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Categoría: Incestos

Encuentros con Sofía (Cap. 6)

Las situaciones y problemas de la vida, hacen que vayamos cambiando nuestra forma de comportarnos y de vivir, muchas veces por los golpes que recibimos, prácticamente nos convertimos en entes completamente diferentes a lo que éramos.

Este es el caso de Sofía, pues, cuando mi padre nos abandonó cuando yo era muy pequeño, mi abuelito, el papá de Sofía, Alejandro, así se llamaba, siempre fue un pilar de apoyo para nosotros. De hecho, Sofía pensó en jubilarse antes de tiempo, para pasar más tiempo con su familia, sus hijos y su padre Alejandro.

Pero los caminos de la vida no son como nosotros quisiéramos que sean, Sofía vendió su renuncia en el trabajo y se jubiló antes de tiempo, a los pocos meses de esto, Alejandro su padre, entró en un problema médico del cual no pudo salir, y falleció.

Este hecho hizo que Sofía, quien adoraba a su padre, pasara de ser una mujer alegre y decidida, a ser una mujer desconsolada y hasta opaca, ya no se vestía ni se arreglaba como antes, ni siquiera se maquillaba, físicamente envejeció muchos años en pocos meses. Era prácticamente otra persona, incluso lucía más delgada y pálida, no sé si por la ropa negra que llevaba siempre, encima le habían salido muchas canas por la preocupación y despecho, ya no se ponía más zapatos de tacón alto, solo usaba zapatos bajos.

Por su forma de actuar y de vestir, había provocado que dejara de verla como mujer, y mucho menos deseable sexualmente, pues, prácticamente era todo lo contrario de cómo se veía cuando trabajaba. Donde había quedado esa mujer de anchas caderas y cintura de avispa, que solía ponerse faldas hasta la rodilla, siempre con tacos y medias de nylon, blusas que, sin ser escotadas, dejaban a la imaginación ese par de montes que tantas veces quise escalar, su caminar sensual y embriagante.

Al poco más de un año de fallecido Alejandro, le llega a Sofía una tarjeta de invitación para un encuentro de ex compañeras de colegio, a la cual, ella no quería asistir, como mi hermana hace rato ya no vivía con nosotros, me costó mucho convencerla para que fuera a esa reunión. Mi idea era que se divirtiera un poco y además ya era hora que fuera cambiando su forma de vestir, que se pusiera colores más alegres.

Como yo ya trabajaba, le ofrecí llevarla a un salón de belleza y que se hiciera una sesión para que asista a su reunión. Luego de mucha insistencia, la convencí. La dejé en el salón de belleza y le recomendé a la encargada que hiciera lo necesario para que ella se viera hermosa, mientras tanto yo fui a desocuparme de unos asuntos para regresar más tarde a retirarla.

Aquí es donde empieza una mezcla de relatos reales y ficticios, entremezclados para que solamente yo sepa dónde termina la realidad y donde empieza la fantasía.

Al regresar, lo primero que hice fue buscarla con la mirada por el lugar, solo veía algunas mujeres arreglándose, yo buscaba su cabellera con canas, y no la encontraba. De pronto me llamó la atención una mujer que estaba haciéndose pintar las uñas, y casi estaba de espaldas hacia mí, como hombre que soy, recorrí su cuerpo con la mirada y veía que traía uno de esos delantales que se ponen las mujeres para cuando están en esas labores de belleza, lo cual no me dejaba apreciar mucho sus curvas, pero en la silla se podía apreciar que tenía unas caderas deliciosamente anchas. Me llamó mucho la atención su cabellera lacia un poco más debajo de sus hombros, sedosa, de color negro azabache, y un perfil muy bonito, recorrí nuevamente con mi mirada su cuerpo sentado, y nuevamente podía apreciar que tenía unas caderas anchas, como a mí tanto me gustan, miré más abajó y vi sus pies, ¡un momento!!! ¡Esos zapatos los conozco!!! era Sofía mi madre!!!

Me acerqué para verla, y pude fijarme que se había pintado el cabello, ya no había canas, estaba maquillada, sin exagerar, se la veía muy bonita y sensual, usaba un labial rosado oscuro y delineados sus labios, en ese momento, se estaba pintando las uñas de un color similar al rojo. Al verme con sus ojos llenos de un brillo que no veía hace mucho tiempo, y una sonrisa que tampoco había aparecido en su rostro en mucho tiempo, acompañado de lo hermosa que estaba, me enamoré perdidamente de ella.

Era la misma Sofía que recordaba, la que se arreglaba muy bien para ir al trabajo, no podía creerlo, que hermosa estaba, me quedé contemplándola sin decir palabra, aunque noté que había adelgazado un poco por esta etapa de sufrimiento, seguía siendo hermosa,

—¿Qué tal estoy?, me preguntó, ruborizándose de cómo la miraba yo

—Estas muy bonita, te vez preciosa, hermosa… le dije

—Ya calla, me dijo, me harás sonrojar

—¿Verdad que se ve muy bonita?, dijo la señorita que le arreglaba sus uñas

—¡Por supuesto!!! le dije, por mi te voy a traer aquí de hoy en adelante, para que te veas siempre igual!!

—¡No exageres!!! Me dijo, mientras con una sonrisa trataba de disimular su nerviosismo

—En serio te lo digo, solamente dije

En verdad, yo no podía entender porque esa mujer tan hermosa se había ocultado tanto tiempo, bueno si entendía su sufrimiento y dolor, pero ya era hora que esa mujer salga a flote nuevamente. Mientras sentado esperaba a que terminaran de arreglarle las uñas, yo no podía dejar de verla, y de apreciar a esa mujer que tenía mi vista, recorría su cuerpo, y la imaginaba vestida como antes, tan sensual y sexy, tan hermosa. Sofía se daba cuenta que le quedaba viendo, y de rato en rato nuestras miradas se chocaban y ella esquivaba las mías, de vez en cuando me lanzaba una sonrisa entre tímida y sensual, yo embobado cada vez más por ella.

Al terminar de arreglarse, yo muy contento por el cambio, la tomé del brazo para salir, nunca lo había hecho, Sofía se sorprendió de esto, pero no dijo nada, más bien le daba gusto que la tratara así.

