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Mi ex cuñado; un chico maravilloso (2)

Hola queridos lectores, gracias por todos sus comentarios, y correos que me han mandado. Aquí esta otra de las experiencias que tuve con mi ex cuñado, que con el paso del tiempo, se a convertido en uno de los mejores amantes que e tenido a lo largo de mi vida.



En esta ocasión, les relataré la 2ª vez que mi ex cuñado y yo tuvimos sexo, y desde la cual, se convirtió en mi amante habitual, como ya dije, este chico a pesar de la edad que tenía en ese entonces, y la edad que tiene ahora, a sido y es uno de los mejores amantes que e tenido, y de los pocos que me saben dejar satisfecha.



Había pasado alrededor de 6 meses desde la 1ª vez que Jonathan y yo habíamos estado en la cama teniendo un sexo maravilloso, que me había hecho tocar el cielo, y desde entonces no había podido dejar de pensar en el, y en el como me hizo suya.



Bueno, después de 6 meses, volvimos a vernos, en esta ocasión fui de visita un Sábado a la misma casa en la que habíamos cogido tan rico, pero esta ves fui a visitar a mi ex suegra, ya que como había dicho, entre los miembros de esa familia y yo, había y a perdurado una amistad verdadera, claro, e septo con mi ex cuñado.



Ese día traía una blusa de lycra de color negro, y que se ceñía a mi cuerpo, una falda de la misma tela, pero de color azul marino, y larga hasta el suelo, con unos zapatos de tacón alto, y como me gusta la joyería, pulseras y aretes del color de mi blusa.



Estuvimos platicando, mi ex suegra, mi ex cuñada que se llama Mary, sus hijos, Jonathan y yo, la platica era tan amena y divertida, que no me percate del tiempo que había estado ahí, cuando lo hice, ya había obscurecido, y el reloj ya marcaba las 10:00 P.M de la noche, y como vivía retirado de donde ellos viven, mi ex suegra me insistió en que me quedara, y me dijo, -¿Cómo te vas a ir a estas horas?, ya es muy tarde para que te vallas, mejor quédate, y ya mañana temprano te vas si quieres-, - ¿pero donde me voy a quedar?-, replique, y me dijo mi ex suegra, -ahí esta el cuarto en donde te quedabas, si quieres te puedes quedar ahí-, después de reflexionarlo por unos segundos, les dije que si, que me quedaría esa noche.



Afortunadamente, por lo general, en el auto siempre traigo un cambio de ropa, tanto normal, como interior, unos zapatos a juego, claro, siempre de tacón alto, y por si me llego a quedar en otro lugar que no sea mi casa, como por ejemplo la casa de mi madre, o las casas de alguno de mis hermanos, cargo con un camisón para dormir.



Alrededor de la media noche me subí para ya dormirme, para este tiempo, Jonathan ya se había subido, y desde aquella vez, no había tenido sexo con nadie, solo me la había sobre llevado con mis dedos y uno que otro juguetito, así que sabrán que calentura traía, y al volver a verlo, mi calentura se había aumentado más.



Al subir y entrar en aquel cuarto en el que había estado con mi ex pareja, me sorprendió ver que seguía exactamente como yo lo recordaba, la televisión atrás de la puerta, a lado de ella, un pequeño escritorio, enfrente de la televisión la cama matrimonial en la que tantas veces dormí antes, a lado de esta, un pequeño taburete que llegaba a la mitad de la cama, entre el suelo y la orilla del colchón, y a lado de este, un armario con algunos colgadores de ropa.



Me metí a la recamara, serré la puerta, y me dispuse a desnudarme, primeramente, me despoje de la blusa, y después de la falda, colgándolos en el armario, quede en mi ropa interior, un pequeño brasier de color negro y de media copa, apenas si cubría mis tetas, y una tanguita muy pequeña, que apenas si podía cubrir mi vulva, era de color negro, y de encaje, y obviamente, todavía traía puestas mis zapatillas.



Me dirigí a donde el escritorio, en donde había dejado la pequeña mochila en la que estaba mi ropa, y de ella saque el camisón que llevaba para dormir, este era de tela muy ligera, casi transparente, con encajes arriba de la parte que cubría mis tetas, de tirantitos, que ya puesto, me llegaba por arriba de media pierna, y con una abertura a uno de sus costados, que casi me llegaba a la cintura, y al color de mi ropa interior. Me saqué el brasier, y fui a verme a un espejo que esta atrás de la puerta, contemplando por un par de minutos todo mi cuerpo, después regrese a la cama, y me coloqué mi camisón para ya por fin acostarme a dormir.



