Por lo cual Blas, para demostrar que era más chulo que yo, se burló de mí diciéndome: “¡Pues tío, si todavía estas en primero, creo que has tenido que repetir  hasta parvulitos!”

 

»El cachondeo que cogieron sus amigos conmigo fue de tres pares de cojones. Sin embargo, como parecía que le había caído en gracia al cabrón de Blas (quien  hasta me echó el brazo por encima como si fuéramos colegas de toa la vida), no hicieron mucha sangre y solo bromearon un poco conmigo por lo torpe y nefasto  que era en los estudios.

 

»Después de aquello, David Aguilar se quedó conmigo dándome palique, como si le interesaran mis cosas. En realidad lo que estaba haciendo es distraerme, mientras los otros cuchicheaban  con mucho secretismo, al otro lado de la habitación.

 

 »Unos minutos después Blas mando al Fede a buscar al Bombilla. Aquello me extrañó mucho, pues éramos cinco y para jugar una partida solo son necesario cuatro jugadores, pero no pregunté nada, porque estaba claro que fuera lo que fuera lo habían decidido a espaldas mía y no querían que me enterara.  Así que punto en boca y como dice mi viejo: “No te mates por saber que el tiempo te lo dirá…”

 

»Mientras esperábamos al nuevo invitado, Blas sacó la priva y nos sirvió a todos un lingotazo. A mí no es que me guste mucho el whisky, prefiero la ginebra,  ¡pero un día es un día!  Cuando llegó el Bombillas con Fede,   ya íbamos por la segunda copa. Aquello pareció que le sentó nada más que regular al “perrito faldero”  de Blas que refunfuñó diciendo: “¡Qué tíos más mierdas!, encima que hago de «corre ve y dile» no me esperáis.”

 

»Blas se quedó mirándolo de modo chulesco y le dijo: “¡Tranqui, tío! ¡Qué para lo otro vas a ser el primero!”, dándole a entender que todo iba saliendo  según lo estipulado. Aquello me debió hacer sospechar, pero me estaba empezando a poner a gustito con el whisky de los cojones. Es que hacía mucho tiempo que no bebía, ¡no te vayas a creer que no sé controlar!

 

» Pidieron al  Bombillas que se sentara  a la mesa  cuadrada que habían situado en el centro de la habitación, a su izquierda se colocó Blas, a su derecha Fede y frente a él Rafa Castro. Evidentemente, como solo podían jugar cuatro,  David Aguilera y yo nos quedamos fuera mirando como dos pasmarotes.

 

»Blas, como si le perdonara la vida, le preguntó que si sabía jugar al póker cuando el Bombillas le respondió que no muy bien, sonrió maliciosamente y al tiempo que comenzaba a barajar los naipes dijo: “¡Perfecto! Esta noche vas a aprender, ¡digo que si vas a aprender!”

 

»Luis puso cara de estar cagao de miedo, pero no dijo esta boca es mía. No sé si porque al chaval parece que le da igual lo que le pase o porque le asustaba más nuestra reacción, si se negaba a jugar la puñetera partida de póker.

 

»Más lo peor estaba por llegar, pues Blas a la vez que abría la ronda y,  dirigiéndose principalmente al recién llegado,  dejó caer algo que me hizo sospechar (en parte, ¡claro está!) la putada que tenían preparada para el recién llegado: “Como sois unos pringaos y nadie tiene un puto duro para apostar. Vamos a jugar al strip póker. El primero que se quede en bolas, tendrá que hacer lo que le pidan los demás”. Su actitud al hablar era la de alguien que no admitía discusión y  dejó cristalino que  su palabra era la ley en aquella habitación. Con un gesto intimidador miró fijamente a Luis y torciendo el mentón le preguntó: “¿Entendido?”

 

»El tío capullo del Bombillas calló como la puta que era. Yo de él me hubiera levantado de allí, porque por mucho que le hubieran hecho en aquel momento,  no habría sido peor de lo que fue al final. Pero quien sabe lo que pasa por el coco de ese tío, ¡es rarito de cojones!

