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Alex y yo estábamos sentados en las tumbonas, viendo a Ori, Gina y Valeria nadar en la alberca. Estábamos hablando de qué íbamos a hacer ahora que habíamos acabado la universidad, pero ninguno de los dos sabía muy bien que hacer.
—¿Entonces no tienes nada planeado? —me preguntó Alex.
—La verdad es que no. Lo he estado discutiendo con Ori, pero ella tampoco sabe muy bien que hacer. Supongo que buscare empleo y ahorrar para irme a otro país.
—Buen plan, quizá lo haga también.
—Sí, pero… —me detuve, pues no quería decir lo que me incomodaba.
—¿Qué pasa?
Suspire y conteste.
—Es Ori, ella quiere… que vivamos juntos.
—Wow, eso es grande. Un gran paso, la verdad.
—La cosa es…que no quiero hacerlo. No con ella al menos.
—¿Por?
—Pues veras, últimamente ha sido muy controladora conmigo. Y estoy casi seguro que lo va a ser más si vivimos juntos. ¿Te conté que estuve viviendo un tiempo en su casa?
—No, ¿qué paso?
En ese momento Jimena pasó frente a nosotros con un tapete de corcho. No pude evitar mirarla, llevaba puesto una blusa negra ajustada y un pantalón de licra azul con rayas verdes. Se dirigió hacia el otro lado del jardín y dejó el tapete en el suelo. Desde que habíamos llegado no faltaba un día en que hiciera un poco de ejercicio. No era tan complejo, sólo hacia unas cuantas planchas, abdominales, sentadillas y de vez en cuando ejercicios de resistencia. Quizá no era una rutina tan demandante, pero al menos le daba resultados, como ya había visto.
—Sus papás estuvieron unos días fuera —continúe regresando la mirada con Alex—. Así que me invitó a quedarme toda esa semana ahí.
—Oh, sexo todos los días entonces eh —dijo mi amigo con una sonrisa.
—Sí, al principio pensé que igual sería increíble. Pero las cosas se pusieron raras con ella —respondí con una mueca—. Me hacía de comer, lo cual al principio estaba bien, pero empezó a insistir que comiera, que no haríamos nada hasta que terminara de comer y se enojó la única vez que me levante sin comerme el sándwich que me hizo, no tenía hambre ese día. Un día me levante temprano y me fui a la sala a leer un rato, ella despertó y pensó que me había ido o algo, me lanzó mi zapato cuando me encontró unos cinco minutos después, alegando que la había espantado porque no desperté a su lado.
—Wow, sí que se oye mal.
—Incluso una vez que estábamos haciendo juegos previos dejó de querer después de que hice un comentario de que no había podido hacer muchas cosas con otras novias que le hacía a ella.
—¿Y eso la enojo?
—Literalmente se levantó del sillón donde estábamos, se metió en el cuarto y me dejó fuera toda la noche. Tuve que dormir en el sillón y cuando me abrió la puerta me dijo que estuvo llorando toda la noche por mi culpa.
—¿Un poco intensa no crees?
—Y eso fue sólo una semana, imagínate vivir con ella en serio.
—¿Has pensado en terminar con ella?
Esa idea me había rondado la cabeza un par de ocasiones, quizá hasta más. En ese momento mire a Jimena, ella también me había comentado que debíamos terminar, pero realmente quería a Ori, no podía hacerle eso. Jimena comenzó a hacer ejercicios de estiramiento, tratando de alcanzar el piso con las manos mientras estaba de pie, al hacerlo su pantalón de licra marcó su hermoso trasero. Un pequeño cosquilleo apareció en mi entrepierna.
—¡Oigan chicos! —gritó Gina desde la alberca.
Ambos volteamos y vimos a Gina haciéndonos señas para entrar.
—Vamos a jugar voleibol ¿no?
—Ah, vale —dije mirando a mi amigo y él me sonrió.
