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Categoría: Maduras

Apetito por la verga

Apetito por la verga



SINOPSIS: Las caricias de un joven en los pies de una viuda le despiertan sus apetitos sexuales… Todo se inició en viaje de excursión realizado por estudiantes a un balneario…



ECSagardez



No permitió que la tocara, desde que entramos a su casa su rostro mostró dureza y me hizo sentirme mal… Sin embargo, luego me enteré que tenía algunos temores, como el que fuéramos sorprendidos por algún familiar o uno de sus hijos que constantemente la visitaban…



El reloj de la pared marcaba las 6 de la tarde y el péndulo se movía de un lado a otro marcando cada segundo que a mi me parecían siglos… No alcanzaba a entender el comportamiento de Marisela, quien momentos antes se había mostrado cortés y simpática, luego de aceptar la invitación a comer en un restaurante de mariscos, allá en el puerto de Veracruz, México.



La invitación a la intimidad había surgido en la plática y percibí que estaba decidida a tener conmigo un encuentro sexual de grandes proporciones… Pero cuán equivocado estaba y eso me hizo desistir de cogérmela, incluso ni siquiera la besé… Así que decidí despedirme y en mis adentros me indicaba no volver a verla…



II



Había conocido a Marisela en la Facultad, era la bibliotecaria y tenía varios años de trabajar ahí… Era muy estimada por simpática y disfrutaba las gracejadas de los muchachos con una sonrisa cristalina que esbozaba para culminar en sonoras carcajadas…



Era impactante verla, porque pese a sus 48 años, poseía un cuerpo escultural que remataba con la grandeza de sus senos, la protuberancia de sus nalgas y unas piernas torneadas que acababan en unos lindos pies que siempre calzaba con zapatos, sandalias o zapatillas abiertas.



Como mujer bella, era vanidosa y gustaba de ir al salón de belleza para hacerse el manicure y pedicure… Toda una delicia la hermosura de esa madura morena.



Desde el director de la Facultad, hasta el más humilde de los trabajadores estaban prendados de su belleza y cual más, hacía comentarios irónicos de lo que sería tirarse a la encargada de la biblioteca, quien deslumbraba con su hermosura el recinto…



III



Desde que ingresé a la Facultad, jamás pretendí comprar libros ni para consulta de las tareas escolares. Por lo que llegué a convertirme en rata de biblioteca –valga el término-. Fue Marisela la que me abrió las puertas de ese lugar y me prestaba los libros para que me los llevara a casa, exponiéndose a ser sancionada.



Esa acción derivó en una amistad que perduró a través de los años. Por lo que al término de mis tareas, la invitaba a tomar un café o un helado en la nevería más importante de Veracruz en esos momentos: La Yucatán…



Ella aceptaba, porque vivía sola y no tenía compromiso sentimental alguno, había enviudado diez años antes y sus hijos, ya grandes, trabajaban como catedráticos en otras instituciones de la Universidad Veracruzana.



Al brindarme su amistad, siempre hubo respeto por ella y llegado el momento la acompañaba hasta la puerta de su hogar, sin que ambos insinuáramos nuestras pretensiones…



III



En alguna ocasión, sólo un roce de manos derivó en un leve beso en sus labios. Pero no pasó a mayores. Ella se sintió apenada y rápidamente endureció el rostro. Era la forma de indicar lo que no le gustaba o desaprobaba…



Esta situación me estaba volviendo loco, porque yo si tenía intenciones de hacer sexo con ella. Pero tampoco quería abusar de su confianza ni perder su amistad.



En una ocasión se organizó una excursión en la Facultad y el requisito era llevar pareja… La mayoría de los estudiantes tenían relaciones de noviazgo con las compañeras. Por lo que tuve el atrevimiento de invitarla… Ella se sonrió, pero no dijo nada… Sólo se limitó a decirme que lo pensaría y en los siguientes días me daría la respuesta…



Pasaron dos días, cuando me la encontré en los pasillos de la escuela y me dijo:



— Román, te ando buscando para decirte que si voy a ser tu pareja en el viaje de excursión. Nos hace falta un relax…



La emoción inundó mi corazón y cuerpo… Ella había aceptado y las cosas me estaban pintando mejor de lo concebido…



Llegó el dia esperado y todos llegamos temprano a donde nos esperaba el autobús… También Marisela estuvo a tiempo y nos pusimos a platicar de cosas triviales, hasta que el chofer nos indicó que era el momento de partir…



El viaje resultó sorprendente. Nos sentamos en los asientos de atrás del autobús y prácticamente íbamos solos, porque los compañeros se arremolinaron en el pasillo para platicar, cantar o contar chistes…



Ella se recargó en mi hombro y se quedó dormida por varios minutos. Como un caballero, dejé que su cabeza reposara y disfrutara su sueño… El aroma de su perfume era indescriptible, usaba "Chanel 5"… Lo conocía bien, porque era el mismo que usaba mi abuela Faustina…