 

»Antes de comenzar  a jugar,  Blas nos pidió que atrancáramos la puerta por si al gilipollas del guardia le daba por ir por allí. Nada más David y yo aseguramos la entrada de la habitación, sacó un paquete de tabaco de debajo del colchón y ofreció un cigarrillo a todos los allí presente.

 

»Yo hacía mucho tiempo que no fumaba y la primera calada del cigarrillo se me fue por otro lado lo que propició que Blas se burlara de mí: “¡Gonzalito va a ser verdad que fumar es de hombres!”

 

»Si hay algo que no soporte son los chupaculos y allí había unos cuantos. No había terminado aún de arremeter el gilipollas de Blas contra mí, cuando todos (incluido el Bombillas) empezaron a reírse como si fuera lo más gracioso del mundo.  Como con la segunda calada demostré que sabía fumar y que simplemente estaba desentrenado, los tíos capullos tuvieron que meterse la risa en el culo.

 

»Sin embargo, fue dar Luis el Bombillas la primera chupada de su cigarrillo y darle un ataque de tos que se le saltaron hasta las lágrimas. A pesar de que el chaval parecía que se iba a ahogar, los demás nos reímos como si disfrutáramos de lo mal que lo estaba pasando. Si no se hubiera burlado  de mí antes, a lo mejor le habría dado un golpe en la espalda o algo de eso… ¡Arrieritos somos!

 

»Una vez dejó de toser, Blas como si no hubiera pasado nada le ofreció un cubata, bastante bien cargado de whisky,  diciendo en plan cachondeo: “¡Toma machote! A falta de Vick Vaporub, lo mejor para el pechito es un buen lingotazo”

 

»Yo me partí el culo con la carita que puso el Bombillas, le metió un buche al vaso y  por poco se atraganta. Para mí que no había probado el alcohol  en su puñetera vida.

 

»Pensaras que soy un cabrón por reírme de él —como estaba ansioso por conocer la historia, simplemente negué con la cabeza para no interrumpirlo —pero es que el muy hijo de puta se porta con los demás, con la misma mala hostia que lo hacen con él. Tenías que haber visto como disfrutaba el mamonazo cuando me atoré con mi primera calada. En fin…

 

»Una vez dejaron de reírse, Blas repartió las cartas y con ese gesto suyo de estar por encima del bien y del mal dijo: “El ganador de cada  ronda es el único que no pierde prenda. Los demás se tendrán que quitar el jersey, después la camisa, el pantalón en tercer lugar, los zapatos y los calcetines son una misma prenda para los que lleve camiseta interior  y el primero que se quede en bolas, tendrá que jugar a “verdad o te atreves.”

 

»La primera ronda la ganó  súper Blas, los otros jugadores, tal como lo había establecido él, se quitaron el jersey. Unas cuantas manos,  cigarros y cubatas más tarde, Blas solo se había desprendido del jersey y la camisa,  Fede y Rafa Castro tenía puesto la camiseta y los slips  y el Bombillas estaba en calzoncillos. Si perdía aquella mano, no tendría más remedio que hacer lo que los otros le dijeran en el “verdad o te atreves” ¡Qué que te juro por lo que más quieras!, que no tenía ni zorra idea hasta dónde carajo iban  a llegar con él. 

 

»No sé si porque  Blas había puesto la calefacción a toa pastilla, la  priva que nos habíamos metido entre pecho y espalda, el humo que hacia el ambiente irrespirable, o la tensión por ver quien ganaba la partida, la verdad es que todos estábamos con los nervios a flor de piel y el que más, pues se veía venir el marronazo, el Bombillas, quien toa  la mala hostia que tenía porque iba perdiendo la  pagaba conmigo.

 

»Todos los cojones que no echaba con sus compañeros de curso, me los echaba a mí el puto cabrón, me pedía la bebida de malas maneras y llamándome gilipollas, con la única intención de demostrar su superioridad ante mí. Aunque me compadezco de él y no me alegro por lo que pasó, te  puedo decir que no es buena persona y algunas cosas de las que le ocurren se las merece.