Fui por una pelota a la casa y ambos nos lanzamos al agua. Hombres contra mujeres, así íbamos a jugar. Al principio su ventaja numérica nos causó problemas, pero unos minutos después de empezar el partido, Gerardo se unió a nuestro equipo; para nuestra suerte Mishel decidió quedarse en una de las tumbonas a tomar el sol y leer un libro.
En una ocasión, Valeria sacó la pelota fuera de la piscina y me tocó ir por ella. En cuanto salí de la alberca, lo primero que vi fue a Jimena en cuatro, estirando y regresando su pierna. Era una posición un poco sugestiva para mi gusto, para mi mala (o buena) suerte, la pelota había caído cerca de ella. Cuando me agache por ella, Jimena se había levantado para comenzar a hacer sentadillas. Dios, parecía que el pantalón se le iba a reventar de lo apretado que estaba.
—¿No quieres jugar? —le pregunté con sincera amabilidad, aunque de nuevo el cosquilleo apareció.
—No, gracias. Debo terminar mi rutina —me dijo con una sonrisa y sin dejar de hacer sentadillas—. Quizá después, si aún siguen jugando.
—De acuerdo.
Regresé al agua y el frío me quitó la poca excitación que había sentido, pero lo que me hizo sentir escalofrío fue la mirada de Ori. Conocía esa mirada, la misma que me había dado cuando me mando a dormir al sillón.
Unos segundos después de que lanzara la pelota para seguir jugando, ella salió del agua y se metió a la casa, sin decir nada a nadie.
Por un momento quería ir tras ella, pero Gerardo me lanzó agua en la cara y trague un poco debido a la sorpresa.
—Despierta, que vamos perdiendo.
Más por inercia que por decisión, continúe jugando. Un poco después, Mishel se metió al ver que sus amigas iban perdiendo contra nosotros, pero aun con su ayuda, perdieron.
Algo cansados, salimos todos del agua, Jimena ya había ido a ducharse debido a que había terminado sudando del ejercicio. Valeria fue la primera en aprovechar para meterse también al baño para quitarse el cloro de la alberca. Mishel y Gerardo se fueron a bañar juntos, por lo que Gina, Alex y yo éramos los únicos que faltábamos. Nos quedamos los tres hablando un rato en la sala, pero yo estaba midiendo el tiempo. Suponía que Ori había ido a bañarse también y estaba midiendo cuanto se estaba tardando. Cuando considere que ya era suficiente, quise dejar a Gina y a Alex solos para que hablaran, esperando que mi amigo aprovechara para hacer algún movimiento con ella, pero Gina se me adelantó y se fue a su cuarto a preparar su ropa para cuando Valeria acabara. Sin más remedio, regresé al cuarto principal para también yo tomar una ducha, dejando a mi amigo solo.
Para mi sorpresa, Ori estaba tirada en la cama, aun con el bikini puesto, el pelo mojado y una toalla húmeda en el suelo.
—Amor, creí que habías ido a bañarte —dije bajando las escaleras.
—¡Ah! ¡¿Ahora si te importo no?! —me dijo enojada levantando la cara, sus ojos estaban completamente rojos, pero no podía decir si era por el cloro o porque había estado llorando—. ¡Por eso te dije que no querían que vinieran!
—¿De qué hablas?
—Ya vi cómo las ves, a Jimena, Gina, a todas.
—Espera, ¿de qué estás hablando?
—Yo no soy suficiente para ti. Así que te pones a ver a otras chicas y enfrente a mí.
Me quede de piedra con lo que estaba diciendo. Era un ataque de celos, era casi el mismo discurso que me había dado aquel día.
—Si tanto las quieres vete con tus putas. Total, aquí yo puedo estar muriéndome en llanto y a ti ni te importa —me dijo casi gritando.
—Amor, ellas son tus amigas, yo ni siquiera tengo nada que ver.
—¿Y qué, eso las hace menos putas? Vi cómo le hacías ojitos a Mishel en la feria en las malditas tazas, y vaya que no pusiste objeción cuando jugamos poquer.
