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Un par de semanas después de esa candente y lujuriosa tarde, miércoles para ser más exactos, la escuela anunciaba que habría suspensión de clases un par de días, ya que se realizarían reparaciones a las instalaciones eléctricas y para evitar accidentes se suspendían clases. Por lo que mi esposa y mi hija se juntaron con mi madre para salir a un pequeño tour a Taxco, yo me quedaría ya que tenía que trabajar. Al día siguiente jueves por la mañana, se fueron ellas, quedándome solo. Ese mismo día, como a la una de la tarde, me preguntan en el trabajo, que si deseo ir de comisión a la capital del país, lo cual acepto al estar solo, salgo a comer a las tres a una plaza con un compañero de trabajo, para ser más exacto, con el de finanzas. Estábamos comiendo cuando veo pasar por ahí a Silvia con mi hija adoptiva, Carolina. Fue una sincronía de miradas, porque los tres nos miramos al mismo instante, me saludan con entusiasmo y les hago señas para invitarlas a comer, lo cual aceptan después de los abrazos y besos correspondientes. Les presento a mi compañero, el cual casi desnuda con la mirada a Silvia y me hace ponerme un tanto celoso, pero ella solo sonríe ante la galantería y nada más. Carolina, más efusiva me abraza y llena de besos sin dejar de llamarme papi, como acostumbraba de cariño. Me pregunta por mi esposa y Daniela, mi hija, le digo que se habían ido con mi madre a Taxco y que me había quedado solo, pero que al día siguiente por la mañana me iría a la capital.
-Uy, que envidia que te vas de soltero.- Me dice Silvia, mientras toma un trago sensualmente de mi vaso.
Todo ocurre tan rápido y aun sabiendo que no era mi esposa, mi compañero se atreve a decir rápido -¿Y porque no las invitas a ir contigo?
Silvia me mira con una sonrisa pícara, mientras yo miro a mi compañero con una ligera sonrisa y Carolina con entusiasmo me mira.
-Te puedo incrementar los viáticos, te pongo compañía anexa y ya.- Me dice mi compañero. Quien después me pidió de favor la casa que rento prestada por un fin de semana para llevar a su querida jajaja.
-Bueno, tu que dices Silvia, ¿gustan ir conmigo a la capital mañana, nos regresamos el domingo?- Le pregunto mientras Carolina le dice con alegría a su mami que acepte. Sabia y se notaba que Silvia si quería, pero trataba de cuidar las apariencias. Y después de unos segundos acepto.
Que en sí, no era problema ni los viáticos, ni nada, solo que fue algo que acelero mi compañero, ya que de por sí le pensaba invitar llamándole por la noche sin que nadie lo supiera.
-Sí, nos encantaría. Hoy mismo pido permiso en el trabajo, no creo que haya problema.- Me contesta.
-¡Ok! Mañana salimos a las 08:00am paso por ustedes a su casa.- Le digo y así quedamos.
Al día siguiente puntualmente estaban listas a la hora indicada. Ya que llevaba mi carro, no hubo problema para turistear y comer a medio camino donde se nos antojó más la comida. Carolina lucia feliz, como si fuera con su verdadero papá.
Llegamos a la capital cerca de las tres de la tarde, llegando nos dirigimos luego a realizar parte de mi comisión, la cual fue rápido, después nos fuimos al hotel, nos registramos y pedimos cuarto con dos camas, una matrimonial y la otra Queen size. Dejamos las maletas y nos fuimos a comer, pasear, regresando en la noche al hotel, subimos a cenar al restaurant-bar que ahí tienen, cenamos y tomamos unas copas con Silvia. La convivencia fue alegre y más para Carolina, que era quien más irradiaba felicidad. Regresamos a la habitación ya pasada las 23:30 de la noche, Silvia se fue a bañar junto con la niña, mientras yo veía TV, cuando terminaron, salieron Carolina con una bata de algodón blanca con flores rosa pastel, la cual le llegaba a medio muslo, mientras Silvia traía puesta una bata salida de cama tipo seda, amarrada a la cintura en color negro con la cual se veía súper sexy.