 

»Lo que sí me di cuenta de ello enseguida, es  que el Bombillas de tonto no tiene un pelo, le fue cogiendo el tranquillo al juego rápidamente  y ,a pesar de que no había ganado ninguna ronda, de ser el que tenía  siempre las cartas más  bajas en un principio, pasó a ser el tercero o el segundo.

 

»El primero en retirarse fue Fede, que a indicación de Blas se quitó la camiseta con cierto cachondeito, pues simuló  hacer el baile de un stripper, a la vez que tarareaba la musiquilla esa de la Pantera Rosa.  Me llamó la atención la cantidad de músculos que tenía. Porque vestido parece que está gordo y que va… ¡Está taco de fuerte el tío!

 

Imaginarme a Fede simplemente en slips y con la descripción que me estaba dando Gonzalo, hizo que mi mente se deslizara levemente por el tobogán del deseo e, inconscientemente, me excité un poco. Temeroso de que mi acompañante se diera cuenta de ello, intenté apartar,  sin éxito,  los libidinosos pensamientos de mi mente.

 

—Después fue Rafa quien se retiró, se quitó la camiseta de muy malas ganas. Parecía que las cosas no estaban saliendo como ellos pensaban, cuando Blas apostó no sospeché, ni por asomo, que estuviera tirándose un farol. Como el Bombillas ponía  siempre la misma cara de póker, tuviera buenas o malas cartas. La verdad  es que  era muy difícil saber quién coño iba a ganar.

 

»En el momento que Blas levantó sus cartas y dijo: “Escalera de color” pensé que el juego había finalizado y que una vez el Bombillas se quedara en bolas, sabría lo que planeaban Blas y sus compinches hacer con él. No obstante, la buena suerte parecía estar del lado del cabeza polla y su jugada la superó: una escalera real.

 

»Con to lo chulito que es el tío, cuando vio que el gilipollas del Bombilla se la había metio dobla, se empezó a cagarse  en la hostia y en los muertos a voz en grito. Se quitó los pantalones con una cara de mala leche tal,  que yo no quería  ni que se notara que estaba respirando, porque sabía que con lo más mínima excusa, me la iba terminar liando a mí.

 

» En la siguiente mano, el dador fue  Rafa, quien miraba a Blas receloso  mientras repartían las cartas. Si perdían él o Fede, la trampa que tan minuciosamente le habían preparado al Bombillas, se iría al carajo.

 

»Una vez cada jugador tuvo su carta boca abajo, comenzó a repartir las cartas al descubierto. Al Bombillas la primera que le tocó fue el As de corazones. Las que le tocaron a los demás eran bastante más bajas, por lo que no te exagero si te digo,  que  a los amigos de Blas se les estaban poniendo los cojones de corbata.

 

»Por el modo en que todos se pusieron a mirar sus naipes, me dio la sensación de que nadie había ligado nada y si el primero en retirarse no era quien ellos habían previsto, todos sus planes para el fin de fiesta  se irían a la mierda.

 

»Vi a Blas hacer disimuladamente un gesto con las cejas a David Aguilar, quien a pesar de lo breve y sutil lo entendió a la perfección. Sigilosamente se retiró de la mesa y buscó algo en la mesita de noche de su amigo, dado que no quise ser descarado lo miré por el rabillo del ojo y, aunque no lo pude observar con claridad, me pareció que se echaba en la mano el contenido de un par de capsulas de las pastillas esas que toman las mujeres para los nervios…

 

—Valium —Aclaré yo escuetamente,  con la única intención de que Gonzalo, sin más dilación,  prosiguiera con su historia.

 

—¡Esas mismas! —me respondió sonriendo y haciendo un afable gesto con la mano —No sé cómo se las apañó Aguilar pero consiguió echarle todos los polvitos del Valium ese en la bebida y como el soplapollas del Bombilla ni se percató del sabor,  ni na de na, el plan le salió de abutem. Creo que hasta tenían previsto que el Bombillas no pudiera perder. Un plan B que se llama… ¡Qué cabrones!

 

Gonzalo me miró y al comprobar  que estaba expectante ante sus palabras, prosiguió relatándome lo ocurrido.

