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Categoría: En el Trabajo

Follada campestre con una tetoncita caliente

Pero qué maravilloso es el campo para mí. Aire fresco, puro y absolutamente limpio de contaminación ambiental, árboles y sembrios verdes extensos, árboles y un aroma típico de no estar en medio de la asfixiante ciudad. Definitivamente el campo fue siempre mi elemento, pues me aburría el smog y traté siempre de huir de los ruidos de vehículos, propios de las áreas urbanas.

Mi nombre es Hansen. Soy sueco y tengo 26 años. Soy ingeniero civil de profesión y llevo ya tres años laborando en la colonia neutral civil Hymn Point de la zona campestre de El Carmen. Me dicen pelado porque decidí raparme la cabeza para que me entrara más fácilmente el casco y como supondrán obviamente así no parezco un sex simbol. Sin embargo, lo que ninguna chica sabía era que yo me manejo fácil una trola de 17 centímetros que es la más grande entre todas las de mis compañeros.

Trabajar en el campo era lo que siempre había esperado y en enero de 2007 me ofrecieron ir a El Carmen porque querían que construyera allí casas nuevas y chalets campestres para los colonos de mi país que residían en la zona. Me agradaba mi trabajo. Se respiraba paz allí durante todo el año. Pero, como en la mayoría de situaciones siempre hay algo desagradable, esta no era la excepción.

Todos en mi grupo, incluidos los capataces y albañiles a mi cargo, que sumábamos treinta personas en total, éramos varones. Puro macho con testosterona, músculos, rollos de más, en fin, pero puro sexo masculino. ¡A la larga eso resultaba más que aburrido!

¡Rayos! -Nos preguntábamos nosotros- ¿Cuándo llegará aquí alguna muñeca sexy de cuerpazo envidiable que alegre nuestra existencia? Pasaron meses y nunca ocurría nada, mas no perdíamos la fe. Nosotros sabíamos que los tiempos en los que la mujer no realizaba esas rudas labores habían terminado y que algún día una mujer se animaría a integrar nuestro equipo de trabajo.

¡Y sucedio! ¡Vaya! ¡Cómo recuerdo ese día! como a las cuatro de la tarde mis obreros y yo ya nos íbamos a retirar para tomar una siesta y descansar del trabajo del día y de la dura faena de hacer viviendas, cuando de pronto un sonido me despertó súbitamente.

¡Toc! ¡Toc! sonó la plancha metálica de eternit que nos servía de puerta provisional del cerco de nuestro campamento laboral hecho solamente de piedra. El ruido no fue muy sonoro, diría más bien que fue delicado, pero me despertó. Abrí entonces la puerta y antes de que pudiera preguntar el clásico: Hola. ¿Qué se te ofrece? Una figura increíble estaba delante de mí. Era la mujer más hermosa de mi vida.

Allison era una chica alta, blanca y esbelta pero muy jugosa. De medidas perfectas y muy generosas, sus 98-61-100 la volvían demasiado apetitosa para resistirse. ¡Uf! ¡Qué mamacita! Tenía piernas hermosas, nalguitas grandes y comestibles y la adornaba aún más su cabello largo y negro peinado con un sensual cerquillo. Pero lo mejor era que debajo de su blusoncito ombliguero tenía unas maravillosas y grandes tetotas, tan grandes y sabrosas como melones dulces, que me pusieron loco de solo verlas y como no llevaba sostén puesto, pude apreciar que sus pezones eran pequeños y puntudos.

¡Oh! ¡Pero qué monumento de mujerón! ¿Quién la puso allí? me preguntaba yo. Tuvo que ser el destino que al verme tan necesitado de placer me puso a una muñeca así en mi camino. Ella me preguntó si yo era el ingeniero Hansen, a lo que respondí que si. Me preguntó leugo si desearía contar con su apoyo como ingeniera civil. Me sorprendió que fuera mi colega, y le dije que si, más aún porque su cuerpo ya me había puesto muy arrecho y mi trola me apretaba en los jeans de lo erecta que estaba y buscaba un lugar donde clavarse y si era en medio de sus colosales pechos o su culito, mucho mejor.