Me metí a la cama, pero el sueño no llegaba a mi, al contrario, cada minuto que pasaba me sentía mas despierta, y por mi cabeza empezó a circular la idea de salir, e ir a la recámara de Jonathan, pero me paraba el hecho de que esta vez la casa estaba llena, mis ex suegros, Mari mi ex cuñada, y sus hijos, así que opte por lo más fácil, y lo que había hecho a través de estos últimos seis meses, masturbarme.



Comencé tocando levemente mis tetas, y mis pezones, hasta que estuvieron muy duros, luego baje mis manos hasta la altura de mis caderas en donde lentamente fui acariciando mi monte de venus, hasta llegar a mis labios vaginales, que para ese entonces, ya estaban emanando copiosamente mis líquidos, y al sentir mis dedos, mi vagina comenzó a palpitar de gusto.



Ya no pude más, así que hice mi tanguita a un lado, y me empecé a acariciar directamente mis labios vaginales, mientras que con mi otra mano, me comencé a pellizcar los pezones duros por encima del camisón, lo que me hizo excitar aun mas, y de repente, me metía tres dedos furiosamente de mi vagina, y la mano que tenia en las tetas, la lleve a mi boca, ensalivé el dedo de en medio, y lo lleve a mi culito, introduciéndolo fácilmente, y haciéndome llegar a un orgasmo instantáneo.



Estaba a punto de darme otro maravilloso orgasmo, cuando de repente se abrió la puerta de golpe, yo me sorprendí, ya que el que estaba parado en el marco de la puerta, era el, era mi Jonathan, el chico que tanto me había hecho gozar aquel día en que me entregue a el, como toda la acción se había llevado acabo por debajo de las cobijas, no se daba cuenta de que lentamente iba acomodando mi tanguita, poniéndola en su lugar, como antes de todo, y acomodando mi camisón.



Reuniendo todas mis fuerzas por que los nervios que tenia eran demasiados, le dije con voz algo adormilada, -¿Qué paso?-,  y sin inmutarse me respondió, -nada, solo que escuche ruidos y pensé que te pasaba algo-, y sentándome en la cama le dije, -no, no me pasa nada, es más, ya me estaba quedando dormida-, sin pensarlo mucho, le pedí que me apagara la televisión, ya que no hallaba el control remoto, y pasándose para apagarla, me di cuenta de que en su short se marcaba un gran bulto, que me indicaba que su verga estaba a tope, y reclamaba por salir, así que en un tono entre divertida y excitada le dije, -¿Qué te pasa?-, -nada, ¿Por qué?-, me respondió, -por que tienes una erección, por eso te lo digo-, y vi como la pena se posaba en su cara y noté que ya no sabía que hacer.



Mirándolo fijamente, aparte las sábanas, y lentamente me baje de la cama, dejando que el viera mi cuerpo enfundado en ese camisón, y paso a paso me fui acercando a el, hasta que quede frente a el, note como sus ojos se abrían como platos al notar mi cercanía, y sin decir nada, mis dedos comenzaron a palpar la punta, y en un susurro le dije, -la tienes bien dura, ¿puedo agarrarla?-, y sin decir una sola palabra, solo meneo la cabeza afirmativamente, termine de introducirlo en la recámara, y tras de el serré bien la puerta y la asegure  para que nadie pudiera entrar sin avisar, .



Me senté en el sillón que esta en un lado de la cama, y le indique a señas que se acercara, cuando estuvo frente a mi, su verga apuntaba directamente a mi cara, así que se la empecé a acariciar por encima del short, pero ya no aguantaba más, y ya quería sentir ese pedazo de carne entre mis manos, así que le dije, -quítate el short y el calzón, quiero agarrarla directamente-, ni tarde ni perezoso hizo lo que le dije, con las dos manos se la empecé a acariciar y lentamente comencé a bajarlas y a subirlas, y le pregunté, -¿te gusta que haga esto?-, casi sin voz me respondió que si, y continué haciéndolo hasta que me dijo, -detente, estoy a punto de venirme, ya me vengo-.



Hice caso omiso a sus palabras, y seguí haciéndolo,  mientras le decía, -no importa, vente que por eso lo estoy haciendo-, así que empecé a hacerlo aún mas rápido, hasta que empezó a sacar chorros de semen, el primer chorro cayo en mi cara, y los demás alcance a tomarlos en la boca ya que me metí su verga en ella para recoger hasta el último rastro de su semen, y no se desperdiciara nada.