 

—Las jodidas pastillas le hicieron rápido efecto al Bombillas, quien a pesar de tener mejores cartas en un principio, incapaz de pensar con claridad se tuvo que retirar el primero.

 

»Si hubieras visto la cara de satisfacción que se le puso a Blas y sus amiguitos cuando el chaval abandonó la mano, no  se tomaron ni el trabajo de mostrar lo que habían ligado. ¿Para qué? Si ya habían conseguido lo que quería. El primero en levantarse de la mesa fue Fede quien en tono autoritario le dijo: “¡Fuera esos calzoncillos!”

 

»No sé si porque presentía la que se venía encima o porque realmente le daba vergüenza quedarse en bolas delante de todos, se resistió un poquito. Antes de que el cabeza-culo pudiera reaccionar, Blas volvió a hacer una señal con las cejas a David y ambos se fueron para él y le bajaron los gayumbos de golpe.

 

»La cara que puso el tío cuando se quedó con la polla al aire era para partirse el culo. El pobre intentaba taparse con las manos, pero Blas le dijo: “Ese no es el trato, o bien dejas las manitas quietas o no voy a tener más remedio que amarrártelas”.

 

»El Bombillas temiendo que ni estuviera de bromas, ni fueran simples amenazas, levantó las manos y al quedar su churra a la vista de todos, empezamos a burlarnos por lo chiquitilla que la tenía. 

 

»Tras las risas llegaron los insultos, lo más suave que le dijimos fue nenaza, pese a que cualquier otro  se hubiera echado a llorar, él no lo hizo y aguanto con aplomo todo lo que se le vino encima. No sé, pero el tío este va por la vida como si las cosas no fueran con él, como si le resbalaran… ¡Y eso que lo putean mogollón!

 

»Blas se colocó frente al Bombillas y, sin darle tiempo a reaccionar ante la vergüenza que suponía estar desnudo, le preguntó: “¿Qué prefieres verdad o te atreves?”. Aunque solo llevaba puesta la camiseta, los gayumbos, los zapatos y los calcetines, daba la impresión que tuviera un traje militar y que Luis fuera su prisionero. No había que ser un Einstein para darse cuenta de que aquel juego había perdido la poco inocencia que yo pudiera haber visto en él y se había transformado en algo simplemente cruel.

 

»Busqué con la mirada a los tres amigotes de Blas, los ojos se le iban a salir de las cuencas y sonreían con cierta malicia,  no sé si por el alcohol o porque lo que iba a pasar allí estaba más que orquestado, no había sorpresa en su expresión, simplemente se limitaban a verlas venir. Como cuando ves una película dos veces y sabes lo que va a pasar de antemano. 

 

» “Ver..dad..” —Dijo el Bombillas. De nuevo David respondiendo a una leve señal que le hizo Blas, procedió a actuar  como si supiera anticipadamente lo que tenía que hacer. Sin consultar a los que estábamos allí, se fue hacia el Bombillas diciendo: “Preguntaré yo primero”. Se colocó frente a él de forma desafiante e,  intimidándolo con su mirada,  le preguntó: “¿Es verdad en que tu madre se prostituía para que tu padre se pudiera chutar?

 

» Luis respondió “Verdad” como si aquello se la trajera floja. Su  cara  no mostró cambio alguno, puede que estuviera medio borracho o drogado,  por todo  que le habían obligado a meterse por el cuerpo.  Pero para mí, que le pasa como a los mulos viejos: está tan acostumbrado a  los palos, que le da lo mismo ocho que ochenta. Creo que su única preocupación era que aquello acabará cuanto antes mejor.

 

»El siguiente en pedir su turno de verdad o te atreves fue Fede, el Bombillas estaba completamente pallá por culpa de las putas pastillitas,  pero todavía era  muy consciente de donde  estaba y de lo que hacía, pues tras quedarse unos segundos pensativos, dijo “Me atrevo”. Yo en su lugar,  después del marronazo que se había comido con  lo de su vieja y tal, hubiera dicho lo mismo. Aunque no sé qué hubiera sido mejor…

 

»Lo que sucedió a continuación me dejó completamente descolocado, Fede se metió mano al paquete y apretando este fuertemente entre sus dedos dijo: “¡Poh cómeme la  polla!”.