Me metí a bañar, mientras ellas se terminaban de peinar y poner crema en el cuerpo. Más tarde cuando salí de bañar, y que traía puesto solo un bóxer, la luz ya estaba apagada y la TV encendida a bajo volumen, mire hacia las camas y Carolina ya hacia dormida en la cama matrimonia, acompañada de su mami quien al verme me sonrió, se levanta y despoja de la bata, quedándose en una mini batita de color negro transparente, la cual apenas si le llegaba a las caderas, en conjunto de una tanguita negra de apenas un triangulito por en frente con unos diminutos listones a la cintura. Me abrazo y nos fundimos en un apasionado beso. La recorro con mis manos por su cintura, espalda y vuelvo a bajarlas hasta llegar a sus duras y aterciopeladas nalgas. Solo se oye un suave gemido que escapa de sus labios. Separamos nuestros labios.
-Luego se quedó dormida, está bien cansada, pero feliz. Eres su adoración.- Me dice Silvia mientras mira a su hija.
Apagamos la TV y nos metimos debajo de las sabanas de la cama Queen size, yo boca arriba y Silvia sobre mí, así abrazados y besándonos apasionadamente, mientras mis manos recorrían su espalda, cintura, nalgas y muslos.
-Que hermosa y sexy te vez con esa lencería.- Le dije mientras besaba su cuello.
-¿Te gusta? La compre hace unos días para lucírtela, aunque no sabía cuándo lo podría hacer.- Me dice mientras suaves gemidos escapan de sus labios.
El diminuto hilo de su tanguita, permite a mis manos recorrer por completo su tersa y suave piel, mientras mi verga esta dura y empujando su caliente puchita, la cual ella siente palpitar. Recorren por completo sus nalgas, las aprieto y sobó, haciendo que ella empuje sus caderas contra las mías una y otra vez. Nuestras lenguas se entrelazan en un jugueteo candente que nos lleva a desear devorarnos uno al otro. Silvia pone fin a ese juego y baja poco a poco, besando mi cuello, mi pecho, abdomen, vientre…hasta llegar a mi duro trozo de carne que palpita. Me despoja del bóxer y lo toma con su mano derecha y se lo lleva a la boca, besa la punta, luego la lame por todo su contorno, la chupetea y baja su lengua lamiendo todo lo largo, sube y baja en repetidas ocasiones, luego chupa la cabeza y poco a poco la va devorando. No puede con toda, apenas si un poco más de la mitad, la saca y vuelve a metérsela en su calidad boca, una, dos, tres veces más para luego lamer de nuevo todo lo largo de mi trozo de carne hasta llegar a los huevos que chupa uno a uno, los succiona y lame. Esta engolosinada Silvia y no quiere dejarlo.
-¡Ven! Ahora me toca a mí.- Le digo.
-¡No!- Me contesta mientras me incorpora. -¡Yo quiero sentirte dentro de mí!- Me dice mientras se acomoda sobre mis caderas y hace a un lado el hilo de su tanga.
Esta diferente Silvia, ansiosa y golosa, comportándose como toda una puta. Se clava toda mi verga en su caliente y empapada puchita al tiempo que un prolongado y suave gemido escapa de sus labios. Palpita de placer su puchita una y otra vez en la que se queda Silvia quieta mientras apoya sus manos sobre mi pecho. La sabana cae por su espalda y el poco frio que hay en la habitación, desaparece con el fuego que emanan nuestros cuerpos. Las caderas de Silvia comienzan a moverse de adelante hacia atrás, suave, despacio…poco a poco arrecia sus movimientos y de apoco comienza a subir y a bajar de mi dura verga. Que exquisito se siente como golpean sus nalgas sobre mis caderas en su cabalgada. Le desato los listones de su batita y se la abro para poder acariciar sus duros y lindos pecho.
-¡Que hermosas tetas tienes!- Le digo mientras su mano derecha aprisiona su pecho derecho y pellizca su pezón.
-¿Te gustan?- Me pregunta entre gemidos –Son tuyos- Y a la vez me contesta.