—Vamos a verte un vestido para tu reunión, le dije, botemos esa ropa negra, quiero lucirte, que brilles de lo hermosa que eres.

—No, ya con lo del salón de belleza hiciste bastante, ahí busco algo en la casa y veo que me pongo, me dijo

—¡Para nada!, hoy me dejarás darme el gusto de verte hermosa como antes, déjame comprarte algo hermoso, le dije

—Bueno, si insistes, está bien, me dijo

La llevé a una de las mejores tiendas de ropa de la ciudad, y le pedía a la señorita a cargo, le mostrara unos vestidos. Sofía fue probándose uno tras otro, e incluso le facilitaron unos zapatos de taco para que viera como le lucían mejor esas ropas. Los zapatos que ella usaba siempre fueron de corte clásico, sin plataforma, ahora llevaba puestos unos de plataforma, a la moda, se la veía más alta, más esbelta, más hermosa.

Le indicaron unos trajes un tanto formales a mi gusto, le pedí a la señorita le indicara unos trajes más alegres y juveniles. En eso le pasa un conjunto, y Sofía entró al vestidor para probárselo, luego de un tiempo y al ver que no salía, le pregunté

—¿Por qué no sales?, ¿no te quedó?, le pregunté

—Si me quedó, sino que me veo… no sé cómo decírtelo, me dijo

—Sal para mirarte, le dije

—Me da vergüenza, dijo

—Vamos, sal, insistí

Se abrió la puerta y salió de ella una mujer que, con una figura esbelta, hermosa, que me dejó con la boca un poco más que abierta, le recorrí con la mirada su cuerpo, y enseguida sentí como de mi interior un calor emanaba por cada poro de la piel, y mi miembro cobraba vida, al ver un trasero tan redondo y perfecto enfundado en ese traje apretado.

Se trataba de un conjunto de dos piezas, era una falda negra tipo licra, ceñida al cuerpo, y se adaptaba a sus curvas perfectamente, permitía ver esas grandes caderas y redondo trasero, un tanto empinado por los tacones que llevaba, no tenía medias nylon puestas, pero se le veía unas piernas tersas y deliciosas, la altura de la falda le llegaba justo a las rodillas, por la parte alta le llegaba casi a la altura de sus senos, lo cual hacía que cualquier gordito que tuviera, se viera atrapado por la licra y le formara una esbelta figura. La blusa era escotada, redonda, de color rojo, con unas pintas negras, de mangas hasta los codos, ceñida igual al cuerpo, y que se adaptaba a la forma de sus senos, de una forma casi perfecta, de hecho, esa blusa tenía una especie de sujetador de copas, que hacían que sus senos se vieran más firmes de lo normal.

¿Dónde había ocultado esa figura tan perfecta y deliciosa esta mujer este tiempo?, quizás debajo de esos sacos y blusas muy holgadas y grandes que se ponía. Pero ahora yo podía apreciar a esa escultural mujer, que me ponía completamente loco.

—No sé, me dijo, me veo… haciendo unos además como de “muy voluptuosa”, me dijo

—Estas hermosa, por decir algo, no hay palabras, me encanta como te queda eso, le dije

—Pero me parece muy provocativo para una reunión de ex compañeras, insistió

—Mmm, quizás tengas razón en eso, contesté, haciendo un gesto de desaire

—Me puede indicar ese traje, señalando a un maniquí de la tienda, le pidió a la señorita encargada del almacén

—Claro contestó la señorita

Era un traje más formal, en una sola pieza, con un escote más recatado casi redondo y abierto hasta el alto del inicio de sus senos, no dejaba ver nada de ellos, de alto le daba hasta un poco más abajo de las rodillas, de corte recto, con un cinturón muy delgado negro en la cintura, se le formaban bien sus caderas, se le veía su vientre plano, se apreciaba su pequeña cintura y amplias caderas, cintura delgada y se formaba muy bien en sus pechos, se los veía tan redondos y deliciosos, tenía unas mangas muy pequeñas que llegaban a unos 10 centímetros más abajo de sus hombros, era de una tela un tanto gruesa y caía perfectamente por su figura, en definitiva, de un corte formal muy elegante que le iba muy bien, sobre todo porque era de un color gris claro, que la hacía ver radiante. A Sofía le encantó este vestido y me dijo que ese sería perfecto para ella, yo asentí con gesto de aprobación, y se fue a cambiar.

—Este vestido le queda muy bien y a su esposo parece que le encanta, dijo la señorita encargada, comentario que a los dos nos pareció un tanto gracioso y no dimos ninguna explicación.

Mientras se cambiaba, aproveché para acercarme donde la señorita encargada y pedirle que guarde el conjunto que me había gustado a mí. Le dije que le pasaría retirando más tarde.

También le pedí le indicara alguna ropa como para uso diario, ya que yo quería aprovechar para deshacerme de esa ropa negra y triste que llevaba últimamente. Así lo hizo, y aunque Sofía se resistía al inicio, terminó probándose un poco de ropa más.

Entre ellas un pantalón de mezclilla, tipo licra que le formaba muy bonito sus caderas y una blusa de manga larga color cardenillo, con botones la frente y un discreto cuello y solapas, de corte informal, conjunto que se fue puesta al salir del almacén. Le compré varios zapatos de taco medio otros de taco alto, un par de vestidos veraniegos, unas cuantas faldas, blusas de varios colores y pantalones también. Aunque Sofía me decía que gastaba mucho en ella, yo insistía en que ella se lo merecía.

Prácticamente me deshice de su ropa negra, la cual puse en una funda y al salir, fui dejando en un basurero al paso. Sofía era otra, caminaba orgullosa y sensual, era la misma de antes, llamaba la atención en la calle, varios regresaban a verla, yo orgulloso y celoso a la vez iba a su lado, llevando las fundas de compras.

—¡Hola Andrew, a los tiempos!! escuché decir, una voz masculina me saludaba

—Hola Francisco, casi no te reconozco, le contesté al percatarme que era un viejo amigo

—Que gusto verte, te vez muy bien, y ella ¿es tu esposa?, señalando a Sofía

—Muchas gracias, le dije, pero no, es mi madre, ¿te acuerdas? Le contesté, mientras Sofía se ponía colorada como un tomate

—¿En serio?, quién lo diría, mucho gusto señora, disculpas no la reconocí, se ve tan joven que tranquilamente pasaría por esposa de Andrew.