 

»Si el hecho de ver a uno de los cursos mayores ponerse a tono el rabo para que un compañero se la chupara me pareció sorprendente, más lo fue que Luis se agachará ante él y sin poner ninguna pega, como si  todo estuviera escrito en una especie de guion,  se metiera el nabo en la boca. No sé si era la primera vez que lo hacía, pero no puso cara de que le repugnara ni nada por el estilo.  

 

»Al principio me dio  un poco de asco… Un tío chupándosela a otro me pareció una mariconada de las gordas, pero a ninguno de los que estaba allí parecía importarle. Es más, tuve la  sensación que todos disfrutaban con  lo que estaban viendo.  Supuse que sería como una especie de novatada  o algo por el estilo. Así que cerré el pico y esperé a verlas venir.

 

Escuchar como Gonzalo me decía que un compañero del internado se la estaba mamando a otro, confirmó mis maliciosas sospechas: no solo el guardia y el pinche se entregaban al sexo prohibido… Tantos hombres juntos y en un hábitat tan cerrado, propiciaba que aquellos encuentros fueran más frecuentes que en el mundo “real”.

 

Paradójicamente, mis padres me habían sacado del pueblo para que no me convirtiera en un mariconazo de tomo y lomo, más sin querer, me habían metido en un lugar donde no solo no  se iban a corregir mis naturales instintos, sino que puede que estos se volvieran más pervertidos.

 

Gonzalo al ver que mi reacción  no era negativa, pasó de estar avergonzado por lo sucedido a empapar sus palabras de una pasión  inadecuada para un heterosexual. No solo sus argumentos de “hacer lo que hacen todos” me parecían endeble, es que creo que una boca es una boca, aquí y en Pernambuco. Si te gustan que te la mamen, lo mismo da quien lo haga. El rechazo, a mi parecer,  solo está en el subconsciente. 

 

—Yo nunca había visto en directo una mamada (la novia que tuve solo me dejaba cogerle las tetas y una vez me hizo una paja), así que ver como el Bombillas se tragaba  la cabeza de la tranca de Fede me tenía anonadado.

 

»Como solo le chupaba el capullo, Blas se fue para ellos y empujó la cabeza de Luis hasta que consiguió  que se la metiera hasta la campanilla. Creí que se ahogaba pues empezó a pegar arcadas sin parar, más como no podía zafarse, un montón de babas marrones salieron de su boca, resbalando por el rabo de Fede hasta sus cojones.

 

»Pensé que si continuaban obligándolo de aquel modo, iba a   soltar la pota de un momento a otro. Sin embargo, aquel cabrón sabía  lo que se hacía y cuando vio  que estaban al límite, lo soltó para que pudiera respirar. Cuando retiró la cabeza, pude ver la polla de Fede, estaba palote a más no poder y  la tenía llena de aquella especie de papilla marrón, que había vomitado el Bombillas. ¡Era mogollón de asqueroso!

 

»Blas parece que pensó lo mismo que yo, en un tono chulesco y recalcando todo lo que decía, dando  a entender a todos que el Bombillas era un poquito cortito dijo: “Putita, ¿has visto cómo has puesto el cipote y los cojones de mi amigo? Eso no se puede quedar así, creo que no vas a tener más remedio que limpiarlo con la lengüita”.

 

» A pesar de lo repugnante que era aquello, Luis lo hizo sin rechistar, repaso la tranca y los huevos, de arriba abajo, tragándose todo lo que había salido de su boca. Lo observé por si ponía cara de asco, ¡pero qué va!, completa indiferencia,  como si quien se estuviera tragando sus vómitos fuera otra persona y no él.

 

»Busqué  de reojo los  rostros de David Aguilar y de Rafa Castro, las humillaciones a la que estaban sometiendo al pobre Bombillas parecía que le ponían un montón, pues no paraban de reírse y de tocarse el paquete. Yo, no sé si por el alcohol o porque me dejé llevar por la situación, también me estaba empezado a excitar (Aunque poquito, porque estaba más cortado que el pie de Kunta Kinte).