—Pero tú no te puedes subir a las tazas porque te mareas, y además desde donde yo estaba parecía que también te estaba gustando —contesté ya un poco molesto también.
—¿Y qué me dices de Valeria y de Gina? No les has quitado el ojo de encima desde que llegaron. Te la comes con los ojos.
Abrí la boca y fruncí el ceño. Quizá era cierto que quien había visto en unas cuantas ocasiones había sido Jimena, pero ¿Valeria y Gina? Nunca lo había hecho, o bueno Valeria el primer día nada más, una vez; pero de eso a lo que me estaba diciendo Ori era muy diferente.
—Yo no he hecho tal cosa, estoy contigo y…
—Y es mi culpa ¿no? Por acceder a traer a mis amigas tan buenas para que el señorito se pudiera deleitar el ojo. Si hubiéramos venido solos como te dije…—no terminó la frase pues se puso a llorar.
Pero en vez de sentir pena, sentía hartazgo y molestia. Lo estaba volviendo a hacer, intentaba manipularme, me quería hacer sentir culpable, quizá al principio de la relación había cedido, pero ahora…
—Ori…
—Olvídalo quieres —me dijo y se metió al cuarto de baño y comenzó a llorar.
Una parte de mí sabía que sus lágrimas eran reales, que en cierta forma le lastimaba lo que estaba haciendo, pero otra parte de mí se dijo que no podía dejar que siguiera pasando esto en la relación, era demasiado dependiente de mí, y eso estaba mal en muchos sentidos.
Irritado, decidí salir de la habitación. Necesitaba aclarar mi mente, quería hablar con alguien, así que me dirigí a la habitación de Alex.
Cuando llegue a la puerta estuve a punto de tocar, pero note que mi amigo estaba en el pasillo, pegado a la pared.
Me acerque extrañado, pues estaba cerca del cuarto de Gina y Valeria. No me oyó llegar así que dio un salto cuando le toque la espalda.
—Oye, tienes un segundo…
—Shhhh
Casi de inmediato me tapo la boca para callarme.
—Mira esto —me susurró señalando el cuarto de las chicas.
Haciéndome un pequeño espacio para ver, me adelante. La puerta del cuarto estaba entreabierta, dejando ver en el interior. En la cama, estaba Gina acostada, aun usando su bikini de top azul con rayas blancas y con una gorra en la cabeza volteada hacia atrás, y con los ojos cerrados se estaba masturbando. Al verla me quede con la boca abierta, su mano izquierda había hecho a un lado la parte inferior del bikini, el cual era de un color crema, y con su otra mano sobaba su entrada con un ritmo pausado. Abría y cerraba las piernas en señal de que gozaba lo que estaba haciendo y unos ligeros gemidos salían de su garganta.
—¿En serio la estás espiando? —le susurre a mi amigo volteándolo a ver.
—Iba a hablar con ella para pedir que saliéramos a una fiesta esta noche como una cita, pero así estaba la puerta cuando llegue —me susurró de vuelta y luego clavando su vista en ella.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Un bueeen rato —dijo sin despegar la mirada de Gina.
Sin poder evitarlo, yo también la observe. Una parte de mí sabía que estaba mal mirar a escondidas a una chica mientras se masturba, pero una extraña sensación de excitación se apoderó de mí. Aun no estaba seguro si había imaginado a Jimena viéndome tener sexo con Ori, pero si realmente lo había hecho, entendía porque. La excitación se combinaba con la adrenalina de ser descubierto, era increíble.
Los gemidos de Gina se intensificaron y su cuerpo se retorció por el gusto que estaba recibiendo. Decidió quitarse las bragas para poder utilizar su mano y apartar el bikini para poder apretar sus pezones. Mi amigo y yo estábamos hipnotizados, Gina metía su dedo dentro de su rajita y se lamía los labios con deseo.