Mi lengua recorría la cabeza de su verga, limpiando hasta el más mínimo rastro de su semen, y una vez que su erección perdió dureza, le dije, -¿te gustó lo que hice?-, con la voz entre cortada me dijo, -sí, me gustó mucho-, y poniéndome de pie le dije, -que bien, el que te gustara era mi objetivo, sacaste mucho semen, lo que más me excitó, tanto que recordé y no e podido olvidar aquella vez en que estuvimos juntos en tu cuarto, y quiero volverlo a repetir-, con los ojos tan abiertos como platos me dijo, -¿es cierto?-, y le dije -claro que es cierto, pero tendremos que ocultarlo, porque tu y yo sabemos que está mal, pero ya no aguanto, desde aquella vez contigo que no me toca un hombre, y por consiguiente, es el mismo tiempo que no tenia un pene tan cerca, así que si, quiero que me vuelvas a hacer tuya, pero acaba de quitarte la ropa-.



En ese momento lo único que le quedaba era la playera, así que sin perder tiempo se la quitó, y sin poder resistir más, le empecé a acariciar el cuello, bajando las manos lentamente, acariciándole el pecho, me detuve un momento en sus pezones, pellizcándolos delicadamente, baje la vista, y vi como su verga ya estaba dura de nuevo, baje una mano hasta ella y la volví a acariciar, esta se puso mucho más dura, y en un susurro le dije, -acaríciame, empieza a acariciarme por favor-, me abrazó y me acaricio la espalda, hasta que bajó a mi trasero, me acerque a su boca y lo bese con pasión desmedida, nuestras lenguas se enfrascaron en una batalla frenética de poder, su lengua parecía querer arrancar la mía, y la mía parecía que quería arrancar la suya.



Me rodeo la cintura, después bajó sus manos hasta mis nalgas, y me las empezó a acariciar y a apretujar, bajó más sus manos, y las metió por debajo de mi camisón, hasta que las subió ligeramente y agarró mis nalgas directamente, podía sentir el contacto de la piel de sus manos en mis nalgas desnudas, y mi tanguita de enfrente ya estaba mojadicima, sacó sus manos y las llevó hasta mis tetas, y las empezó a sobar y a apretujar.



Me empezó a bajar los tirantes del camisón, hasta que mis tetas quedaron al aire, con los pulgares de cada mano los acarició ligeramente, y lo siguió bajando hasta que lo dejó caer al suelo, dejó de besarme en la boca, yo estaba tan excitada, que mi respiración era rápida y corta, ya empezaba a gemir más fuerte.



Me empezó a besar en el cuello, bajando poco a poco por mi pecho hasta que llego a mis tetas, fue bajando hasta llegar a mis pezones, y metió uno de ellos en su boca, empezando una succión que me hizo excitar más de lo que ya estaba, con una de sus manos me agarraba las nalgas, y con la otra me sobaba la teta que estuviera libre, haciendo intercambio de manos, me chupaba frenéticamente los pezones, como queriendo sacarme leche, yo ya no gemía, yo ya estaba casi gritando debido a la excitación, -¡Ho si!, ¡sigue haciéndolo y no pares!. ¡hazlo más fuerte!-.



Sus manos bajaron hasta mi cadera, y me empezó a bajar la tanga, cuando me la quito, me sentó en la orilla de la cama, dejó de mamarme las tetas, y siguió besando mi cuerpo, bajó por mi estomago, pasó por mi vientre, el siguió bajando hasta que llego a mi rajita, no hacia mucho tiempo que me había recortado mi bello de ese lugar, no podía creer lo húmedo que estaba, y eso que solamente me había estado mamando las tetas.



Se agachó abriendo mis piernas, lo cual no era necesario, ya que de cualquier forma las iba a abrir, besaba y lamia mi rajita de abajo a arriba, y cada vez que su lengua rozaba mi clítoris, yo serraba mis puños aprisionando las sábanas, y me retorcía de placer con la respiración entrecortada, metía y sacaba su lengua de mi rajita, y después, mi primer orgasmo, en lo que entre susurros, y mi voz casi normal le decía , -¡No pares, por favor no pares!..., ¡aahhh, aahhh, aahhh, aaahhh, aaahhh, aayyy, aayyy, aaayyyyyyy...!-.