 

»Sin decir lo de “Verdad o te atreves”, Blas se sacó la polla y obligó a Luis a que se la chupara. “¡Chupa putita, chupa!” le decía mientras apretaba su cabeza contra su pelvis. Por los ruidos que hacía con la boca, sospecho que se la metió de golpe hasta la garganta. Los ojos del Bombilla lagrimeaban sin parar y parecían que fueran a salirse de sus orbitas.

 

»Sus otros dos compinches, como si se tratara de  una especie de código secreto, se colocaron junto a ellos, se sacaron el rabo y lo acercaron al rostro del Bombillas. Blas, reculó para sacarle el cipote de la boca y con un gesto le ordenó que chupará la del que tenía más cerca: David Aguilar. ¡Qué vaya pollón que se gastaba el cabrón!

 

»No sé cómo le cupo entera en la boca, media por lo menos veinte centímetros y era tan ancha como un vaso de tubo. Observé los ojos de Luis, estaban enrojecidos de tanto llorar y no paraba de toser porque se atoraba. Aun así, me pareció que lo de “lavar cabezas” no le disgustaba mucho, pues no dejaba de chupa que te chupa,  ¡y de qué manera! El tío se la  metió en la boca y pimpam, pimpam, un buen rato.

 

Imaginar la polla de Aguilar hizo que tuviera una erección en toda regla, para evitar que Gonzalo se percatara de ello crucé las piernas sutilmente. Por nada del mundo quería que mi nuevo amigo descubriera de mis “particulares” gustos.

 

—Del mismo modo que lo lanzó para que se la mamará a David, Blas tiró de la cabeza del Bombillas y se la puso sobre la polla de Rafa Castro.  Con la misma voluntad que una marioneta, comenzó a lamerle el capullo, para a continuación tragársela entera. Esta vez, no sé si porque ya iba aprendiendo o se había acostumbrado, ni tosió, ni lloró. Puede que también fuera porque la polla de Castro era bastante más pequeña que la de Aguilar…

 

»Al verme apartado del grupo, Blas me hizo una señal para que me acercara. “¡Sácatela, para que te la chupe también!”! —me dijo mientras se reía como si alguien le hubiera contado un chiste. Pese a que me daba vergüenza, enseñar la polla allí delante de todos, sabía que si no lo hacía el cabrón del Blas lo iba a tomar como un desafío y puesto que temía más a su represalia, que a la posible vergüenza de que se rieran por no estar empalmado, abrí la portañuela y acerqué el rabo a la cara del Bombillas.

 

»”¿Qué te pasa tío? “—me preguntó Fede al ver que mi cipote estaba morcillón simplemente. “Nada, que no estoy acostumbrado a beber” —respondí intentando justificarme, aunque en realidad lo que me pasaba es  que estaba más nervioso que Pinocho en la máquina de la verdad.

 

»Fue sentir aquella caliente boca alrededor de mi churra y toda la puñetera intranquilidad se fue de golpe. Me entró un gustirrinín por el cuerpo que no había sentido jamás. De buenas a primeras sentí como la verga se me ponía dura como una roca, tuve que poner cara de que me iba a correr porque Blas se dio cuenta y tiró fuertemente de la cabeza del Bombillas diciendo: “¡Putita, para un poquito! ¿O acaso quieres que te llene de lefa la boca? ”

 

»  Blas le echó el brazo por los hombros a Fede, él a quien tenía a su izquierda y así sucesivamente, hasta formar un circulo alrededor de nuestro mamador oficial. La imagen que ofrecía el pobre Bombillas agachado en medio de los cinco era bastante singular. Se asemejaba a  una criaturita pequeña a la que fueran a hacer presa unos cazadores y las cinco pollas alrededor de su cara, las armas para abatirla.

 

»Sin que nadie le dijera nada comenzó a mamar cada una de las pollas, chupaba primero el glande como si fuera una piruleta, para después succionarlo fuertemente y  pimpam, pimpam, hasta que terminaba engulléndola  hasta los cojones, para después pasar a la siguiente.