-¡Si! Y quiero chuparlos.- Le digo a la vez que me levanto y la hago recostarse boca arriba, me acomodo entre medio de sus piernas sin penetrarla, llevo mi boca y comienzo a chupar sus pequeños y duros pezones, luego los mordisqueo uno a uno, besando sus senos, cada centímetro de ellos. Vuelvo a succionar sus pezones y su contorno, para luego morderlos suavemente. Los dejo y bajo por su abdomen, hasta llegar a su empapada y caliente puchita, separa las piernas y apoya sus pies sobre la cama, mientras paso mis brazos por debajo de sus muslos y llevo mis manos a sus pechos que acaricio con suavidad, estrujándolos suavemente por momentos. Chupo y succiono toda su puchita, a la vez que arranco de sus labios otro prolongado gemido, suave, pero audible en toda la habitación. Nos hemos olvidado de Carolina, ninguno de los dos la a volteado a ver, estamos extasiados el uno en el otro, no existe nada más en ese momento. Meto mi lengua en su jugosa cuevita y con ella acaricio cada pared, bebo cada gota de su rica miel. Se la meto y saco una y otra vez, sus caderas se contraen, se agitan, aprieta las piernas contra mi cabeza, sus manos la empujan como queriendo meterme en ella, pero un sublime orgasmo la hace convulsionar de placer, la hace agitar con fuerza sus caderas mientras jala la sabana y se la lleva a la boca para no gritar, entonces con sus manos me jala hacia arriba y en el camino vuelvo a chupar sus pezones.
-¡Ya por favor métemela, métemela!- Me suplica.
Me acomodo sobre ella y mete su mano entre nuestros cuerpos, agarra mi verga y la centra en su cuevita, para luego subir sus caderas y empujarme contra ella, haciendo que un trozo de mi hombría entre en ella, entonces la complazco y de un solo empujón se la meto hasta el fondo, haciendo que gima con fuerza, lo cual me hace sonreír al pensar que pudo haber despertado a Carolina. Comienzo a bombearla despacio, sus piernas rodean mi cintura y me jalan contra ella, por lo que imprimo mayor fuerza en cada embestida. Estamos ya sin la sabana, nada nos tapa, si Carolina esta despierta, está viendo todo, a pesar de la oscuridad podrá ver las siluetas de nuestros cuerpos unidos en completo rito sexual. En esa posición, paso mi mano derecha por su nalga y se las acaricio, llevando mis dedos hacia su rayita, picoteando su culito con el dedo medio haciendo jadear a Silvia, mueve sus caderas hacia arriba y abajo una y otra vez.
-¡Que rico! ¡Que rico!- Me dice entre jadeos.
Meto un poco más mi dedo, casi a la mitad, se lo saco y vuelvo a meter, al compás de cada embestida que doy a su puchita. Beso su carita, su cuello, sus hombros mientras el canto de sus gemidos suena en mis oídos. Bajo un poco más y beso sus pechos, los chupeteo uno a uno, mientras dejo de bombearla, la mitad de mi verga está en su puchita, ahí quieta. Me vuelvo a subir y la bombeo de nuevo con fuerza, haciendo pausas con toda mi verga dentro de ella haciéndola gemir aun cuando no lo desea, por no despertar a su hija que está en la cama contigua.
-¡Me vas hacer gritar!- Me dice entre gemidos y su respiración acelerada.
-¿Me detengo si despierta?- Le pregunto sin saber si ve la sonrisa en mi rostro de lo pervertido que sería la situación.
-¡No! No te detienes, no me puedes dejar así, a medio placer.- Me dice empujando sus caderas hacia arriba.
Bombeo una y otra vez, haciendo pausas y golpeando el fondo de su matriz con fuerza.
-¡Ven, móntate!- Le digo mientras se la saco y me recuesto aun lado. Ella se levanta y se coloca sobre mí, con una pierna a cada lado, agarra mi verga y la centra en su cuevita empapada, poco a poco se va sentado y metiendo todo mi trozo de carne, ya dentro comienza a mover sus caderas de adelante hacia atrás, apoyando sus manos sobre mi pecho. Despacio, gozando como se agita dentro de ella. Comienza a subir y a bajar despacio. Es sublime como cabalga, como se entierra una y otra vez ella misma mi verga hasta el fondo de su matriz. Arrecia su cabalgata, levantando y bajando sus caderas con fuerza a cada momento. Meto mi mano derecha y con el dedo medio comienzo a acariciar su diminuto botón, provocando que sus gemidos sean más fuertes y prolongados, así como los movimientos de sus caderas. No tarda en venirse, en explotar en su primer orgasmo de la noche, intenta quitar mi mano de su puchita, pero sigo masajeando su botoncito, hasta que ella suplica que pare, que ya me venga, pero ella es la que tiene un segundo orgasmo. Siento como brotan sus mieles y empapan mi verga y escurre por mis huevos.