Sin esperar más la abracé, la hice pasar, cerré la puerta con una mano y con la otra no la soltaba por nada. La tenía sostenida por la cintura con un brazo. Casi estaba inmóvil, pero no se resistía. Creo que quería follarme y por eso había ido allí, no por el empleo en sí. Entonces aproveché y le besé apasionadamente sus labios. Acaricié después por un instante sus preciosas tetas y se las besé apasionadamente. Ella suspiraba de gozo: ¡Ah! ¡Ah! Y yo recién estaba empezando a follarla en medio del verdor de la campiña.

Yo estaba todavía con la ropa puesta y luego le bajé la truza, mientras ella tocó mi verga que ya estaba durísima dentro de mi pantalón, como el concreto de mis construcciones. Le quité su calzón, ya húmedo de tanta calentura. Respiré su aroma a miel un rato y coloqué la prenda a un costado. Sin dudar me avalancé posteriormente a devorar cada centímetro de sus senos. Ella los apretaba sensualmente uno contra el otro y los ponía a mi disposición para que se los chupara. Yo lo hacía alocadamente, como en niño con un chupetín jugué con sus pezones en mi boca y ella gemía: ¡Ah! ¡Ah! ¡Qué rico!

Me deshice de mi camisa y mi polo y con el pantalón abajo la puse a ella en el piso y a cuatro patas. En pose de perrito le di duro a mi cachorrita arrecha con la vegetación como fondo y el ardiente sol de verano ya ocultándose. ¡oh! ¡Qué delicia! ¡Cómo la penetraba! Le di sin piedad. Ella decía mi nombre a cada rato entre los orgasmos múltiples que tenía. Follaba como una profesional, arqueando el culito para facilitarme la penetración a su apretado, caliente y rosadito coño. Yo mientras me relamía como si estuviera comiendo el pastelito más delicioso.

La besé nuevamente en esa boquita sexy, de aliento volcánico, por lo caliente que era. Le coloqué entonces mi verga entre sus enormes senos y ella estrujando comprimía mi pene entre ellos. tan bien lo hizo, que mi pinga creció hasta los 25 centímetros creo, o eso me parecía, pues estaba el doble de larga y dura. De rato en rato ella chupaba. ¡Qué mamona era! No se conformaba solamente con chupar mi verga. Mis bolas también la ponían espectacularmente arrecha y las chupaba con insistencia.

Y me tocó el turno de darle más duro todavía y le reventé el coño en la pose de la vaquerita en reversa. Ella me montó como a un potro salvaje del campo. Saltó sobre mí cien veces y en cada una estuve yo a una milésima de segundo de correrme por lo mojada y calientita que era su vagina y por sus contracciones cada vez más fuertes y seguidas que apretaban mi trola. Sin embargo, supe contenerme. Sus senos se le pusieron muy duros y más grandes y destacaron sus pezones. Me excitaba verla cómo gozaba. ¡Ah! ¡Ah! ¡Mmmf! Haciendo sonidos guturales increíbles con su sensual voz.

Decidí entonces que ya era hora de darle de costadito y lo hice. Levanté una de sus piernas hermosas como de porrista y le dí a más no poder. Ella quería que acabara entre sus tetas, así que antes de terminar ella se colocó de rodillas frente a mi y yo le follé los pechos, hasta que un rayo, una descarga eléctrica recorrió toda mi uretra desde mis testículos y me vine a chorros lechosos y cremosos sobre sus grandes tetitas que los recibieron con generosidad.

Actualmente sigo "trabajando" y cogiendo apasionadamente con Allison en la campiña de El Carmen en todas las poses posibles y tanto nos amamos que estamos a punto de casarnos. Pensamos poner una empresa constructora juntos y con el dinero obtenido dedicarnos a nuestro hobbie: Ser actores porno. ¡Ojalá tengamos suerte!
Datos del Relato
  • Autor: Loncco2009
  • Código: 22234
  • Fecha: 30-01-2010
  • Categoría: En el Trabajo
  • Media: 6.35
  • Votos: 40
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3485
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