—Creo que deberíamos irnos antes de que nos descubra —le dije a mi amigo.
Su mirada reflejó decepción, pero entendió lo peligroso que podía ser si se daba cuenta que la veíamos. Nos dispusimos a irnos, cuando Gina gimió algo que nos hizo detener.
—¡Oh, Alex!
Ambos nos miramos y casi podía jurar que teníamos la misma expresión en la cara. Regresamos a nuestra posición de vigías. Gina se mordía el dedo índice mientras su otra mano no dejaba de castigar su vagina.
—Así, Alex, así —gemía.
—¿Está… masturbándose pensando en mí? —susurró mi amigo con sorpresa.
Asentí sin despegar la mirada.
—¿No será otro Alex?
—¿Conoce a otro? —pregunte mirándolo.
Mi amigo sólo me vio, pero no dijo nada. Volvimos a mirar a Gina, me sentía excitado por vigilarla, pero no podía ni siquiera pensar como estaba mi amigo considerando que ella se gemía su nombre.
—¿Qué hago?
La sorpresa me tomó por sorpresa y lo volteé a ver.
—¿Cómo voy a saber? No es conmigo con el que se está masturbando. Sigo opinando que deberíamos irnos, si te descubre que la estás espiando dudo que vuelva a pensar en ti cuando quiera volver a hacerlo.
—Tienes razón, aunque…
Hubo un momento de silencio, luego todo pasó tan rápido. Alex se adelantó y entró en la habitación. Tuve apenas un segundo para poder quitarme del marco y ocultarme antes de Gina abriera los ojos y soltara un ligero grito.
—¡Alex!
Mi amigo se detuvo en seco sin saber qué hacer.
—Lo siento, quería venir a preguntarte algo, realmente lo siento —dijo algo nervioso.
—¿C-c-cuánto tiempo llevas ahí? —preguntó Gina, no podía verla, pero estaba seguro que estaba roja y sobre todo cubriéndose lo más posible.
—Pues…un poco. No fue mucho, lo juro.
Hubo un momento de silencio, por un momento creí que Gina le diría algo a mi amigo o que lo iba a golpear, pero fue Alex el primero en hablar.
—M-me… halaga el hecho de que pienses en mí así. Yo… bueno, yo… también lo he hecho pensando en ti.
Cerré los ojos, estaba seguro que iba a morir por ese comentario. No era muy halagador ni adecuado para la situación. Inesperadamente sucedió lo contrario.
—¿En serio?
Abrí los ojos, el tono con que había hablado de Gina sonaba pícaro, juguetón casi. Me atreví a mirar dentro, Alex había cerrado un poco la puerta cuando entró, pero quizá por las prisas no lo hizo bien, la abertura ahora era más grande que cuando él y yo espiábamos a Gina, dejándome ver mejor el interior del cuarto. Mi amigo estaba frente a la cama y Gina estaba encima, una almohada cubría su entrepierna, de seguro la había tomado cuando mi amigo entró.
—Pues sí, un par de veces —respondió Alex.
La cara de Gina me lo dijo todo, se mordió el labio de forma lujuriosa y movió la almohada a un lado para acariciarse un poco.
—Vaya, que increíble coincidencia. Y por lo que veo estabas disfrutando el espectáculo.
Mi amigo miró su entrepierna donde seguramente había una erección y contestó algo nervioso.
—Bueno, es que estás muy buena Gina, la verdad si me estaba gustando.
Estaba seguro que era la calentura que ya traía Gina, porque los comentarios de mi amigo serían pésimos en otra situación, pero en vez de que ella le dijera algo, se acostó bocabajo y reculo hacia Alex. Tomándolo del traje de baño, lo acercó y sin siquiera pedir permiso, se lo bajo, tomando su miembro con una mano y recorriendo todo su tronco.
—Ya vi que sí.
Alex sólo se dejó hacer. Gina comenzó a masturbarlo lento y una vez que hubo agarrado buen ritmo, se metió el miembro de mi amigo en la boca.
