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Categoría: Confesiones

La iniciación anal de Camila

Regresé a la noche y Carolina se encontraba en la cocina preparando la cena. Al llegar a la cocina y verla me pareció que solo tenía un top blanco pues estaba con calzas color carne, tan ajustadas a su cuerpo y sin bombacha, lo que comprobé enseguida, que parecía una segunda piel.

No bien sintió que yo ingresé a la cocina, sin dirigirme una palabra, comenzó a menear su culo. No bien llegué a su lado la rodeé por la cintura y bese su cuello. Ella pegó su culo contra mi pija e hicimos movimientos como de coito a pesar de llevar nuestras ropas colocadas.

Yo ya estaba convencido que si bien podía serlo, no era mi hija, y a pesar de ser la hija de mi pareja, era una mujer ¡Y qué mujer! por lo cual no me importaba cogerla, es más disfrutaba haciéndolo, tanto o más que hacerlo con su madre.

Ella me dijo “¡Que ganas tenía de que vinieses!” Y yo le dije “Aquí estoy, dispuesto a cogerte bien fuerte” Ante lo que solo dijo “¡Hacelo!”.

Ni lerdo, ni perezoso, le baje la calza, confirmando ahí que no me había equivocado ya que al bajarle las calzas pude ver su rosada y depilada vagina, saque la verga de mi pantalón y reclinándola sobre la mesada de cocina, de forma tal que su concha me apuntase, comencé a refregar mi pija contra su vagina.

No bien la sintió exhalo un gemido y me pregunto “¿Cómo sabias que me faltaba un poco de leche para hacer la salsa? A lo cual riendo le dije “Tu culo me lo dijo”, y ella aplastándolo contra la mesada, me dijo “Después hablaremos de eso, ahora solo cógeme” de agache y empecé a chuparle la concha.

No bien mi lengua entro por su cuevita, tuvo un orgasmo, mojando mi cara con su flujo. Ahí me paré y mientras hundí mi cara en su cabello busque que la punta de mi pija, encontrase su mojada caverna y no bien esto ocurrió la deje irse por ella, fue una entrada rápida hasta que sentí como mis huevos tocaban sus caderas, momento en el que la comencé a retirarla lentamente, hasta que la saque casi toda para repetir, durante unos cinco minutos, este procedimiento.

Cuando ella arqueo su espalda al tiempo que contraía su vagina y que de su boca emanó un grito, supe que se le avecinaba un nuevo orgasmo, por lo cual procedí a acelerar el mete saca hasta que los flujos que salieron de su vagina resbalaron por sus pierna. Al sentir como se mojaba ni pija, la saqué totalmente de su vagina y haciendo oídos sordos a su pedido de que se la vuelva a ensartar, comencé a recorrer sus labios con la punta de la verga. Ella me la pedía, cada vez con mayor insistencia y yo le decía que la dejase jugar y le pregunté “¿No te gusta cómo juega?” a lo que me respondió que sí, que jugaba muy bien entonces le dije que ella sabía cuándo entrar y se la continúe restregando por sus labios y haciendo que su cabeza jugase con su clítoris, hasta que me pareció que ya estaba a punto y de una sola estocada se la ensarte hasta que sentí como mis pelotas chocaban con sus nalgas, En ese instante, ella exclamó, entre contracciones, “Oh Dios” y se derrumbó en la mesada. Yo se la saqué y me fui a la pieza a cambiarme.