—Muchas gracias, contestó Sofía, que no sabía dónde meterse de lo colorada que estaba.

Así conversamos un momento más y luego nos dirigimos a casa, dejamos las compras y salimos a almorzar, su reunión era en la tarde así que teníamos tiempo. En el camino al restaurante y allí mismo, no faltaron los halagos hacia Sofía, más de una persona insinuó que hacíamos una bonita pareja, lo cual ya no perdíamos el tiempo en explicar. Yo encantado de que me digan que tengo una mujer así de hermosa, a Sofía nunca le pregunté qué opinaba al respecto.

Conversamos mucho y sentía a Sofía mucho más alegre y feliz, eso me encantaba, ya no solo se veía hermosa por fuera, sino por dentro también. Conversamos mucho más que toda nuestra vida antes.

En la tarde ya se puso el vestido que había escogido para su reunión, la pasé dejando por el lugar de encuentro con sus ex compañeras y yo me dirigí a retirar el otro vestido que me había gustado antes.

Mientras iba dando vueltas por el centro comercial haciendo tiempo, mirando las vitrinas y pensando en las palabras de la señorita del almacén, me retumbaba en la cabeza, sobre todo la frase “su mujer”. Ya me hacía fantasías con Sofía.

Regresé a la casa y esperé que Sofía me llamara para ir a retirarla, mientras tanto ya había sacado todo el guarda ropas nuevo y me había deshecho de toda esa ropa oscura y de duelo que tenía Sofía, más tarde me llamó y me dijo que le vaya a ver.

La esperaba afuera, cuando la vi salir, como ya hacia un poco de frío, me bajé y le puse mi saco para cubrirla y abrirle la puerta.

—Que galante caballero, me dijo

—Para una elegante dama, le contesté

Los dos reímos y le pregunté qué tal le había ido en su reunión, me contaba que todas sus ex compañeras le felicitaban de lo bien que se veía, que a ella se le veía tan joven y radiante, y que prácticamente era la envidia de todas, me contaba anécdotas de ellas, como si las conociera, yo solo la escucha y reía igual que ella, Sofía estaba muy contenta.

Prendado de ella ya estaba, así que desde ese momento me propuse enamorarla, hacerla sentir mujer, hacerla mi mujer.

Llegamos a la casa y nos quedamos en la sala conversando un rato, le conté que ya había guardado en su ropero toda la ropa nueva y que me había deshecho de todo ese repertorio de duelo, espera recibir un regaño o algo al respecto, pero más bien, luego de un momento me dice

—Gracias por lo de hoy

—¿A que te refieres?, le pregunté

—A todo, ha sido un lindo día para mí, jamás pensé que tendría ganas de sentirme como me siento, dijo

—¿Y cómo te sientes?, le dije

—Excelente, feliz, muy feliz, me dijo

—Me alegro mucho, tú te mereces ser muy feliz, y me alegra mucho más ser yo la causa de tanta alegría, le comenté

—Si, en verdad, te agradezco mucho por lo que haces, me siento otra, me dijo, no sé lo que haría sin ti.

—Espero que de hoy en adelante te sigas viendo tan hermosa y alegre, no quiero verte como ayer, le recalqué

—Por ti lo haré, te lo prometo, te quiero mucho, me dijo mientras me daba un beso en la mejilla

—Yo te quiero mucho más, le dije, mientras por instinto, le besé en la boca, mientras la tomaba el rostro.

Y por un momento, me quedé quieto, como dándome cuenta de lo que había hecho, y nos quedamos viendo a los ojos, Sofía no supo cómo reaccionar, yo de igual manera, y por un momento el tiempo se detuvo entre nosotros, no separábamos los labios.

—Pero ¿qué haces?, me preguntó ruborizada y un tanto nerviosa

—Es que... no sé, solo que me pareces tan hermosa que me he olvidado por un momento que eres mi madre, le dije

—Soy tu madre, por si no lo recuerdas, recalcó

—Lo sé, pero no pude contener mis impulsos de hombre, que también lo soy, le dije

—Que no se repita, me dijo con tono autoritario, aunque me pareció detectar un poquito de pasión en sus ojos y como que se saboreó los labios, pero no puedo asegurarlo.

—Ok, y no dije nada más

Creo que me sobrepasé y mejor dejé las cosas así, no quería que se enojara más. Así que nos fuimos cada cual a descansar a nuestras respectivas habitaciones, yo iba tocándome los labios, tratando de sentir la sensación de su boca junto a la mía, y soñando despierto que Sofía me correspondía completamente.

Al otro día, esperé a que se despertara y se fuera a bañar, aproveché el momento para entrar en su habitación y pude ver la ropa que se había puesto el día anterior, ahí estaba su vestido, el cual acaricié dulcemente, vi también sus medias nylon, las cuales tomé y acerqué a mi nariz y me embriagué con su olor, puse en el puesto las cosas y encontré su sujetador e interior, los cuales eran de color negro, y se me vino a la mente que en algún lado leí que el color de las prendas íntimas indican su deseo sexual, siendo el color negro el que más deseo sexual indica, y de ese color eran sus prendas íntimas.

Me quedé embobado en mis pensamientos, cuando de repente escuché la ducha cerrarse, y pronto saldría del baño. Me di cuenta que, al tener su ropa entre mis manos, mi miembro había despertado y se ponía a mil, se había formado una carpa en mi pantalón.

Traté de poner las cosas como las encontré n sin antes de apercibirlas por última vez y quedarme con ese aroma en mi nariz, regresé a mi habitación, intentaría hacer un encuentro casual como si recién me despertara y me dirigiera al baño. Así lo hice.

Justo cuando abría la puerta del baño, yo salía de mi habitación, el baño quedaba entre nuestras habitaciones, así debía darme prisa, pero sin ser tan evidente.

Llegué a la puerta del baño y con cara de recién levantado y bostezando hice ademán de abrir la puerta, cuando está de golpe se abrió y traté de hacerme el sorprendido.

Ahí estaba Sofía, envuelta en una toalla que cubría desde sus pechos hasta un poco más arriba de sus rodillas, su cabello envuelto en otra toalla y con su ropa de dormir en la mano, la cual casi se le cayó al encontrarse conmigo ahí.