-¡Ven! Chúpamela.- Le digo y ella obedece, se levanta y se acomoda entre mis piernas, toma con sus manos mi verga y se la lleva a la boca, la chupa con ansias, recorre todo el tronco hasta los huevos, lamiendo sus propios jugos mesclados con los míos. Vuelve y sigue chupando hasta que me vengo en su boca, Silvia traga con un poco de dificultad mi leche, es mucha y espesa, pero sigue chupando y lamiendo todo hasta dejármela completamente limpia, entonces cae rendida sobre mi pelvis, donde por unos instantes ahí estuvo dándome de besos. Por fin nos levantamos y fuimos a bañar, ya que estábamos bastante sudados. Dentro del baño solo hubo besos y caricias de uno al otro, Silvia estaba bastante agotada, se le notaba. Salimos desnudos de bañarnos y sin prender la luz, solo con la que alumbraba del baño Silvia se dispuso a buscar una playera larga que llevaba, cuando nos dimos cuenta que Carolina no estaba en la cama matrimonial, sino en la Queen size, en la cama que minutos antes habíamos tenido sexo. Estaba acostada justo en medio de ella “según dormida”. Nos miramos Silvia y yo, con una sonrisa.
-Parece que quiere dormir contigo.- Me dice Silvia.
-Como tú digas.- Le contesto.
-Duérmete con ella sino te molesta, yo me duermo en la otra cama para que estés cómodo.- Me contesta sonriendo.
Se puso su playera y se acostó en la cama matrimonial, mientras yo apagaba la luz y me fui a la cama con Carolina, poniéndome antes mi bóxer. Me acosté, apenas lo hice y Carolina se pegó de frente a mí, por lo que la abrace y ella se acurruco entre mis brazos. Era sublime el calorcito de su cuerpo y el aroma de su piel. Me comencé a dormir casi al instante, pero sentí cuando Carolina se movió para acomodarse de espaldas a mí, pero muy pegada. No le tome importancia, solo la abrace, no supe cuánto tiempo transcurrió cuando extrañamente me sentí inquieto, excitado, sentí mi verga, fuera del bóxer, dura y erecta. Permanecí quieto, sentía claramente las nalguitas de Carolina haciendo presión a mi trozo de carne. Tenía puesta su pantaleta, pero sentía la rica división entre ellas. Y por un momento creí que era mi imaginación, pero sentí un suave movimiento de sus caderas, de adelante y hacia atrás, empujando despacio, me quede quieto y espere, ¡no! No era mi imaginación, las caderas de Carolina se movían despacio, lentamente. En eso sentí como levantaba ligeramente su pierna izquierda y mi trozo de carne avanzaba un poco más, hasta llegar a su tierna puchita. Mi brazo izquierdo con la que la abrazaba, despacio lo fui bajando, entonces ella se quedó quieta, le di un beso en su cabeza para tranquilizarla, entonces baje mi mano hasta su cadera, la acaricie despacio, baje un poco e hice lo mismo con su muslo y luego su nalguita, lo cual le dio confianza y volvió a mover sus caderas despacio, pero ahora un poco más fuerte. Bajó su mano izquierda y la metió entre sus muslos, sentí como aprisionaba la cabeza de mi verga contra su puchita. Era exquisito y loco todo ese momento, esa nena que me decía papi, no solo me quería como tal, sino como algo más, alguien a quien muy probablemente había espiado haciendo cositas con su mami y que no le molestaba.