Cuando despertó, se disculpó. Pero como buen caballero le dije que no se preocupara y que le agradecía haber sido mi compañera en este viaje de excursión…



Ella sólo sonrió y desvió su mirada hacia la ventana del autobús para observar el horizonte…



IV



Cuando llegamos a nuestro destino, un balneario de aguas termales llamado El Carrizal, todos bajamos del autobús y nos dirigimos a comprar los boletos de entrada. Marisela intentó darme dinero, pero no se lo acepté…



Todos nos metimos a los vestidores para dejar nuestras cosas en los casilleros y de ahí a la alberca a disfrutar de la deliciosa agua. Fue ahí donde pude apreciar la hermosura de su belleza. Se puso un bikini de dos piezas que producía la atención y el suspiro de los que estábamos ahí… Pero ella ni se inmutó…



Me pidió que le pusiera crema en su espalda y piernas… No me pude negar, mis manos tocarían esa escultura de carne morena, quien tenía unos pies deliciosos…



Puse un poco de crema en mis manos y las deslicé sobre su espalda… Ella sólo lanzaba ligeros gemidos, como si mis manos tuvieran algo que a ella le estaba gustando… De inmediato pasé a sus piernas y ligeramente tocaba sus muslos interiores… Por un instante me solacé viéndole sus enormes nalgas. Por cierto una de ellas tenía un lunar que impactaba…



Volví a tomar el tubo de la crema y puse un poco en mis manos, para pasarla por sus piernas, las cuales froté y froté hasta que el líquido cremoso desapareció…



No pude evitar tocarle sus pies y ver sus plantas y el arco que sobresalía de ellos… Su talón no presentaba ninguna callosidad, se veía a leguas que Marisela tenía un buen cuidado de ellos y eso me puso a cien por hora…



Me detuve en sus pies y los estuve agarrando, le apretaba los talones y se los masajeaba… Ella no decía nada, se encontraba boca abajo en el sillón de descanso y me dejaba que le agarrara los dedos… Así continúe por un buen tiempo y no me aguanté más…



Me agaché y puse mi nariz en las plantas de sus pies y acerqué mi boca para lamérselas… En otro instante de mi atrevimiento, me puse uno de sus dedos en la boca y ella sintió como su sistema nervioso respondía, porque estiró sus piernas y abrió los dedos…



Yo seguí con la caricia… Ya no me importaba nada ni el que me vieran mis compañeros… Pero éstos estaban divirtiéndose de lo lindo con sus novias y otros buscaron los rincones más apartados para darle rienda suelta a sus atrevidas caricias…



Así que seguí chupándole uno a uno los diez dedos… Cuando de pronto una mancha de humedad se vislumbró en su bikini… Y ella estiró completamente sus piernas… Pero alcanzó a decirme:



— Sigue así chiquito, no dejes de acariciar mis pies… Me está gustando… Lo haces muy bien…. Sigue chiquito…



V



Cuando Marisela me decía esas palabras… Mi verga se encontraba a todo lo que daba… Así que ella me pidió que me sentara en el sillón y puso sus pies sobre mis piernas, ahí pudo sentir la dureza de mi pene y lo que me estaba pasando…



Ambos nos levantamos y dirigimos nuestros pasos a uno de los vestidores privados… Cuando cerramos la puerta nos sentamos en una banca y ella tomó la iniciativa…



Me quitó el short y la truza… Por lógica mi verga saltó agradeciendo el ser liberada de tan injusta prisión… Así que con sus pies comenzó a hacerme una paja, era delicioso sentir esa suavidad que desplazaba mi prepucio de arriba abajo con una maestría indescriptible…



Colocaba mi verga entre sus dedos y seguía masturbándome… De nuevo cambiaba con las dos plantas y desplazaba un pie y el otro hasta que ya no pude aguantar más…



Varios chisguetazos de sémen cayeron en los pies de Marisela, quien se ayudó con las manos para que el esperma se despalazara en ellos…



Enseguida acercó su boca y limpió con su lengua los residuos de sémen y jalándome el prepucio dejó el glande reluciente de limpio… Fue una pajuela inenarrable…



Había disfrutado de las caricias de Marisela, quien me pidió que me acostara en la estrecha banca del vestidor…



VI



Ella se sentó a horcajadas en la banca y comenzó a besarme el pecho hasta que las tetillas se me erectaron, siguió desplazando su lengua, mientras con su mano derecha me apretaba los testículos. Era una delicia y lo disfrutaba al máximo…



Cuando llegó al ombligo jugueteó con mi orificio y pasó su lengua varias veces… Mis pelos se le enredaban, pero ella con una maestría los liberaba y seguía con la fuerza de su caricia que me enviaba a otra dimensión…



Cuando llegó al pene, se le quedó viendo y le sorprendió lo grueso que era y la longitud que tenía, pero no comentó nada… Se lo introdujo a la boca y lo chupó con intensidad…



Por la forma de mamar se notaba que era experimentada en sexo oral y que tenía muchas ganas de sentir una buena verga en su boca. Así que no se anduvo por las ramas y siguió su labor que a mi me producía un gran placer…



De pronto se levantó y se despojó del calzón del bikini y pude apreciar una depilada vagina, ya que sólo presentaba un hilillo de pelos que terminaba en un triángulo… Se sentó y de un solo golpe mi miembro mancilló la hermosura de ese cuerpo moreno.