No podía creer lo que veía, Gina le estaba haciendo un oral a Alex después de que la estuviera espiando. Era una situación que sólo veía en películas pornográficas, pero estaba pasando. Alex comenzó a mover la cadera para que su pene entrara al ritmo que él quisiera, Gina sólo abrió la boca y dejo que él hiciera el trabajo.
Por un momento quise dejarlos solos, era un poco incómodo ver como se la comían a mi mejor amigo, pero por otro lado…me estaba excitando verlos. No lo veía tan diferente a ver porno, pensaba, pero el sonido de la boca de Gina se oía diez veces mejor en vivo.
—¿Qué haces? —dijo una voz a mi espalda.
Casi gritaba igual que Alex unos minutos atrás. Me di la vuelta y me encontré con Valeria recién salida de la ducha. Su cabello aún seguía mojado, dándole cierto brillo a sus puntas rosas, llevaba un sujetador sin tiras de color celeste y un pantalón negro ajustado. Al verla así el cosquilleo juguetón aumento. No era el atuendo, estaba seguro, era la situación en general.
—¿A quién espías? —me preguntó con una sonrisa.
—Ammmm —fue lo único que pude decir antes de que Valeria mirara por la puerta entreabierta.
—¡Oh por dios! —susurró con una sonrisa y me miró con la boca completamente abierta—. ¿En serio?
Sonreí apenas y asentí, luego Valeria volvió a mirar dentro de la habitación.
—Vaya, creo que ya era hora, esos dos se traían ganas desde hace rato.
Mientras ella veía me estaba dando la espalda y no pude evitar mirar su trasero en su pantalón tan ajustado. No pude evitarlo, la excitación me había ganado.
—¿Y por qué estabas de espía? —me preguntó mirándome.
—Bueno… es que… yo, digamos que no era mi plan.
—Aja, claro —me dijo con una sonrisa y volvió a ver a Gina y a Alex—. Se ve que les está gustando.
Valeria se recargo en el marco de la puerta y para mi sorpresa comenzó a restregarse ligeramente con ella. Me le quede mirando completamente sorprendido, ¿se estaba excitando? Dentro, los gemidos de Alex comenzaban a sonar y un chapoteo producido por la boca de Gina.
—¿Ahora quien espía a quién? —le susurre al oído a Valeria.
Mi comentario la tomó de sorpresa y se alejó de la puerta. Me miró un segundo y luego al cuarto.
—¿Quieres entrar? —me preguntó mirándome.
—¿Disculpa?
—Entrar con ellos, si ambos los vamos a ver entonces mejor hacerlo adentro que aquí afuera como voyeristas ¿no crees?
—Ni siquiera creo que sea una buena idea.
—Como quieras.
Antes de que dijera algo más Valeria abrió la puerta de par en par. Alex por instinto intentó cubrirse y Gina también lo hizo al verme parado en la puerta.
—Tranquilos, sigan en lo suyo, sólo quería un mejor asiento —dijo Valeria sentándose en la cama a un lado de Gina.
Gina miró a su amiga y ésta le sonrió y giñó el ojo. Gina no comentó nada, sonrió, se quitó el bikini para dejar sus pechos desnudos y miró a Alex.
—¿Seguimos?
Alex me miró con interrogación, yo sólo atine a alzar los hombros antes de que Gina lo jalara del brazo para continuar con la mamada que le estaba haciendo.
—Sino vas a entrar cierra la puerta —dijo Valeria subiendo su pierna derecha a la cama y volteando la cabeza para ver como su amiga le hacia una felación a su amante mientras se tocaba sobre el pantalón.
Realmente me saltaron muchas dudas y razones para no entrar, pero recordé la pelea que acababa de tener con Ori, el sentimiento de hartazgo hacia ella y la excitación que tenía en ese momento fue lo que me hizo entrar y cerrar la puerta detrás de mí.