Llegué a la habitación y después de quitarme la ropa, me tendí en la cama, solo tenía puesto mi slip cuando ella entró y acostándose a mi lado me dijo “sos un guacho. Ahora entiendo porque mi mamá goza tanto con vos” y tendiéndose sobre mi cuerpo me dijo que estuvo pensando en lo que le dije acerca de que no puedo decir quien coge mejor, si ella o su mamá, ya que si bien ella tiene la concha más cerrada su madre tiene más experiencia, decidió ver cómo obtener más experiencia por lo que revisó la habitación de su madre y encontró unos videos y que cuando los vio, se encontró con que con su madre practicamos sexo anal, y que si bien ella nunca lo hizo quería que yo le enseñara como hacerlo, que si bien tenía miedo porque su culo era más chico que el de su madre, ¡Y se notaba que a ella le dolía cuando se la metía!, se veía por sus movimiento y se sentía por sus gritos pidiendo más, que lo gozaba, y eso la animaba a pedirme que se la meta por el ano.

Esto lejos de sorprenderme hizo que mi verga se pusiese gorda y dura, como hacía tiempo que no se me ponía, y diciéndole “Bueno” le di un beso y la hice girar quedando yo sobre ella. En esa posición le dije “No te voy a mentir, siempre duele, a veces más y a veces menos, depende de cuan lubricada este, y de cómo se meta, no obstante los tamaños son importantes. Tu madre lo disfruta y no me cabe duda de que vos también gozaras cuando te la haya metido” y le pregunte ¿Empezamos? y como ella me respondió que si me puse a su costado y ahí comencé quitándole la ropa y sacándome mi slip para proceder a besar sus pechos y sus labios, esto lo hice alternando besos con suaves mordidas a sus pezones, mientras mis dedos jugaban con su vagina, cuando sentí que ella vibraba y entre mis dedos corría suficiente flujo, muestras de uno de sus típicos orgasmos, baje y pasé mi lengua desde su clítoris hasta su ano, no introduciéndola en su cueva posterior sino recorriendo su periferia. En ese momento me paré y dándole una mano la hice parar y la llevé hasta el baño haciéndola sentar en el bidet ella se sentó, creo que no supo bien por qué, pero le dije “Lávate bien el culo, mientras yo voy a prender unas velas y unos sahumerios para que te relajes.

Salí del baño y además de prender velas y sahumerios prendí las filmadoras que siempre tenemos colocadas, apuntando a la cama, con Marcela, ya que nos agrada filmarnos, pues deseaba disponer de esa grabación, en la cual se vería como desvirgaba el impoluto, hasta ese momento, culo de Camila para deleite privado cuando estuviese solo en casa.

Si bien cuando la compaginaba, siempre hacía dos copias iguales, una para Marcela y otra para mí, esta vez solo haría una que guardaría en mi casa, no vaya a ser que Marcela se enterase que me había acostado con su hija.

Hecho esto me fui al baño, Camila ya se estaba secando, pero yo la volví a hacer sentar y procedí a enjabonarle todo el culo haciéndole primero, con la mano derecha, unas suaves caricias en la parte externa del ano, mientras que con la izquierda estimulaba su clítoris, no buscando que se lubricase naturalmente sino que la excitación se mantuviese. Luego de realizar este trabajo durante unos minutos comencé a introducir mi dedo índice en su culo y a poco tiempo lo cambié primero por el pulgar y luego por el mayor.

Cuando después de unos 10 minutos, y teniendo ya tres dedos en su culo, la sentí vibrar. Esto me convenció que estaba bien dilatada, y ya que sabía que su culo estaba bien limpio, la hice parar y con delicadeza le seque el culo, para luego, cargarla entre mis brazos y llevarla nuevamente a la cama.

Con toda delicadeza la acosté y le coloqué una almohada bajo sus caderas, de forma tal que su culo me apuntase y procedí a lamer su ano. Esta vez, ¡Sí! mi lengua entró todo lo que pudo en esa oscura cueva, esta vez sí quería lubricarla bien. No quería que le doliese, quería que gozase desde un primer momento de mi verga en su recto, de allí que solo busque que se relaje totalmente, no solo deseaba que su ano se dilatase, quería que su primera vez fuese placentera para que luego ella me insistiese a que se la metiese por el orto, quería que su culo sea tan goloso como lo era el de su madre.