Sin oponerse, el siguió haciéndolo después de tomar un respiro, volvió a hundirse entre mis piernas, y comenzó a chupar con enormes ganas mis labios, lamia, mordía, y besaba toda mi raja, desde mi ano, hasta mi clítoris, con lo cual, cada que lo tocaba, apretaba con mis piernas su cabeza y sus manos estaban ocupadas en mis tetas, jugando con  mis pezones, en el momento en que volvió a meter su lengua en mi vagina, abrí más mis piernas y bajando una de sus manos, se puso a masajear mi clítoris con el pulgar y eso me hizo tener mi segundo orgasmo.



Después de eso, se levantó, me recostó en la cama, se colocó por fin  entre mis piernas, y puso la punta de su verga entre mis labios, y empujó suavemente, haciendo que entrara su cabeza, excitada por el momento empecé a decir, -¡ya métemelo, ya lo quiero tener adentro!-, así que me metió la mitad de su verga, por lo cual comencé a dar gritos de placer, -¡hoooooooo, siiiiiiiii!, ¡métemela toda!, ¡la quiero hasta dentro!-, de un solo golpe me la metió toda, de mi boca salió un grito más fuerte, y al sentirme profanada, clavé mis uñas en sus brazos, mientras que sus manos se posaron en mi culo, y su boca se fue sobre mis pezones, los cuales empezó a mamar desenfrenadamente, mientras que yo le decía, -¡hazme tuya mi amoooor, hazme tuya!-.



empezó a mover sus caderas lentamente, metiendo y sacando su verga de mi interior, mientras que mis gritos de placer y excitación iban en aumento, cada vez que la sacaba, yo lo jalaba a mi con mis piernas, deseando que me llegara hasta el fondo de mi ser, a esta altura yo solo gemía y gemía, mis orgasmos llegaban uno tras otro.



Sin avisarme, y con un orgasmo a punto de llegar, me sacó la verga, y me dijo, -ponte en 4-, ni tarde, ni perezosa, me coloque a cuatro patas y con voz sexi le dije, -¿me la vas a meter así?-,  -si, así te la voy a meter-, recosté mi cabeza sobre la almohada, abrí mis piernas y levante todo lo que pude mi trasero, con mis propios jugos impregnó sus dedos y empezó a sobar mi anito, cuando hizo la presión por metérmelo, me volteé y con voz de niña inocente le dije, -¿por ahí también?-, y con una sonrisa picara me dijo, -si, por aquí también, tu solo déjate, vas a ver que te va a gustar -.



Me volví a colocar en la misma posición, y me la metió de un solo golpe, agarró mis caderas y repitió el mete y saca continuo, de tantos jugos que teníamos, hacíamos  un ruido fenomenal al chocar su pubis y sus huevos con mis nalgas, así desde atrás, empezó a frotar mi clítoris, y mientras me daba desde atrás, mis orgasmos continuaban llegando uno tras otro, -¡aahhh aahhh, aahhh, sí, sí, dame más, máaaas!-, serró mis piernas, y así continuó cogiéndome.



luego de un rato de darme desde atrás, se salió de mi, y me pidió que lo cabalgara, -¿estás seguro?-, le dije, y me dijo, -claro, quiero que me cabalgues-, se puso boca arriba, y su verga apuntaba en diagonal en dirección al techo, me abrí de piernas, y agarrando su verga me la coloque en mi entrada vaginal, al tenerla en mi orificio, me fui sentando lentamente mirando como aquel mástil me perforaba sin piedad, al sentir como se iba metiendo, le dije, -ahh que rico se me va metiendo-, al tenerla toda a dentro me deje caer sobre el y le dije, -agárrate eh, que me voy a mover hasta sacarte toda esa leche que me gusta tanto-, -¿a poco si?-, me dijo entre divertido y excitado, a lo que conteste, -quédate quietecito y verás-.



Le pedí sus manos, luego comencé a moverme de atrás hacia adelante, a un ritmo lento, luego fui acelerando, apretaba sus manos, lo mire pidiéndole mentalmente que no me la fuera a sacar, me movía y me movía, hacia movimientos circulares con mi cadera, deseando que su verga me rosara todas mis paredes vaginales, yo solo quería venirme otra vez, ante mis impulsivos movimientos, pude observar en sus ojos como mi rostro se iba enrojeciendo debido al esfuerzo, y a que mi orgasmo estaba a punto de llegar.