 

»Cuando llegó mi turno, no sé si por lo mareado que estaba, al tragársela entera sentí como me corría y el Bombillas al no darle tiempo a apartar la boca, sintió como la leche le llenaba la boca. Hizo ademán de escupirlo, pero rápidamente Blas lo detuvo diciéndole con cara de mala leche: “¡No lo vayas a escupir putita y me manches el suelo. ¡Eso te lo tragas! Además dicen que tiene proteínas…”

 

»Con la misma frialdad en indiferencia que lo había soportado todo, Luis se tragó mi semen sin rechistar. Aquello les resultó gracioso a  los demás y, deshaciendo el círculo alrededor del muchacho,  comenzaron a pajearse con el único afán de echarle el esperma en la boca.

 

»El siguiente en correrse fue Fede, quien siguiendo las indicaciones del organizador de la fiesta, le  echó toda la leche sobre la lengua. “¡Y ahora trágatela, perra!” le gritaba Blas, sin dejar de masajearse la polla, como si  observar el repugnante acto le diera más placer que su mano.

 

»Rafa Castro, sin esperar a que se tragará la leche de su amigo, apretó la cabeza  contra su pelvis y le obligó a tragarse su cipote por  completo. Por los mohines que hacía y por los bufidos que emitía,  creo que tardó bastante en correrse y que todo su semen fue a parar directamente a la garganta de Luis.

 

»Contemplar como su amigo se corría dentro de la boca del Bombillas, fue más de lo que la calenturienta mente de Blas pudo soportar y, de repente, acercó la polla a el rostro del chaval y se corrió sobre él.

 

»David Aguilar imitando a su “jefe”, colocó su polla delante de la cara de Luis y se terminó de masturbar delante de esta. Ver como la cabeza brotaba como la de una tortuga entre el dorso de su mano no dejaba de fascinarme. Ver cómo su capullo escupía un trallazo de leche tras otro me dejó sin palabras.  Nunca antes, había visto a nadie eyacular  de manera tan abundante. Era como una corrida de película porno. Al terminar, el rostro del Bombillas estaba casi completamente cubierto de blanco, era como una especie de mascarilla de esa que se ponen las mujeres para dormir.

 

»El pobre muchacho se llevó las manos a los ojos, intentando evitar que el pegajoso líquido le entrara dentro. La verdad es que poco podía hacer,  pues  le empapó toda la cara y se metío por todas la comisuras de su rostro.

 

»Blas se quedó mirándolo con cara de mala leche, en un momento creí que le iba a pegar una patada o algo por el estilo.  Sin embargo simplemente le grito que fuera a ducharse, que no quería que le llenara el suelo de lefa, ni que Fermín, el guardia de seguridad,  lo viera así.

»El Bombillas volvió a obedecer sin rechistar y, dando leves tumbos al andar,  fue al pequeño cuarto de baño que había en uno de los laterales de la habitación. Yo, por todo lo que habíamos bebido, me estaba meando como una burra,  así que sin pensármelo mucho  me fui tras de él.

 

»Mientras descargaba la vejiga, observé a Luis, no estaba llorando ni siquiera tenía cara de pena, no sé si porque era muy fuerte o porque había sufrido ya tanto que nada parecía dolerle. Me dio la impresión que se limpiaba el pelo y la cara, como si en vez de asqueroso esperma, se hubiera manchado de vino o chocolate, sin darle importancia alguna. 

 

»No había terminado yo de orinar, cuando entró Blas. Al ver que el váter estaba ocupado, se quedó mirando vacilante a Luis y dijo: “No importa que esté ocupado, ¡mearé en la ducha!”. Sacó la churra y dirigiéndose al Bombillas le dijo: “¿Quieres una ducha calentita?”

 

»Ver como el chaval se agachaba y dejaba que Blas lo regara con su orín, fue lo más vomitivo que había visto nunca. Pero la cosa no terminó ahí, pues sus amigos al ver lo que sucedía, hicieron lo mismo, como si se tratara de una especie de prueba de hombría o algo por el estilo.