 



VII



Sus movimientos comenzaron lentos y por instantes se detenía para acostumbrarse a la longitud y al grosor de mi verga… Sin embargo, su cara se endureció y los movimientos se hicieron frenéticos, casi llegando al salvajismo…



El mete y saca se confundía con el ruido que ya producían sus fluidos y porque ella se dejaba caer para engullirse todo ese pedazo de miembro que le satisfacía…



Marisela no cambió el ritmo ni la velocidad… Por lo que sólo alcanzó a decir:



— Me veeeeeeengo…. Me veeeeeeeeeeeengo….



Sólo le respondí:



— Yo tambiéeeeeennnnn, espérame….



Y tanto mi verga como su vagina se entrelazaron y provocaron que las descargas seminales y los fluidos de su orgasmo se confundieran. No sin antes lanzar varios gemidos de hondo placer…



Era curioso… Pero habíamoso gozado al mismo tiempo de un buen palo que nos dejó a los dos fatigados y sudorosos…



VIII



Tras confesarme que por la forma de besarle y acariciarle los pies le había despertado sus instintos por tantos años reprimidos… Ambos nos vestimos y salimos para integrarnos al grupo de amigos y divertirnos… Al fin y al cabo ese era el objetivo de la excursión…



Por la tarde y luego de comer, nos regresamos a Veracruz… Llegamos al puerto y nos despedimos… Pero yo tuve el atrevimiento de sugerirle que la acompañaba hasta su casa…



Marisela no puso objeción alguna… Y nos dirigimos en un taxi a su domicilio… Al llegar, pretendí irme de inmediato… Pero esta ocasión fue diferente…



Me invitó y mientras yo me quedaba parado, ella se sentó en el sofá de la sala se descalzó y me volvió a tocar sobre la ropa, hasta que sintió que mi verga se puso tiesa…



Con sus manos bajó mi pantalón y dejo al descubierto mi verga a la cual le dio un beso, como quien roza una mejilla y puso sus pies sobre ella, para volverme a hacer una pajuela que tanto me enloquecía…



Esta vez no nos importó nada… Su rostro no se transformó y se veía divertida y con ganas de disfrutar de sexo… Así que me hizo el "foot job", con gran maestría y entusiasmo, bajándome el prepucio, rozando con sus plantas mi glande y apretando mis testículos…



Era la gloria sentir ese tipo de caricia de parte de una mujer tan hermosa como Marisela… Mi cuerpo sintió los estragos de esa forma de acariciar que ella tenía y nuevamente sus pies se vieron inundados de abundante y caliente esperma que nuevamente se untó en todos sus pies…



Volvió a la carga chupando y relamiendo mi verga, hasta que el glande quedó reluciente y limpio… Que delicia sentir la caliente boca y sus labios en mi miembro…



La sesión continuó cuando ella me demandó que la penetrara y no vacilé en introducirle mi verga en toda su longitud… Ella acompasó sus movimientos a los míos y me pedía que la sacara y la metiera toda de un solo golpe…



Así lo hice y ambos estábamos compenetrados en el acto sexual que realizábamos… No había ya control en nuestros cuerpos, el deleite era lo único que nos tenía unidos…



Y las posiciones que practicábamos llegaban solas… Porque hicimos el "Misionero", "Patita de Angel", "Perrito"; "Piernas al hombro"; "La carretilla" y "La Amazona"…



Ambos queríamos disfrutar a más no poder el momento… Las sensaciones eran embriagadoras… Ella se movía con una rapidez de movimientos que no me permitía un minuto de reposo…



Cuando de pronto nuestros cuerpos se laxaron y todo se cimbró en nosotros… Ella tuvo un orgasmo espectacular y yo mis acostumbrados cinco o seis descargas de esperma…



Tendidos en el sofá de la sala nos mantuvimos así por unos minutos, hasta que la flacidez de mi verga, quien pedía descanso, salió de esa inundada vagina que desde hacía mucho tiempo ya reclamaba el tener adentro un pene de grandes proporciones…



Marisela estaba agradecida por mi tacto y la forma de hacerle el amor, que me convertí por un tiempo en su pareja. Y juntos, como chamacos, disfrutábamos de una buena comida marisquera, una buena noche de antojitos… Pero lo más importante, una embriagadora y buenas sesiones de sexo… Porque en ella se había despertado el apetito por la verga…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 4.5
  • Votos: 2
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2559
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