—Perdón, dije, no sabía que estabas en el baño, mentí

—Hola cariño, no te preocupes, me dijo mientras noté que sus ojos se clavaban en el paquete que yo llevaba entre las piernas, el cual estaba a mil y queriendo salirse del pantalón, en el cual había formado una carpa.

—Por favor déjame entrar, en serio necesito el baño, le dije mientras bostezaba y me fregaba los ojos, y haciendo un ademán de que necesitaba el baño y que no me daba cuenta de que miraba mi miembro.

—Si claro, me dijo, mientras notaba que se ponía colorada y se dirigía a su habitación.

Entré en el baño y el solo imaginarme que Sofía había estado ahí mismo, hace unos momentos completamente desnuda, me excitó más, nos e diga al percatarme que miraba mi miembro, procedí a realizarme una paja en su honor, hace tanto tiempo que no lo hacía en su nombre, ahora había despertado nuevamente en mí un deseo desenfrenado por ella. Fue la mejor paja que había tenido en mucho tiempo, creo que hasta se me escapó su nombre un par de veces.

Luego de ducharme y cambiarme de ropa por algo deportivo, ya que era fin de semana, bajé a la cocina, ahí estaba Sofía, hermosa, la vi de espalda mientras lavaba unos trastes y yo dejaba volar mi imaginación.

Estaba puesta una falda larga, floja, de color negro con unas flores azules, le llegaba hasta una cuarta más abajo de sus rodillas, llevaba puesta una blusa azul, de manga corta y de escote no muy amplio, pero igual dejaba apreciar sus senos moviéndose al ritmo que lavaba los trastes, sus caderas hacían lo mismo. Llevaba unas zapatillas cómodas de taco pequeño, no llevaba medias, y llevaba su cabello recogido a media cola.

Me imaginaba acercarme despacio por detrás y abrazarla, y mientras la rodeaba con mis brazos besarla en el cuello y decirle cuanto la amaba, a la vez que le apegaba mi miembro a sus caderas.

Pero volviendo a la realidad, solo saludé y me senté en la mesa, claro que no podía dejar de verla y desnudarla con la mirada, creo que ella se daba cuenta de lo que yo hacía.

Me encantaba como se veía ahora, era tan linda, pero como podría convencer a esa mujer que la amaba, como enamorarla, ¿cómo hacerla mía?, pero tenía que hacerlo pronto, pues no quería correr el riesgo de que algún buitre viendo lo buena que estaba, se me adelantara en mis propósitos.

Cada día que pasaba, yo aprovecha la menor oportunidad para meterme en su cuarto y tomar sus prendas, cuantas sesiones de masturbación tuve en su honor.

Un día de esos y como a mí me gusta dibujar, me puse a dibujar a Sofía, la dibujé de cuerpo entero, y la hice sin ropa, de pie, cruzada sus piernas y con su cabello suelto, se me ocurrió dibujar a un costado sus prendas íntimas y hasta su ropa y zapatos, parecía una de esas figuras con las que juegan las niñas, para vestir y cambiar de ropa a la figura.

Sin pecar de modesto, me quedó muy bien, pero por algún remordimiento que me quedaba, pensé mejor en botarlo a la basura. Le hice una pelota y lo lancé por la ventana a la calle, pues pensaba que dejarlo en el basurero sería muy peligroso y fácil de encontrar. Más tarde bajo a la cocina a buscar algo de comer y veo a Sofía haciendo sus labores hogareñas, cuando puedo divisar sobre la mesa un papel arrugado, me acerco y era el dibujo que yo había hecho y lanzado por la ventana.

Se me heló la sangre, y apenas pude disimular mi nerviosismo y pregunté

—¿Y qué es esto?, dije

—Parece una figura de esas para ponerle ropa, sino que le han hecho muy realista, contestó, me llamó la atención y lo recogí

—Mmm pues no creo que deberían hacer estas cosas, dije, mientras tomaba la hoja y la arrugaba y botaba en el basurero, además no se debe coger cosas de la calle, le dije

En ese momento no pensé en nada, más que botar a la basura el dibujo, pero ahora con más calma, no me imagino lo que Sofía pensaría al ver el dibujo, y de seguro se dio cuenta que se parecía mucho a ella. Y ahora estoy más que seguro que ella adivinó que yo la dibujé, pues conocía mis dibujos.

Desde ese momento las cosas fueron cambiando entre nosotros, no para mal, sino que era como si yo me daba cuenta de algunas actitudes de Sofía, o quizás ella era más evidente.

Yo la veía vestirse más provocativamente, usaba la ropa que le había comprado, era más juvenil y alegre, usaba otra que hace mucho tiempo había olvidado que tenía en su armario. Creo que hasta se compró alguna nueva, pues no la había visto en mis expediciones por su guarda ropa.

Muy pronto en la familia, organizaron una fiesta porque se casaba un primo, y fuimos invitados, para mi escoger un traje de los que tengo, ponérmelo y listo, pero Sofía se demoraba mucho en escoger que ponerse, de todas maneras, cuando ya debíamos salir a la reunión me quedé pasmado de cómo estaba vestida.

Tenía puesto un vestido de satén blanco con flores especialmente azules, al estilo de los años 60 que actualmente están muy de moda, el cual le llegaba hasta un poco por debajo de las rodillas y desde la cintura a partir de una cinta en la cintura, se abría, dando la impresión de ensanchar sus caderas, tenía una especie de tul por debajo del vestido, el cual sobresalía un poco del vestido, era tipo swing cocktail, con escote tableado, que dejaba ver el inicio de sus deliciosos senos, no llevaba medias nylon, lo cual me extrañó esta vez, pues siempre las usaba, sus piernas se las veía muy firmes, estaría haciendo ejercicios mientras yo no estaba en casa?, zapatos de plataforma altos, lo que hacía que estuviera casi de mi porte, esas tiras de unos 5 cm de ancho, sostenían el vestido por sus hombros, dejando ver la parte superior de su pecho desnudo y sus brazos en todo su esplendor. En la mano llevaba una especie de chaqueta pequeña de manga corta color rojo, le daba el toque elegante al conjunto, podía divisar un collar que relucía en su cuello, en juego con unos aretes largos en sus orejas. Su cabello a media cola, y planchado completamente, su rostro sutilmente maquillado, resaltando sus perfectas cejas, sus ojos sombreados y sus labios de un color rojo a tono con su chaqueta. Una verdadera preciosidad a la vista.