Cuando consideré que ya estaba bien de estimulación manual, tomé el frasco de aceite de almendras, que para eso tenemos con Marcela sobre la mesa de luz, y dándola vuelta me coloqué, nuevamente, entre sus piernas, vertí un poco sobre mi glande, para luego restregar este contra su ano, a la vez que dejaba caer otras gotas sobre él.

Su cuerpo se estremecía como una hoja al viento, ninguna palabra emanaba de sus labios, yo le decía las palabras más bellas que se me ocurrían y en un dado momento sentí como mi pija se fue deslizando al interior de su recto. No forcé la entrada, lo hice lo más lento que pude, utilicé tal vez mas aceite de almendras que la necesaria, pero no quería que le doliese, quería que fuese totalmente placentero, quería que disfrutase tanto la previa como el momento del orgasmo y por ello cada tantos centímetro que se la metía me detenía unos momentos y me inclinaba sobre su espalda y besaba sus orejas.

Cuando estuvo toda dentro comencé a mover mis caderas haciendo círculos hasta que ella comenzó a mover su pelvis de adelante hacia atrás y viceversa, entonces le dije que cambiásemos de movimientos, que ella hiciese los que yo estaba haciendo y yo los que hacía ella. Cuando los comenzamos a hacer, conforme se aceleraban sus movimientos circulares, más rápido y más largo era mi saca y pon, de tal suerte que en algunas oportunidades llegué a sacársela toda.

Finalmente oí los gritos que salían de su garganta anunciando su orgasmo y no pudiéndome contenerme me vacié, llenando sus entrañas de mi rico y caliente néctar, como su madre y luego ella llamaban a mi semen.

Caí sobre su espalda y sentí como lloraba, por lo cual me puse a su lado y le pregunté a que se debía su llanto, a lo que me contestó “Es de felicidad. Perdí mi virginidad anal pero fue bellísimo. No te negaré que algo me dolió pero fue alucinante lo que sentí. Ahora me doy cuenta a que se debe la cara de felicidad con que mi madre recibe sus orgasmos anales”. Le di un beso en la frente y rodeándola entre mis brazos le prodigué un profundo beso en la boca, beso al que respondió y luego nos quedamos dormidos.

Me desperté tipo 12 de la noche y viéndola, desnuda, dormida a mi lado la tapé y me fui a ver si había algo para comer, estaba haciendo eso cuando la vi aparecer a mi lado y me preguntó “¿Recuperando fuerzas?”, a lo que le dije que “Sí”, entonces me dijo que sería para mañana porque si bien fue hermoso estaba toda adolorida y no pensaba repetirlo. Le dije que no lo haríamos analmente sino vaginalmente y ella me dijo que “Sí”, que se refería a vaginalmente que para analmente no pensase hasta dentro de dos o tres días. Mientras cenamos nos reímos, como niños, de cualquier cosa y luego nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente me desperté, me bañé, me cambié, me desayuné y ella no dio señales de vida por lo que me fui dándole un beso en cada una de sus turgentes nalgas.

Estaba llegando a mi trabajo cuando sonó mi celular, era ella que acababa de despertarse y quería darme el saludo de buenos días para lo cual me mandó por whatsApp una foto de como tenía el culo y me decía “Así me lo dejaste, no esta tan roto como pensé que me quedaría pero igual me duele y olvídate de intentarlo hoy” a lo que le conteste “Jajaja, lo tenes precioso, ya esta mañana te lo vi y me despedí de vos dándole un beso a cada uno de tus cachetes” y ella me dijo “Será lo más cerca que estarás de mi culo por unos días” y riéndose agregó “Porque si bien no se ve tan mal me duele un montón”.

Esa noche cuando regresé lo hicimos vaginalmente y eso fue por dos días, pero al tercero ya lo volvimos a hacer analmente. Estuvimos durmiendo juntos y cogiendo a cada rato hasta la misma mañana en que regresó su madre, luego… no eso es otra historia.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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