Me quede ahí parado sin saber qué hacer, me sentía como un extraño en una cena familiar. Valeria continuaba sobando su entrepierna mientras veía a su amiga saboreando a Alex. Mi amigo se quitó para tomar a Gina y colocarla sobre la cama para comenzar a comerla a ella. Gina no tardó mucho en empezar a gemir de placer.
Valeria me volteó a ver con una sonrisa, tomó su sostén y se lo quitó por encima de su cabeza, dejando sus hermosos pechos al aire, con el dedo me pidió que me acercara. Una parte de mí quería irse, pensando que estaba mal que le hiciera esto a Ori, aun estábamos juntos, sólo había sido una pelea. ¿Qué hacía ahí? Pero no sólo era UNA pelea, habían sido varias, la forma en cómo se comportaba, tan controladora…
Valeria tomó el borde de mi traje de baño y me jaló hacia ella. Me había acercado a ella sin siquiera pensarlo, mi cuerpo me dominaba a mí, no yo a él. Sacó mi miembro de su encierro, incluso yo me sorprendí de la enorme erección que tenía. Quise decir que se detuviera, quería detenerla, pero en cuanto sus labios tocaron mi tronco olvide todo. Me había gustado Valeria antes de Ori, y ahora su lengua recorría mi pene y no tardo mucho antes de que comenzara a chuparlo. Me miró a los ojos y ya no pude contenerme, la deseaba, su cuerpo, sus labios, sus pechos, todo de ella.
Los gemidos de Gina aumentaron de decibeles, al parecer mi amigo le estaba haciendo un oral magistral, pero yo estaba concentrado en Valeria y la deliciosa felación que me estaba dando, tome su cabello con una mano y deje que continuara con lo suyo. Su saliva humedecía mi falo y en una ocasión intentó metérselo todo hasta la garganta, me sentí como en las nubes. Cuando se lo sacó, lo tomó con ambos manos y lo apretó ligeramente.
—Mejor que espiar ¿no crees? —me dijo masturbándome lento.
No contesté, la tome por la garganta e hice que subiera a mi rostro para besarla, sus labios tenían un sabor dulce, se había puesto un labial de fresa, hasta ahora había notado el rojo en sus labios. Continuamos besándonos con pasión mientras ella continuaba masturbándome. Ataque sus pezones rosados con mi lengua y mis dientes, ella sólo gimió de placer.
—Así Alex, vas a hacer que me venga —dijo Gina entre gemidos. Podía oír a mi amigo meter sus dedos dentro de ella, Gina ya estaba muy mojada cuando la espiamos, de seguro ahora estaba inundada.
Yo seguí en lo mío, bese el cuello de Valeria mientras metía mi mano dentro de su pantalón, trabajo difícil de lo ajustado que estaba. Cuando encontré su entrada no lo dude y metí mis dedos en ella. Como recompensa su mano apretó mi pene y su boca hizo una O perfecta. Esa expresión en su rostro, un escalofrío agradable recorrió todo mi cuerpo.
Continuamos besándonos y masturbándonos mutuamente hasta que Gina soltó un fuerte grito, señal que había llegado al orgasmo. Valeria se detuvo un momento para ver a su amiga con una sonrisa, yo aproveche y bese su cachete y su cuello.
—¿Todo bien? —preguntó ella sin dejar de apretar mi miembro.
—No sabes cuánto —dijo Gina tratando de recuperar el aliento.
Valeria sólo rio y aproveche el momento para ponerla espaldas a mí, haciendo que volviera a reír. Baje su pantalón y ella me ayudó a quitárselo levantando los pies, besaba sus piernas como dos columnas de marfil y subí hasta besar un poco su trasero antes de que se diera la vuelta y volviera a besarme. Sin aviso, me colocó contra la cama y me lanzó a ella, luego se colocó frente a mí, su boca buscando mi miembro.
—Es que me gustó como sabe —me dijo con una sonrisa.