Yo encantado de verla, y como un enamorado esperando a su novia para salir al baile, la miraba embobado completamente.

—Te vez hermosa, definitivamente hermosa, le dije

—Muchas gracias, sonrojándose visiblemente, me contestó

—Vas a ser el centro de la fiesta, le comenté

—Que va, pero muchas gracias, me dijo, mientras me daba un beso en la mejilla

Yo mudo completamente, mirándola a los ojos, mientras ella colocando su mano en mi rostro me limpiaba la huella de labial que me había dejado en el cachete. Yo sentí como un resorte mi miembro ponerse en su máximo tamaño. Estoy seguro que ella se daba cuenta de lo que provocaba en mí.

No pasó de ahí, y nos fuimos a la fiesta, en la cual no pasó nada en especial, aparte de verla bailar con otros parientes, y ver como su vestido se abría al girar sobre ella mismo, de hecho, bailamos 2 piezas juntos, nada más, no quería ser tan obvio, pero yo que quería enamorarla, no sabía cómo hacerlo, ¿qué pensaría si yo le decía lo que ella provocaba en mí?

La contemplaba como en cámara lenta, grabando en mi mente cada uno de sus detalles, la forma de sus piernas, sus caderas, su cintura, sus pechos, el movimiento de sus caderas, su sonrisa, sus ojos, los cuales de vez en cuando me lanzaban miradas que me hacían bajar la mira o ver a otro lado.

Teníamos sonrisas cómplices, y yo caminaba con ella del brazo, por un momento había olvidado que era mi madre, era una mujer hermosa con la que pasaba el rato.

Nos hicimos un poco tarde y de regreso nos quedamos observando el amanecer en las montañas, estábamos sentados en el coche y hacia un poco de frío. La conversa era amena, seguramente esta desinhibida por el licor que había consumido, yo por lo general no bebo, así que prácticamente estaba sano.

—Ya está empezando a hacer frío, me dijo

—Es verdad, si me dejas te abrazo para que no te haga tanto frío, me atreví a decirle

—Por favor, hazlo, me dijo, y se apegó hacia mí, y recostó su cabeza en mi pecho.

No esperé que se arrepintiera y pasé mi brazo por sus hombros, Sofía recostó su cabeza en mi hombro.

—Hemos pasado unos días fabulosos, muchas gracias, espero que no terminen nunca, me dijo

—Yo también la he pasado muy bien, aunque no sé cómo decírtelo, pero hay algo dentro de mí, que me tiene muy mal, le dije

—Y qué te pasa cariño, cuéntame, me dijo, me decía mientras desde su posición me miraba al rostro.

En ese momento al bajar mi mirada, pude ver su desnudo pecho y por la forma del vestido, mi mirada podía apreciar la redondez de sus senos casi en su totalidad, eso me excito mucho.

—Es que, no quiero que te enojes, o tal vez no me vuelvas a hablar, le dije

—Dímelo, me tienes intrigada, me respondió

—Sabes… Te amo, le dije

—Yo también te amo, mi vida, respondió

—No me entiendes… te amo, no como un hijo a su madre, sino como un hombre a una mujer, le dije

Entonces Sofía se separó de mí, y sentada en su asiento, dirigió su mirada hacia mí, me quedó mirando a la cara, yo no sabía qué decir, me quedé pasmado esperando su reacción, aunque a la vez pensaba lo hermosa que se veía, y cuanto la deseaba.

—Pues déjame decirte algo, me dijo, bajando la mirada

—Ok, le respondí

—Sé que está mal, que nuestros principios lo impiden, nuestra religión también, pero… me dijo

—Pero qué? Le pregunté

—Pero… aunque sé que está mal, yo siento lo mismo, me dijo

Por un momento sentí pasar de la expectativa a la gloria, al escuchar estas palabras, solo me acerqué a ella y tomando su rostro con mis manos la besé. Sentí nuevamente esos labios pegados a los míos, deliciosos y de un sabor indescriptible.

Nos besamos como dos enamorados que recién se hacen novios, primero con temor, luego con ternura, besos largos y miradas cómplices, sonrisas picaras, y acariciándonos el cabello y rostro.

No tengo idea cuanto tiempo pasamos ahí besándonos, pero ya era de madrugada, el sol empezaba a salir, regresamos a la casa, éramos un par de novios tomados de la mano, dentro de la casa nos besamos por un rato más, una que otra caricia atrevida de lado y lado, continuamente nos decíamos cuanto nos queríamos y tratábamos de averiguar desde cuando sentía lo mismo el otro.

Pero la noche había sido larga y estábamos cansados, nos dirigimos al piso de arriba para descansar, la acompañé hasta su habitación y en su puerta le di el último beso tomándole de la cintura.

—Hasta mañana amor, me dijo

—Hasta mañana, le contesté con un suspiro, mientras le daba un último beso.

Hubiera querido entrar en la habitación y hacerla mía, pero eso arruinaría el momento tan dulce que estábamos viviendo, pensaba. Ella entró y cerró su puerta muy despacio, mientras yo quedaba apegado al marco de su puerta, luego de un momento, hice lo mismo y fui a mi habitación, me quité la ropa y me puse solo el pantalón del pijama, pues moría del calor. No podía dormir, me daba vueltas en la cama pensando en Sofía, nuestros besos y caricias, mi miembro quería explotar de pasión, parecía que tenía vida propia.

Por fin me decidí, me levanté y fui a su habitación, toqué a la puerta

—Sigue, me dijo

—Disculpa, pero no puedo dormir, le dije mientras caminé hasta el costado de la cama, podía ver a Sofía acostada, debajo de las sábanas

—Yo tampoco puedo dormir, pero que piensas hacer, me dijo mientras miraba mi torso desnudo, y la vi contenerse para no morderse los labios

—Me dejas recostarse contigo, de pronto así podemos dormir los dos abrazados, le dije

—Está bien, me dijo, mientras levantaba las cobijas y se hacía a un lado, para darme espacio

Pude ver que llevaba puesta un vestido de dormir que le llegaba hasta las rodillas, era de seda, con finos tirantes en los hombros, un encaje en la parte de los senos, un partido a los costados, que permitía ver más de lo que cubría, aparte de eso era de color carne, lo cual lo hacía lucir más sexy, por otro lado el cuerpo de Sofía era hermoso.

