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Categoría: Incestos

Viaje al Pasado (Capítulo 4)

CAPITULO 4



DE HOY EN ADELANTE SERÁS MI MUJER



Le di vuelta y la abracé, y la besé como solo en mis fantasías lo hacía.



Mis manos recorrían lentamente su cuerpo, y en momentos se quedaban en sus caderas, acariciándolas, sujetándolas, apretándolas.



Sofía, me besaba apasionadamente, sus manos se quedan en mi cabello mucho tiempo, y también bajaban por mi cuerpo, me acariciaban mucho el pecho.



Ya sabíamos para que estábamos ahí, empecé a desmoronar su. Lusa, botón a botón, fui sacando todos los botones hasta que finalmente abrí su blusa y pude ver el sujetador blanco que llevaba puesta, sujetaba esos sendos que alguna vez me dieron de comer y hoy después de tanto tiempo lo volverían a hacer.



Los acariciaba y besaba, al menos lo que el sujetador me dejaba hacer. Sofía me desabotonaba también la camisa hasta dejármela abierta y besar mi pecho también.



—Hace tanto tiempo que no hago esto, discúlpame si lo hago mal, me dijo.



—Te amo, y todo lo que hagas es perfecto. No pienses en nada, sólo en disfrutar el momento. Le dije



Y empecé a sacar su pantalón, no pasó mucho tiempo y este estaba en sus pues. Pude ver su calzón, sensual, ni muy grande, ni muy pequeño, perfecto.



Sofía solo vestía sujetador, calzones y zapatos de tacón, una fantasía hecha realidad. Mi pantalón pronto estuvo tirado en el suelo también, ahora a mí me cubría solo mis calzones.



Como describir el cuerpo de Sofía, ya no era el de una jovencita de 20 años, tenía el efecto del paso del tiempo a sus casi 40 años, se notaba que tenía una pancita, no muy grande, pero empezaba a notarse. Sus pechos ya no tan firmes como de seguro fueron de jóvenes, y por el efecto de dar de comer a 2 hijos, estaban algo caídos, ahora más firmes por el sujetador blanco que llevaba, sus caderas eran hermosas, anchas su trasero no tan firme pero delicioso, sus piernas ya empezaban a presentar algo de celulitis y una que otra varice pero seguían siendo igual de hermosas, toda su piel era casi blanca, por no presentarla al sol hace mucho tiempo, de contextura media, no era flaca como un palo de escoba ni tampoco era gorda, su figura se mantenía a pesar de los años y el hecho de no hacer ejercicio, su piel parecía tersa y aterciopelada, muy suave, tenía ante mis ojos el cuerpo de esa mujer que algún día me vio nacer, me quedé contemplando cada pare de su cuerpo, ahora solo cubierto por su ropa interior.



—No te gusta lo que vez, me preguntó



—Al contrario, estoy fascinado, le dije, solo quiero observarte por un momento, ya que esta será la última vez que te veo así, como algo inalcanzable, sin saber lo que se siente tenerte entre mis brazos, sin saber lo que se siente hacerte mía.



—Te quiero tanto, me dijo, mientras se abalanzaba a abrazarme y besarme, mi miembro estaba a punto de estallar y ya no soportaba estar encerrado en mis calzones.



La llevé hasta la cama, la deposité suave y dulcemente sobre ella, me esperó boca arriba, y yo me recosté de lado a su lado, y comencé a acariciar sus piernas, suaves, producto de las cremas que ella solía untarse.



Mis manos recorrían desde sus pies, hasta sus caderas, pasaba por encima de su interior justamente en la entrada de su vagina, podía sentir una mata de pelos que se ocultaban por ahí, cuando pasaba por ahí, su cuerpo se estremecía. Me quedaba jugando en su vientre recordando que yo alguna vez estuve alojado ahí, subía por sus pechos y jugaba en ellos sintiendo sus formas, mi mano se daba gusto escaneando cada rincón de ese cuerpo tan hermoso. Llegaba a su cuello y su cara, la veía retorcerse de la excitación, pasaba por sus labios y los dibujaba con mi índice, y trataba de abrirlos y ella me lo besaba e intentaba morderlo, dibujaba el contorno de su nariz, sus ojos, sus cejas.



—Me siento tan amada…. Y tan deseada como nunca antes…. Me dijo



—Es que eso es justamente lo que siento, es como si te hubiera conocido y deseado toda mi vida, le contesté, después de todo era cierto.



