El paraíso de un vouyerista es trabajar en un motel. Todo comenzó cuando vino mi primo Francisco de España y entre broma y broma me dijo: Ya en serio, mi padre quiere que lo vayas a ver. Necesita alguien de confianza que le ayude a administrar el motel. No es nada difícil; sólo tienes que chicotear a las recamareras para que limpien bien los cuartos y además rápido porque los fines de semana no se dan a vasto; cobrar y vigilar que todo esté bien con la lana.
De pronto me vi encargado de cobrar y depositar la feria en la caja fuerte, de la cuál por supuesto no tenía la combinación.
En algunas habitaciones hay unas ventanitas que se cierran con cerrojo por dentro y están cubiertas también por dentro con una cortinita. Esas ventanitas se usan para entregar a los huéspedes bebidas o alimentos que solicitan al bar-restaurante. “casualmente” cuando entrego el cuarto, dejo abierto el cerrojo de la ventanita y algunas veces cuando ya es de madrugada la dejo abierta. La cortina por dentro, también “casualmente” es de color rojo poroso de manera que la vista a través de ella es casi natural. Los huéspedes si son cuidadosos revisan todo y dan con la ventanita abierta y la cierran con cerrojo. Casi siempre son las mujeres las que cierran. Lo sé porque he visto las manos cuando salen para cerrar la ventana. En las madrugadas los huéspedes llegan ya muy cachondos y algo bebidos. Acaso cierran la puerta de acceso y no revisan más. Ni siquiera se dan cuenta de la ventanita y la cortina. Se tiran a la cama, se besan desesperadamente y empiezan a desnudarse. Contra lo que podría pensarse, la mayoría de las veces ella es mas activa que el hombre. Si él se acuesta boca arriba en la cama, ella le abre el ziper, le baja los pantalones, los calzones y de entrada empieza a jugar con el miembro viril. Lo examina con atención, lo aprieta, lo acaricia y después le da unas lamiditas mientras él le ayuda a quitarse la ropa. Los hombres se interesan más en la boca de ella y en sus tetas.Ahí se quedan un buen rato hasta que están totalmente desnudas. Algunos hombres se bajan a la vagina a mamar. Nunca he visto a una mujer que no le guste mamar y ser mamada. Bueno, al menos el tipo de mujer que llega al motel después de las doce de la noche que es cuando puedo espiar un rato.En el día nunca espío porque en primer lugar llega otra clase de gente: señoras de más de 30 años, imagino que muchas serán casadas y cogen de día con sus amantes. Esas señoras son muy cuidadosas. Siempre dan con la ventanita y la cierran con cerrojo por dentro; pero no sólo eso, como es de día no se puede espiar porque te podrían ver. En las tardes o temprano en la noche tampoco puedo espiar porque es cuando llega más gente. Apenas me doy a vasto para entregar los cuartos y si me pusiera a espiar descuidaría el negocio, además a esa hora está mi tío y es cuando me esmero más en recibir a los huéspedes, entregarles los cuartos muy limpios y sin problemas y cobrar. Mi tío se va como a las diez de la noche y es cuando se me empieza a prender el foco rojo. En la madrugada llegan los que van saliendo de los antros, casi siempre son chavitas desde 15 hasta 20 años. Con chavos igual de batos. Las menores de edad no deberíamos dejarlas entrar, pero se disfrazan muy bien. Se ponen pelucas, se maquillan y en la obscuridad, con las luces prendidas del coche no podemos verlas, hasta que están adentro. Cuando las espío me digo ¡guauuu! Si es una niñita. ¿niñita?, cogen mejor que muchas grandes, maman y se dejan mamar y gritan como locas cuando se están viniendo. Aquí me ha tocado ver de todo. En otra entrega podría contarles algunas de las experiencias más locas que he visto hacer a alguien en un motel.