Me recosté a su lado y ella me cubrió con las cobijas, yo sin pedir permiso, automáticamente la abracé y atraje hacia mi, coloqué mi brazo en su cintura, mis piernas entre las suyas, el sentir sus pechos sin sujetador tocándome hizo que mi miembro se pusiera a mil, ella seguro lo sintió en su vientre, pues temblaba entre mis brazos.

La miraba al rostro y sin decir palabra alguna empezamos a besarnos, más apasionadamente, Sofía acariciaba mi pecho desnudo. Nos besamos apasionadamente, nuestras lenguas luchaban una contra otra, nuestras caricias recorrían nuestros cuerpos, mis manos apretaban sus senos, se divertían en su cintura y apretaban sus caderas, bajé un poco mas y sentía sus carnes, sus piernas desnudas entre mis manos.

—Creí que nunca vendrías, me dijo entre besos

—Ya no soportaba más sin tenerte entre mis brazos, le dije, tienes un cuerpo muy hermoso, continuaba diciendo, mientras acariciaba sus curvas y me subía encima de ella

—Me vuelves loca, sé que está mal, pero no puedo soportarlo más, me encantas, me encantan tus atenciones, tu dulzura, tu cuerpo, tu voz, tu… se quedó mientras ponía su mano sobre mi paquete por sobre el pantalón de pijama

—Eres hermosa, te amo tanto, desde siempre, y te deseo un tanto igual, le dije mientras sobaba sus pechos por sobre su vestido de seda

Un beso profundo y apasionado selló nuestra pequeña conversación, mientras cómo podía me quitaba los pantalones y mi interior volaba por alguna parte de su habitación.

Me puse encima de ella disfrutando con mi cuerpo desnudo cada parte suya, era mucho mejor que como lo imaginé alguna vez, me recosté sobre mi espalda y Sofía se sentó sobre mí, restregaba su vagina con mi miembro, solo separados por su interior.

Yo acariciaba sus caderas, ponía mis manos en su cintura y luego las llevaba a sus deliciosos pechos. Mientras que Sofía acariciaba mi pecho, movía sensualmente su cadera y no dejaba de tocar su vagina con mi miembro, de rato en rato nos besábamos apasionadamente. Su rostro por momentos se cubría por su cabello suelto, mis manos recorrían todo su cuerpo, en momentos con sus manos guiaba las mías para que las pusiera en sus caderas.

En un momento empezó a gemir más y más fuerte, terminó con unas convulsiones de todo su cuerpo, mientras me besaba más fuerte y me mordía el pecho. Yo la abrazaba lo más fuerte que podía, para sentirla toda.

Luego de convulsionarse, se quedó tendida sobre mí, yo aguanté por un momento la posición, y luego la recosté junto a mí, me arrodillé entre sus piernas y bajé su mojado interior.

Sofía abría sus piernas y me ayudaba a que le quitara su interior.

—Quítame esto, me dijo, señalando su vestido de dormir

—Por supuesto, le dije, mientras iba jalando su vestido de dormir por encima de su cabeza

Ahora era la primera vez que la veía desnuda, podía apreciar sus redondos y no tan firmes pechos, con su aureola café grande y puntiagudamente excitada, eran de un tamaño normal, no muy grandes ni tampoco pequeños, suficientes como para ocupar la mano. Su rosada vagina y mojados labios inferiores, estaba con sus bellos vaginales cortados y completamente mojados. Su figura me encantaba, sus anchas caderas, sus piernas, su cintura, sus brazos, su cara, sus labios, toda ella.

Suavemente puse mi miembro en su entrada y en un movimiento sutil, logré introducirlo en su vagina, la sentía caliente, húmeda, apretada, mientras me decía – hazlo despacio-

Que deliciosa sensación, y empecé a realizar una serie de movimientos de entrar y sacar, cada vez más rápido, por momentos sacaba todo mi miembro, para volver a empezar desde el inicio, en esos momentos la veía como desesperarse, como a una niña chiquita que le quitas un dulce. Nos besábamos apasionadamente, nos habíamos olvidado por completo quienes éramos, ahora y desde ahora éramos dos adultos que se amaban, que se deseaban, los pensamientos incestuosos nunca pasaron por nuestras mentes, yo sentía cada pliegue de su vagina en mi miembro, su vagina ardía de pasión y estaba estrecha, tal vez por tantos años de abstinencia.

Entrelazábamos nuestras manos y la tenía a sus costados, junto a su cabeza, mientras mis embestidas continuaban en un ritmo frenético. Su rostro colorado se desencajaba de placer, y empezaba a gemir, yo también empecé a gemir, mientras el sonido de la cama chocándose contra la pared, nos indicaba la furia del acto. Sentía sus piernas muy abiertas hacia los costados, por un momento, empecé a empujarla como queriendo meter hasta mis testículos dentro de ella, fue cuando la sentí venirse nuevamente, pero esta vez terminaríamos juntos, tocamos el cielo juntos entre alaridos de placer y convulsiones entre los dos.

Exhaustos nos quedamos abrazados y desnudos, y así entre “te amo” y besos sutiles, nos dormimos hasta muy tarde. Desde ese día dormimos juntos en su cama, dentro de la casa éramos marido y mujer, afuera de ella madre e hijo.

Al mes de tener relaciones la invité a salir a bailar, para lo cual le dejé el vestido que le había comprado antes, ese que le quedaba tan bien, lo deje en su cama mientras ella tomaba una ducha, espere en la sala.

Yo esperaba en la sala, cuando escuché que bajaba, sus tacos sonaban en cada escalón, yo en cada paso suyo me moría de la excitación, pues ya conocía como se veía con ese vestido. Intenté disimular mi desesperación y excitación, como si estuviera leyendo algo en mi celular.