Antes de que pudiera regresar a chupármelo, la tome del antebrazo y la alce a la cama conmigo, ella se dejó, intuyendo lo que quería. Colocó sus piernas cerca de mi cabeza, dejándome camino libre a su entrada, la cual no tarde en explorar con mi lengua, casi al mismo tiempo sus labios regresaron a estimular mi pene.
Sabía bastante dulce, sus líquidos se combinaban con el olor a jabón que había usado para bañarse, lo cual me volvió loco e hizo que me esforzara más de la cuenta. Sentí algo cerca de las piernas, una mirada rápida a mi lado me dejo ver a Gina en cuatro justo a la derecha de nosotros, Alex colocándose detrás de ella y la expresión del rostro de Gina me decía que mi amigo la había penetrado.
Al principio lo hicieron lento, pero poco a poco Alex tomó confianza y comenzó a darla bastante duro. Gina comenzó a gritar, llena de placer. La cama se movía con su ritmo y la pelvis de Alex sonaba cada vez que chocaba con el trasero de Gina.
—Ah… así, así… dame bien duro… Ah… Alex… se siente mejor cuando lo haces tú —decía Gina, infundiéndole ánimos a mi amigo.
Valeria y yo continuamos con lo nuestro unos momentos más, mis manos recorrieron su espalda y su cadera, su cuerpo se sentía tan suave. Levantándome ligeramente para poder liberarme, tome a Valeria de las piernas y la arrastre hacia el otro lado de la cama, colocándola boca arriba. Su rostro estaba justo enfrente del de Gina, pero su mirada sólo estaba fija en mí. Me baje de la cama y me puse de pie, tome mi miembro y jugué con el borde de su entrada.
—Mmm… que rico —me dijo mordiéndose el labio inferior—. No puedo esperar… dámelo.
Quise jugar con ella un poco más, así que metí la punta y luego la saque, ganando un fuerte gemido de su parte.
—No seas así, dámelo. Lo quiero sentir —me suplico, luego hizo una expresión de una niña pidiendo un dulce—. ¿Me coges por favor?
La pregunta me llevo a los cielos, era todo lo que necesitaba. La penetre con facilidad, pues estaba muy mojada, de nuevo su rostro cambió y su boca volvió a hacer la O perfecta. No pude más, la penetre lo más duro que podía, sus pechos subían y bajaban y ella gemía de placer.
—Así… así… uy… que rico. No pares, no pares.
Me atreví a mirar a mis compañeros, Gina tenía una pierna levantada sobre la cama y se pellizcaba un pezón mientras miraba a Alex, quien se esforzaba al máximo en complacerla. La cama debajo de nosotros se movía de un lado para otro, llevada por los empujones que ambas parejas hacían. Continuamos en esa posición por unos minutos, incluso Gina llegó a acercarse a darle un beso a Valeria antes de regresar su atención a Alex.
Cambiamos de posición. Ahora yo me acosté en la cama, dejando que Valeria se empalara con mi miembro, bajo su cuerpo lo más que pudo y nos besamos mientras ella movía su cadera de arriba abajo, controlando la penetración, yo sólo tome su trasero y lo apretaba y daba nalgadas. Gina hizo algo parecido, sólo que le daba la espalda a Alex y cabalgaba su verga como toda una profesional. Los gemidos de ambas sonaron casi al unísono, de nuevo sentía que ambas chicas competían por quién gritaba más.
Me senté sobre la cama y bese a Valeria mientras ella movía la cadera con ligereza, la flor de loto llamaban esta posición. Era una posición que me gustaba mucho, la sentía intima, ya que podía besar a Valeria sin dejar de sentir como su cuerpo se movía conmigo.
—Dame más, quiero que te vengas en mi cuerpo —me susurró en el oído.
De nuevo sentí un escalofrío agradable.