—Bésame… me dijo



Y empecé a besarla, mientas mi mano seguía recorriendo su cuerpo, se puso de lado mientras la besaba, y pude zafar su sujetador, el cual voló por algún lado de la habitación y ahora si pude ver sus pechos en todo su esplendor, sus pezones, firmes y excitados, una aureola café oscura grande, la cual empecé a besar y excitar con mi lengua, su cuerpo se retorcía todo. Besaba el uno, besaba el otro, los tomaba en mis manos como aquel bebe así casi más de 40 años para mí, les besaba e intentaba succionar su interior, ahora volvían a ser míos y no los dejaría nunca, los acariciaba con mis manos y los volvía a besar, morder dulcemente y succionar a más no poder, llenaban toda mi boca, y la veía retorcerse y blanquear los ojos, mientras se mordía los labios y botaba su cabeza hacia atrás, Sofía estaba en éxtasis, pronto vería su calzón mojarse de pasión. De vez en cuando subía a su boca, la besaba y mordía sus labios.



Basé a su vientre y lo acariciaba, le daba besos y metía mi lengua en su ombligo, mientras Sofía me decía “Ya no puedo más, siento que voy a explotar”, no sé cuántas veces Sofía tuvo orgasmos, y su calzón cada vez estaba más mojado de sus jugos vaginales.



Bajé un poco y estuve a la altura de su vaina, podía percibir el aroma de su sexo, de su calzón mojado tantas veces, lo besaba por encima y pasaba a sus piernas, las cuales acariciaba y besaba centímetro a centímetro, hasta llegar a sus pies, y mordía sus dedos, en especial el gordo de cada uno de sus pies.



Finalmente me puse a sus pies, y abrí sus piernas, ella se dejó, mientras con sus manos apretaba las sábanas y se mordía sus labios, y movía su cabeza como para ver que intentaba hacer. Yo me acerqué con mi cabeza a su interior, y con mi boca intenté bajárselo poco a poco, mientras mantenía con mis manos sus piernas abiertas como un compás.



Me costó mucho hacerlo, no salió como yo quería, tuve que terminar bajándolo con mis manos, me daba ganas de arrancárselo de un solo tirón, pero intentaba ser lo más excitante posible. Ahora tenía ante mí ese lugar por el cual alguna vez salí a este mundo y que muy pronto pasaría por é nuevamente como si intentara regresar de donde salí.



Comencé a bajarme mis calzones, y Sofía me ayudaba con sus pies, pronto estaba desnudo ante la mujer que me dio la vida, mi miembro estaba a mil, tan grande como nunca lo había visto en mi vida, grande y venoso, dispuesto a dar la batalla de su vida.



Sofía miró mi miembro y pude verla como se mordía los labios, al ver tremenda herramienta, y mientras se mordía los labios me dijo:



—Hazlo con cuidado, despacio…



—No te preocupes preciosa, relájate… le contesté



Con mi mano puse mi miembro sobre su abertura, y la pasaba de arriba hacia abajo, como provocándola más, su vagina era como unos labios que querían atrapar mi miembro, eran rosados, brillantes, hermosos.



Estuve un momento jugando así, y le pasaba mi miembro por sus piernas, su ingle y sus labios vaginales, Sofía estaba que estallaba y no podía más, en una de esas con su mano baja y me agarra el miembro con su mano, y en seguida lo suelta, “Disculpa”, me dijo, ante lo cual yo tomé su mano y la lleve a mi miembro y le hice que lo cogiera de nuevo.



Ella lo agarró, y esta vez no lo soltó y empezó a hacerme una paja, de esas que nunca me las esperaría, yo estaba que explotaba, y para emparejar las cosas, busque su vagina con mi mano y empecé a intentar ingresar con mi dedo medio, de lo mojado que estaba, ingresó suavemente, mientras Sofía gemía de placer, en momentos soltaba mi miembro, se acariciaba su cuerpo y luego lo volvía a agarrar.



Estábamos masturbándonos uno al otro, que delicia, hace rato que olvidé que esa mujer era mi madre, ella no sabía que era su hijo, éramos un hombre y una mujer que experimentaban con sus cuerpos y se amaban uno al otro.



Intenté ingresar con mi dedo índice y medio, los dos a su vagina, esta se abrió sola y empezó a agarrarme los dedos, como si no quisiera soltarme nunca, encontré su clítoris, y empecé a jugar con él, eso provocó que soltara su mano de mi miembro, y se agarrara nuevamente de las sábanas, mientras gemía más y más fuerte cada vez, pronto sentiría un estremecimiento de su cuerpo y mi mano mojarse con sus jugo vaginales, lo cuales cogí y coloque en mi miembro, para lubricarlo, Sofía sabía lo que venía ahora…



Me subí encima de ella en la pose del misionero, y lentamente puse mi miembro en su entrada, solo la puntita, solo la puntita… y la cabeza de mi miembro entró, casi exploto solo ante este contacto.



Saqué mi miembro nuevamente y lo pasaba por sus labios vaginales, sentía que Sofía estaba excitada en grado máximo, sus cachetes colorados a mas no poder, su cabello mojado de tanto sudor, su cuerpo estremeciéndose, yo estaba igual.



Vamos de nuevo y esta vez, ingresé un poco más, nuevamente lo saque y empecé a jugar con ella.