 

» Aunque no tenía huevos para largarme de la habitación, por las posibles represalias de Blas, nada más que terminé de orinar salí del pequeño cuarto de baño e intenté no imaginar hasta donde había llegado la lista de humillaciones a las que habían sometido después al muchacho.

 

Continuará en: “Porkys”

 

Acabas de leer:

Sexo en Galicia

 Episodio XXIV: La fiesta de Blas.

 (Relato que es continuación de “El rumor de las piedras”).

Si estás por aquí, es que te has leído el relato al completo. Me gustaría saber tu opinión, ya sabes envía un comentario y si lo haces desde tu móvil, mi e-mail está visible. Es la única forma de saber si lo que escribo te llega o no.

Si es la primera vez que entras en un relato mío y te has quedado con ganas de leer más cosas de Pepe, hace poco publiqué una guía cronológica de sus historias titulada: “Mis problemas con JJ”.

Si te quedaras con ganas de seguir leyendo historias mías (puede ser, peores cosas se han visto), hace poco publiqué una guía de lectura que te puede servir de ayuda para situarte  a la hora de leer las distintas series.

Sin más dilación. Doy las gracias y respondo a los comentaristas de “¿Por qué lo llaman sexo cuando quiere decir amor?”:a viciovic: Gracias a ti por tomarte tu tiempo en comentar. Responder es lo mínimo. En cuanto a tu propuesta, me ha servido de mucho. Como no soy amigo de adelantar muchas cosas, te diré que en Abril (más o menos) publicaré un texto explicativo previo al regreso de Iván y ahí lo podrás comprobar; a ozzo2000: Ya tengo hecho todos los borradores del arco argumental del mecánico. Como he dicho arriba espero empezar a publicarlo en Abril. Aunque, de momento, me quiero centrar en terminar el arco argumental de Ramón; a Rosloff: Contigo cuando dices cosas como “no es congruente ya que no le "batallo" ni "sufrio" mucho para meterse con otros hombres tan rápido” tengo la sensación de que no has leído toda la historia o de que no soy bueno contándola. Llevo catorce episodios intentando explicar los cambios en Ramón, no es algo que haya sucedido de la noche a la mañana. Para él es más fácil asimilar que le gusta el sexo con los hombres, que reconocer que se ha enamorado perdidamente de su amigo. De ahí el título del arco argumental: “Me llamo Ramón y follo un montón”. De todas maneras, estás en tu legítimo derecho de decir lo que no te gusta de la historia. Ese es el sentido de los comentarios y se agradece que te tomes tu tiempo en escribir; a Vieri32: Ervivo no es tan malo, es la típica persona producto de una sociedad egoísta donde ve grandes problemas en las pequeñas cosas y no se ve a él mismo como un engranaje de un todo (¡Toma pensamiento filosófico!) Me alegro de que te haya llegado el relato, yo no lo hubiera definido mejor. No sé si estarás leyendo este, pero te puedo decir que ha sido lo más difícil que he escrito en mucho tiempo. He intentado buscar un punto entre la crueldad y el sexo, que o me quedaba bien o la cagaba por completo (Ignoro qué ha sido lo que he conseguido). Dime algo al respecto; a Pepitoyfrancisquito: No sé si en otros lugares del mundo, habrá personas con la mentalidad de Ervivo, pero en nuestra tierra hay unos cuantos. Me he reido mucho con la explicación de Mariano y lo de superhéroe, creo que a pesar de lo complejo del personaje, vosotros le tenéis pillado el tranquillo muy bien y  a mmj: Como ya he dicho en una que otra ocasión, la idea al hacer una revisión era dejar en TR, una historia que se pueda leer durante mucho tiempo. Me alegro muchísimo de que te estén gustando, pues tú eres de los pocos que está aquí desde el principio. Dime que te ha parecido el relato de hoy, era un registro que no había tocado (los abusos) y me apetecía dar mi visión particular de ellos.

Dentro de quince días (más o menos) quiero colgar un nuevo relato de la serie “Los descubrimientos de Pepito” titulado: “Mi mamá no me mima”.  Os espero entonces.

Un beso y pasadlo bien.

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