Poniéndome de rodillas sobre la cama, le di la vuelta para que quedara espaldas a mí, ella por inercia se colocó en cuatro y dejándola ser, tome su cadera y la penetre de nuevo. Alex por otro lado imitó la primera posición que había hecho, poniendo a Gina bocarriba, con el añadido de ponerse sus piernas en los hombros y entrando con firmeza.
Realmente podía decir que le estaba dando duro, la expresión de Gina lo decía todo. Valeria parecía gustarle lo que hacía, pues agarró con fuerza las sabanas de la cama y gemía con fiereza. Pero no quería verla así, sí, tenía una espalda hermosa y blanca, pero quería sentirme cerca de ella. La tome del vientre y la alce conmigo, su espalda tocando mi pecho. Ella por su parte hizo su brazo hacia atrás, alcanzando mi nuca, volteó su rostro y volvimos a besarnos mientras seguía mi movimiento de vaivén. Teníamos la estatura necesaria para que no nos fuera incómodo, así que aproveche, con una mano apretaba uno de sus pechos mientras que la otra estimulaba su clítoris. Sus gemidos fueron apagados con nuestros besos, pero aun así su garganta gruñía de placer. Creo que esa posición le estaba encantando tanto como a mí.
—Gina… m-me… me… vengo —decía Alex entrecortado.
—Dámelo todo, no te dejes ni una gota.
Alex bajó las piernas de Gina y sacó su miembro. La corrida fue bastante sustancial, Gina apretaba sus pechos y sacaba la lengua para tomar todo lo que podía, con una enorme sonrisa en el rostro.
—Valeria… —dije sintiendo también el orgasmo llegar.
—Hazlo, lo quiero.
Ella fue la que se salió y se acostó en la cama. No necesite estimulación para nada, la corrida vino sola, unos segundos más y quizá hubiera terminado dentro de ella. Valeria la recibió igual con una sonrisa, su cara de satisfacción hizo que mi orgasmo durara un poco más de lo habitual, además del hecho de que había más que placentero. Había cogido con Valeria, una chica que me había gustado desde hace mucho.
Ella terminó de limpiar mi miembro con la mano y luego se miró la corrida en su abdomen y pechos.
—Creo que voy a tener que volver a bañarme —comentó.
Los cuatro reímos y yo me recosté en la cama.
—Yo no sé ustedes —dijo Gina tomando un poco de la corrida de Alex y comiéndosela—, pero hoy voy a dormir como bebé —miró a Alex—. Estuvo increíble, gracias.
Era cierto, había estado increíble.
—Gracias a ti también, por cogerme tan rico —dijo Valeria alzando el rostro para ver—. Lo haces bastante bien.
Sonreí por el halago, pero mi sonrisa se borró poco a poco. ¿Qué había hecho? Había engañado a Ori.
—Creo que necesito irme —dije levantándome para tomar mi traje de baño del suelo.
—¿Qué sucede? —me preguntó Alex preocupado, pero él también llego a la misma conclusión que yo.
Me puse mi traje de baño y los mire. Los tres me miraban preocupados. Mis ojos se posaron en Valeria y sólo masculle.
—Perdón
Salí de la habitación con el corazón acelerado y cerré la puerta. La culpa me carcomía, realmente había cogido con Valeria aun estando con Ori. Una parte de mí le encantó, estuvo increíble, y haber estado con una chica como Valeria fue una experiencia incomparable, era todo lo que había imaginado en su tiempo, incluso hasta mejor. Pero había estado mal.
—Parece que te vas a desmayar o algo —dijo una voz a mi lado.
Volteé la mirada, completamente aterrado. Jimena estaba ahí, parada, con una enorme sonrisa y con su mano en la barbilla. Lo sabía, sabía lo que había hecho.
—Realmente parece que tienes talento para hacerlo.
—Jimena… yo…
—Mejor ahórrate las excusas. Si Ori llega a enterarse creo que va a estar muuuy devastada.
Sin borrar la sonrisa de su rostro se dio la vuelta y se fue caminando por el pasillo.
Al parecer el paseo se había acabado.
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