—Listo, vamos, me dijo al bajar el último escalón

—Ok, vamos le dije

Cuando regresé a verla y esperando verla en ese vestido tan hermoso, me encuentro que traía puesto un abrigo 3 cuartos, que le llegaba hasta casi las rodillas, y como estaba puesta una bufanda en el cuello, no me permitía ver qué ropa tenía puesta, solo podía apreciar su rostro arreglado sutilmente y pintada lo necesario para resaltar sus atributos, un labial rojo no muy intenso, delineados sus labios, provocaban besarlos y morderlos, sombras en sus párpados y delineados sus ojos con rímel negro, cejas perfectas y un poco de maquillaje en sus cachetes, hermosa, hermosa. Su cabello planchado, lizo, negro azabache, peinado con un partido a la mitad. Pude apreciar que llevaba sus medias nylon y unos zapatos negros de plataforma, a pesar que no podía ver qué ropa llevaba puesta, estaba hermosa.

Salimos al coche y la ayudé a subir, por mi mente solo pasaban ideas de cómo cogérmela, la imaginaba desnuda y en mi cama, pero pronto volvía a la realidad cuando ella me llamaba la atención.

—Qué te pasa? Me decía

—Nada, solo que estás tan hermosa, le dije

—Ja ja, son tus ojos, mi amor, me dijo, mientras me besaba en los labios

Llegamos a la discoteca, una a las afueras de la ciudad, estacioné el auto y me dirigí a ayudarla a bajar del coche, la tomé del brazo y entramos en el lugar.

Escogí una mesa en un rincón, en un lugar reservado, no quería que nos molestaran, la música sonaba fuerte y estaba oscuro.

—Te traigo algo de tomar? Le pregunté

—Claro mi vida, escoge tú los tragos, respondió

—Por supuesto, le dije

Y llevé dos “destornilladores”, un trago compuesto por vodka y jugo de granadina, con hielo y un limón en el filo.

Brindamos por nosotros, y le di un beso en la mejilla. En eso empezó un set de Salsa, a lo que la invite a bailar.

Sofía se puso de pie y se abrió el abrigo, se quitó la bufanda y pude apreciar que traía puesta el vestido que me encantaba, esto me excitó mas de lo que yo esperaba, la ayudé a quitarse el abrigo y la hice girar sobre sí misma, pude apreciar cada una de sus curvas, estaba hermosa, estaba deliciosamente hermosa.

La llevé de la mano a la pista y mientras bailábamos, recorría su cuerpo con la mirada, aprovechaba el baile para tomarla de la cintura, la acariciaba sutilmente, en momentos la apegaba a mi cuerpo, Sofía movía sus caderas sensualmente, los dos sonreíamos, no existía nadie más en ese lugar mientras bailábamos, solo ella y yo. No nos importaba si alguien nos conocía, solo éramos los dos.

Cuando descansábamos, ella sentada cruzada sus piernas y yo muy junto a ella le decía al oído lo linda que estaba y cuánto deseaba hacerla mía, mientras acariciaba su rodilla.

Reíamos y disfrutábamos, la noche era nuestra, los tragos fueron y vinieron, al igual que los set de música. La música era fuerte y para decirnos algo teníamos que hablarnos casi al oído, lo cual me permitía sentirla tan cerca, percibir su aroma, y besarla de vez en cuando ahora ya descaradamente en la boca, mientras mas pasaba la noche, acariciaba sus piernas mientras la besaba, Sofía me ponía las manos en los hombros o me tomaba de la cabeza.

—Quiero estar contigo, le dije

—Pero ya estás conmigo, me contestó pícaramente, porque ya sabía a que me refería

—Quiero estar contigo en un lugar más privado, solos tú y yo, le respondí

—Que me estás proponiendo? Me preguntó, ya quieres ir a la casa?

—Quiero hacerte mía, le dije mientras la besaba

—Vamos entones, yo tampoco aguanto más sin tenerte dentro mío, me contestó entre besos

Tomamos nuestras cosas y salimos, ya en el auto, la besaba y acariciaba toda, nos decíamos cuanto nos queríamos. Mientras manejaba, mi mano se posaba en su pierna y la acariciaba toda, Sofía se sentada de lado, lo cual me permitía acariciarla mejor, en cada semáforo nos besábamos un buen rato, incluso algunas veces el coche de atrás nos pitaba para que nos moviéramos.

Llegamos a un lugar apartado de las miradas curiosas, aquí les llamamos “motel”, pero este tenía la particularidad de ser temático, cada habitación estaba ambientada con temas variados, japoneses, hindúes, como una sala de emergencia, incluso uno como si fuera una oficina y otro como si fuera un salón de clases.

Escogimos uno sin temática, entramos y vimos que tenía en el fondo una amplia cama, a un costado un yacuzzi, un baño con una regadera y puertas transparentes muy amplio, una mesa con dos sillas y unas copas de vino con la botella en hielo, y algo que nos llamó la atención, una silla kamasutra.

Podíamos colocar la música que quisiéramos, de un amplio set romántico, una televisión pasaba algunas películas XXX.

Escogimos solo música de fondo y fuimos a brindar con el vino.

—Qué es esto? Preguntó Sofía, señalando a la silla kamasutra

—Pues… es una silla kamasutra, le dije

—Y para qué sirve? Me preguntó

—Pues… sirve para tener relaciones en diferentes posiciones sobre ella, le comenté. Poniéndome colorado como un tomate

—Vaya, parece que sabes mucho de estas cosas, me dijo sorprendida

—La verdad no, la he visto en fotos y algún video, le dije, y era verdad

Apreciábamos los adornos de la habitación, y veía contonear esas caderas de Sofía en cada paso delante de mío, por un momento me senté en la silla y contemplaba el lento caminar de Sofía, el poner su pierna delante de la otra en un paso lento y con el sonido de sus tacos al tocar el suelo, ese caminar suyo siempre me había vuelto loco, y ahora tenerlo tan cerca y muy pronto a mi disposición me excitaba mucho.

Se plantó dándome la espalda mientras contemplaba un cuadro colgado en la pared, con su copa en la mano derecha, bebiendo pequeños sorbos de vino, su otro brazo por su vientre haciendo base para el brazo derecho el cual se apoyaba apaciblemente en el, el peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda y su pierna derecha ligeramente abierta en compás, a la distancia que le permitía su estrecha falda negra, la cual tenía una pequeña abertura en la parte posterior, sus caderas empinadas por los altos tacos que llevaba puesta, y sus pantorrillas enfundadas en esas medias nylon “veladas”, que prácticamente sin color hacían parecer que no llevaba puesta medias, pero a la vez las hacía ver más firmes.