—¡Ya basta! ¡Me gritó, quiero tenerte dentro mío!!



—Lo sé, le dije, con una sonrisa pícara, mientras empezaba de nuevo.



Esta vez, ingresé hasta la mitad de mi miembro, y lo saqué, lo volví a ingresar y sacar, dos, tres veces más, y cada vez, ingresaba más, hasta sentir que mis testículos toparon con su ingle, había entrado todo, estaba dentro de Sofía, estaba dentro de mi madre.



Empecé con una serie de bombeadas, suaves, y a veces más rápidas, cambiaba mi ritmo para que ella no se acostumbrara a ninguno. Me abrazaba, me besaba me mordía los labios, y sus manos acariciaban mi espalda y me arañaban a la vez.



Yo sobre ella, entraba y salía, le besaba y mordía sus labios, besaba sus pechos y los mordía, cuando sentí que estaba a punto de estallar, le dije “quiero sentirte encima mío.”, ella se sorprendió, pero aceptó.



Salí de ella, y me puse boca arriba, ella de un salto se subió encima como si me cabalgara, se arrodillo y se levantó un poco para dirigir mi miembro a su entrada con sus manos, y lentamente sentí como se sentó sobre mí, nuevamente mi miembro estaba completamente dentro suyo.



Ahora ella llevaría el ritmo, sentada sobre mí, botaba su cabeza a los lados, gemía como nunca escuche gemir a una mujer, sus manos sobre mis pechos, y empezaba a moverse como si de un baile se tratara, en círculos, de arriba abajo, era delicioso.



Yo por mi parte ponía mis manos en sus pechos, bajaba por sus costados, sentía su figura y dejaba mis manos en sus caderas, en esas caderas que eran mi delirio, y ahora eran mías, solo mías.



Subí mi mano a su rostro, y metí mi pulgar en su boca, y ella me lo besaba y mordía, sin perder su ritmo.



—Ya no aguanto más, le dije, siento que ya no aguanto más, entre gemidos



—¡Te amo!!, me gritó, una y otra vez



—¡Yo también te amo mamita!!!



¿Pero que acaba de decir???, “Mamita” se me salió inconscientemente, y en el momento de mas éxtasis, pero parece que ella no entendió o no escuchó. Ya que su ritmo no cambió nunca, más bien si cambió, cada vez era más acelerado, hasta que….



Explotamos, los dos a la vez, yo sentía que temblaba y vaciaba mi próstata, y como salía un chorro de líquido seminal y la llenaba, la llenaba, a la vez que sentía que me mojaba entero con sus jugos vaginales, que si antes se habían salido, ahora era un chorro de igual magnitud. La garraba de sus caderas y la apretaba hacia mí para que no se separara jamás de mí.



Sofía se dejó caer exhausta sobre mí, sin sacar mi miembro de su vagina.



Los dos respirábamos agitadamente, sus manos sobre mi pecho y su rostro junto al mío, sus piernas como si fuera un sapo a mis costados. Yo la besaba y le decía cuanto la amaba, ella hacía lo mismo. Yo acariciaba su espalda, su cabello, sus caderas, mi miembro casi completamente flácido, no terminaba de salir de su vagina.



—Te amo, le dije.



—Te amo también me respondió, eres fantástico, me hiciste sentir cosas que nunca las había sentido, ¡jamás!,



—Y tú a mí, Mamita, esta vez se lo dije a propósito, para que ella crea que era una forma cariñosa de tratarla y funcionó.



—Te amo tanto, papito, me dijo



—Yo con una sonrisa de satisfacción, le dije, y eso que es nuestra primera vez…



—Ella también sonreída pero exhausta, pero por hoy ya no mas no quiero morir la primera vez, sería delicioso, pero quiero sentir todo lo que puedes hacer, poco a poco.



Solo la besé, y la besé, la abracé como para que nunca me deje, luego se bajó de mí y estuvimos abrazados por un largo tiempo. No sé cuánto duró todo, para mí fue una eternidad, fue maravilloso, y para ella también.



Pero Sofía no podía quedarse a dormir conmigo, debía regresar a casa, sus hijos, mi hermana y mi yo más joven seguro estaría preocupados. Nos duchamos juntos rápidamente y salimos, abrazados, besándonos, como dos jóvenes enamorados.



Ahora y con más confianza de regreso en el coche, mi mano se puso en su pierna, cerca de su ingle, mientras ella jugaba con mi pelo, llegamos a su casa, le repetí cuanto la amaba, y con un buen beso apasionado y unas caricias atrevidas, la dejé en su casa … mi casa.



Sofía había sido mía, yo había sido suyo, habíamos dado lo mejor de cada uno, todo de aquí en adelante ya no sería lo mismo.



Ya no seriamos jamás madre e hijo, seríamos hombre y mujer.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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