Lo miraba desesperada, le apretaba las manos, y con cada movimiento lo que más pegaba a el era mi rajita, mi orgasmo llegaba, pero el no daba signos de querer venirse, -¡aahhh aaahhh, por qué no te sale, por qué no te saleeee aahhh aaahhh aahhh aahhh, aaahhhhh ya, ya, ya aayyy, aaayyyyyyy!-, me vine por enésima ocasión, quede exhausta sobre su pecho mientras mi vagina se contraía incesantemente, apretando su verga, me dio dos o tres empujes más, y ya no pudo aguantar más, así que terminó viniéndose dentro de mi, y llenándome todo mi interior, -Ho si, por fin salió esa lechita caliente que tanto deseaba sentir en mi vagina-, le dije mientras lo besaba apasionadamente en La boca.



Después de un tiempo besándonos, y acariciándonos todo el cuerpo, con voz algo melosa le dije, -¿me lo vas a meter por atrás, así como lo habías dicho?-, y mirándome a los ojos me  dijo, -claro que si, después de todo, mi verga ya está otra vez bien dura-, no podía creer lo que estaba diciendo a pesar de que ya me había acostado antes con el, así que baje mi mano, y rodeándola con ella, sorprendida le dije, -está más dura, y grande que hace rato-, entonces dándome un beso me dijo, -voltéate y ponte en cuatro, que ya quiero metértela-, al instante le obedecí, y me puse como el me había dicho.



Se situó por detrás de mi, puso la punta de su verga en mi entrada anal, y me preguntó, -¿estás lista para sentirla adentro?-, y con la voz entre cortada por la excitación le conteste, -claro que sí, ya la quiero adentro-, empezó a hacer presión y sentí como mi ano comenzaba a abrirse ante la majestuosidad de su verga, yo iba pujando de placer al sentir como su verga se iba apoderando de mi culo, fue empujando más y más, hasta que otra vez sentí como sus huevos hacían contacto con mis nalgas, me agarró de la cadera, y empezó el mete y saca.



Sus manos se fueron resbalando hasta que llegaron a mi raja, y de un solo golpe me metió tres dedos, lo que me hizo gritar como una puta en celo, y con la otra mano me frotaba el clítoris, lo cual me llevo hasta el cielo, y al mismo tiempo a tener orgasmos seguidos.



Sacó los tres dedos que entraban y salían de mi vagina, y con esa mano me masajeó las tetas, y pellizcó ligeramente mis pezones, así estuvimos por un buen tiempo, hasta que sentí como su verga se hinchaba dentro de mi, signo de que estaba a punto, y entonces me lo dijo, -ya me voy a venir Martha, ¿lo hago adentro, o lo hago a fuera?-, por la excitación tan grande que tenia en ese momento, solo le alcance a decir, -¡adentro!, ¡hazlo adentro por favor!-, el obedeció, y dejó salir un gran chorro de semen, el cual, cuando sacó su verga de mi interior, empezó a escurrirme por entre las piernas.



Me volteé rápidamente, lo atraje a mi cuerpo, lo bese apasionadamente otra vez, y entre besos le dije,         -gracias, desde aquella vez en que fui tuya, no e sido de nadie, y solo soñaba con poder repetirlo una vez más, me has hecho pasar una noche maravillosa, quédate a dormir conmigo, no te vayas esta noche, o al menos lo que queda de esta noche-, y mirándome fijamente a la cara me dijo, -¿estás segura de lo que me estás pidiendo?-, -si-, le dije, -quiero que te quedes esta noche a mi lado, quiero despertar a lado de quien me hizo el amor tan ricamente, de quien me dio un sinfín de grandiosos orgasmos-, y abrasándome, y respondiendo a mis besos, me dijo, -está bien, me quedare esta noche, y mañana temprano me paso a mi cuarto-, -si, está bien-, dije en un susurro, y nos fundimos en otro apasionado e interminable beso, recorriendo nuestros cuerpos desnudos una y otra vez, hasta quedarnos dormidos.



Esta no fue la ultima vez en que el y yo hicimos el amor tan ricamente, por supuesto desde entonces los dos seguimos acostándonos, hasta estos tiempos.



si e de decir que tengo una adicción, esa seria a la verga de ese chico, esa Berga a sido la que me a arrancado los mejores orgasmos de mi vida, claro, ahora no dejamos que pase demasiado tiempo como en aquella vez, ahora tratamos de vernos una o dos veces a la semana, y en esos encuentros, créanme si les digo que en el lugar en el que estemos, se pone tan caliente, que si estuviéramos en un bosque, enseguida se iniciaría un incendio forestal.


Datos del Relato
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