Era exquisito como aquellas carnosas y virginales nalguitas apretaban mi dura verga, como su manita acariciaba la cabeza y empujaba. Luego, paró y sentí como con su manita jalaba de su pantaletita hacia abajo, me separe de ella un poco, para sacar mi verga de entre sus nalguitas y le ayude y la bajamos un poco debajo de ellas, así, sin quitársela. Me volví a pegar a ella y con la mano acomode mi verga entre sus nalguitas, Caro abrió sus piernitas para acomodarlo bien y volvió a mover despacio sus caderas, con su manita aprisionando la cabeza para tallársela más. ¡Delicioso! Por varios minutos así estuvimos, ella moviendo sus caderas y con su manita aprisionando la cabeza de mi verga sobre su puchita, de la que sentía claramente cómo se abrían sus labios íntimos al paso de mi verga.
De la tremenda excitación que esa chiquilla me estaba causando, sentí como liquido pre seminal salía de mi miembro y como lubricaba sus pequeños labio. Luego de un rato, se detuvo y se giró de frente a mí, separó ahora su pierna derecha y se empujó más a mí, mientras yo acomodaba mi verga entre los labios de su puchita, ella con su manita más la empujo. Cerró sus piernas y volvió a mover sus caderas de adelante y hacia atrás, una y otra vez. Oía como su respiración se aceleraba cada vez más y más, por lo que refugió su cabeza entre mi pecho. ¡Guau! Que lujurioso y pervertido momento, estar ahí con la verga entre las piernas de mi “hija” y su mamá en la otra cama durmiendo. Entraba y salía de entre sus piernas, separando sus labios íntimos, mojando con mis mieles su puchita. Por momentos se detenía por el cansancio, por lo que le ayudaba y movía yo mis caderas. Luego de un rato, metió su manita entre nuestros cuerpos y agarró mi verga, hizo un poco atrás sus caderas y se talló varias veces la cabeza con más fuerza, abriendo sus labios y llegando a su diminuto botoncito. Después, volvió a empujar sus caderas al frente y separo su pierna derecha para tallarse la cabeza en la entrada de su puchita, lo hacía con fuerza una y otra vez. Sentí como la punta de mi verga entraba ligeramente en esa virginal y caliente cuevita, quería, deseaba empujar también yo y terminar de entrar, de romper esa virginal pureza, pero me contuve y solo disfrute lo que me ofrecía en ese momento. En ese movimiento de jalar de mi verga, de regresarla y volverla jalar para metérsela, me iba masturbando de lo lindo Carolina, pero antes de hacerme venir, ella misma estallo en lo que fue su primer orgasmo, suave y prolongado que sentí contraer los músculos de sus piernas, nalguitas y pelvis. Estaba en esas ricas contracciones cuando me hizo venir ahí afuera de su cuevita, empapándola toda, sus labios íntimos, su cuevita y entre sus nalguitas. Sus brazos se aferraban a mí con fuerza, de sus labios brotaban un apenas audible lloriqueo que se ahogaba en mi pecho. Sus labios besaron mi pecho varias veces y los míos su frente. Levanto su carita y se estiró para llegar a mi cara.
-Papi ¿quieres que te la chupe?- Me dice.
-Si mi nena, chúpamela.- Le contesto.
Siguió tallando mi verga en su puchita, luego se subió su pantaleta y se bajó entre las sabanas, me acosté boca arriba y ella se acomodó entre mis piernas, agarro mi verga y sentí como su cálida y tierna boquita chupaba la cabeza, luego el cuello y apenas un poco del tronco. La chupaba de los más suave y rico, se la metía y sacaba de su boquita, una y otra vez, tomándose las últimas gotas de mi leche. Chupaba y lamia toda mi verga una y otra vez, haciéndome expulsar hasta la última gota de leche para tomársela. Cuando no salió más, se subió y me abrazo, mi verga quedo completamente agotada.
-¿Lo hice bien papi?- Me pregunto con una tierna voz.
-Si mi nena, lo hiciste bien.- Le conteste mientras le daba un beso en su frente.
-No me quiero levantar a bañar papi, así me quedo.- Me dijo, acurrucándose más a mí.
-¡Ok! Nena.- Le conteste, imaginando su pantaletita empapada de mi leche.
Por fin, así nos quedamos dormidos abrazados.
invitado-natalia richani 19-10-2018 16:15:29
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