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Categoría: Confesiones

Hombre del coche

No soy de curvas exageradas pero siempre he atraído mucho a los hombres. La verdad es que creo que soy absolutamente guapísima. Siempre he hecho cosas raras y sobre todo en mi juventud. Estando todavía en el instituto lo extraño es que todavía no tenía novio y sentía una especial predilección por hombres mayores. Pensaba que me iban a enseñar algo.



Sucedió que había un fisgón que iba en su coche y que le gustaba pasar delante mío y de mis compañeras. A veces paraba y nos miraba con gafas de sol. Otras veces llegaba andando, se sentaba en un banco y se dedicaba a mirarnos. Era un salido. Uno hombre de unos 43 años que vestía con unos pantalones de pana. Le gustaba presentarse con erecciones para que lo viésemos. Se figuraría que quizá alguna de nosotras se sintiese atraída por él e intentaría tener una primera o segunda experiencia.



Una vez nos dimos cuenta de que llevaba en los pantalones la típica mancha de orina que tienen los hombres porque no se la han sacudido bien después de mear. Todas nos reímos una barbaridad. Si embargo aquello me estímulo. Parecía vulnerable. Fantaseaba por las noches en que podía comérmelo.



Una tarde salí antes de clase diciendo que me dolía la cabeza y efectivamente me encontré con aquel hombre detenido en su coche. Me acerqué a él. Bueno tampoco se puso a temblar. Tomó enseguida la iniciativa aunque ahora no recuerdo exactamente de que hablamos. El caso es que subí al coche y los que estáis leyendo y sobre todo las chicas pensaréis que era una auténtica locura pero es que como ya os he contado yo era así.



Recuerdo que me dijo que mi colonia olía a Nenuco y después se puso a hablarme de política aunque no entendía nada. Me llevo a su casa. Estaba bastante desarreglada y la cama sin hacer. No voy a decir que olía a tigre pero vamos. Ni siquiera había abierto la ventana y subido la persiana. Y lo peor es que no hizo nada por arreglarlo.



De pronto se bajó los pantalones y los calzoncillos. ¡Tenía un pene como de más de 20 centímetros!. Reconozco que me asusté un poco pero siendo un hombre maduro conocía algo a las mujeres y lo que hizo fue de pronto tumbarse sobre la cama y se puso a leer el periódico. Allí estaba con una erección y una camiseta puesta. Esa actitud suya me atrajo un montón. Estaba deseando chupársela.



- Ven cariño- me dijo.



- ¿Te gusto?- le pregunté.



- Eso lo tengo que saber después.



Con ese comentario me comió definitivamente el tarro.



Fui toda decidida a por él. Se la chupé. Me dio una pequeña arcada. Respiré profundo.



Él se irguió y me lamió los senos, que se me pusieron duros. Con sus pulgares me sobó los pezones. Me decidí a volvérsela a chupar. El tipo no era muy aseado pero era muy ingenua y me gustaba. Me apartó la cabeza y me lamió los pezones. Así tuve un orgasmo lo recuerdo muy bien. Tras sentir esto le besé en su cara y luego le lamí el pene. Y a continuación le besé en sus pezones cosa que no le gustó porque me aparto la cara. Para satisfacerle me puse debajo de sus piernas y comencé a chuparle por instinto la zona que hay entre los testículos y el ano. Eso les gusta mucho a los hombres. Y a él le encantó. Luego subí y pasé mi lengua por su pene hasta llegar al prepucio. Me acaloraba. Me tumbó en la cama y me lamió el clítoris. Tuve un segundo orgasmo.



Me lamió toda la vagina por dentro y luego me masturbo el clítoris con su pene pasándomelo por encima. Me volvió loca.



De nuevo me metí su cosa en la boca. Ya no me importaban sus flujos guarros. Me encantaba lamerle el prepucio. Y luego yo solita me metí su prepucio en mi vagina, por probar.



Me la volví a meter en la boca y volví a inclinarme para chupar. Ahora sí que me encantaba. Entonces recuerdo que se propasó y mostró su verdadera cara. Pretendió metérmela hasta el fondo de mi garganta. Se tumbó sobre mi penetrándome la boca como si me estuviera haciendo el coito. Lógicamente vomité. Pero como soy muy tonta o muy loca o las dos cosas me puse a chuparle los testículos mientras él se masturbaba. El depravado hizo una cosa muy rara y comenzó a frotar su cara con uno de mis pies y se ponía a olerlos. Prefería chupársela que es lo que hice. Y luego le volví a lamer y besar entre los testículos y el ano. Me cogió del brazo, me puse de pie y me penetro por detrás pero no por el ano sino por la vagina. El asqueroso eyaculó muy pronto. Pero no perdió la erección.



- No te vayas bonita, no te vayas.



Y no me fui porque vi que no se le bajaba. Era mi oportunidad de estar con un hombre. Aunque reconozco que esta historia que estoy contando es muy escabrosa.



Me tiré otra vez a por su pene. El hombre me lamió el ano lo recuerdo muy bien. Le toquetee los pezones y en esta ocasión se dejó hacer. Volví a meterme su falo en la boca. Y después me cogió de la cabeza y me obligo a lamerle su ano. Lo hice. A cambio él me metió la lengua por dentro de la oreja provocándome un escalofrío. Me cogió del pelo y me agachó obligándome a lamérsela. Y volvió a penetrarme el ano con su lengua. Y se puso a chuparme los dedos de los pies. Me volvió a excitar el jodido y le clavé uno de mis erectos pezones en su prepucio. Y le chupé los dedos de sus pies. Afortunadamente no estaban demasiado sucios pero ya no me importaba. Creía pasarlo bien. No aguanté más y me senté sobre él introduciéndome su pene haciendo el coito.



Al levantarme se la volví a chupar. Le cogí de una mano y me la puse en uno de mis pechos. Aquello me provocó otro orgasmo. Él me pasó su pene por la cara dejándomela húmeda y sucia. A cambio le obligue a que me chupara los pechos. A cambio le metí el dedo de mi pie en una de sus orejas, je,je,je...Teníamos tiempo y accedí a ponerme un enema. Me untó de aceite y me penetró por el ano. Me han hecho más daño en otras ocasiones. Afortunadamente me acarició el clítoris con uno de sus dedos compartiendo el placer sexual conmigo. Para devolverle el favor se la volví a chupar y eyaculó. Escupí lo que me cayo dentro y tuve muchas nauseas.



Tenía la oportunidad de hacerle una cubana y se la hice. Me metí su pene entre mis pechos. Le lamí también su oreja por dentro. Se me ocurrió cogerle uno de sus pies y metérmelo entre los senos. Después le lamí su culo. Es como si me estuviese poniéndome a prueba a mi misma. Quería ser una mujer fuerte. Le cogí una mano y le obligué a que me sobase los pezones. ¡Eso si que me encantaba! Le clavé mi pezón en su ano. El hombre era un machista y al hacer esto me volvió a tomar por la boca. Volví a tener muchas nauseas. Para consolarme hicimos otra cosa rara , abrí las piernas y clavé mi vagina entre sus testículos y el ano, en esa zona, como si estuviéramos teniendo una relación lésbica. Tuve un orgasmazo.



Para recompensarle volví a meterme su gran pene en la boca. Le cogí dos dedos de su mano y me los llevé al clítoris. Me masturbé. Volví a lamérsela hasta que eyaculó. Me encontré muy satisfecha. Por fin le había vencido.



Quería conocer más a ese hombre pero me dijo que me marchara.



La verdad es que esta historia es muy cruda, ¿verdad?.


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