Su cabello suelto le llegaba a media espalda, tenía unas ondulaciones sutiles que lo hacían ver hermoso, y en si todo ese traje apretado a su cuerpo la hacía ver tan apetecible, sexualmente hablando.

Sin dudarlo me puse en pie y caminé hacia ella, cuantas veces la había visto de espaldas en la cocina y recorría su cuerpo con la mirada tal y como lo hacía en ese momento nuevamente.

Me apegué a ella por la espalda, prácticamente le puse mi paquete en la línea de su trasero, mientras abrazaba su cintura y le besaba el cuello, sentí su cuerpo estremecerse.

Sin apartarme de su espalda, le quité la copa de su mano y la puse en la mesa, mientras seguía besando su cuello y Sofía inclinaba su cabeza para que yo siguiera besándola, mientras tomada de la cintura apegaba mi miembro a su trasero, haciéndole sentir lo duro que estaba y que pronto sería solo de ella.

Acariciar su cuerpo y sentir esa pequeña cintura entre mis manos me tenía a mil por hora, mi miembro parecía tener vida propia y quería romper el pantalón para atacar su cuerpo.

Así de espaldas a mí, acariciaba su cuerpo y apegaba mi miembro a su trasero, Sofía restregaba su trasero en mi miembro, para sentirlo más. Le di vuelta y ahora frente a frente, nos acariciábamos y besábamos como dos poseídos, yo intentaba llevarle mismo ritmo. Desabotonó mi camisa y pronto la vi tirada en el suelo, junto a mis pantalones, me había desnudado completamente y ella todavía lleva su ropa. Yo seguía restregando ahora mi desnudo miembro por sobre su falda a la altura de su vientre, mientras nos seguíamos besando, pronto logré quitarle su blusa y pude ver un sujetador blanco, muy sexy que abrazaba sus senos.

Logré ponerme a sus espaldas para poder desabotonar su falda y bajar el cierre, y proceder a bajársela por sus piernas, al ser de lycra, era un poco más complicado, pero a la vez me permitía sentir su piernas enfundadas en esa medias nylon que pronto acompañarían a su falda y zapatos por el piso. Su interior también era blanco, muy sexy y con encajes, para nada se parecía esos calzones nada tentadores que antes se sabía poner.

Prácticamente le arranque su sujetador e interior para así estar los dos desnudos, ahí de pie, en esa habitación, sobre la alfombra. La lleve hacia la silla kamasutra y la subí hasta hacerla sentar en ella.

La silla era esa de tipo ola, y acolchonada, la cual tiene un lomo pequeño y un lomo grande a la vez. La hice sentar en el lomo grande, y la hice recostar hacia atrás, de tal manera que sus piernas quedaban al aire, Sofía se dejaba llevar sin protestar.

En esa posición me puse entre sus piernas y empecé a besar su ombligo, para luego ir bajando y llegar a su vagina, por un momento intentó incorporarse y cerrar sus piernas, al momento que decía

—Pero, que intentas hacer???

Sin embargo ya era tarde, yo había puesto mi rostro sobre su velluda vagina y empezaba a besarla y lengüetear todo su contorno, y al pasar mi lengua por sus labios vaginales, la sentí como desfallecer para dejarse hacer lo que yo quería. Con mis manos por debajo de sus muslos, abría sus piernas y como si estuviera devorando una papaya muy deliciosa, devoraba su concha y jugaba con su clítoris, le hacía una deliciosa “búsqueda”, hasta que sentí como si un chorro de líquido saliera expulsado de ella con mucha fuerza y bañó mi rostro, era entre salado y dulce a la vez. Esta sería la primera vez que se correría en la noche.

Sin soltar sus piernas, me incorporé y puse mi miembro en la entrada de su vagina, la cual al estar mojada completamente, no puso nada de resistencia ante mis arremetidas, haciéndole un “misionero alto”, hasta que por fin nos corrimos, esta vez los dos, entre gemidos de placer que cada vez llenaban más y más la habitación, sentía como de mi interior salía un chorro de semen que la llenaba como a más no poder, en este momento ya la música que sonaba había desaparecido completamente para los dos, solo éramos los dos.

La sentía exhausta, y mi miembro adormecido luego de tal batalla, pero la noche era joven todavía. Le hice bajar de la silla con mucho cuidado, y yo me recosté en la silla, poniendo mi espalda hacia el lomo mas alto, le pedía a Sofía que se recostara encima mío pero de espaldas, y ahí estábamos acariciándonos y besándonos, hasta poder recuperar mis fuerzas y sentir que mi miembro volvía a ponerse al máximo de su dureza, en ese momento la subí un poco para poder en esa misma posición encontrar con mi miembro su vagina, y hacer la posición de “atrapada”, sentía como su cuerpo se retorcía de placer sobre mí.

Cuando estaba a punto de estallar nuevamente, le pedí se diera vuelta y se sentara sobre mí, estábamos haciendo la posición de “la amazona”, y empezó a cabalgarme al inicio suavemente, hasta terminar con movimientos frenéticos por parte de los dos y explotar por última vez juntos esa noche.

Con las piernas casi doblándosenos a los dos, nos dirigimos a la cama, para allí abrazados, ella de espalda hacia mí, nos quedáramos dormidos por un largo rato, hasta que por el frío me desperté y al ver ese delicioso cuerpo desnudo entre mis manos, nuevamente mi miembro se puso a mil.

Acaricié su cuerpo, y al sentirse amada, Sofía despertó, le di un beso muy apasionado mientras le hacía sentir la dureza de mi miembro en su trasero.

—Hola amor, me dijo

—Hola vida mía, le dije, mientras la besaba y seguía acariciando

—Estuvo delicioso lo de anoche, pero veo que tu amiguito también está despierto, me dijo

—Así me pones hermosa, le dije

Así conversábamos, mientras le daba vuelta y me subía sobre ella, para terminar haciendo un mañanero rapidito, antes de regresar a nuestra casa para continuar con nuestra nueva vida, ya desde ahora sin prejuicios y ante la vista de todos, como lo que éramos de hoy en adelante, dos amantes.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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